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lunes, 31 de marzo de 2014

"Vuelve a tu casa, tu hijo vive"

Lunes de la cuarta semana de Cuaresma


Libro de Isaías 65, 17-21.

Así habla el Señor: Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo. Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos. Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos:


Salmo 30(29), 2.4.5-6.11-12a.13b.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.

Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.

«Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!


del Evangelio según San Juan 4, 43-54.

Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". El funcionario le respondió: "Señor, baja antes que mi hijo se muera". "Vuelve a tu casa, tu hijo vive", le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre", le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.


REFLEXIÓN

Vete, tu hijo ya está sano. En Caná, donde Jesús había hecho el primer milagro del agua convertida en vino, hace otro ‘milagro’ curando al hijo del funcionario real de Cafarnaúm. Y en este hecho aparece un extranjero con mayor fe que los judíos, pues el evangelio nos dice que el hombre creyó en las palabras de Jesús y se puso en camino.

Jesús no necesita bajar a Cafarnaún. El comunica vida con su palabra, que es palabra creadora y llega a todo lugar. Jesús dice al funcionario que se ponga en camino y vea la realidad de lo sucedido.

San Juan subraya que el hombre creyó en la palabra, sin poderla verificar… Se fue. No tenía ninguna prueba. Tenía solamente “la Palabra” de Jesús. En este hecho vemos las verdaderas condiciones de la fe: su confianza en la persona de Cristo, suficientemente firme para resistir los reproches de Jesús y para aceptar volver a casa sin ningún signo visible, únicamente con las incisivas palabras: “anda, tu hijo está curado”.

Siempre, pero de modo especial en este tiempo, hoy, Jesús nos quiere devolver la salud, como al hijo del funcionario real, y liberarnos de toda tristeza y esclavitud, y perdonarnos todas nuestras faltas. Si tenemos fe. Si queremos de veras que nos cure (cada uno sabe de qué enfermedad nos tendría que curar) y que nos llene de su vida. A los que en el Bautismo fuimos sumergidos en la nueva existencia de Cristo -ese sacramento fue una nueva creación para cada uno- Jesús nos quiere renovar en esta Pascua.+

(fuente: parroquiadelasoledad.org)

domingo, 30 de marzo de 2014

"Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos"


Domingo 4 de Cuaresma - Ciclo "A"

1ª Lectura (1Sam 16, 1.6-7. 10-13)
Lectura del Primer Libro de Samuel

En aquellos días, dijo el Señor a Samuel "Ve a la casa de Jesé, en Belén, porque de entre sus hijos me he escogido un rey. Llena, pues, tu cuerno de aceite para ungirlo y vete”. Cuando llegó Samuel a Belén y vio a Eliab, el hijo mayor de Jesé, pensó: “Éste es, sin duda, el que voy a ungir como rey". Pero el Señor le dijo: “No te dejes impresionar por su aspecto ni por su gran estatura, pues Yo lo he descartado, porque Yo no juzgo como juzga el hombre. El hombre se fija en las apariencias, pero el Señor se fija en los corazones". Así fueron pasando ante Samuel siete de los hijos de Jesé; pero Samuel dijo: “Ninguno de éstos es el elegido del Señor”. Luego le preguntó a Jesé: “¿Son éstos todos tus hijos?” El respondió: “Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño". Samuel le dijo: "Hazlo venir, porque no nos sentaremos a comer hasta que llegue". Y Jesé lo mandó llamar. El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: "Levántate y úngelo, porque éste es". Tomó Samuel el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus hermanos.

Palabra de Dios.Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (22)

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

L. El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. /R.

L. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guías por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. /R.

L. Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. /R.

L. Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida y viviré en la casa del Señor por años sin término. /R.


2ª Lectura (Ef 5, 8-14) Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios

Hermanos: En otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora, unidos al Señor, son luz. Vivan, por lo tanto, como hijos de la luz. Los frutos de la luz son la bondad, la santidad y la verdad. Busquen lo que es agradable al Señor y no tomen parte en las obras estériles de los que son tinieblas. Al contrario, repruébenlas abiertamente; porque, si bien las cosas que ellos hacen en secreto dan rubor aun mencionarlas, al ser reportadas abiertamente, todo queda en claro, porque todo lo que es iluminado por la luz se convierte en luz. Por eso se dice: “Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.


Evangelio (Jn 9, 1-41) Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?" Jesús respondió; "Ni él pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que Yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, Yo soy la luz del mundo".
Dicho esto escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa 'Enviado'). El fue, se lavó y volvió con vista. Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: "¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?" Unos decían: "Es el mismo", Otros: "No es él, sino que se le parece". Pero él decía: "Yo soy”. Y le preguntaban: “Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?" El les respondió: "El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé y lávate'. Entonces fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron: “¿En dónde está El?” Les contestó: "No lo sé". Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo". Algunos de los fariseos comentaban: "Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?" Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: "¿Y tú, qué piensas del que te abrió los ojos?" El les contestó: "Que es un profeta". Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: “¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo". Los padres del que había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: 'Ya tiene edad; pregúntenle a él'.
Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". Contestó él: "Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?". Les contestó: "Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene". Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron: 'Tu eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". Y lo echaron fuera. Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del hombre?”. El contestó: "¿Y quién es, Señor, para que yo crea en El?". Jesús le dijo: "Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es". El dijo: "Creo, Señor". Y postrándose, lo adoró. Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos". Al oír esto, algunos fariseos que estaban con El le preguntaron: “¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?”. Jesús les contestó: "Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.


REFLEXIÓN - Pautas

Cerremos un momento los ojos. Los colores, la ropa, los rostros, parte de nuestro entorno pierde su sentido. Lo mismo le pasaba al ciego de este Evangelio. No tenía luz y pocas cosas tenían sentido para él. Sin embargo, era más dolorosa la falta de sentido en su alma hasta que llegó Jesús. Estamos aquí para encontrar a Jesús, para descubrir el sentido de nuestra vida. Digamos a Jesucristo que esperamos de él sólo una gracia: la de descubrir la luz de su amor. Pero no rutinariamente sino reconociéndonos ciegos, faltos de luz y de verdad, o quizás en penumbra. Pidamos a Cristo que aclare el panorama de nuestra alma. Tres son las actitudes que se delatan ante Jesús en este evangelio. Los fariseos: la del rechazo y el orgullo. Los padres del ciego: el miedo, la incertidumbre. El ciego: el amor, la entrega.

1. El rechazo

Jesucristo ha hecho un milagro, ha puesto su firma en un acto de bondad propio sólo de un Dios. Sin embargo, hay algunos que se molestan, que se ven superados y que buscan desvelar obstáculos que no existen. Esos son los fariseos. Los fariseos rechazan a Jesús. No están de acuerdo con su doctrina porque es de amor y porque hace el bien. Ellos se aferran a una ley muy humana, pero, en realidad, más cómoda que la de Jesús. Jesús ama, mientras que los fariseos tienen un corazón pequeño. Su primera reacción es buscar errores en los hechos de los demás, algo propio de la envidia, de quien sólo se ama a sí mismo. Se quejan de que es sábado y no se alegran del bien de ese ciego. El cristiano no se puede limitar a no rechazar a Jesús. Debe levantarse cada día y preguntarse dónde está el centro de su alma. ¿En sí mismo? ¿En los demás? Y los demás son Cristo. No le pongamos límites a Jesús en nuestra vidas. A veces, le decimos que estamos en eterno sábado y que no le está permitido hacer milagros en nuestra alma y rebajamos su omnipotencia y su amor a la esterilidad.

2. El miedo

Otra actitud es la de los padres de aquel ciego. Ellos no se comprometieron, supieron que su hijo estaba curado y también quién lo había sanado. Lo habían pedido muchas veces en el templo. Eran personas buenas. Pero, un día, Cristo se presentó y les curó a su hijo. Se encontraron con un Cristo maravilloso, pero los fariseos sí lograron amedrentarlos. "Quien siga a ese hombre malvado no entrará en la sinagoga", fue lo que escucharon. Según Michel Quoist, el miedo es el peor pecado de los cristianos de hoy. Sí; es verdad. Porque creemos en Cristo, pero el mundo, los amigos, el trabajo, nos tratan de separar de Cristo y nos da miedo decir que somos cristianos. Sin embargo, ¡qué dicha ser discípulo de Cristo! Es difícil vivirlo, porque ser de Cristo exige, pero sólo en él está la felicidad que buscamos. Si somos expulsados de la sinagoga del mundo, recordemos que al ciego Cristo le socorrió y a nosotros, igual que a él, no nos abandonará.

3. El amor

La más sincera de las actitudes fue la del ciego. El ciego fue curado, porque se dejó curar. Desde que vio la luz comienza a dar testimonio de Cristo y es que, cuando Cristo es descubierto por un alma, simplemente no puede más que transmitirlo. Él aceptó a Cristo sin reservas y no cometió el error de los fariseos. Tampoco se amedrentó como sus padres. Sólo confesó lo que Cristo le había dado: "Ahora veo". Seguramente aquel hombre no era nada comparado con los maestros de la ley. Sin embargo, los retó y les demostró que Jesucristo era el mejor de los maestros. Sabe que sufrirá si confiesa, pero el amor lo suple todo. El ciego descubrió que el gran secreto de la vida no está es saber mucho sino en amar mucho y hacer la voluntad de Dios, como le dice a los fariseos. Había descubierto la luz del amor de Cristo. Jesucristo requiere totalidad. Sólo el generoso puede seguir a Jesucristo. Es una luz demasiado potente para los que están alumbrados por sí mismos o por la lámpara del respeto humano. Sólo el ciego consiguió la mejor parte. Los fariseos se fueron molestos y más llenos de sí mismos. Los padres se fueron con el remordimiento de no seguir al Mesías, a pesar de haberlo descubierto. El ciego, el más humilde, el más generoso, fue quien logró el fruto del amor.

Propósito: Pidamos a la Santísima Virgen que nos ayude a descubrir la luz del amor de Cristo. Ella fue la primera que aceptó esa luz en su corazón. Para ver la luz de Cristo el espejo más claro es el de María.

(fuente: www.regnumchristi.org)

sábado, 29 de marzo de 2014

"el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado"

Sábado de la tercera semana de Cuaresma


Libro de Oseas 6, 1-6.

"Vengan, volvamos al Señor: él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra". ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz. Porque yo quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.


Salmo 51(50), 3-4.18-19.20-21ab.

Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad,
por tu gran corazón, borra mi falta.
Que mi alma quede limpia de malicia,
purifícame de mi pecado.

Un sacrificio no te gustaría,
ni querrás si te ofrezco, un holocausto.
Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré,
pues no desdeñas a un corazón contrito.

Favorece a Sión en tu bondad:
reedifica las murallas de Jerusalén;
entonces te gustarán los sacrificios,
ofrendas y holocaustos que se te deben;


del Evangelio según San Lucas 18,9-14.

Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".


LECTIO DIVINA

Oración inicial

Llenos de alegría, al celebrar un año más la Cuaresma, te pedimos, Señor, vivir los sacramentos pascuales y sentir en nosotros el gozo de su eficacia. Por nuestro Señor.

Reflexión

• En el Evangelio de hoy, Jesús cuenta la parábola del fariseo y del publicano para enseñarnos a rezar. Jesús tiene una manera distinta de ver las cosas. Ve algo positivo en el publicano, aunque todo el mundo decía de él: “¡No sabe rezar!” Jesús vivía tan unido al Padre por la oración que todo se convertía para él en expresión de oración.

• La manera de presentar la parábola es muy didáctica. Lucas presenta una breve introducción que sirve de clave de lectura. Luego Jesús cuenta la parábola y al final Jesús aplica la parábola a la vida.

• Lucas 18,9: La introducción. La parábola es presentada por la siguiente frase: "A algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás les dijo esta parábola.” La frase es de Lucas. Se refiere al tiempo de Jesús, pero se refiere también a nuestro tiempo. Hay siempre personas y grupos de personas que se consideran justas y fieles y que desprecian a los demás, considerándolos ignorantes e infieles.

• Lucas 18,10-13: La parábola. Dos hombres van al templo a rezar: un fariseo y un publicano. Según la opinión de la gente de entonces, los publicanos no eran considerados para nada y no podían dirigirse a Dios, porque eran personas impuras. En la parábola, el fariseo agradece a Dios el ser mejor que los demás. Su oración no es que un elogio de sí mismo, una exaltación de sus buenas cualidades y un desprecio para los demás y para el publicano. El publicano ni siquiera levanta los ojos, pero se golpea el pecho diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador!" Se pone en su lugar ante Dios.

• Lucas 18,14: La aplicación. Si Jesús hubiera dejado opinar a la gente y decir quién de los dos volvió justificado a su casa, todos hubieran contestado: "¡El fariseo!" Ya que era ésta la opinión común en aquel tiempo. Jesús piensa de manera distinta. Según él, aquel que vuelve a casa justificado, en buenas relaciones con Dios, no es el fariseo, sino el publicano. Jesús da la vuelta al revés. A las autoridades religiosas de la época ciertamente no les gustó la aplicación que él hace de esta parábola.

• Jesús reza. Sobretodo Lucas nos informa de la vida de oración de Jesús. Presenta a Jesús en constante oración. He aquí una lista de textos del evangelio de Lucas, en los que Jesús aparece en oración: Lc 2,46-50; 3,21: 4,1-12; 4,16; 5,16; 6,12; 9,16.18.28; 10,21; 11,1; 22,32; 22,7-14; 22,40-46; 23,34; 23,46; 24,30. Leyendo el evangelio de Lucas, es posible encontrar otros textos que hablan de la oración de Jesús. Jesús vivía en contacto con el Padre. La respiración de su vida era hacer la voluntad del Padre (Jn 5,19). Jesús rezaba mucho e insistía, para que la gente y sus discípulos hiciesen lo mismo, ya que en el contacto con Dios nace la verdad y la persona se encuentra consigo misma, en toda su realidad y humildad. En Jesús, la oración está íntimamente enlazada con los hechos concretos de la vida y con las decisiones que tenía que tomar. Para poder ser fiel al proyecto del Padre, trataba de permanecer a solas con El para escucharle. Jesús rezaba los Salmos. Como cualquier otro judío piadoso, los conocía de memoria. Jesús compuso su propio salmo. Es el Padre Nuestro. Su vida era una oración permanente: "¡Yo no puedo hacer nada por mi cuenta!" (Jn 5,19.30). Se aplica a él lo que dice el Salmo: "¡Me acusan, mientras yo rezo!" (Sal 109,4).

Para la reflexión personal

• Mirando de cerca esta parábola, ¿yo soy como el fariseo o como el publicano?
• Hay personas que dicen que no saben rezar, pero hablan todo el tiempo con Dios. ¿Conoces a personas así?

Oración final

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado. (Sal 51)

(fuente: ocarm.org)

viernes, 28 de marzo de 2014

"el Señor nuestro Dios es el único Señor"

Viernes de la tercera semana de Cuaresma

Libro de Oseas 14, 2-10.

Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer. Preparen lo que van decir y vuelvan al Señor. Díganle: "Borra todas las faltas, acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el fruto de nuestros labios. Asiria no nos salvará, ya no montaremos a caballo, ni diremos más "¡Dios nuestro!" a la obra de nuestras manos, porque sólo en ti el huérfano encuentra compasión". Yo los curaré de su apostasía, los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de ellos. Seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, hundirá sus raíces como el bosque del Líbano; sus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano. Volverán a sentarse a mi sombra, harán revivir el trigo, florecerán como la viña, y su renombre será como el del vino del Líbano. Efraím, ¿qué tengo aún que ver con los ídolos? Yo le respondo y velo por él. Soy como un ciprés siempre verde, y de mí procede tu fruto. ¡Que el sabio comprenda estas cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los caminos del Señor son rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán en ellos.


Salmo 81(80), 6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17.

Oyó, entonces, una voz desconocida:
«Yo quité la carga de su espalda,
sus manos han dejado la canasta.»

En la angustia gritaste y te salvé,
te respondí en el secreto de la nube,
te puse a prueba en las aguas de Meribá:

«Escucha, pueblo mío, te lo advierto, ojalá me escucharas, Israel:
No tengas en tu casa un dios extraño,
ni te prosternes ante un dios de afuera:

Yo soy Yavé, tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.
«Ah, si mi pueblo me escuchara,
si Israel fuera por mis caminos,

Pero a él, con flor de trigo lo alimentaría
y con miel de la roca lo saciaría».


del Evangelio según San Marcos 12, 28b-34.

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?". Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


LECTIO DIVINA

Oración inicial: Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos dominar nuestro egoísmo y secundar las inspiraciones que nos vienen del cielo. Por nuestro Señor.

Reflexión

• En el Evangelio de hoy (Mc 12,28b-34), los escribas y los doctores quieren saber de Jesús cuál es el mayor mandamiento. Hoy también mucha gente quiere saber qué es lo más importante en la religión. Algunos dicen: ser bautizados. Otros: la oración. Otros dicen: ir a Misa o participar en el culto del domingo. Otros: amar al prójimo y luchar por un mundo más justo. Otros se preocupan sólo de las apariencias y de los cargos de la iglesia.

• Marco 12,28: La pregunta del doctor de la Ley. Poco antes de la pregunta del escriba, la discusión había sido con los saduceos entorno a la fe en la resurrección (Mc 12,23-27). Al doctor, que había asistido al debate, le había gustado la respuesta de Jesús, y había percibido en él una gran inteligencia. Quiso aprovechar la ocasión para plantear una pregunta y recibir una aclaración: “¿Cuál es el mayor de todos los mandamientos?” En aquel tiempo, los judíos tenían una gran cantidad de normas para reglamentar la práctica y la observancia de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios. Algunos decían: “Todas estas normas tienen el mismo valor, pues vienen todas de Dios. No nos compite introducir distinciones en las cosas de Dios”. Otros decía: “¡Algunas leyes son más importantes que otras y, por ello, obligan más!” El doctor quiere saber la opinión de Jesús.

• Marcos 12,29-31: La respuesta de Jesús. Jesús responde citando un pasaje de la Biblia para decir que el mandamiento mayor es “¡amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con toda la fuerza!” (Dt 6,4-5). En el tiempo de Jesús, los judíos piadosos recitaban esta frase tres veces al día: por la mañana, a medio día y por la noche. Era tan conocida entre ellos como entre nosotros el Padre Nuestro. Y Jesús añade, citando de nuevo la Biblia: “El segundo es éste: ‘Amarás tu prójimo como a ti mismo’ (Lev 19,18). No existe otro mandamiento mayor que estos dos”. Respuesta breve y ¡muy profunda! Es el resumen de todo lo que Jesús ha enseñado sobre Dios y sobre la vida (Mt 7,12).

• Marcos 12,32-33: La respuesta del doctor de la ley. El doctor concuerda con Jesús y concluye: “Sí, amar a Dios y amar al prójimo es mucho más importante que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Es decir, el mandamiento del amor es más importante que los mandamientos relacionados con el culto y los sacrificios del Templo. Esta afirmación viene de los profetas del Antiguo Testamento (Os 6,6; Sal 40,6-8; Sal 51,16-17). Hoy diríamos que la práctica del amor es más importante que las novenas, las promesas, las misas, los rezos y las procesiones.

• Marcos 12,34: El resumen del Reino Jesús confirma la conclusión del doctor y dice: “¡No estás lejos del Reino de Dios!” De hecho, el Reino de Dios consiste en unir los dos amores: amor a Dios y amor al prójimo. Pues si Dios es Padre/Madre, nosotros todos somos hermanos y hermanas, y tenemos que mostrarlo en la práctica, viviendo en comunidad. "¡De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas!" (Mt 22,40) Los discípulos y las discípulas tienen que ponerse en la memoria, en la inteligencia, en el corazón, en las manos y en los pies esta ley mayor, pues no se llega a Dios de no ser a través la entrega total al prójimo.

• Jesús había dicho al doctor de la Ley: "¡No estás lejos del Reino!" (Mc 12,34). El doctor ya estaba cerca, pero para poder entrar en el Reino tenía que dar un paso más. En el AT el criterio del amor al prójimo era: “Amar el prójimo como a sí mismo”. En el NT, Jesús ensancha el sentido del amor: “¡Este s mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado! (Jn 15,12-13). Ahora el criterio será: “¡Amar al prójimo como Jesús nos amó!”. Es el camino seguro para llegar a una convivencia más justa y más fraterna.

Para la reflexión personal

• Para ti, ¿qué es lo más importante en la religión?
• Nosotros hoy, ¿estamos más cerca o más lejos del Reino de Dios del doctor que fue elogiado por Jesús? ¿Qué piensas?

Oración final

Señor, ningún dios como tú,
no hay obras como las tuyas;
pues eres grande y haces maravillas,
tú solo eres Dios. (Sal 86,8.10)

(fuente: ocarm.org)

jueves, 27 de marzo de 2014

"El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama"

Jueves de la tercera semana de Cuaresma

Libro de Jeremías 7, 23-28.

Así habla el Señor: Esta fue la orden que les di: Escuchen mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán mi Pueblo; sigan por el camino que yo les ordeno, a fin de que les vaya bien. Pero ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que obraron según sus designios, según los impulsos de su corazón obstinado y perverso; se volvieron hacia atrás, no hacia adelante. Desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta el día de hoy, yo les envié a todos mis servidores los profetas, los envié incansablemente, día tras día. Pero ellos no me escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que se obstinaron y obraron peor que sus padres. Tú les dirás todas estas palabras y no te escucharán: los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: "Esta es la nación que no ha escuchado la voz del Señor, su Dios, ni ha recibido la lección. La verdad ha desaparecido, ha sido arrancada de su boca".


Salmo 95(94),1-2.6-7.8-9.

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor!

¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
«No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.»


del Evangelio según San Lucas 11,14-23.

Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.


REFLEXIÓN

1. Escuchamos hoy una queja amarga de Dios, por medio del profeta. Una queja contra su pueblo Israel porque no cumple la alianza que había pactado: «no escucharon, caminaban según sus ideas, me daban la espalda».

Es inútil que se sucedan los profetas enviados por Dios: «ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán... Ia sinceridad se ha perdido».

Se trata de una acusación que clama al cielo: «aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor su Dios».

2. A Jesús algunos tampoco le escuchan ni le hacen caso. Para no tener que prestar atención a lo que dice, que es incómodo, buscan excusas. Hoy, una que es realmente poco razonable: que lanza los demonios en connivencia con el mismo Satanás.

La respuesta de Jesús está llena de sentido común: un reino dividido no podrá subsistir. Lo que pasa es que sus adversarios no quieren reconocer lo evidente, que ya ha llegado el Reino prometido. Que ya ha llegado el que es más fuerte que el maligno y está entablando con él una lucha victoriosa. Es que, si reconocen esto, tendrán que aceptar a Jesús como el Mesías de Dios y hacer caso del testimonio que está dando.

3. Contra los que se quejan Dios en el AT y Jesús en el evangelio, son precisamente los del pueblo elegido, los que oficialmente se consideran los mejores. Pero se ve que eso mismo, de alguna manera, les inmuniza contra lo que diga Jesús y no saben escuchar la voz de Dios.

No hay sinceridad. No quieren ver la luz. Jesús les acusará en otras ocasiones de «pecar contra el Espíritu Santo», o sea, de pecar contra la luz, no queriéndola ver, a pesar de que sea evidente.

¿Estamos nosotros mereciendo de alguna manera esta acusación de Jesús? ¿estamos causándole una desilusión en nuestro camino de este año a la Pascua, que ya está exactamente en su mitad? El Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz, cantaremos una lamentación que el profeta pone en labios de Dios: «pueblo mío, ¿qué te he hecho?».

¿Tendremos que sentirnos aludidos?

En el ritual del Bautismo hay un gesto simbólico expresivo, el «effetá», «ábrete». El ministro toca los labios del bautizado para que se abran y sepa hablar. Y toca sus oídos para que aprenda a escuchar. Dios se ha quejado hoy de que su pueblo no le escucha.

¿Se podría quejar también de nosotros, bautizados y creyentes, de que somos sordos, de que no escuchamos lo que nos está queriendo decir en esta Cuaresma, de que no prestamos suficiente atención a su palabra?

La Virgen María, maestra en esto, como en otras tantas cosas, de nuestra vida cristiana, nos ha dado la consigna que fue el programa de su vida: «hágase en mí según tu palabra».

Va por nosotros el salmo de hoy: «ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón».

«Escuchad mi voz, caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien» (1ª lectura)

«Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón» (salmo)

«Ojalá esté firme mi camino para cumplir tus consignas» (comunión)

«Tú nos conduces a la salvación a través de los acontecimientos de la vida y de tus sacramentos» (poscomunión)

reflexión escrita por 
J. ALDAZABAL 
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1 
Adviento y Navidad día tras día 
Barcelona 1995. Pág. 69-70
(fuente: www.mercaba.org)

miércoles, 26 de marzo de 2014

"No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento"

Miércoles de la tercera semana de Cuaresma


Deuteronomio 4, 1.5-9.

Moisés habló al pueblo, diciendo: "Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres. Tengan bien presente que ha sido el Señor, mi Dios, el que me ordenó enseñarles los preceptos y las leyes que ustedes deberán cumplir en la tierra de la que van a tomar posesión. Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oir todas estas leyes, dirán: "¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!". ¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos?. ¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?. Pero presta atención y ten cuidado, para no olvidar las cosas que has visto con tus propios ojos, ni dejar que se aparten de tu corazón un sólo instante. Enséñalas a tus hijos y a tus nietos."


Salmo 147, 12-13.15-16.19-20.

¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
El reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti.

Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;
reparte la nieve como lana
y esparce la escarcha como ceniza.

Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.


del Evangelio según San Mateo 5, 17-19.

Jesús dijo a sus discípulos: "No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos."


LECTIO DIVINA

Oración inicial

Penetrados del sentido cristiano de la Cuaresma y alimentados con tu palabra, te pedimos, Señor, que te sirvamos fielmente con nuestras penitencias y perseveremos unidos en la plegaria. Por nuestro Señor.

Reflexión

• El Evangelio de hoy (Mt 5,17-19) enseña como observar la ley de Dios de manera que su práctica muestre en qué consiste el pleno cumplimiento de la ley (Mt 5,17-19). Mateo escribe para ayudar las comunidades de judíos convertidos a superar las críticas de los hermanos de raza que los acusaban diciendo: “Ustedes son infieles a la Ley de Moisés”. Jesús mismo había sido acusado de infidelidad a la ley de Dios. Mateo trae la respuesta esclarecedora de Jesús a los que lo acusaban. Así nos da una luz para ayudar las comunidades a resolver su problema.

• Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras sencillas y directas, Jesús había dicho que la misión de la comunidad, su razón de ser, es ser sal y luz. Había dado algunos consejos respecto de cada una de las imágenes. A continuación vienen los tres breves versículos del Evangelio de hoy.

• Mateo 5,17-18: Ni una tilde de la ley dejará de ser vigente. Había varias tendencias en las comunidades de los primeros cristianos. Unas pensaban que no era necesario observar las leyes del Antiguo Testamento, pues es la fe en Jesús lo que nos salva y no la observancia de la Ley (Rm 3,21-26). Otros aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad del Espíritu con que algunas comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado. Pensaban que ellos, siendo judíos, debían continuar observando las leyes del AT (Hec 15,1.5). Había además cristianos que vivían tan plenamente en la libertad del Espíritu, que habían dejado de mirar la vida de Jesús de Nazaret o el AT y que llegaban a decir: “¡Anatema Jesús!” (1Cor 12,3). Ante estas tensiones, Mateo procura un equilibrio más allá de los dos extremos. La comunidad ha de ser un espacio, donde este equilibrio pueda ser alcanzado y vivido. La respuesta dada por Jesús a los que lo criticaban seguía bien actual para las comunidades: “¡No he venido a abolir la ley, sino a darle pleno cumplimiento!”. Las comunidades no podían estar contra la Ley, ni podían encerrarse en la observancia de la ley. Al igual que Jesús, debían dar un paso y mostrar, en la práctica, cuál es el objetivo que la ley quiere alcanzar en la vida de las personas, a saber, en la práctica perfecta del amor.

• Mateo 5,17-18: Ni una tilde de la ley dejará de ser vigente Y a los que querían deshacerse de toda la ley, Mateo recuerda otra palabra de Jesús: “Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos”. La gran inquietud del Evangelio de Mateo es mostrar que el AT, Jesús de Nazaret y la vida en el Espíritu Santo, no pueden separarse. Los tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: el Dios de Abrahán y Sara está presente en medio de las comunidades por la fe en Jesús de Nazaret que nos manda su Espíritu.

Para la reflexión personal

• ¿Cómo veo y vivo la ley de Dios: cómo horizonte de libertad creciente o cómo imposición que delimita mi libertad?
• Y ¿qué podemos hacer hoy para los hermanos y las hermanas que consideran toda esta discusión como superada y sin actualidad? ¿Qué podemos aprender de ellos?

Oración final

¡Celebra a Yahvé, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!,
que refuerza los cerrojos de tus puertas
y bendice en tu interior a tus hijos. (Sal 147,12-13)

(fuente: ocarm.org)

martes, 25 de marzo de 2014

"Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho"

Solemnidad de la Anunciación del Señor


Libro de Isaías 7, 10-14.8,10c.

El Señor habló a Ajaz en estos términos: "Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas". Pero Ajaz respondió: "No lo pediré ni tentaré al Señor". Isaías dijo: "Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?. Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"." Porque Dios está con nosotros.


Salmo 40(39),7-8a.8b-9.10.11.

Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí estoy.

En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón.»

Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor.

No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea
tu amor y tu fidelidad.


Carta a los Hebreos 10,4-10.

Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados. Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios. Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad. El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley. Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.


del Evangelio según San Lucas 1,26-38.

En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.


LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Hoy es la fiesta de María Reina. El texto que meditamos en el evangelio describe la visita del ángel a María (Lc 1,26-38). La Palabra de Dios llega a María no a través de un texto bíblico, sino a través de una experiencia profunda de Dios, manifestada en la visita del ángel. Así también acontece con la visita de ángel. En el AT, muchas veces, el ángel de Dios es Dios mismo. Fue gracias a rumiar la Palabra escrita de Dios en la Biblia, que María fue capaz de percibir la Palabra viva de Dios en la visita del Ángel. Así también acontece con la visita de Dios en nuestras vidas. Las visitas de Dios son frecuentes. Pero porque no rumiamos la Palabra escrita de Dios en la Biblia, no percibimos la visita de Dios en nuestras vidas. La visita de Dios es tan presente y tan continua que, muchas veces, no la percibimos y por ello perdemos una gran oportunidad de vivir en paz y en alegría.

• Lucas 1,26-27: La Palabra entra en la vida. Lucas presenta a las personas y los lugares: una virgen llamada María, prometida a un hombre, llamado José, de la casa de David. Nazaret, una pequeña ciudad en Galilea. Galilea era periferia. El centro era Judea y Jerusalén. El ángel Gabriel es el enviado de Dios para esta virgen que moraba en la periferia. El nombre Gabriel significa Dios es fuerte. El nombre María significa amada por Yavé o Yavé es mi Señor. La historia de la visita de Dios a María comienza con una expresión: “En el sexto mes”. Se trata del “sexto mes” de embarazo de Isabel, parienta de María, una mujer ya avanzada en edad, precisando ayuda. La necesidad concreta de Isabel es el trasfondo de todo este episodio. Se encuentra al comienzo (Lc 1,26) y al final (Lc 1,36.39).

• Lucas 1,28-29: La reacción de María. Fue en el Templo que el ángel apareció a Zacarías. A María le aparece en su casa. La Palabra de Dios alcanza a María en el ambiente de vida de cada día. El ángel dice: “¡Alégrate! ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” Palabras semejantes ya habían sido dichas a Moisés (Ex 3,12), a Jeremías (Jr 1,8), a Jedeón (Jz 6,12), a Ruth (Rt 2,4) y a muchos otros. Abren el horizonte para la misión que estas personas del Antiguo Testamento debían realizar al servicio del pueblo de Dios. Intrigada con el saludo, María trata de conocer el significado. Es realista, usa la cabeza. Quiere entender. No acepta cualquier aparición o inspiración.

• Lucas 1,30-33: La explicación del ángel. “No temas, María!” Este es siempre el primer saludo de Dios al ser humano: ¡No temas! Enseguida, el ángel recuerda las grandes promesas del pasado que se realizarán a través del hijo que va a nacer en María. Ese hijo debe recibir el nombre de Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo, y en él se realizará, finalmente, el Reino de Dios prometido a David, que todos estaban esperando ansiosamente. Esta es la explicación que el ángel da a María para que no quede asustada.

• Lucas 1,34: Nueva pregunta de María. María tiene conciencia de la misión importante que está recibiendo, pero permanece realista. No se deja embalar por la grandeza de la oferta y mira su condición: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” Ella analiza la oferta a partir de los criterios que nosotros, los seres humanos, tenemos a nuestra disposición. Pues, humanamente hablando, no era posible que aquella oferta de la Palabra de Dios se realizara en aquel momento.

• Lucas 1,35-37: Nueva explicación del ángel. "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios”. El Espíritu Santo, presente en la Palabra de Dios desde el día de la Creación (Génesis 1,2), consigue realizar cosas que parecen imposibles. Por esto, el Santo que va a nacer de María, será llamado Hijo de Dios. Cuando hoy la Palabra de Dios es acogida por los pobres sin estudio, algo nuevo acontece ¡por la fuerza del Espíritu Santo! Algo tan nuevo y tan sorprendente como que un hijo nace de una virgen o como que un hijo nace a Isabel, una mujer avanzada en edad, de la que todo el mundo decía que no podía tener hijos. Y el ángel añade: “Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes”.

• Lucas 1,38: La entrega de María. La respuesta del ángel aclara todo para María. Ella se entrega a lo que Dios le está pidiendo: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu Palabra”. Maria usa para sí el título de Sierva, empleada del Señor. El título viene de Isaías, quien presenta la misión del pueblo no como un privilegio, sino como un servicio a los otros pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6). Más tarde, Jesús, el hijo que estaba siendo engendrado en aquel momento, definirá su misión: “¡No he venido para ser servido, sino para servir!” (Mt 20,28). ¡Aprendió de su Madre!

• Lucas 1,39: La forma que María encuentra para servir. La Palabra de Dios llega y hace con que María se olvide de sí para servir a los demás. Ella deja el lugar donde estaba y va hacia Judea, a más de cuatro días de camino, para ayudar a su prima Isabel. María empieza a servir y a cumplir su misión a favor del pueblo de Dios.

Para la reflexión personal

• ¿Cómo percibes la visita de Dios en tu vida? ¿Has sido visitado/a alguna vez? ¿Fuiste ya una visita de Dios en la vida de los otros, sobre todo de los pobres? ¿Cómo este texto te ayuda a descubrir las visitas de Dios en tu vida? • La Palabra de Dios se encarnó en María. ¿Cómo la Palabra de Dios está tomando carne en mi vida personal y en la vida de la comunidad?

Oración final

¡Den gracias a Yahvé por su amor,
por sus prodigios en favor de los hombres!
Pues calmó la garganta sedienta,
y a los hambrientos colmó de bienes. (Sal 107,8-9)

(fuente: ocarm.org)

lunes, 24 de marzo de 2014

"ningún profeta es bien recibido en su tierra"

Lunes de la tercera semana de Cuaresma

Segundo Libro de los Reyes 5,1-15.

Naamán, general del ejército del rey de Arám, era un hombre prestigioso y altamente estimado por su señor, porque gracias a él, el Señor había dado la victoria a Arám. Pero este hombre, guerrero valeroso, padecía de una enfermedad en la piel. En una de sus incursiones, los arameos se habían llevado cautiva del país de Israel a una niña, que fue puesta al servicio de la mujer de Naamán. Ella dijo entonces a su patrona: "¡Ojalá mi señor se presentara ante el profeta que está en Samaría! Seguramente, él lo libraría de su enfermedad". Naamán fue y le contó a su señor: "La niña del país de Israel ha dicho esto y esto". El rey de Arám respondió: "Está bien, ve, y yo enviaré una carta al rey de Israel". Naamán partió llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez trajes de gala, y presentó al rey de Israel la carta que decía: "Al mismo tiempo que te llega esta carta, te envío a Naamán, mi servidor, para que lo libres de su enfermedad". Apenas el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo: "¿Acaso yo soy Dios, capaz de hacer morir y vivir, para que este me mande librar a un hombre de su enfermedad? Fíjense bien y verán que él está buscando un pretexto contra mí". Cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras, mandó a decir al rey: "¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que él venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel". Naamán llegó entonces con sus caballos y su carruaje, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio". Pero Naamán, muy irritado, se fue diciendo: "Yo me había imaginado que saldría él personalmente, se pondría de pie e invocaría el nombre del Señor, su Dios; luego pasaría su mano sobre la parte afectada y curaría al enfermo de la piel. ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Parpar, no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No podía yo bañarme en ellos y quedar limpio?". Y dando media vuelta, se fue muy enojado. Pero sus servidores se acercaron para decirle: "Padre, si el profeta te hubiera mandado una cosa extraordinaria ¿no la habrías dicho? ¡Cuánto más si él te dice simplemente: Báñate y quedarás limpio!". Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor".


Salmo 42(41),2-3.43(42),3-4.

Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.

Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios?

Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas.

Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío.


del Evangelio según San Lucas 4,24-30.

Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.


REFLEXIÓN

Oración introductoria

Señor Jesús, al comenzar esta breve conversación contigo, quisiera actuar mi fe en tus palabras; mi esperanza, en tus promesas, y mi caridad, en tu inmenso amor por mí. Gracias, Señor, por ser quien eres. Gracias por cómo me tratas. Gracias por ser mi más grande bienhechor. Gracias, en fin, por todo; porque todo lo que soy y tengo, es gracia tuya.

Petición

Señor, te ruego que abras mi corazón a tus palabras, y que por medio de ellas, me decida por fin a ser generoso contigo. No quiero ser como esos hombres a los que visitaste en tu aldea y no te reconocieron. Quiero ser como aquellos otros, que, viéndote escondido detrás de un manto, supieron identificarte con corazón limpio.

Meditación del Papa Benedicto XVI

Cita dos milagros cumplidos por los grandes profetas Elías y Eliseo a favor de personas no israelitas, para demostrar que a veces hay más fe fuera de Israel. A este punto la reacción es unánime: todos se levantan y lo echan fuera, y hasta tratan de lanzarlo a un precipicio, pero Él, con soberana tranquilidad, pasa en medio de la gente enfurecida y se va. Aquí viene espontáneo preguntarse: ¿cómo así Jesús ha querido provocar esta fractura? Al inicio la gente se admiraba de él, y quizás habría podido obtener cierto consenso… pero justamente este es el punto: Jesús no ha venido para buscar el consenso de los hombres, sino – como dirá al final a Pilato – para "dar testimonio de la verdad". El verdadero profeta no obedece a nadie más que a Dios y se pone al servicio de la verdad, listo a responder personalmente. Es verdad que Jesús es el profeta del amor, pero también el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios. (Benedicto XVI, 3 de febrero de 2013).

Reflexión

El Señor nos muestra en el Evangelio la necedad de los hombres al escuchar la palabra de Dios. Jesús habla, en primer lugar, de dos extranjeros que recibieron la gracia de Dios: un leproso y una viuda. En ellos, están representados todos los leprosos, es decir, los pecadores, los que están infectados con la lepra del egoísmo, y por otra parte, nos muestra a la viuda, la figura del necesitado. A ambos, Dios presta su socorro, a ambos, los abraza con su inmenso amor.

Ahora, podemos preguntarnos por qué dice esto el Señor. ¿Qué encontró Jesús en su pueblo natal? ¿Incredulidad? Tal vez. ¿Soberbia? Quizás. Todo esto lo podemos suponer, pero lo que no podemos suponer es lo que se nos narra: ellos quisieron despeñarlo, lo quisieron matar. Jesús les reprochó el que no estuvieran abiertos a la acción de Dios, al divino amor que les tenía. Les recordó cómo hasta los extraños no eran ajenos a la caridad de Divina. Sin embargo, los nazarenos no estuvieron abiertos ni dispuestos para escuchar esas bellas palabras de Dios: Os amo.

Propósito: Hoy haré un acto de generosidad con aquella persona que me parece más antipática.

Diálogo con Cristo

Muchos leprosos y muchas viudas había en Israel; muchos pecadores y necesitados hay hoy en día en nuestro mundo, pero sólo visitaste y obraste, Señor, con los que se abrieron a tu amor. Yo convivo a diario contigo, Jesús; presencio cada día infinidad de tus milagros. No obstante, no quiero acostumbrarme a tu presencia y a tus milagros, no quiero tenerte como a un cualquiera. Por eso, te pido que abras, Jesús Bendito, mi corazón, y te ameré como nadie lo ha hecho jamás.

¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo! (Beato Juan Pablo II, 22 de octubre 1978)

(fuente: catholic.net)

domingo, 23 de marzo de 2014

“Si conocieras el don de Dios”

Tercer Domingo de Cuaresma


1ª Lectura (Ex 17, 3-7) Lectura del libro del Exodo

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: "¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?" Moisés clamó al Señor y le dijo: "¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen". Respondió el Señor a Moisés: "Preséntate al pueblo, llevando contigo a algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo". Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?" .

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (94)

R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.

L. Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a El, llenos de júbilo, démosle gracias. /R.

L. Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues El es nuestro Dios y nosotros, su pueblo; El es nuestro pastor y nosotros sus ovejas. /R.

L.Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras". /R.


2ª Lectura (Rom 5, 1-2. 5-8): Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos

Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por El hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en la cual nos encontramos; por El, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios. La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que El mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.


del Evangelio según San Juan (Jn 4, 5-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.
Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: "Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: "¿Cómo es que Tú, siendo Judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?" (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: "Si conocieras el don de Dios y Quien es el que te pide de beber, tú le pedirías a El, y El te daría agua viva". La mujer respondió: "Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿Cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres Tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?" Jesús le contestó: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que Yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que Yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna". La mujer le dijo: "Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla".
El le dijo: "Ve a llamar a tu marido y vuelve". La mujer le contestó: "No tengo marido". Jesús le dijo: "Tienes razón en decir: 'No tengo marido'. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad". La mujer le dijo: "Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe adorar es en Jerusalén". Jesús le dijo: "Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". La mujer le dijo: "Ya sé que va a venir el Mesías (es decir Cristo). Cuando venga, El nos dará razón de todo". Jesús le dijo: "Soy Yo, el que habla contigo".
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo ninguno le dijo: '¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?'. Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?" Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia adonde El estaba. Mientras tanto, sus discípulos le insistían: "Maestro, come". El les dijo: "Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen". Los discípulos comentaban entre sí: "¿Le habrá traído alguien de comer?" Jesús les dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien Yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: 'Uno es el que siembra y otro el que cosecha'. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto".
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: "Me dijo todo lo que he hecho". Cuando los samaritanos llegaron a donde El estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en El al oír su Palabra. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que El es, de veras, el Salvador del mundo" .

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.


COMENTARIO

Las Lecturas de hoy nos hablan de “agua”: agua en pleno desierto brotando de una roca (Ex.17, 3-7), y agua de un pozo al que Jesús se acerca para dialogar con la Samaritana (Jn. 4, 5-42). Pero más que todo, nos hablan de un “agua viva”, que quien la bebe ya no necesita beber más, pues queda calmada toda su sed.

En la Primera Lectura del Libro del Éxodo vemos a los israelitas protestando a Moisés, pues tenían sed y no había agua. Dios da unas instrucciones precisas a Moisés para hacer brotar agua de una roca. Y así fue. El pueblo bebió el agua que necesitaba. Y Moisés puso el nombre de Masá y Meribá a ese sitio, palabras que significan “tentación” y “quejas”, pues allí el pueblo se había dejado tentar quejándose a Dios, pidiéndole pruebas, pues realmente no tenía plena fe y confianza en El.

El Salmo 94 refiere la rebelión en el desierto y nos advierte de no endurecer nuestro corazón como en ese momento los israelitas. Este Salmo nos invita a inclinarnos ante Dios que es nuestro Dueño. El nuestro Pastor, nosotros sus ovejas.

La roca del desierto fue fuente de vida para el pueblo de Israel. Y esa roca nos anuncia a Cristo, quien es la fuente de agua viva, según lo que El le dice a la Samaritana. Todos estos simbolismos atribuidos a la Roca que es Cristo y al agua que brota de El, significan la Gracia que Cristo nos obtiene con su muerte en la cruz y su resurrección gloriosa.

Revisemos con más detenimiento, entonces, el diálogo entre Jesús y la Samaritana, que aparece en el Evangelio.

Una tarde calurosa llega Jesús a una ciudad de Samaria, llamada Sicar, donde se hallaba el pozo de Jacob. Era el pozo que el Patriarca Jacob, descendiente de Abraham, se había reservado, pues era profundo y producía en abundancia agua rica y cristalina.

Por cierto, todavía hoy se conserva el brocal de este pozo en medio de una Iglesia Ortodoxa Griega. Sobre ese brocal se sentó Jesús a descansar mientras sus discípulos iban a la ciudad a buscar algo que comer.

Llegó en esos momentos una mujer samaritana a sacar agua del pozo.

Y observamos que Jesús, sin importarle la enemistad entre el pueblo judío y el samaritano, le dice a la Samaritana en tono familiar: “Dame de beber”. La mujer por supuesto se sorprende de que un judío se atreviera a hablarle. Por eso le responde: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”

Comienza así un diálogo maravilloso en el que Jesús aprovecha la ocasión y el sitio donde está para explicar a la Samaritana lo que es la Gracia de Dios para el alma. “Si conocieras el don de Dios”, le dice Jesús,“y si conocieras realmente quién es el que te está pidiendo de beber, tú le pedirías a El y El te daría agua viva”.

El “don de Dios” es la Gracia. Y Jesús compara la Gracia con un agua distinta, un “agua viva”, que El quiere darle. Pero la Samaritana no comprendió esta comparación, ni tampoco podía imaginar de dónde iba a sacar esa agua tan especial.

Le responde que cómo va a sacar esa agua en un pozo tan profundo, si ni siquiera tiene Jesús un cubo con qué sacarla. El le hace ver que no se trata de un agua como la del pozo, sino de algo distinto y muchísimo mejor.

Por eso le dice: “El que beba del agua de este pozo vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed. El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.

Veamos qué le quiere decir Jesús a la Samaritana... y qué nos quiere decir a cada uno de nosotros con este símil.

¿Cuál es esa agua que mana de Cristo y que promete a cada uno de nosotros? Es el agua vivade la Gracia, que es lo único que puede satisfacer nuestra sed de Dios. Por medio de la Gracia podemos vivir en intimidad con Dios, pues es Dios mismo viviendo en nosotros. Es Dios mismo ese manantial que, dentro de nosotros, no cesa de producir el “agua viva” que nos lleva a la vida eterna.

Por eso nos dice San Pablo en la Segunda Lectura (Rom. 5, 1-2.5-8) que por Cristo “hemos obtenido la entrada al mundo de la gracia ... para participar en la gloria de Dios”. Y esto es así pues si nosotros respondemos a la Gracia, podemos llegar a la unión con Dios, primero en esta vida, y luego en el Cielo, para gozar de la gloria de Dios eternamente.

Notemos el título de “gracia” para el “don de Dios”. Significa -y esto es muy importante- que ese “don de Dios” es “gratis”. No lo recibimos porque lo merecemos, sino que lo recibimos de gratis... simplemente porque Dios nos lo quiere dar, sin ningún mérito de nuestra parte.

Además, ese “don de Dios” lo calma todo. Ya no se necesita más nada, pues toda sed queda calmada con ese don infinito de la Gracia Divina. También vemos que es un manantial inacabable, que nos lleva a la Vida Eterna.

Pero ¡ojo! Ese manantial inacabable puede ser interrumpido por nosotros mismos cuando pecamos... Y, aún así, por otra gracia -gratis- adicional, esa fuente de agua viva que interrumpimos al pecar, puede ser recuperado con el arrepentimiento y la Confesión.

En efecto, podemos cerrar ese manantial con el pecado. Es decir: o se está en gracia, o se está en pecado. Dios nos regala su Gracia, pero no en contra de nuestra voluntad. Necesita y requiere nuestra cooperación a la Gracia para que la Gracia haga su efecto; es decir, para poder santificarnos. La Gracia es como un semilla que necesita crecer con las respuestas positivas que damos a ese “don de Dios”.

¿Para qué se nos da la Gracia? Para nuestra salvación: para poder llegar a la felicidad eterna del Cielo. Tenemos seguridad de contar con la Gracia que Dios nos da. El no falla. Pero requiere nuestra respuesta a la gracia para poder llevarnos al Cielo.

La Gracia es tan necesaria para nuestra vida espiritual que el Libro de la Sabiduría nos habla así de ella: “La preferí a los reinos y tronos del mundo, y estimé en nada la riqueza al lado de ella. Vi que valía más que las piedras preciosas; el oro es sólo un poco de arena delante de ella, y la plata, menos que el barro. La amé más que a la salud y a la belleza, incluso la preferí a la luz del sol, pues su claridad nunca se oculta” (Sb. 7, 8-10).

Por último ¿quién es el que primero dice tener sed? … El más sediento es Jesús mismo que, más que sed del agua del pozo, tiene sed de la fe de la Samaritana... tiene sed de la fe de nosotros. ¿Por qué? Porque quiere colmarnos de todo lo que su Gracia, el Agua Viva, puede darnos.

(fuente: homilia.org)

sábado, 22 de marzo de 2014

"Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"

Sábado de la segunda semana de Cuaresma

Libro de Miqueas 7, 14 - 15.18 -20.

Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.


Salmo 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12.

Bendice al Señor, alma mía,
alabe todo mi ser su santo Nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.

El perdona todas tus ofensas
y te cura de todas tus dolencias.
El rescata tu vida de la tumba,
te corona de amor y de ternura.

Si se querella, no es para siempre,
si guarda rencor, es sólo por un rato.
No nos trata según nuestros pecados
ni nos paga según nuestras ofensas.

Cuanto se alzan los cielos sobre la tierra
tan alto es su amor con los que le temen.
Como el oriente está lejos del occidente
así aleja de nosotros nuestras culpas.


del Evangelio según San Lucas 15,1-3.11b-32.

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".


Reflexión: "Rápido, traed el traje más bello para vestirlo"

Numerosos son los que, por la penitencia, merecieron el amor que tienes por el hombre. Hiciste justos al publicano que suplicaba y a la pecadora que lloraba (Lc 18,14; 7,50), porque, por designio preestablecido, concedes el perdón. Con estos conviérteme también a mí, ya que eres rico en misericordia, tú que quieres que todos los hombres se salven.

Mi alma se manchó revistiéndose con la túnica de mis faltas (Gn 3,21). Pero tú, recuérdame que fluyan de mis ojos fuentes, con el fin de que la purifique por la contrición. Revísteme con un vestido resplandeciente, digno de tu boda (Mt 22,12), tú que quieres que todos los hombres se salven…

Ten compasión de mis gritos como lo hiciste con el hijo pródigo, Padre celeste, porque yo también me echo a tus pies, y grito como gritó él: "¡Padre, pequé!" No me rechaces, mi Salvador, yo tu hijo indigno, sino haz que tus ángeles se regocijan también por mí, Dios de bondad que quieres que todos los hombres se salven.

Porque me hiciste hijo tuyo y heredero tuyo por la gracia (Rm 8,17). ¡Pero yo, por haberte ofendido, me hice prisionero, esclavo vendido al pecado, y desgraciado! Ten lástima de tu imagen (Gn 1,26) y sácala del exilio, Salvador, tú que quieres que todos los hombres se salven…

Ahora es el tiempo de arrepentirse… La palabra de Pablo me empuja a perseverar en la oración (Cuello 4,2) y a esperarte. Con confianza pues, yo te ruego, porque conozco bien tu misericordia, sé que vienes a mi enseguida, cuando pido auxilio. Si tardas, es para darme el salario de la perseverancia, tú quien quieres que todos los hombres se salven.

Concédeme poder celebrarte siempre y corresponderte llevando una vida pura. Dígnate hacer que mis actos estén de acuerdo con mis palabras, Todopoderoso, para que te cante… con una oración pura, solo a ti Cristo, que quieres que todos los hombres se salven.

escrito por San Román el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos
Himno 55; SC 283
(fuente: www.evangeliodeldia.org)

viernes, 21 de marzo de 2014

"La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular"

Viernes de la segunda semana de Cuaresma


Libro de Génesis 37, 3-4.12-13a.17b-28.

Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de la vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas. Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo. Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquém para apacentar el rebaño de su padre. Entonces Israel dijo a José: "Tus hermanos están con el rebaño en Siquém. Quiero que vayas a verlos". "Está bien", respondió él. "Se han ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: "Vamos a Dotán". José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán. Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte. "Ahí viene ese soñador", se dijeron unos a otros. "¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!". Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: "No atentemos contra su vida". Y agregó: "No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él". En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo. Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica - la túnica de mangas largas que llevaba puesta - , lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía. Luego se sentaron a comer. De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: "¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre? En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne". Y sus hermanos estuvieron de acuerdo. Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto.


Salmo 105(104), 16-17.18-19.20-21.

Dejó caer la hambruna en el país,
les cortó el alimento;
pero delante de ellos envió a un hombre,
a José, vendido como esclavo.

Fue humillado con grillos en sus pies,
y su cuello pusieron entre fierros;
hasta el día en que se cumplió su predicción:
la palabra del Señor le dio la razón.

El rey ordenó que lo soltaran,
el amo de los pueblos lo dejó libre;
lo estableció como señor de su casa,
gobernador de todos sus dominios.


del Evangelio según San Mateo 21, 33-43.45-46.

Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?". Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo". Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos". Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.


COMENTARIO

La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido

Hoy, Jesús, por medio de la parábola de los viñadores homicidas, nos habla de la infidelidad; compara la viña con Israel y los viñadores con los jefes del pueblo escogido. A ellos y a toda la descendencia de Abraham se les había confiado el Reino de Dios, pero han malversado la heredad: «Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos» (Mt 21,43).

Al principio del Evangelio de Mateo, la Buena Nueva parece dirigida únicamente a Israel. El pueblo escogido, ya en la Antigua Alianza, tiene la misión de anunciar y llevar la salvación a todas las naciones. Pero Israel no ha sido fiel a su misión. Jesús, el mediador de la Nueva Alianza, congregará a su alrededor a los doce Apóstoles, símbolo del "nuevo" Israel, llamado a dar frutos de vida eterna y a anunciar a todos los pueblos la salvación.

Este nuevo Israel es la Iglesia, todos los bautizados. Nosotros hemos recibido, en la persona de Jesús y en su mensaje, un regalo único que hemos de hacer fructificar. No nos podemos conformar con una vivencia individualista y cerrada a nuestra fe; hay que comunicarla y regalarla a cada persona que se nos acerca. De ahí se deriva que el primer fruto es que vivamos nuestra fe en el calor de familia, el de la comunidad cristiana. Esto será sencillo, porque «donde hay dos o más reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt 18,20).

Pero se trata de una comunidad cristiana abierta, es decir, eminentemente misionera (segundo fruto). Por la fuerza y la belleza del Resucitado "en medio nuestro", la comunidad es atractiva en todos sus gestos y actos, y cada uno de sus miembros goza de la capacidad de engendrar hombres y mujeres a la nueva vida del Resucitado. Y un tercer fruto es que vivamos con la convicción y certeza de que en el Evangelio encontramos la solución a todos los problemas.

Vivamos en el santo temor de Dios, no fuera que nos sea tomado el Reino y dado a otros.

Propósito sugerido: Seré coherente en todo momento con mi condición de cristiano.

(fuente: catholic.net)

jueves, 20 de marzo de 2014

El pobre Lázaro y el rico

Jueves de la segunda semana de Cuaresma


Libro de Jeremías 17, 5-10.

Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto. Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo? Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.


Salmo 1, 1-2.3.4.6.

Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados,
ni sigue el camino de los pecadores
ni se sienta en la junta de burlones,
mas le agrada la Ley del Señor y medita su Ley de noche y día.

Es como árbol
plantado junto al río,
que da fruto a su tiempo
y tiene su follaje siempre verde.
Todo lo que él hace le resulta.

No sucede así con los impíos:
son como paja llevada por el viento.
Porque Dios cuida el camino de los justos
y acaba con el sendero de los malos.


del Evangelio según San Lucas 16, 19-31.

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".


REFLEXIÓN

Con esta parábola, Jesús se dirige a los fariseos como representantes de todos aquellos que son amigos del dinero. Ellos se burlaban de Jesús y se burlaban de sus enseñanzas respectos al dinero injustamente habido.

Y la parábola tiene dos partes.

En la primera parte, nos habla del cambio radical de situación entre el rico y el pobre, después de la muerte.

El rico se convierte en pobre y el pobre en rico. El que estaba arriba, se encuentra abajo.

En el mundo que vivimos, parece que sólo tienen nombre los ricos y famosos. Y llama la atención en este texto del evangelio, que no se nombra al rico, se nombra exclusivamente al pobre. Contrariamente a lo que pasaría en ¨el mundo¨.

Precisamente, porque Dios Padre, nos conoce a cada uno por nuestro nombre y se quiere resaltar aquí, la especial predilección del Padre, por los que son despreciados por el mundo, por los humildes.

Al rico, le podemos poner nuestro nombre, porque de algún modo nos representa a cada uno de nosotros. Sí, no importa que ¨seamos¨ o no ¨ricos¨en dinero, sino de nuestra actitud ante los otros.

Nosotros somos el ¨rico¨, cuando no ponemos lo que Dios pone en nuestras manos, al servicio de los demás. Cuando no nos conmueve el sufrimiento de los otros.

Las riquezas materiales, con mayor frecuencia, nos hacen despreocuparnos de lo que les pasa a los demás.

La parábola nos muestra la dureza del rico, que despilfarra, y no ofrece al pobre, ni tan siquiera lo que cae de su mesa. Y el pobre esta preocupado por lo indispensable que es comer, y ni siquiera eso puede hacer.

Pero la muerte llega, la muerte iguala. Mueren ambos.

Y la parábola nos dice que el pobre Lázaro fue llevado al seno de Abraham-que eraa el resumen de toda la felicidad- para los judíos.

Y entonces, se invierten los papeles y es el rico el que reclama las migajas, que no le son dadas.

El mismo abismo que los separa en la vida, los sigue separando en la eternidad

Esta parábola quiere ponernos en claro a cada uno de nosotros, que la pobreza y la riqueza no duran para siempre.

Y esto debe movernos a nosotros a ser buenos administradores de los bienes materiales. A pedirle al Señor que el dinero, ya sea por tenerlo, por desearlo o por carecer de él, nunca endurezca nuestro corazón

Cuenta el Padre Martín Weichs que Una señora muy rica, que había jugado un rol muy importante en la tierra, llegó al cielo.

San Pedro la recibió, la introdujo en su nuevo estilo de vida y le mostró un hermoso palacio.

Le dijo: Esta es la vivienda de su empleada.

La Señora pensó: si mi empleada tiene una casa tan linda ¿ qué voy a recibir entonces yo?

Entonces Pedro le mostró una construcción muy humilde y le dijo: Esta es su vivienda.

Indignada, la Señora le dijo: Pero ¿cómo voy a vivir en este lugar?

A lo que San Pedro le constestó:

Lo lamento mucho, pero con el material que usted nos mandó, no pudimos construir nada mejor.

En la segunda parte de la parábola, Jesús nos enseña, porqué se perdió el hombre rico.

El hombre rico, fue sordo a las llamadas de la Palabra de Dios.

Nosotros podemos ser como los hermanos del hombre rico. Y no tenemos que esperar que venga nadie del otro mundo a advertirnos lo que tenemos que hacer.

Nosotros sabemos que el camino para encontrar la salvación es seguir a Jesús, escuchar su palabra y hacerla vida.

Esta parábola de hoy también podemos interpretarla desde la riqueza que significa la fé cristiana para quienes la hemos recibido. Y el pobre Lázaro, representa a todos los que todavía no han descubierto el Amor de Dios.

Y la palabra de Dios nos advierte que para que no terminemos mal nuestro camino, tenemos que salir..., y ayudar a aquellos que tienen la mayor de las carencias, la carencia de Dios.

Jesucristo nos da su Palabra, nos da los Sacramentos, nos da una Familia, su Iglesia, y quiere que esa gran riqueza que tenemos, la compartamos.

Pidámosle hoy a María, ser como ella portadores de Cristo. A nuestro lado, hay mucha gente, que puede estar necesitando las migajas de fé..., que puedan caer de nuestra mesa. No seamos ¨ricos¨ a los ojos del mundo, esforcémosnos por ser ¨ricos¨ de cara a Dios.

Que el Señor nos ayude a descubrir los verdaderos valores, aquellos por los que vale la pena gastar la vida...

RECURSOS PARA LA HOMILÍA

Nexo entre las lecturas

Tiempo y eternidad son como los dos polos que nos pueden servir para organizar los textos de este domingo. Esto es evidente en el texto evangélico que sitúa al rico Epulón y a Lázaro primero en este mundo y luego en la eternidad. Implícitamente se halla también en la primera lectura, según la cual los ricos samaritanos viven en orgías y lujo, olvidados del futuro juicio de Dios. Para vivir dignamente en el tiempo y lograr la eternidad con Dios la fe viva en Cristo ofrece una garantía segura (Segunda lectura).

Mensaje doctrinal

1. Jugarse la eternidad en el tiempo. Para quienes tenemos fe en la eternidad, el tiempo es un tesoro, una verdadera riqueza, porque en él se pone en juego nuestra situación en el más allá del tiempo. La parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro no subraya el problema de la diferencia entre ricos y pobres. Acentúa más bien el juicio de Dios, en la eternidad, sobre la actitud acerca de la riqueza y de la pobreza. El rico que en este mundo se dedica a descansar y a pasárselo bien, despreocupándose de los pobres, verá tristemente cambiada su suerte en el más allá. Así le sucedió al rico Epulón. El pobre que en esta vida acepta serenamente su condición, sin quejas y sin odios, será recompensado en la eternidad con la gran Riqueza que es Dios mismo. Esto es lo que aconteció al pobre Lázaro. El primero, para su desgracia, vive como si la eternidad no existiese. El segundo, para su bien, es un pobre de Yavéh, que tiene puesta su confianza en la recompensa que Dios le dará en la vida venidera. Al rico Epulón no se le recrimina el ser rico, sino el no ser misericordioso, el no tener corazón para quien yace llagado a su puerta. A Lázaro no se le retribuye por su condición de pobreza, sino por su paciencia y resignación, al estilo de Job. Epulón pone su riqueza al servicio de su sensualidad e intemperancia, Lázaro pone su pobreza al servicio de su esperanza. Jesucristo en la parábola nos enseña que en la eternidad –si no ya en el mismo tiempo de la vida– Dios hará justicia y retribuirá a cada uno según sus obras. Esta enseñanza ha de iluminar también nuestra vida presente, de manera que podemos hablar también de jugarnos el tiempo en la eternidad. Es decir, el pensamiento del mundo futuro nos conducirá a ser justos y solidarios en el mundo presente. Lo contrario les sucede a los ricachones de Samaria, que, despreocupados del futuro y olvidados de la suerte de su patria, viven “arrellenados en sus lechos de marfil, comen corderos del rebaño y terneros del establo, beben vinos en anchas copas y se ungen con los mejores aceites” (Primera lectura).

2. Fe – tiempo – eternidad. Pablo exhorta a Timoteo, hombre de Dios, creyente y cristiano auténtico, a huir de estas cosas. ¿Cuáles son esas cosas? La avaricia, el afán de riquezas, el apetito de dinero. Debe huir porque “nosotros no hemos traído nada al mundo y nada podemos llevarnos de él” (cf 1Tim 6,7 y ss.). Le exhorta después “a combatir el buen combate de la fe” en esta vida para poder alcanzar la eterna, en la que reina Jesucristo, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. La fe es como la morada en la que el cristiano vive ya la eternidad en el tiempo y el tiempo en la eternidad. Porque vive la eternidad en el tiempo “corre tras la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia en el sufrimiento, la dulzura” (Segunda lectura). Porque vive el tiempo en la eternidad busca con sinceridad de corazón honrar y dar gloria a Dios. Amós, por su parte, nos enseña que existe una fe equivocada, una falsa confianza en el culto y en la religión, simbolizados en el monte Garizín y en el monte Sión, como si el culto, aisladamente, fuese suficiente para obtener la salvación. Nunca la fe religiosa producirá automáticamente la salvación, cuando con ella se cubren indignamente toda clase de injusticias y de desórdenes de la vida. En definitiva, la eternidad está asegurada únicamente para aquellos que viven una vida de fe, que actúa por medio de la caridad.

Sugerencias pastorales

1. La riqueza, objeto de servicio. En el catecismo leemos: “Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano”. Esta afirmación es “absoluta” y no está sometida al cambio de épocas o de mentalidad, al progreso técnico o a la globalización económica. Por otra parte, siempre ha habido en la historia humana diferencias en la posesión de bienes y recursos, siempre han existido y seguirán existiendo “ricos y pobres”. Y, finalmente, no en pocas ocasiones estas diferencias provienen a causa de grandes injusticias que han atravesado toda la geografía de nuestro planeta. Ante estos tres factores, nosotros los cristianos tenemos una gran obra y misión que realizar entre nuestros hermanos, los hombres. La primera tarea, sin duda, es la de relativizar la riqueza. No es un dios, al que tengamos que rendir culto a expensas del pobre y del necesitado. Es un bien, pero no es el único ni el supremo. Un bien que está en nuestras manos, que nos ha sido dado por Dios a cada uno, pero que no es enteramente nuestro, es decir, que no podemos hacer con él lo que queramos, porque su destino es universal. Y con esto ya aparece la segunda tarea: “La riqueza nos ha sido dada para servir, no para dominar”, y de este modo hacer más libres a quienes carecen de ella. La inclinación del hombre a dominar sobre los demás es ancestral y potentísima. Por eso, la riqueza –entre otras muchas cosas– puede ser peligrosa, porque es como una sirena, que posee el encanto del dominio y del poder. Como cristianos, seremos los primeros en vivir el evangelio de la pobreza. Seremos para todos un ejemplo y un reclamo de que el dinero o sirve al hombre o no sirve para nada, al menos a los ojos de la fe, a los ojos de Dios.

2. La avaricia, pecado contra la eternidad. El avaricioso sólo tiene ojos para el tiempo presente, que se imagina largo como los siglos. Quisiera meter la eternidad en el tiempo, pero se da cuenta de que es imposible. Y reacciona, haciendo caso omiso de ella, aferrándose más a la roca arenosa del presente. La avaricia, se puede afirmar sin lugar a dudas, es una pasión que anida en todo corazón humano. Acumular, querer poseer más, tener hambre de bienes y de medios, vivir con mayores comodidades, etc., no es ajeno a ningún mortal: cristianos o no cristianos, creyentes o ateos, sacerdotes, religiosos o laicos. No es que todo eso en sí mismo sea pecado, pero cuando la tendencia se convierte en pasión absorbente y la vida entera se cifra sólo en acumular, tener, vivir cómodamente, entonces el pecado de la avaricia ya te ha esclavizado. En efecto, por la avaricia el hombre peca contra la pobreza, porque su corazón, en vez de estar puesto en Dios su Bien supremo, se ha postrado ante el dios insaciable y efímero del dinero. Peca contra la pobreza, porque sus riquezas no le sirven para servir, sino para satisfacer una pasión. Peca contra el designio de Dios que ha dado a todos los bienes de este mundo un destino universal. Y ha dejado a los hombres de cada época y generación que lo lleven a cabo. ¿No tendremos muchos cristianos que realizar una verdadera “conversión” de pobreza evangélica? ¿No tendremos que librarnos de muchas ataduras y cadenas pecuniarias, que nos quitan libertad para vivir la autenticidad del Evangelio? ¿Lograré convencerme de que la pobreza de corazón es el corazón de la pobreza, y es manantial cristalino de paz y de fraternidad? ¡Pobre de corazón, y de vida, como la Madre Teresa de Calcuta, a fin de ser una bendición de Dios para los hombres!

(fuente: www.agustinos-es.org)
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