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jueves, 31 de diciembre de 2015

"Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios"

7º día de la Octava de Navidad
(31/12/2015)

Epístola I de San Juan 2, 18-21. 

Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría el Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora. Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros. Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.


Salmo 96(95), 1-2.11-12.13.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.


del Evangelio según San Juan 1, 1-18.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.












REFLEXIÓN

El capítulo 1 de Jn tiene dos partes muy diferenciadas. La primera es el "prologo" a todo su evangelio; la segunda comprende el testimonio oficial del Bautista presentando a Cristo a Israel como el Mesías, y la primera recluta que Cristo hace de sus discípulos.

Prólogo. 1:1-18

La estructura literaria del prólogo está realizada conforme a los esquemas literarios semitas, especialmente de los sapienciales (cf. v.gr., Prov c.8; Sab 9:9-12). Es un procedimiento llamado de "inclusión semítica," y que consiste en dividir la exposición del pensamiento de tal manera que haya en el desarrollo y proceso del mismo una semejanza conceptual, aunque por un orden inverso, entre el principio y el fin y los diversos miembros intermedios del pasaje. Se da como ejemplo el esquema que presenta, a este propósito, Boismard del prólogo de Jn:

a) El Verbo en Dios 1-2
b) Su papel en la creación 3
c) Don a los hombres 4-5
d) Testimonio de J. B. 6-8
e) Venida del Verbo al mundo 9-11

18 El Hijo en el Padre a'
17 Su papel en la recreación b'
16 Don a los hombres c'
15 Testimonio de J. B. d'
14 Encarnación e'

12-13

Por el Verbo encarnado nos hacemos hijos de Dios 1.

A este procedimiento se añade en ocasiones otro, el "paralelismo," que consiste aquí en repetir la misma idea en forma un tanto distinta (paralelismo sinónimo) o haciéndola avanzar algún tanto y completándola (paralelismo sintético). Aquí también se utiliza el "encadenamiento semita," tomando por sujeto de una oración, para desarrollarla, lo que era predicado de la oración anterior 2. Y la parátasis. o yuxtaposición de frases.

Varios autores (Gáchter, Bernard, Bultmann, Boismard, Stanley, etc.) admiten que el "prólogo" tiene una forma rítmica que no es propia de la poesía griega, sino semítica; y que constituye un "himno" al Logos de Dios. Sería un himno a Dios encarnado.

Es cierto que himnos de este tipo se usaron en la Iglesia desde la primera época, y algunos se cantaban en la liturgia. Tal puede ser 1 Tim 3:16. En las epístolas paulinas hay himnos a Cristo, sean compuestos por Pablo o tomados de otro medio, v.gr., litúrgico, y algunos con afinidad de contenido a éste, v. gr., Col, en el que se ensalza a Cristo como Mediador (Col 1:15-20), o en Flp (2:6-11), en el que se canta a Cristo como a Dios que se encarna, se humilla y es, tras su vida/pasión, ensalzado divinamente; y está estructurado como el "prólogo" con "inclusión semita." Puede verse también Heb 1:2-4. Eusebio de Cesárea cita un texto de Hipólito de Roma que dice: "Cuántos salmos y cánticos, compuestos desde el principio por hermanos en la fe ensalzan a Cristo, el Logos de Dios, llamándolo Dios" (H. E. V 28). Y Plinio el Joven (Epist. X 96), siendo gobernador de Bitinia, consultan Trajano, en carta escrita en 112/113, diciendo que los cristianos "cantan himnos a Cristo como Dios."

A esto se añade, y se estudiará en los lugares correspondientes, que varios versículos del "prólogo" de Jn parecen interpolaciones posteriores; tales los v.6-8 y 15/12^/13/17/18.

Todo esto llevará a ver en el "prólogo" un himno prejoanneo, o acaso salido del "círculo" de Jn; o ser un himno litúrgico adoptado y adaptado para "prólogo" de este evangelio.

Otros, en cambio (C. F. Burney, J. R. Harris, R. Reitzenstein, Η. Η. Schaeder, etc.), creen ver en el original del "prólogo," con las eliminaciones consiguientes, un himno judío o gnóstico, sea a la Sabiduría increada, sea al hombre "arquetipo" (!), o, sin interpolaciones, a Juan Bautista, etc. Es algo que está fuera de valoración científica 3.

1 Al principio era el Verbo,
y el Verbo estaba en Dios,
y el Verbo era Dios.
2 El estaba al principio en Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por EL,
y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
4 En El estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la abrazaron.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan. 7 Vino éste a dar testimonio de la luz, para testificar de ella y que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino que vino a dar testimonio de la luz.
9 Era la luz verdadera, (luz) que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre.
10 Estaba en el mundo y por El fue hecho el mundo, pero el mundo no le conoció.
11 vino a los suyos, pero los suyos no le conocieron.
12 Mas a cuantos le recibieron dioles poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre;
13 que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos.
14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de EL, clamando: Este es de quien os dije: EL que viene detrás de mí ha pasado delante de mí, porque era primero que yo.
16 Pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia.
17 Porque la ley fue dada por Moisés; la gracia y la verdad vino por Jesucristo.
18 A Dios nadie le vio jamás;

Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, ése nos le ha dado a conocer.

El "prólogo" puede dividirse, conforme al esquema expuesto, en dos partes generales: el Verbo en sí mismo y el Verbo encarnado.

El verbo en sus relaciones con Dios, con el mundo y con los Hombres.

1) En sus relaciones con Dios (v.1-2)

El evangelista comienza a describir al Verbo con relación "al principio". Es generalmente admitido 4 que, con esta expresión, el evangelista evoca el pasaje de la creación en el Génesis. Lo que se confirma con las referencias y alusiones que hace en su estructura el cuarto evangelio al A.T. Toda la obra creadora que se describe en el Génesis, fue hecha por palabra creadora de Dios; es precisamente lo que aquí se va a decir del Verbo. Este "principio" es, pues, punto de referencia con relación al existir del Verbo. ¿Es un "principio absoluto" o relativo sólo al momento antes de la creación? Es una valoración absoluta. En el lenguaje bíblico, antes de la creación de las cosas no hay más que la eternidad de Dios (Prov 8:22; Jn 17:24; 8:58). Por tanto, si en el "principio," en la creación de las cosas, pues todas van a ser creadas por el Verbo, éste existía ya, es que no sólo es anterior a ellas, sino que es eterno. A esta misma conclusión se llega, lógicamente, por la conexión psicológica con el final de este mismo versículo (k), donde se dice explícitamente que este Verbo era Dios. Luego eterno, "principio" absoluto (cf. Jn 17:5-24).

Por eso el evangelista utiliza la forma imperfecta de "existía" (ην). No limita su duración ni a un tiempo pasado — fue — ni a un tiempo presente — existe — , sino que lo acusa en su duración indeficiente. El imperfecto de un verbo expresa, ordinariamente, en contraposición a un aoristo, la duración de una acción.

Jn en esta primera parte del versículo expresa la eternidad de este Verbo.

En el segundo hemistiquio del mismo va a expresar la distinción entre este Verbo y el Padre. Pues el Verbo "estaba en Dios"; pero la forma griega es mucho más expresiva. Es una proximidad interna, íntima, de persona a persona (Jn 10:30; 14:20; 17:20.23). Esta expresión griega que se utiliza parecería a primera vista muy sugerente, ya que los verbos de quietud, como es el verbo "ser," aquí usado — "era," existía — , reclaman normalmente partículas proporcionadas, y, por el contrario, aquí aparece un verbo de quietud con una partícula de movimiento. ¿Acaso está puesto con una intención muy marcada por el evangelista, para indicar que ese estar el Verbo con el Padre no era estático, sino dinámico: en íntima vitalidad con él? Nada de esto puede concluirse por vía bíblica, pues es una licencia admitida en la Koiné 4. Sabido es que, en el griego de la Koiné, las partículas perdieron, en muchos casos, la inflexibilidad y fijeza que tenían en el clásico, para venir a permutarse indistintamente unas por otras. El mismo Jn usa indistintamente en otros pasajes partículas de movimiento con verbos de quietud (Jn 1:18; 1 Jn 1:2; pero, en contra, cf. Jn 7:15), lo que hace ver que el evangelista no le da un valor estricto (1 Jn 1:2).

La conclusión es que el Verbo estaba "en Dios." La forma, con artículo, significa al Padre, en contraposición a la misma palabra sin artículo, que sólo expresa la divinidad 5. Esta distinción — revelación — de personas en el seno de la Trinidad es tema del evangelio de Jn (Jn 10:30; cf. 2 Cor 13:13).

Los rabinos veían en la Thorá una manifestación de Dios, y hasta asimilaban a la Sabiduría como personificación de este aspecto de Dios, pero no persona en su monoteísmo "cerrado."

En este mismo segundo hemistiquio, a la eternidad del Verbo, enseñada antes, añade ahora Jn una distinción en el seno de la divinidad. Lo que se ve incluso por filología: que el Verbo estaba con "el Padre." Dios tiene, pues, un Hijo eterno. Si no se distinguiese personalmente este Verbo del Padre, se seguiría que el Padre se había encarnado (v. 14), y se caería en la herejía patripasiana.

En el tercer hemistiquio se proclama explícitamente la divinidad del Verbo: "y el Verbo era Dios."

Sintéticamente resume el evangelista todo su pensamiento en una expresión final: este Verbo así descrito estaba eternamente con el Padre. Al pronombre demostrativo por el que comienza la frase se le suele dar un valor enfático, aunque parece más probable que hace de pronombre personal, conforme a la Koine (Jn 1:7; 3:2, etc.).

2) En sus relaciones con el mundo (v.3).

Esta teología del Verbo en sí mismo la va a exponer ahora en su relación con el mundo: toda la obra creadora fue hecha por medio de El.

Jn expone esta enseñanza en forma"paralelística antitética." Todas las cosas, que, sin artículo, no indican las cosas globalmente, sino que señalan a cada una en particular, fueron hechas por El (forma positiva) — expresión que probablemente está sugerida por el relato del Génesis: "Dios dijo. y fue hecho" (Gen 1:3.6ss) — , "y sin El no fue hecho nada" (forma negativa); y acusándose enfáticamente (Is 39:4; Jer 42:4) que "ni una sola cosa" existe que no haya sido hecha por El. Si todo fue creado por El, se trata de una creación "ex nihilo," ya que lo contrario supondría una materia caótica, creada o existente al margen de El (Jn 17:24).

Como los códices griegos no fueron puntuados hasta el siglo IV-V, de ahí que la lectura de este versículo se prestase a varias interpretaciones o lecturas. Pero, teniendo en cuenta la estructura semita del "prólogo" y su "paralelismo antitético," se ve que la lectura recta es la siguiente: "Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El no fue hecho nada." Añadir la expresión siguiente a este hemistiquio es romper manifiestamente la estructura de este versículo por una adición, lo mismo que romper la estructura del siguiente por restarle una parte del hemistiquio.

Además ésta es la puntuación que tuvieron los Padres de los cuatro primeros siglos. Y parece ser que fue intentada por el copista6 de P66.

Si el Verbo es Dios, ¿qué causalidad o qué mediación tiene el Verbo en la obra de la creación?

En primer lugar hay que excluir que el Verbo sea causa "ejemplar" exclusivamente suya en la creación, ya que la causa ejemplar próxima de la divinidad en sus obras "ad extra" es obra de la inteligencia divina. Y el Verbo ni tiene una inteligencia distinta de la divinidad ni tiene una causalidad exclusiva de la causalidad de las tres divinas personas en su obra"ad extra." 6 Solamente podría por "apropiación" atribuírsela al Verbo como causa "ejemplar." Ni Jn apunta a semejante tecnicismo.

El pensamiento de Jn sobre esta causalidad ha de valorárselo en su ambiente bíblico.

En la Escritura aparece un doble grupo de textos relativos a la obra creadora o eficiente de Dios. En unos se acusa la acción eficiente o causadora de Dios. Tales son los que hablan del "soplo de Dios," del "Espíritu de Dios," de la "palabra" de Dios, mediante lo cual los seres son creados. Todos estos textos son muy abundantes (Is 40:26; 44:24ss; 48:13; Sal 33:6; 14:15ss; Jue 16:17; Eclo 42:15; 43:26). Otro grupo es el que presenta a Dios mirando, teniendo en cuenta, para su obrar, a la "Sabiduría" (Prov 8:27-30; Job 28:24-28). Si los primeros acusan una causalidad "eficiente," los segundos, sin excluir indirectamente ésta, acusan preferentemente una causalidad "ejemplar." Este mismo aspecto se encuentra en las especulaciones rabínicas sobre la Ley. A este propósito se ha escrito de algún texto: "Da la impresión que Dios organiza el mundo teniendo los ojos fijos sobre la Sabiduría." 7

"El Pastor" de Hermas, hace al Hijo de Dios consejero del Padre en la creación (Comp. 9:12:2).

En los recientes descubrimientos de Qumrán, en el documento llamado Regla de la Comunidad, se lee:

"Por su ciencia [de Dios] es por lo que existen todas las cosas, y por su plan [o consejo] establece todo lo que existe, y sin él [Dios] nada se hace." 8 ¿A cuál de estos dos grupos de ideas arriba indicados está más próximo el pensamiento del evangelista? Literariamente tiene más afinidad con el primero, en que Dios obra, v.gr., por "su palabra." Pero no se excluye, conceptualmente, su entronque bíblico con los dos. Pues para Jn, siendo el Verbo Dios, la causalidad que tiene es tan profunda como ha de ser la que le corresponde a Dios en la obra creadora 9.

3) Relaciones del Verbo con los hombres (v.4-5).

Conforme al ritmo y estructura semitas del pensamiento antes expuesto (v.3), se admite la siguiente forma en el v.4-5:

"Lo que fue hecho era vida en El (v.4), y la vida era la luz de los hombres, y la luz luce en las tinieblas (v.5), y las tinieblas no la han vencido." 10

Admitida esta lectura, su puntuación hipotética, ya que los códices griegos no se puntuaron hasta el siglo IV-V, presenta una forma muy seguida por tendencias heréticas.

"Lo que fue hecho en El, era vida." La coma va después de El, del Verbo. Esta lectura fue sostenida por grupos heréticos, ya que le daban un sentido heterodoxo. Así los maniqueos, los gnósticos, los eunomianos, los macedonianos, los pneumatómacos y, según San Ambrosio, los arríanos, que pretendían deducir de ese texto que el mismo Verbo era una criatura 11.

Críticamente hay oscilación entre leer si cuanto fue hecho por El "es" vida, o "era" vida en El, lo mismo que su correspondiente "era" o "es" luz de los hombres. Fundamentalmente no afecta grandemente al sentido 12.

El pensamiento es manifiestamente que las cosas que fueron hechas por el Verbo (v.3) tienen vida en El. ¿En qué sentido? No se trata de la vida de Dios — del Verbo — en sí mismo, pues no dice que "el Verbo era la vida," sino de la vida divina en cuanto va a ser ampliamente participada. Pues esa "vida" va a ser "luz" de los seres humanos. Esto sitúa el problema. Y su complemento para penetrarlo está en ver que el pensamiento de Jn está influido, embebido, en el pensamiento judío, no en el de la filosofía griega.

En las especulaciones rabínicas y en los pasajes bíblicos sapienciales, los conceptos de la Ley, la Sabiduría y la Palabra tienen un paralelismo o identificación con el concepto de "luz." Así como la luz ilumina al hombre en su caminar diario, y bajo ella no tropieza o cae, como en la noche (Jn 9:9-10), así el ser humano, caminando moralmente a la "luz" de la Ley, de la Sabiduría o de la Palabra divina, no tropieza ni cae en su marcha moral hacia Dios: "Tu palabra es una lámpara para mis pasos, una luz en mi sendero" (Bar 3:38-4:3; Sal 119:105; 19:9; Prov 4:18-19; 6:23; Sab6:12; 7:10.30; Ecl 2:13).

Estos dos conceptos de "vida" y de "luz" andan parejos en el A.T. Si no son sinónimos, están íntimamente entrelazados. La "luz" conduce a la "vida." Con esta "luz" se "vive" la vida verdadera. Es la misma forma de expresarse Jn en su primera epístola (1 Jn 1:5-11; 2:8-11). Así, el pensamiento del evangelista en el "prólogo" es el siguiente: Esta misma "vida" es "luz" para los seres humanos. ¿Cómo?

Toda la obra de la creación era, de suyo, "luz" para que los seres humanos pudiesen venir en conocimiento de Dios y de la vida moral (Rom 1:19-22). Pero no sólo era "luz" para conocerle teóricamente, sino para conocerle y encuadrarse en esta "luz," lo que era "vivirla": vivir la vida religiosa-moral. Por eso, esa "luz" que les viene y conduce al Verbo, era ya en el mismo, en el sentido bíblico expuesto, "vida" para los seres humanos 13. Varios autores piensan que se trata de la "luz" que ilumina la razón, la "luz" natural, que, procediendo del Verbo creador, puede iluminar al hombre éticamente, ser alcanzada por él mediante la razón, y con la cual puede discernir la verdad del error, lo honesto de lo malo, y el reconocimiento y culto del verdadero Dios. Así, sobre todo, los griegos, especialmente Teodoro de Mopsuestia; modernamente Van Hoonacker 14. San Justino ha hecho ver cómo toda la verdad que alcanzaron los filósofos les venía del Verbo 15.

Sin embargo, no se ve razón que justifique esta exclusiva limitación, pues toda luz de "vida" antes de encarnarse el Verbo procedía del mismo: tanto en la gentilidad, en un orden ético, como la luz sobrenatural de la revelación que se hizo por Moisés, los profetas y los hagiógraíos del A.T.15

"La noción de "vida," lo mismo que la de "luz," en el evangelio de Jn entra en la esfera de lo divino." 15

La expresión "La luz luce (en presente) en las tinieblas" se explica bien teniendo en cuenta la acción permanente de la irradiación de la luz del Verbo: es un sol permanente. Pero, frente a él, "las tinieblas" tomaron una posición hostil a esta luz. ¿Quienes son estas "tinieblas"? ¿Cuál es el significado aquí del verbo χατέλαβεν, que la Vulgata traduce por non comprehenderunt?

Instintivamente se piensa en que estas "tinieblas" sean los hombres malos, hostiles a la luz. Así lo interpretaron muchos autores, siguiendo a San Cirilo de Alejandría.

Pero, frente a esta interpretación, hay otra, hoy generalmente seguida, y que valora tanto las "tinieblas" como el verbo en un sentido muy distinto. Siguiendo a Orígenes y a la mayor parte de los Padres griegos, se da al verbo /κατέλαβεν el sentido de "cohibir," "sofocar," "superar," "vencer" 16. En efecto, Jn en estos versículos se sitúa en una perspectiva atemporal, no se refiere precisámente al Verbo encarnado. Por otra parte, las "tinieblas" del v.5 no pueden ser los hombres. En otros pasajes del mismo evangelio se dice que los "hombres" caminan en las "tinieblas" (Jn 8:12; 12:35; 1 Jn 2:11), o que ellos permanecen en las "tinieblas" (Jn 12:46; 1 Jn 2:9-11), o que las "tinieblas" amenazan sorprender a los hombres (Jn 12:35); pero jamás se dice que los hombres sean las "tinieblas." Estas aparecen como un medio maldito en el cual los hombres pueden sucumbir o ser echados (Mt 8:12; 22, 13; Col 1:13; 1 Pe 2:9). En los manuscritos de Qumrán hay un largo fragmento que se titula "Guerra de los hijos de la luz y de los hijos de las tinieblas," y en él se lee:

"En manos del Príncipe de la luz está el gobierno de los hijos de la justicia, que caminarán por los senderos de la luz; en manos del ángel de las tinieblas está el gobierno de los hijos de la iniquidad, que caminarán por los senderos de las tinieblas." l7 Por el término de tinieblas no hay que pensar en los hombres incrédulos, sino en el mundo satánico, opuesto a Dios. Hay aquí una alusión a un dato teológico recibido en el judaísmo: el combate del Mesías contra Satán 18.

A esta misma conclusión llevan otras razones. Jn está imbuido en los "sapienciales." Y en ellos se dice que a la "Sabiduría no la vence la maldad" (Sab 7:30). El mismo pensamiento se lee en las Odas de Salomón, en donde se dice que "la luz no sea vencida por las tinieblas" (18:6).

El pensamiento del evangelista es que esa "luz" del Verbo que luce en el mundo no pudo ser "vencida" ni aplastada por los poderes del mal — demoníacos y gobernadores del mal en los hombres — que influyen en el mundo en su lucha contra la verdad y el misterio del Mesías. San Pablo dirá que nuestra lucha es "contra dominadores de este mundo tenebroso" (Ef 6:12).

El Bautista como Precursor, anunciando a Encarnación del Verbo (v.6-8)

El Verbo hasta ahora no había ofrecido a los hombres más que una cierta participación de su luz; ahora va a darla con el gran esplendor de su encarnación. Para esto aparece introducida la figura del Bautista.

Juan (Yohannan, abreviatura de Yehohannan = Dios hizo gracia) aparece situado en un momento histórico ya pasado (aor.), en contraposición al Verbo, que siempre existe. Juan no viene por su propio impulso; "es enviado por Dios." Trae una misión oficial. Viene a "testificar"), que en su sentido original indica preferentemente un testigo presencial Viene a testificar a la Luz, que se va a encarnar, para que todos puedan creer por medio de él. El prestigio del Bautista era excepcional en Israel (Jn 1:19-28), hasta ser recogido este ambiente de expectación y prestigio por el mismo Flavio Josefo 19. El tema del "testimonio" es uno de los ejes en el evangelio de Jn, que se repartirá multitud de veces y por variados testigos.

El v.8 insiste en algo evidente: que Juan no era la Luz, sino que venía a testificar a la Luz. ¿Cuál es el significado de esta extraña insistencia? Para unos es el situar la Luz, que va a encarnarse, en una esfera totalmente superior a la del Precursor 20; otros ven en ello un indicio polémico, con el cual se quieren combatir ciertas sectas "bautistas" que, elevando a Juan, rebajaban a Cristo. Los Hechos de los Apóstoles (18:25; 19:3) y las Recognitiones Clementis (1:50:60) hablan de sectas que se bautizaban, aun tardíamente, sólo en el bautismo de Juan. Y hasta se dice en ellas que el Bautista era considerado por sus discípulos como el Mesías (1:60). De aquí el tono polémico de este inciso. La relación que puede tener esto con la secta "mandea" del siglo π es muy oscura 21.

Se ha pensado, salvada siempre la inspiración y canonicidad del texto, si este pasaje no habría tenido primitivamente otro lugar antes del v.19, como introducción al testimonio que allí se pone del Bautista, lo mismo que si no sería insertado posteriormente en el evangelio por discípulos del evangelista, a la hora de divulgar su evangelio. Las razones que han hecho plantear esta hipótesis son no sólo la forma estereotipada en que está redactado su comienzo (v.6), al estilo de pasajes del A.T. (Jue 13:2; 1 Sam 1:1), sino principalmente que con él se rompe el desarrollo del pensamiento, que lógicamente se desenvuelve del v.5 siguiendo al 9; lo mismo que la construcción de los v.1-5 y 9-11, su paralelo de la "inclusión semita" tiene una estructura específica que se acerca al ritmo del verso, mientras que el grupo 6-8 tiene una estructura de tipo "prosaico." Esto ha hecho que muchos autores modernos consideren este grupo como una adición hecha por los discípulos del evangelista a la hora de la divulgación del evangelio 22.

De no ser así, puesto que el bautista sólo testifica al verbo "encarnado," en los pasajes, ¿se tiene también en cuenta la teología del verbo "encarnado"?

Manifestación del verbo (v.9-11)

La sección que abarca los v.9-11 tiene un alcance discutido. ¿Se refiere ya a la acción del Verbo encarnado? ¿Se trata de diversas manifestaciones del Verbo no exclusivas desde su encarnación, aunque incluyendo ésta? Esta última es la que parece más probable.

El Verbo es la luz verdadera. Así como de Dios se dice que es "verdadero" en oposición a los ídolos (Jn 17:3; 1 Jn 5:20), o lo mismo que Cristo es el pan "verdadero" en oposición al maná (Jn 6:32), así el Verbo es llamado luz "verdadera" porque en él se incluyen todas y plenamente las cualidades, metafóricamente, de la luz, pero elevadas al orden religioso-moral (Jn 7:28:17:3; cf. Rom 3:4). Es el ordenamiento divino, en contraposición a los planes del hombre falaz, pecador.

Esta luz del Verbo ilumina a todo ser humano. No se trata de la estrechez racial judía. Son los seress humanos. Mas de este texto hay dos lecturas con dos significaciones distintas. Son las siguientes:

a) "Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo."
b) "Luz verdadera que ilumina a todo hombre (luz) que está viniendo a este mundo."

En la primera lectura, "el que viene" es un caso de aposición en acusativo masculino con "hombre".

En la segunda, el sujeto que está viniendo a este mundo es la "luz", forma neutra en griego. La fuerte razón que se alega contra la primera es que en los escritos rabínicos "el que viene a este mundo" es un sinónimo de ser humano.

Por lo que, admitida la primera lectura, resultaría una tautología en Jn. Sustituido el segundo miembro de la frase por su sinónimo, hombre, resultaría: "luz que ilumina a todo hombre o mujer, a todos los seres humanos." Es la razón que lleva a la casi unanimidad de los autores a admitir la segunda lectura. Hasta se pensó que se pudiera ser una glosa explicativa.

Además, la segunda de estas lecturas encuentra fuertes analogías en el mismo Jn. Así dirá en otros pasajes que "vino la luz al mundo" (Jn 3:19; 9:39; 12:46).

Por eso, esa "luz" así descrita "estaba en el mundo," y lo estaba precisamente porque el "mundo fue hecho por el Verbo." La expresión "mundo" en Jn, lo mismo puede tener una amplitud cósmica que restringida a los "seres humanos" más aún a los " malos," de los cuales, por su influjo en ellos, Satán es el jefe (Jn 12:31; 14:30; 1.6:11). Acaso esté sugerida esta conjunción de ideas. Aquí se refiere a la creación, pues "estaba en el mundo," "que fue hecho por El," pero acusando especialmente a los hombres, como parte de la misma y seres inteligentes que pueden, por ella, adoptar una posición de vida. o muerte ante el reflejo de esta Luz.

Pero el "mundo" no "conoció" a esta Luz: a Dios Verbo. Los seres humanos debieron conocerlo. Las obras les llevaban a su conocimiento y servicio (Sab 13:1-9; Rom 1:19-23). Pero este "conocimiento" no es un simple conocimiento intelectual; hay que valorarlo en el sentido semita: un conocimiento que entraña una vida y una actitud moral y servicio a Dios. Así se lee en Jeremías: "Hacía justicia al pobre y al desvalido. Esto es conocerme, dice Yahvé" (Jer 22:16; cf. Os 4:1-6). Los hombres, teniendo motivos para conocer y servir a Dios, no lo hicieron: "el mundo no le conoció."

Pero no sólo el "mundo," sino "que vino a los suyos. y no le recibieron." La casi totalidad de los Padres antiguos y la mayoría de los comentaristas modernos interpretan esta expresión de Israel, pueblo especialmente elegido de Dios y por título especialísimo suyo (Ex 19:5; Dt 7:6; 14:2; Is 19:25; 47:6; Jer 2:7, etc.). Así se dice en Ezequiel: "Pondré en medio de ellos mi morada, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (Ez 37:27). De lo contrario, sería una repetición del v.l0c.

Vino la Luz a Israel con su Ley, con sus profetas, con sus enseñanzas; le anunciaron un Mesías., y fueron rebeldes — ¡tantas veces! — a esta Luz de Dios, del Verbo. Y vino el Verbo encarnado a ellos, a su pueblo, al pueblo que le esperaba, y cuando llegó a ellos., Israel no le conoció, no lo recibió., y ¡crucificó! al Mesías.

El Gran Don de la Filiación Divina de los Hombres dado por el Verbo Encarnado (v.12-13)

Frente a este panorama del paganismo y de Israel, que no recibe la Luz del Verbo, tono trágico con que el evangelista expone esta actitud del mundo frente a la Luz, va a describir, por contraste, la ventaja incomparable que se sigue a los seres humanos de dejarse iluminar por esta Luz de Dios.

Se hace el comentario sobre el texto inspirado tal cual está hoy recibido por la Iglesia, dejando a un lado la crítica (Harnack, Bernard, Bultmann, W. Bauer, Wikenhauser) que tiene todo o parte de los v.12-13 por glosa, o por añadidura posterior al texto primitivo hecho por el mismo evangelista o por otro discípulo, lo mismo que dos formas distintas, más cortas de leer los v.12-13, y que aparecen citados así por algunos Padres 23, y por su estructura prosaica. El v.12c es una interpretación inspirada del v.12a.

San Juan ha afirmado que no recibieron, no "aceptaron" esta Luz ni los paganos ni los judíos. El modo semita de hablar gusta de hacer afirmaciones rotundas, de fórmulas absolutas, sin matizar ni acusar las excepciones (Jn 3:31-32). Por eso podría ser que el evangelista pensase sólo en grupos — incluso mayoritarios — judíos y paganos que no recibieron esta Luz. Y hasta no sería improbable que influyese sobre él, para esto, o los hechos — grupo de creyentes — , o la promesa de existencia de un "resto" santo en el Israel fiel. Por eso hubo un sector que "le recibieron." ¿Cómo? "Creyendo en su nombre" (12; cf. Jn 3:11-12; 12:46-50; 5:43-44). Esta expresión es característica de Jn. Treinta y cuatro veces la usa en su evangelio y tres en su primera epístola, mientras que en el resto de todo el Nuevo Testamento sólo sale nueve veces. Nombre, según el modo semita, está por persona. "El que cree a alguien, recibe su testimonio; pero el que cree en alguien se entrega totalmente a él." 24 En el vocabulario de Jn, "creer en El" es entregársele plenamente. El uso judío de llamar a Yahvé por circunloquio, "El Nombre," parece haberse imitado por un "procedimiento de traslación" aplicado a Cristo (cf. Mc 9:38).

A estos que así "creen," que así se entregan al Verbo, en esta perspectiva de Jn, les confiere el mismo Verbo, sujeto de todo el desarrollo oracional, un gran don: el poder ser hijos de Dios.

Este "poder", ¿qué valor tiene? Al propósito de este contexto, "poder" no tiene sólo un simple valor jurídico o titular, ni sólo potencia física para ello, sino que es el verdadero dominio que uno ejerce con relación a una cosa. Así aparece en otros pasajes de Jn. Cristo dirá que tiene "poder" de dar la vida y volver a tomarla (Jn 10:18; cf. Jn 5:27; 17:2; 19:10), es decir, que tiene poder sobre su propia vida. Si se interpreta este pasaje del prólogo en el mismo sentido, habría que decir que Dios concede a los creyentes el poder total de que dispongan de venir a ser o no hijos de Dios. Sin embargo, siendo esta obra de santificación y "divinización" fundamentalmente divina; siendo "vida" y perteneciendo ésta absolutamente a Dios, no parece que en la mentalidad semita de Jn se acuse un poder del ser humano — libertad — con relación a esta "vida." Por otra parte, se ha hecho ver que esta expresión es la formulación griega de una mentalidad judía — San Juan — o de un vocabulario arameo — que el "prólogo" hubiese sido escrito primitivamente en arameo — , en cuyo caso este "poder" responde al verbo hebreo natán, "dar," y que significa simplemente un don hecho 25. En este caso, el sentido es sencillamente que Dios concedió al hombre el don de poder ser hijo suyo, sin acusarse en ello un motivo especial de concurrencia, por parte del hombre, a esta obra (cf. Apoc 13:5-7, donde indistintamente se usa análogamente un mismo pensamiento).

La gracia de este don del Verbo es ser "hijos de Dios." ¿En qué sentido? Por un "nacimiento" (v.!3d). Pero este "nacimiento" no se realiza: a) por obra de la "sangre." Según la concepción semita, en la sangre está la vida (Lev 17:11). Es un eufemismo para indicar el principio humano de la generación. Pero el texto griego pone literalmente "sangres." Se pensó que con ello se tratase de expresar el doble principio humano, masculino y femenino, de la generación, ya que en hebreo se usa, aunque a otro propósito, el plural "sangres" en lugar de "sangre" (Ex 22:1.2; 4 Re 9:7). Pero se ha hecho observar que esta concepción es griega y no semita, y San Juan es un semita. O es un "plural idiomático" eufemístico (Vosté) o, hipotéticamente, podría ser índice de una "retractación" del texto primitivo o la versión griega de un original — mental o literario — aramaico.

b) Este nacimiento tampoco se realiza "por voluntad carnal," es decir, de la voluntad que sigue al instinto. "Carne y sangre" es la expresión hebrea ordinaria para indicar lo débil y caduco humano en contraposición a lo eterno e inmutable de Dios (Gen 6:3; Mt 16:17; 1 Cor 15:50; y en un orden inverso, cf. Heb 2:14). Así, "sangre" y "carne" podrían ser aquí formas pleonásticas, sometidas a un ritmo en el desarrollo literario, para indicar lo mismo.

c) Tampoco lo es "por voluntad de varón." El determinarse expresamente el varón, se debe probablemente al valor de principio que tiene. Esta insistencia y repetición en excluir de esta generación la iniciativa humana es de estilo semita 25.

d) Excluida la iniciativa humana, sólo queda ya que este "nacimiento" procede de Dios. Pero esto plantea un importante problema crítico. Hay dos lecturas totalmente distintas del v.15d. Son las siguientes:

a) "Sino (ellos) son nacidos de Dios."
b) "Sino (el Verbo) es nacido de Dios."

La primera lectura — a — la traen absolutamente todos los códices griegos conocidos y la casi unánime tradición de Padres, versiones y críticos modernos.

La segunda — b — se encuentra en los manuscritos de la Vetus latina (códices de Verona y Líber Comicus), en un manuscrito de la versión etiópica. Y es usada por algunos Padres de los siglos II, III y IV. Entre los autores modernos, Braum, en el artículo Qui ex deo natus est, en "Mélanges M. Goguel," pero lo contrario en La Sainte Bible, de Pirot; dom Charlier, dom Dupont, A. Mollat, M. E. Boismard. Y entre los no católicos: Loisy, Blass, Resch, Zahn, Burney, Seeberg, Buschsel y MacGregor 26, etc.

Valorados los testimonios a favor de la lectura a o b, el valor diplomático a favor de la primera — a — es tan abrumador, que decide indudablemente a favor de esta lectura.

Por crítica interna se alega por algunos de sus defensores que la lógica de la estructura postula el que se hable del nacimiento — generación eterna o nacimiento temporal, ya que ambas opiniones se sostienen por sus defensores — de Cristo. Con ello se tendría también una profesión del nacimiento virginal de Cristo. Además se vería en ello la causa por la cual Cristo puede dar esta vida divina a los seres humanos: porque "nació de Dios."

Sin embargo, por lógica interna, puede ser postulada también por la lección primera — a — , la tradicional. En efecto, el evangelista acaba de deplorar que tanto los paganos como los judíos rechazaron esta Luz de vida. En contraposición va a decir cuál es la ventaja o premio que tienen los que "creen en El," que es el tener un nuevo "nacimiento," no al modo humano, sino "ser nacidos de Dios." La ventaja de tener un testimonio explícito más del nacimiento virginal, o de la consonancia de la segunda lectura — b — con la doctrina de Cristo, que da la vida a los que creen en Él precisamente por tenerla El (Jn 11:25; 12:36; 14:12), no es criterio positivo para aceptar esta lectura. También la lecturas está en plena consonancia con la doctrina yoannea del "renacimiento" espiritual de los cristianos por su fe en Cristo (Jn 3:1-16; 1 Jn 2:29; 3:9; 4:7; 5:4.18), de gran importancia en los escritos yoanneos.

A esto ha de añadirse que, si se admitiese la segunda lectura — b — su sentido no es del todo claro, pues habría que discutir si Jn se refería al origen eterno del Logos engendrado por el Padre (Dupont), o a su nacimiento virginal de María (Braun), o a las dos cosas (Mollat, Boismard); parece que la lectura segunda — b — se deba a preocupaciones cristológicas, pues sería inexplicable que no hubiese dejado huella en ninguno de los manuscritos del evangelio de Jn. A esto se une que los testimonios favorables a la lectura primera — a — son los más antiguos. Incluso se encuentra esta forma en el gnóstico Valentín, c.150. El "singular" es, pues, una variante occidental" (Wikenhauser).

Este "nacimiento" no se precisa explícitamente en qué consiste. Se logra por la fe (v.12), se comienza por el "agua y el Espíritu Santo" (Jn 3:5), es decir, como definió de fe este pasaje de San Juan el concilio de Trento, por el bautismo 27. Por lo cual, el hombre es "regenerado" por la gracia; por ella participa físicamente de la naturaleza divina, y así se hace en verdad — adopción intrínseca — hijo de Dios (1 Jn 3:1.9).

Se Proclama Explícitamente la Encarnación del Verbo (v.14) y se añade un doble grupo de Testimonios sobre esta Obra de la Encarnación (v.14c)

En esta sección se proclama la encarnación del Verbo (v.14a), y se lo garantiza luego con un doble grupo de testimonios: uno sus discípulos (v.14b), y luego el testimonio del Bautista (v.15), para hacerse ver después (v. 16) el tema central de esta sección: por el Verbo encarnado se dispensan todas las gracias, y así la gracia enseñada de la filiación divina.

El evangelista, que no explícito desde el v.3 al Verbo, lo vuelve a tomar por sujeto explícito, como si quisiese precisar bien que el Verbo del que habló, estando en el seno de la divinidad, es el mismo sujeto que se va a encarnar. El Verbo, que se lo describía en su existencia eterna: "era," "existía," actuó en un momento histórico: "fue," "se hizo." A la duración eterna sucede una actuación temporal. Se hizo "carne". No dice, como en otras ocasiones, que se mudó (Jn 2:9), sino que se hizo, que tomó "carne," sin dejar de ser Verbo. No sólo todo el evangelio de Jn estaría contra esto, sino que explícitamente lo dice el v.18b-e.

¿Por qué Jn dice que se hizo "carne" y no que tomó cuerpo ο que se hizo hombre? No dice "cuerpo," probablemente porque no implica vida; ni "hombre," para indicar mejor el contraste que se propuso expresar entre la grandeza del Verbo y el nuevo estado que va a tomar. "Carne," en el lenguaje bíblico, no es carne sin vida, sino que es el ser humano todo entero, pero acusando el aspecto de su debilidad, de su humildad inherente a su condición de criatura (Sal 56:5; Is 40:6; Mt 24:22; Jn 3:6; 17:2).

Ni se excluye tampoco la posibilidad de que en esta expresión, como en las epístolas, haya un sentido polémico contra el "docetismo," que negaba la realidad de la carne de Cristo (1 Jn 6:1-3; 2 Jn 7), y contra el "monofisismo," que negaba la unión del elemento divino y humano.

1) Primer testimonio (v.14b).

Juan afirma el hecho de la encarnación del Verbo, pero no indica el momento histórico en que esto se realizó. De ahí el que algunas posiciones heréticas lo señalasen, v.gr., en el bautismo. Lc es el que lo precisa en el relato de la "anunciación." Y, aunque Jn tampoco dice como haya de representarse la encarnación del Verbo, evidentemente no se trata de una transformación de la divinidad en la humanidad que asume; estaría contra ello todo el evangelio del hombre-Dios. Es una unión estable e indesunible.

Una vez proclamada explícitamente la encarnación del Verbo, el evangelista hace ver que fue un hecho real, pero no desconocido, sino que presenta un doble testimonio de este hecho histórico. El primero es el de un grupo — "nosotros" — , que son ciertamente los apóstoles, y probablemente un grupo mayor: discípulos y aquellos que en Palestina fueron testigos. El autor del evangelio se incluye, por tanto, en el grupo de estos testigos. Este mismo testimonio lo traerá en la primera epístola (1:1-3a). Alega este testimonio porque el Verbo encarnado "habitó entre nosotros." Por eso ellos son un testimonio irrebatible.

El verbo griego con que expresa el evangelista este "habitar" entre ellos, es muy expresivo. Literalmente significa "puso su tabernáculo entre nosotros." Es verdad que en el uso vulgar la palabra pierde frecuentemente su significación etimológica precisa primitiva para tomar un significado general; en este caso, significando etimológicamente "plantar un tabernáculo," vino a significar sencillamente "habitar," "morar" 28. Sin embargo, el significado primitivo es de un máximo enraizamiento bíblico, y, puesto que Jn está reflejando este ambiente bíblico, es muy probable que la use en su sentido originario y bíblico. Moisés levanta en el desierto el tabernáculo, símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo (Ex 25:8; 29:45; 40:34.35; Sal 78:60), y donde El se manifestaba sensiblemente: la célebre Shekhinah (Ex 24:16; 40:32; Núm 9:15ss; Lev 16:2; 1 Re 8:10-13, etc.). Por eso, posteriormente "habitar bajo el tabernáculo," "erigir el tabernáculo," se hizo sinónimo de la presencia de Dios en Israel (Núm 12:5; 2 Sam 7:6; Sal 78:60; Jl 4:17.21; Zac 2:14; Sab 24:8; Ap 21:3). De aquí la evocadora riqueza teológica que expresa esta expresión en Jn: así como Yahvé habitaba en el tabernáculo en medio de su pueblo, "llenando" la morada (Ex 40:34. 1 Re 8:10), así la humanidad que asume el Verbo es como el tabernáculo que llena la divinidad (Col 2:9), y mediante este tabernáculo de su humanidad mora el Verbo en medio de todos los hombres redimidos: su pueblo.

Por eso, al morar "entre nosotros," dice el evangelista enfáticamente, "nosotros vimos su gloria." Este "ver" que dice el evangelista es una visión sensible. Este verbo nunca significa en el Ν. Τ. una visión intelectual, sino sensible 29. Estos testigos han "visto con sus ojos" lo que garantizan; pero no se excluye con esta expresión un sentido más amplio de percepción, aunque sensible (1 Jn 1:1-3), v. gr., oír, tocar, etc.

Lo que el evangelista "vio," lo que este grupo testifica, es que "vieron (con sus ojos) su gloria." Aludiéndose a la presencia de la divinidad en el tabernáculo con el verbo citado, esta "gloria" de Cristo responde también a la gloria de Yahvé, que llenaba el tabernáculo (Ex 40:34-35). La expresión "gloria" — gloria de Dios — reviste muchas significaciones en el A.T. Así, en el Sinaí, el fuego humeante es símbolo de la "gloria de Dios" (Ex 24:17); la nube que llena el tabernáculo (Ex 40:34; 3 Re 8:11), todos los prodigios de Yahvé protegiendo a su pueblo, son "su gloria" (Ex 15:1-7; 16:7ss). Lo mismo reviste diversas modalidades en el Ν. Τ. 30. Pero las que aquí responden al texto están encuadradas entre dos elementos: un reflejo de la divinidad (v.14d) y la percepción de este reflejo sensiblemente. Lo que Moisés pedía a Yahvé: "Muéstrame tu gloria" (Ex 33:18), se le revela ahora al creyente (Jn 11:40). Por eso son aquí los milagros de Cristo. Así dice Jn, después del milagro de las bodas de Cana, que con él Cristo "manifestó su gloria" (Jn 2:11; cf. Jn 11:40); es también su doctrina admirable, sus actitudes de majestad (Jn 18:5-8), y para Jn no podía ser de ninguna manera ajena a confesar esta gloria de Cristo la escena de la transfiguración, en la que él había sido testigo.

Esta "gloria" no era otra cosa, como dice el evangelista, que la que le correspondía al que era "Unigénito del Padre." La conjunción "como" no indica una comparación de semejanza, como si el Verbo encarnado disminuyese en su esencia, sino que tiene valor, como en tantos otros casos, de una afirmación e identidad. Así, v.gr., se lee en Me: Cristo "les enseñaba como quien tiene autoridad" (Mc 1:22), es decir, teniendo verdaderamente esta autoridad (Mt 7:29; Lc 6:22; Rom 6:13; 2 Cor 2:17, etc.). Lo contrario iría contra toda la doctrina del "prólogo" y del evangelio mismo de Jn.

Esta "gloria" que tenía, le mostraba también "estar lleno de gracia y de verdad." Esta "plenitud" está expresada por un adjetivo en nominativo, y debería referirse al "Verbo" del v.14a. Su sentido sería: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. lleno de gracia y de verdad." Los v. 14b-d serían una especie de paréntesis. Otros lo consideran como forma irregular, indeclinable en la Koiné, y lo concuerdan, sea con "su gloria, llena de.," sea con el genitivo "gloria de él, lleno de" (Apoc 1:5; 2:20; 3:12, etc.). Considerada la forma "lleno" como forma indeclinable, da una lectura excelente junto con la más lógica posibilidad gramatical, por proximidad, al concordarlo con "Unigénito." Es el Verbo encarnado, el Unigénito del Padre, al que testifican estos discípulos, al que vieron lleno de "gracia y de verdad." ¿Cuál es el significado de estas expresiones?

Esta locución binaria aparece en el A.T. con un significado preciso: es la hesed we 'emet. Cuando Dios en el Sinaí hace la alianza con el pueblo, declara el nombre de Yahvé: "Dios misericordioso y compasivo, tardo a la cólera y rico en misericordia (hesed) y en fidelidad ('emet)" (Ex 34:6). El sentido de hesed, traducido en griego por vápeg, es, en general, el de benevolencia hacia otros, y tratándose de Dios, se le une generalmente al matiz de misericordia. Más tarde, en los profetas, v.gr., Jeremías (Os 2:16-22), tomará un matiz más afectivo, indicando el amor entre Dios y su pueblo (Os 2:16-22). La segunda expresión, 'emet, que es traducida en griego por αλήθεια, lo mismo que en los latinos por ventas, expresa fundamentalmente la idea de firmeza, de solidez, de estabilidad. En un orden moral indica la fidelidad 31. ¿Tiene esta expresión en Jn este sentido de "misericordia" y "fidelidad" que tiene en el A.T.? 31 No deja de pesar, condicionando, el A.T. sobre los autores del Ν. Τ. Así, San Pablo utiliza estas mismas expresiones, aunque no tan estereotipadamente, pero en el mismo sentido que tenían en el A.T. (Rom 15:8.9; Heb 2:17). Hasta el punto de traducirse por la expresión 'emet, "fidelidad," por la griega άληθεία, como en Jn, que significa preferentemente "verdad," y queriendo expresar con ella el sentido de "fidelidad." Interpretadas en esta línea, el pensamiento del evangelista sería: que el Verbo encarnado estaba, como Dios se proclamaba en el Sinaí, al hacer la antigua alianza con su pueblo, "lleno de misericordia y fidelidad": "fidelidad" a su eterna alianza, y "misericordia" en la obra de redención que traía.

Los que traducen el pensamiento de Jn interpretando las palabras "gracia" y "verdad" en su exclusivo sentido etimológico, lo interpretan así: "Gracia dice abundancia de dones espirituales, tanto para sí mismo (Col 2:9) como para otros (cf. v.16); y verdad, en el estilo yoanneo 32, significa el verdadero conocimiento de Dios, "que procede de Dios y lleva a Dios (cf. 8:46ss; 18:37), la verdadera estimación de las cosas espirituales, la genuina noticia de las cosas celestes y, en consecuencia, el concepto idóneo de las terrestres." 32 Es a esta interpretación donde llevaría el v.16.

2) Segundo testimonio

v.15 El evangelista aporta al misterio de la encarnación del Verbo un segundo testimonio: el del Bautista.

Manifiestamente el v.15 rompe la ilación del cursus, siendo un paréntesis. Pues el v.14 se une, lógicamente, con el v.16. Debe de ser una interpolación, inspirada, y que guarda el puesto correspondiente de su "inclusión semítica" con los v.6-8 33.

El evangelista, discípulo del Bautista, evoca aquí el testimonio del Precursor, en correspondencia estructural con el v.6-8. El Bautista tenía la misión de testimoniar al Verbo encarnado. Acabando de afirmar la encarnación, al punto le brota la escena en que el Bautista testifica que Cristo es el Verbo encarnado. La escena es vivamente descrita. Está redactado al modo de los antiguos profetas. Usa el enigma, tan del uso oriental, para excitar más la atención de los oyentes. La expresión antes que yo, nunca se dice en el Ν. Τ. de prioridad temporal 33. Es la confesión de la preexistencia de Cristo (Jn 3:30).

Toda Gracia viene del Verbo Encarnado (v.16-17)

Terminado este evocador paréntesis, estos versículos se unen conceptualmente al 14e, al que desarrollan. Allí se proclama al Verbo encarnado "lleno de gracia y de verdad.," "por lo que de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia."

Se ha discutido bastante el sentido preciso de la expresión "gracia sobre gracia".

Suele traducirse "gracia sobre gracia," pero esta traducción no es exacta, pues el texto original no pone "sobre", sino αντί. En su comprensión ha de tenerse en cuenta el sentido de αντί, que tiene un sentido de oposición o de permutación. Así, las soluciones principales son:

a) Oposición. — San Juan Crisóstomo veía en ello la oposición entre la Ley antigua y la Ley nueva. San Juan mismo parecería establecer una cierta oposición entre la Ley antigua y la nueva en el v.17.
b) Permutación. — Se trataría de una gracia dada en virtud de la anteriormente recibida. Parece fuera del tono general, dando un matiz de precisión excesivo.
c) Proporción o relación, que es, en cierto sentido, permutación. Habiéndose dicho que la "gracia" está en plenitud en el Verbo encarnado, y diciéndose ahora que se recibe toda "gracia" de su plenitud, el αντί podría expresar muy bien ambas gracias en función relativa: "recibimos una gracia en armonía con la que se encuentra en plenitud en el Verbo encarnado" 34, o como expone Braun: "Una plenitud de gracia proporcionada a la plenitud considerada en su fuente: en el Logos." 35 Sería una permutación de proporción.

Por eso, el sentido parece que es: en la nueva obra recibimos todos una gracia torrencial, como participada y dispensada y proporcionada al Verbo encarnado, que la tiene en plenitud.

Esta obra maravillosa dispensada por el Verbo hecho carne evoca en el Evangelista la antigua economía, promulgada en el Sinaí (Ex c.33 y 34), contraponiendo ambas. Allí fue "dada" por Moisés. Moisés era ministro y servidor. Aparece su Ley como algo normativo y oneroso. Pero en contraposición de esto está la obra de Jesucristo. La oposición entre la Ley y la Gracia es un tema dominante "de la teología paulina: mostrar el contraste entre las obras humanas y el don de Dios. Jn, en cambio, declara abiertamente que el A.T. resulta superado y anulado por la Gracia y la Verdad que provienen de Cristo." 36 A la Ley se contrapone con superación la "gracia" y la "verdad." Estas "fueron," es decir, vinieron por Jesucristo. ¿En qué sentido? ¿En el sentido de que aparecieron en El? ¿O en el sentido de que son dispensadas por El?

Este segundo sentido es el que se impone: primero, por la contraposición con Moisés: éste le dio la Ley a Israel; Cristo da, dispensa, a los hombres la "gracia."; en segundo lugar porque este versículo es continuación manifiesta de los 14-16, y especialmente de éste último, en el que se dice que de "su plenitud recibimos todos" la gracia correspondiente a la gracia, que se encuentra en plenitud en el Verbo encarnado. Se objeta contra la primera lectura que no se puede decir, rectamente, que "Dios Unigénito" está en el "seno del Padre"; y que no se compagina con el nombre de Dios mencionado inmediatamente antes (v.15a; Wikenhauser). Ambas objeciones tienen la misma respuesta: "a Dios = a la divinidad, sin artículo no le vio nunca nadie." Esto es claro. Pero, que ya no es la divinidad en absoluto o "in genere" sino "el Dios Unigénito" = el Hijo de Dios, ése que es el "que está en el seno del Padre", no puede presentar ningún inconveniente; ni en distinción de personas, ni en su formulación, ni, por consiguiente, incompatibilidad en su lectura.

Reflexión final del evangelista (v.18)

Quedaba por decir cómo la "verdad," la gran revelación, vino al mundo con el advenimiento del Logos. Implícitamente ya se desprende de los versículos primeros, pero el Evangelista lo va a explicitar al resolver una objeción que era una convicción en el A.T.: no se podía ver a Dios sin morir (Ex 33:20; Jue 13:21.22,). Así dice terminantemente Jn: que a Dios nadie le vio. No le vieron, pues, ni Moisés (Ex 32:22-23) ni Isaías (Is 6:1.5). Acaso Jn piensa también explícitamente en éstos. No vieron a Dios "facialmente"; sus manifestaciones fueron teofanías simbólicas. La naturaleza divina es inaccesible al ojo humano (1 Jn 3:2). Pero lo que no puede ver el ojo humano, lo puede descubrir a él el que es Dios. Del v.18 hay tres lecturas. Se admite: "Dios unigénito," tanto por su buena testificación en códices cuanto por ser lectura más difícil, lo que supone un sentido original, aunque algunos piensan que la lectura original pudiera ser la que pone sólo "el Unigénito" 37, o "Dios, el Hijo único." Esta, entre otros manuscritos, la traen Ρ 66 y ρ 75. El sentido no cambia con ninguna.

La expresión "en el seno del Padre," en lenguaje bíblico, expresa la idea de afección e identidad. Así, el niño reposa en el seno de su madre (1 Re 3:20; cf. Núm 11:12). La mujer reposa por afección sobre el seno de su marido (Dt 28:54-56). Noemí toma al hijo de su nuera y lo pone con afección sobre su seno (Rut 4:16). El discípulo "amado de Jesús" estaba "recostado sobre el pecho de Jesús" (Jn 13:23). Por eso, con la expresión "el Unigénito del Padre," que está perennemente en el "seno del Padre," se está acusando la constante intimidad y afección entre ambos, por lo que, estando en sus secretos, puede comunicarlos.

Estando así el Verbo en la intimidad de conocimiento y afección eternas con el Padre, en el seno de la divinidad, como lo exige la "inclusio semítica" de los v.1-2 con el 18, al tomar carne es, naturalmente, el que puede "explicar" (Lc 24:35; Act 10:18; 15:15; 21:19) a Dios: el misterio de la intimidad trinitaria. También se propone que pudiera significar este verbo "conducir": sería "conducirnos" al seno del Padre. Estaría en relación con la doctrina de la filiación divina que nos dispensa el Verbo encarnado 38. El verbo en cuestión (¿ξηγέομοκ) significa "sacar fuera de.," y habría de entendérselo en cuanto nos saca del orden creado, mundano, para llevarnos al seno de la divinidad. Sin embargo, valorado este verbo en el contexto del evangelio de Jn (Jn 15:15; 17b), el primer sentido parece más probable.

Texto compilado por José Gálvez Krüger
Directo de Studia Limensia
Para ACI Prensa y la Enciclopedia Católica
(fuente: aciprensa.com)

miércoles, 30 de diciembre de 2015

El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él

6º día de la Octava de Navidad
(30/12/2015)

Epístola I de San Juan 2, 12-17. 

Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús. Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno. Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno. No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza.- Todo esto no viene del Padre, sino del mundo. Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.


Salmo 96(95), 7-8a.8b-9.10.

Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor.

Entren en sus atrios trayendo una ofrenda,
adoren al Señor al manifestarse su santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él!

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.


del Evangelio según San Lucas 2, 36-40.

Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.








REFLEXIÓN

Queridos amigos, una vez más ¡Feliz Navidad! La vida ha venido y acampado en medio de nosotros; no es la muerte la angustia, sino la esperanza, la alegría y la vida plena que nos ha traído este Niño Dios en Belén. Nuestra vida ahora tiene sentido, Dios vive en medio de su pueblo. Qué lindo es escuchar la Palabra de Dios, la religiosidad de María y de José que llevaron al Niño al Templo, como hoy tantos padres cristianos acercan a los recién nacidos a bautizarse.

Queremos ahora poner la mirada en esa mujer llamada Ana, que estaba en el Templo. Era viuda, desde hacía muchos años; vemos en ella a tantas mujeres y hombres viudos. Pensar que para muchos el estado de enviudes puede significar termino, angustia, dolor, depresión o fracaso ya de la vida, al haberse perdido el compañero o compañera de toda la vida.

Qué hermoso, y esto solo lo posibilita la Navidad del Niño Dios recién nacido. Ana la mujer del Evangelio representa no algo acabado, derrumbado, sino, en el esplendor de la vida, dando gracias a Dios, no hablando del pasado añorado, sino del futuro, no encerrada en sus temores sino abierta a la vida naciente, con sentido solidario, de comunión, como tantas abuelas y abuelos llenos de alegría por la vida de sus hijos jugando y conteniendo a sus nietos, mirando el futuro y animando a los jóvenes a seguir construyendo un mundo mejor que el que ellos pudieron darles.

Y allí están, el niño Jesús junto a María y a José que vuelven a lo cotidiano de Nazaret, no a vivir de éxitos o de cosas deslumbrantes, no. No les había nacido un mago, un adivino, les nació el Hijo de Dios que vivirá 30 años en lo escondido, en el estudio, en el trabajo, ayudando a su padre carpintero, anunciando al mundo la llegada del reino, un reino de justicia, de paz, de humildad y sencillez, de servicio y de amor; es el verdadero reino, el reino de Dios, la navidad que Dios quiera, amigos, la podamos vivir a lo largo de todo este año que vamos a comenzar. ¡¡¡FELIZ, FELIZ NAVIDAD!!! ¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO QUE SE ACERCA!!!

escrito por Monseñor Luis Alberto Fernandez
Obispo de la Diócesis de Rafaela
(fuente: www.oleadajoven.org.ar)

martes, 29 de diciembre de 2015

"mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos"

5º día de la Octava de Navidad
(29/12/2015)

Epístola I de San Juan 2, 3-11. 

Queridos hermanos: La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. El que dice: "Yo lo conozco", y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él. El que dice que permanece en él, debe proceder como él. Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron. sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo. Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz. El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas. El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar. Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.


Salmo 96(95), 1-2a.2b-3.5b-6.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

Día tras día, proclamen su victoria,
anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

No son más que apariencia,
en su presencia hay esplendor y majestad,
en su Santuario, poder y hermosura.


del Evangelio según San Lucas 2, 22-35.

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".











REFLEXIÓN

La fidelidad de Dios se hace salvación

Este evangelio de la presentación de Jesús en el templo nos permite descubrir que Dios es fiel, es fiel a su alianza, y así como en Cristo nos muestra la expresión de su amor, también a lo largo de nuestra vida nos va mostrando su presencia que nos acompaña y nos ayuda a ser testigos de su amor. Hoy la Liturgia nos trae como primera lectura la carta de San Juan, bello texto que en estos días del tiempo de Navidad se nos invita a leer y es una hermosa expresión del verdadero conocimiento de Dios. Segun el apóstol San Juan conocer a Dios no es otra cosa que cumplir los mandamientos, y vivir el mandamiento del amor. Así se unen la fe con las obras. “El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas. El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar. Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido” (1 Jn 2,9)

Es la “luz para alumbrar a las naciones” proclama el viejo Simeón. Se canta un cántico nuevo porque la luz de Dios está con nosotros y en medio nuevo.

María y José llevaron al niño al Templo para presentarlo a Dios, conforme la ley de Israel. Y allí ofrecen un par de tórtolas, la ofrenda de los pobres. Dichoso el anciano Simeón a quien el paso de los años en lugar de apagarlo, le dio una visión más penetrante, para ver en aquella presentación tan comun al Mesías. El Espíritu Santo moraba en él.

La Iglesia mira más alla del cumpliento de las leyes, el misterio de la Salvación. Es la continuidad donde Dios permanece fiel, es fiel porque nos ha enviado al Salvador, porque cumple con su Palabra, la que nos salva. Su Palabra tiene un nombre: Cristo. En este niño ofrecido Dios nos anticipa que Él va a ofrecer su vida por toda nuestra salvación. No solo ofrecerá su vida para salvarnos, sino que también nos va a ainvitar a que nosotros también podamos seguir este camino. ¿Cómo? Ofreciendo nuestra vida en las cosas concretas. María oferente nos enseña a hacer de nuestra vida en el trabajo diario, en nuestro apostolado, en nuestra realidad que puede ser de gozo o de tristeza, a irlo ofreciendo porque ofrecerlo agranda nuestro corazón, nos hace generosos…. ofrecerlo nos hace comprender lo que también Dios hizo en Cristo, su divino hijo. Ofrecer lo que vivimos, sea lo que sea la realidad que nos toca, ofreciéndolo nosotros también experimentamos como Dios se hace presente en nuestras vidas, que Él ya lo hizo de una vez para siempre, y con nuestra ofrenda vamos viendo la histoira de salvación que Él va tejiendo en nuestras vidas.

El anciano Simeón que tenía la expectativa de la salvación la ve cumplida, porque en él estaba la fuerza del espíritu. Había preparado su corazón para ser conducido y que el Espíritu lo llevara a este punto. Muchos tenían esta expectativa, pero este anciano tenía la grandeza de dejar que el Espírtu lo habitara, por eso se hizo profeta. El nos ayuda a proclamar la grandeza de Dios: “Ahora Señor puedes dejar que tu siervo descanse en paz porque mis ojos han visto la Salvación”

Él llama a Jesús “salvador”, “luz del mundo”, y “gloria del pueblo de Israel”, anticipando su gloria. Allí se añade el anuncio del drama de Cristo: él va a ser materia de caídas, signo de contradicción porque dejará en evidencia los corazónes. Cristo que es la luz deja en evidencia el obrar de todos nosotros los cristianos y de todos los hombres. Por eso Él será causa de tropiezo, porque su claridad va a encontrar la intención de nuestras obras, porque la misma vida de Cristo que es luz va a dejar en evidencia lo que es bueno y malo en noostors. Por eso es signo de contradiciión, porque Él que es la luz deja en manifiesto nuestras intenciones. Él no admite dobleces, ante Él que es la luz nuestra vida tiene que ser din dobleces… vivir en obras lo que creemos.

María es oferente y modelo de ofrenda. “Quien dice que ama a Dios a quien no ve y no ama al hermanon a quien ve es un mentiroso”. Jesús pone en evidencia nuestro obrar y hace que nosotros también pidamos la gracia de que nuestra vida de fe se manifieste en las obras y por eso sea una vida coherente.


Jesús, signo de contradicción

El paso del tiempo ha confirmado que Cristo y su evangelio siguen siendo motivo de división y enfrentamiento. No se trata de una opción a favor o en contra de Cristo sino una actitud de fe o increencia. El tipo de increencia no suele ser el ateímos militante sino más bien la indiferencia religiosa, la abstención a lo que sea de Dios. Simplemente se pasa de Dios porque no es tan facil prescindir de Él. La pregunta sobre Dios es la más constante en la historia de los hombres más alla de todas las revoluciones y cambios de la humanidad. En esto hay una invitación a que reflexiones: “este niño será causa de contradicción y a tí misma una espada te atravezará el corazón”. La profesía de Simeón también nos alcanza a nosotros. Abarca toda la historia y también hoy nos pregunta a nosotros: Cristo, el niño que hemos puesto en el pesebre con sentimientos de ternura, cuando lo vamos asumiendo en nuestras vidas es evidente que se transforma en signo de contradicción.

Hoy hay otra realidad más grave que el ateísmo que es la indiferencia religiosa. Es una tentación presente en nuestras vidas, el empezar a vivir y obrar como si Dios no existiera. A veces nos puede pasar cuando nosotros creemos en Cristo pero cuando las cosas no salen como nosotros quisiéramos, pegamos un portazo y empezamos a vivir como si no existiera. Es la indiferencia que a veces está en el trato entre nosotros en la familia o en el apostolado, cuando no nos queremos empezamos a obrar con indiferencia. También pasa con Dios, saber que Él está pero serles indiferentes.

La fe no debe ser impuesta. El Papa Benedicto XVI decía que para nosotros la fe es una propuesta y una propuesta que queremos vivir desde la atracción no desde la imposición. La evangelización que es anuncio de la alegre buena noticia de Dios se comparte como testigos. Solamente así seremos testigos de la luz que es Cristo. «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»[3].

Nos dice el Documento de Aparecida: “Por esto nosotros, como discípulos de Jesús y misioneros, queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo. Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas. Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras. (…) La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino pidiendo limosna y compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43). La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.

escrito por Padre Daniel Cavallo
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

lunes, 28 de diciembre de 2015

los Santos Inocentes

Fiesta de los Santos Inocentes, mártires
(28/12/2015)

Epístola I de San Juan 1, 5-10.2,1-2. 

La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas. Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. Pero si caminamos en la luz, como el mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. El es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.


Salmo 124(123), 2-3.4-5.7b-8.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
nos habrían devorado vivos.

Cuando ardió su furor contra nosotros,
las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,
nos habrían sumergido las aguas turbulentas
de la trampa del cazador

Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.


del Evangelio según San Mateo 2, 13-18.

Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo. Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías: En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen.











REFLEXIÓN

La crueldad de Herodes, particularmente al final de su vida, se hizo proverbial hasta en Roma. En sus últimos años mandó matar a tres de sus hijos y dio un decreto para que fuesen eliminados los principales de entre los judíos (decreto que no fue ejecutado por haber muerto el tirano). Las medidas tomadas en relación "con el recién nacido, rey de los Judíos" intentaban no tanto eliminar un pretendiente al trono cuanto evitar posibles disensiones en Judea. Desde este punto de vista la perícopa encaja dentro de la verosimilitud histórica. Pero, junto a los detalles históricos, es necesario acentuar que el relato contiene también rasgos teológicos y apologéticos, que son los primarios en la intención del narrador, y un tenor narrativo bastante legendarizado.

Nuestro texto refleja no sólo lo ocurrido en el momento del nacimiento de Jesús, sino también la situación que vivía la Iglesia cuando fue puesto por escrito el evangelio de Mateo. Una de las acusaciones judías contra los cristianos consistió en afirmar que Jesús había estado en Egipto, pero cuando esto ocurrió era recién nacido. La acusación carecía, por tanto, de valor. Estamos ante un motivo apologético.

De los grandes hombres de la antigüedad se afirmaban historias parecidas de cruel persecución para ser eliminados. Así ocurrió con Rómulo y Remo, Augusto, Sargón, Ciro... Aquí encontraríamos el tenor legendario de nuestra historia. Pero, por encima de él, se levanta nuestro autor recordando el eco no de héroes paganos sino de Moisés, el fundador del antiguo pueblo de Dios. También un faraón impío quiso eliminarlo. Así cumple Mateo su propósito de presentar a Jesús como un nuevo Moisés, cosa que tendrá muy presente en otras ocasiones de su evangelio. Hemos entrado en el fin teológico de nuestra perícopa. Jesús es el nuevo Moisés y corre su misma suerte: es perseguido y tiene que huir (Ex 4, 19). Pero el contenido teológico no se agota aquí. En el regreso a Palestina se cumple la Escritura que dice "de Egipto llamé a mi hijo". La cita está tomada del profeta Oseas (Os 11, 1) y originariamente se refería al éxodo de Israel de Egipto: "Israel es mi hijo, mi primogénito" (Ex 4, 22). Mateo aplica la cita a Jesús porque, según la creencia generalizada en el judaísmo, el tiempo del Mesías reactualizaría el tiempo de Moisés. El evangelista, por tanto, está afirmando que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios por excelencia, que corre la misma suerte que el pueblo al que viene a salvar.

La intervención divina ordena a José que se establezca en Nazaret. A la muerte de Herodes su reino quedó dividido entre sus tres hijos: Arquelao heredó Judea, Samaria e Idumea; a Herodes Antipas le correspondió Galilea y Perea y Felipe quedó al frente de la parte oriental y del norte de Galilea. El más cruel entre ellos fue Arquelao. Esta situación se halla perfectamente reflejada en el relato de Mateo. José, por razones de seguridad, va a vivir a Nazaret.

Al establecerse en Nazaret se cumple, así lo anota el evangelista, otra profecía: "sería llamado nazareno".

Efectivamente, así fue llamado Jesús y así fueron llamados también los cristianos (He 24, 5). Pero el Antiguo Testamento no contiene ninguna profecía en este sentido. Lo más probable es que Mateo identifica la palabra "nossri", nazareno, con "nesser", que significa el brote o vástago de una planta. Según esto, la Escritura cumplida sería la de Isaías (Is 11, 1: un renuevo.. un vástago sale del tronco de la de Isaí). También del siervo de Yahveh se dice "como un retoño creció ante nosotros... " (Is 53, 2). Esta referencia a la Escritura sería un argumento más a favor de la mesianidad de Jesús.

Llama la atención la frase, "para que se cumpliese la EScritura", repetida tantas veces en este capítulo segundo. En otras ocasiones, en lugar de citar expresamente la Escritura, se alude a la mentalidad y esperanzas de la época. Al hacerlo así, Mateo pretende afirmar que, en Jesús, se cumplen todas las esperanzas: él es el nuevo Moisés, el libertador, fundador del nuevo pueblo de Dios, el Mesías oculto y perseguido, y, a través de él, se cumplen las promesas de Dios y las esperanzas de los hombres.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 934
(fuente: www.mercaba.org)

domingo, 27 de diciembre de 2015

Sagrada Familia de Nazareth

Fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José
(27/12/2015)

Primer Libro de Samuel 1, 20-22.24-28. 

Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: "Se lo he pedido al Señor". El marido, Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su voto. Pero Ana no subió, porque dijo a su marido: "No iré hasta que el niño deje de mamar. Entonces lo llevaré, y él se presentará delante del Señor y se quedará allí para siempre". Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí. Ella dijo: "Perdón, señor mío, ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él; para toda su vida queda cedido al Señor". Después se postraron delante del Señor.


Salmo 84(83), 2-3.5-6.9-10.

¡Qué amable es tu Morada,
Señor del Universo!
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti,
al emprender la peregrinación!

Señor del universo, oye mi plegaria,
escucha, Dios de Jacob;
protege, Dios, a nuestro Escudo
y mira el rostro de tu Ungido.


Epístola I de San Juan 3, 1-2.21-24.

Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.


del Evangelio según San Lucas 2, 41-52.

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos no entendieron lo que les decía. El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.








REFLEXIÓN

En este Domingo Lucas nos muestra el futuro de Jesús. Los tres días desparecido en Jerusalén, son el preludio de su muerte y resurrección. Entre la infancia y el futuro como adulto hay treinta años de una vida humilde y cotidiana en Nazaret.

Jesús cumple la ley y parte en peregrinación hacia el Templo de Dios. Allí, en el santuario, los padres lo encuentran tras haberlo buscado durante tres días. Lo encuentran entre los doctores y maestros, mientras éste les enseña la palabra de Dios. Ante la angustia de los padres y ante la respuesta de Jesús, se comprende que los suyos no comprendieron. Es demasiado pronto para comprender. Todavía queda mucho camino. Faltan todavía treinta años para que lleguen los tres días en los que Jesús desaparecerá de verdad, fuera del templo, suspendido a un madero en una cruz, sepultado en la desnuda tierra. Tampoco María, al principio, entiende el por qué de esta desaparición y de éstas palabras. Sin embargo ella es el modelo de la Iglesia creyente, porque conserva todas estas cosas, meditándolas en su corazón, segura de que esta semilla crecerá y se convertirá en un fruto maduro y sabroso.

Al igual que María y José, los padres han de acompañar a los hijos con amor, respetuosos de su personalidad y de su vocación. Un acompañamiento activo, que les proporciona, con gestos muy concretos del vivir cotidiano, los valores que hacen humano al hombre: los hijos no necesitan solamente alimento, vestido, medicinas, integración social; sino que además y sobre todo necesitan la verdad y las realidades que hacen la vida hermosa y digna de ser vivida. Se les ayuda para pasar del amor recibido al amor donado, para experimentar que es muy bonito hacer el bien, rezar, ser honestos, sinceros, justos, generosos, humildes, sobrios, castos, trabajadores, valerosos, pacíficos. Es necesario saber decir sí o no en el momento adecuado y de mutuo acuerdo entre padre y madre. Motivar las prohibiciones; corregir tratando de persuadir. Evitar el autoritarismo, que tiene como consecuencia la creación de seres rebeldes y pusilánimes, y el permisivismo, que crea personas débiles y egoístas.

(fuente: www.familiam.org)

sábado, 26 de diciembre de 2015

"Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios"

Fiesta de san Esteban, protomártir
(26/12/2015)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 6, 8-10.7,54-59.

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios". Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".


Salmo 31(30), 3cd-4.6.8ab.16bc.17.

Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.

Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!

Cuando tú viste mi aflicción
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.

Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.


del Evangelio según San Mateo 10, 17-22.

Jesús dijo a sus apóstoles: Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.












REFLEXIÓN

San Fulgencio de Ruspe dice respecto a San Esteban y el vínculo de ésta festividad del primer martirio en la iglesia en relación a la Navidad: es la misma caridad que hizo bajar a Cristo del cielo a la tierra la que ha hecho subir a Esteban de la tierra al cielo. La misma caridad que había precedido en las promesas del rey resplandeció después en su soldado.

Es el amor de Dios el que se nos ha manifestado en Jesús y ese mismo amor que toma el corazón de Esteban cuando ve el cielo abierto lo cual significa la gracia de Dios descendiendo sobre el y reconociendo en ésta presencia un amor que lo sostiene de cara a la maldad, la traición, la furia contra su persona. Resplandecía su rostro mientras enfrentaba el martirio. Así el Señor nos quiere a nosotros también. Con el rostro resplandeciente ante todo lo que aparece en nuestra vida. Llenos de desafíos por delante para superar, de situaciones con las que cargar, que asumir, que hacernos uno con ella en la cruz de la que nos toca vivir por estos días.

Esteban era de origen judío. Su nombre significa coronado. Esteb es corona. Y la verdad sea dicha que el da honor a éste nombre, corona su vida en el martirio.¿ porqué lo llamamos protomartir? Porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre al proclamar su fe en Jesucristo. Se desconoce como fue su conversión al cristianismo.

La Biblia, la Palabra de Dios, se refiere a Esteban por primera vez aquí en el texto del libro de los Hechos de los Apóstoles. En Jerusalén, una protesta por parte de las viudas de origen griego. Ellas reclamaban ser atendidas. Cuando creció la comunidad los apóstoles para no dejar su labor de predicar confiaron en el servicio de los pobres y de las viudas a siete ministros de la caridad llamados diáconos que quiere decir ayudante, servidor. Estos, los diáconos fueron elegidos por una votación popular.

Eran personas de muy buena conducta, llenos del Espíritu Santo y de una reconocida prudencia. Los elegidos fueron Esteban, Nicanor y cinco más. Esteban además de ser administrador de los bienes comunes no renunciaba a anunciar la Buena Noticia. La Palabra del Señor se difundió y el número de los discípulos se multiplicó extraordinariamente en Jerusalén.

Esteban hablaba de Jesús con un espíritu tan sabio que iba conquistando los corazones de los que se acercaban a el. Esto hizo que quienes estaban en contra de la predicación cristiana se enfurecieran contra Esteban por el poder que surgía del anuncio de la Palabra en el. Iba ejerciendo cada vez mayor influencia sobre el pueblo y entonces lo llevaron con mentiras delante del tribunal supremo, con la paga de un dinero para unas personas que dijeran en un testimonio falso que Esteban atentaba contra la ley judía y contra Moisés.

Además afirmaban que Jesús iba a destruir el templo lo cual es el símbolo más importante que tiene el pueblo judío. Jesús de Nazaret vendría a sustituir las tradiciones antiguas. Todos los del tribunal, dice la Palabra cuando lo vieron a Esteban delante del Sanedrín contemplaron que su rostro brillaba como el de un ángel. Entonces lo dejaron hablar y Esteban pronunció un poderoso discurso recordando la historia de Israel y como Jesús entraba dentro de esa historia. Esteban es un testigo de la caridad y eso le va a costar la vida. Muere entregando la vida.

Ese discurso era sobre la historia de Israel. Como lleva adelante su martirio Esteban. Dice la Palabra: puestos sus ojos en el cielo ve la gloria de Dios. Nuestra entrega de vida cotidiana se sostiene desde la contemplación de la gloria de Dios porque la verdad sea dicha que el martirio en la vida de cada uno de nosotros seguidores de Jesús es una realidad que acontece diariamente.

El que quiera ser mi discípulo, dice el Señor, que cargue con su cruz, que se haga testigo mío. Esto es ser mártir. El mártir es el testigo. Donde yo esté estará también mi servidor. Como se sostiene el testimonio de Jesús. Esteban nos muestra el camino. Es el cielo que se abre y la contemplación del misterio lo que permite sostenerse en la entrega de la vida de lo de todos los días.

Eso que nos cuesta a veces la ofrenda de la vida por amor superando las propias limitaciones y las circunstancias a veces poco favorables para el desarrollo de la vida de Dios en nosotros y en la sociedad se sostiene por la contemplación del misterio. Animémonos a mirar el cielo que se abre en éste caso en un niño envuelto en pañales. En la realidad nuestra envuelta en lo cotidiano, allí el cielo se nos abre y Dios nos regala en lo de todos los días la posibilidad de sostenernos de cara a los demás y a nosotros mismos y a El como sus testigos de la vida de Dios en el mundo en el que vivimos.

El rostro de Esteban brilla mientras el testimonia acerca del misterio de la redención que se opera en Jesús, el que ha venido a hacer nueva todas las cosas.

Vence la mentira que se ha tramado alrededor de el por ésta luminosidad que aparece en su rostro. Esa luminosidad termina de explicarse o da razón desde donde surge cuando Esteban al final del episodio que se genera alrededor de su testimonio que es justamente su martirio dice ante el rechinar de dientes y el agolparse para apedrearlo por parte de los que los acusan que el ve el cielo abierto.

Esteban está contemplando cara a cara a Dios. Es en la contemplación del misterio donde nosotros podemos dar testimonio. Es decir asumir lo nuestro de todos los días con la alegría y la certeza de que Dios está con nosotros. Es esa misma Gracia que reciben del cielo de lo alto que se abre como se abre delante de Esteban los que llegan desde Oriente guiados por una estrella que los pone de cara en la noche a la luz que brilla en la oscuridad. La misma gracia la reciben los pastores iluminados por un resplandor que le habla en voz de ángel: vayan por que ha nacido el Salvador y el signo será un niño envuelto en pañales acostado sobre un pesebre. La gracia de contemplación que reciben también María y José que tienen al niño entre sus brazos y adoran el misterio de Dios que está allí presente el don de Gracia que cada uno de nosotros también recibimos en éste tiempo de octava de Navidad.

Entrar en el tiempo de Navidad para sobrellevar desde el gozo y la alegría las dificultades propias que aparecen en la vida que se pueden sobrellevar cuando el cielo se abre delante de nosotros. Una actitud interior contemplativa que nos permita recibir el cielo abierto y que no sostenga en la lucha de todos los días superando con el don del consuelo y de la fortaleza las adversidades y los desafíos propios que la vida nos presenta.

El llamado a crecer y el llamado a resistir con la que la vida nos visita para fortalecernos y hacernos verdaderamente testigos del misterio. Es el grado sumo del saber el contemplar decía Sócrates. Así lo afirmaba: grado sumo del saber es el contemplar. Y que es contemplar? Contemplar es estar de cara al misterio de Dios sencillamente y en actitud pasiva recibiendo lo que el misterio de Dios nos regala. Porqué Esteban puede estar con el rostro resplandeciendo y a pesar de la adversidad que termina con su vida brillar con su testimonio con elocuencia de palabras y actitud firme delante de la amenaza de muerte y la muerte misma porque el cielo se abre y ve la gloria de Dios manifestada en la unidad para nosotros como para los pastores, como para los magos que llegan de Oriente en la estrella que brilla, en un niño envuelto en pañales.

Para María y José en la ternura y en el llanto de su hijo que tienen entre sus manos. Es Jesús, la gloria de Dios. La gloria de Dios se manifiesta simple, sencilla y el cielo se nos abre en la sencillez y en la simpleza de ésta presencia del niño que ha nacido. La Palabra de Dios se manifiesta simple, sencilla y el cielo se nos abre en la sencillez y en la simpleza de ésta presencia del niño que ha nacido. La Palabra de Dios nos muestra de una y otra manera éste don del contemplar en distintos personajes que en la Escritura han sabido estar de cara a Dios. Contemplar significa mirar el hombre y el mundo con los ojos que brotan de estar en contacto con Dios en la oración echando la mirada a los acontecimientos desde la Palabra para interpretarlos como hechos que cada uno puede hacer como propiamente historia que redime.

No se trata de huir del presente en la contemplación sino de asumir la propia historia como lugar de la visión de Dios. Lo propio lo nuestro lo de todos los días como lugar de la manifestación de Dios. En el momento mismo en que Dios se quedó entre nosotros vino para quedarse en ese mismo momento la gloria de Dios con el cielo abierto ha venido ha instalarse en cada acontecimiento de la vida. En cada instancia de la vida podemos contemplar esa presencia. La mirada contemplativa sobre la persona de Jesús presente allí sencillamente mirándolo y dejándonos mirar por el. Es la meta del camino de la meditación la contemplación.

Ahí donde es posible quedarse en el descanso, en el silencio con Dios. Aquella indicación que Ignacio de Loyola da en los Ejercicios Espirituales cuando invita al camino de la oración. Allí donde uno encuentra gusto en la oración ahí hay que quedarse, rumear, dejar que el alma se llene de gozo y alegría porque es el querer de Dios que nosotros podamos cantar su gloria como lo hace Esteban mientras va padeciendo la muerte por testimoniar a Jesús el brilla su rostro al dejarse tomarse por la gloria de Dios en el cielo abierto para el. El cielo también se abre para nosotros .¿Donde el cielo se ha ido abriendo y nosotros hemos podido contemplar el misterio? ¿ como reconocer los cielos abiertos y de verdad ha sido el misterio lo que hemos contemplado?.

Cuando las cosas sencillas no hemos podido detener teniendo ahí paz, gozo, alegría. Descubrir que el lugar donde estemos es un pesebre permanente. La visita nuestra a los que viven en la calle es un pesebre permanente. Por eso peregrinamos con los peregrinos hasta el encuentro con el Señor que nos espera en el rostro de los que viven en la calle teniendo el cielo como el único techo y por eso podemos después compartir con gozo y alegría en medio de muchas carestías que tenemos la presencia del Señor allí vivo en medio nuestro en la caridad compartida con los que necesitan.

Para nosotros hay un cielo que se abrió y una presencia del Señor que nos dejó paz, alegría, gozo interior, certeza de decir aquí Dios está. Posiblemente haya sido un abrazo de paz, de esos que regala la Navidad cuando decimos Feliz Navidad y en ese decir decimos feliz nacimiento de Dios para tu vida.

Posiblemente haya sido una llamada de teléfono, un encuentro con un amigo o amiga, una conversación de una mesa familiar prolongada como a lo mejor hace tiempo no teníamos y pudimos en esa sobremesa descubrir en una conversación de anécdotas, de recuerdos, de risas, de proyectos, de esperanza descubrir que ahí Dios estaba. Tal vez la memoria agradecida de uno que ya no está en la mesa familiar. Debemos afrontar la propia realidad con la grandeza que da la certeza del cielo abierto. Se abrió el cielo y para nosotros llega desde el cielo la bendición. Contemplemos ese misterio en nuestra propia vida En el libro I de Crónicas en el capítulo 16 en el verso 1 en adelante se relata aquel acontecimiento grande del arca de la alianza puesta debajo de la tienda que David había preparado y el pueblo de Dios ofreciendo sacrificios, holocaustos y ofrendas al Señor y había establecido con El la alianza de Dios celebrada en la entrega de la propia vida como respuesta al amor de Dios que se había ofrecido en Gracia de alianza.

Ante aquel acontecimiento David invita diciendo: procuren hallar al Señor y su fuerza. Es decir invita a la contemplación no como una idea abstracta sino a la contemplación de una persona, alguien. Es un alguien Dios no un algo y en El está puesta la esperanza del pueblo y a El la fidelidad y el deseo humano, el más grande de todos los deseos está concentrado sobre su persona. Por eso hay que hablar de encuentro.

Es un encuentro de alianza significado en aquella alianza que está dentro del Arca de la Alianza, la que Dios había establecido como ley, contrato de amor con su pueblo en la figura de Moisés. Este misterio de alianza de amor, de encuentro con el rostro de Dios al que hay que buscar, María lo tiene entre sus manos y ayer contemplábamos a la Virgen con el niño entre sus manos y siguiendo la enseñanza que nos dejaba Lucas mirábamos no solamente sus manos sino también su corazón donde ella guardaba todo.

Eso es contemplar. Contemplar es guardar en lo secreto del propio corazón el misterio de la Palabra de Dios que se ha manifestado, se ha revelado para nosotros. Esta persona de Dios revelada en lo simple, en lo sencillo como un niño envuelto en pañales es para acogerlo en el corazón.

Para recibirlo allí y rumear de su presencia. María nos enseña el camino de la contemplación. Ella guardaba, rumeaba, meditaba la presencia de Dios en su propia vida. Dios será para ti una luz que durará hasta el final. Nos dice Isaías en Capítulo 60 en el verso 19.

Contemplar también como nos muestra también hoy el texto que nos habla del martirio de Esteban, ver la gloria de Dios, la luz eterna y colocarse ésta delante de nosotros en el horizonte y por eso no tener miedo a ninguna oscuridad. En la luz que brilla en la noche de Belén y que a partir de ahí todas las noches humanas bajo cualquiera de las significaciones con las que aparezca en la historia concreta no puede contra ésta luz.

No hay adversidad humana aun la más dolorosa, la más incomprensible como por ejemplo los genocidios que pueda contra ésta luz y por eso el testimonio de ésta luz para que brille ahí donde se ha ocultado la esperanza. De esto somos nosotros invitados a hablar y a testimoniar que la muerte y la desesperación que la misma muerte trae aparejada cuando no es vivida en clave de esperanza ha sido vencida por la presencia de aquel que ha venido ha familiarizarse con nosotros en todo hasta llegar a morir para resucitar desde la muerte e invitarnos a la vida.

Contemplamos el cielo abierto en un montón de realidades nuestras que nos hablan de la presencia de Dios que en ésta Navidad quiere multiplicarse por cientos de miles de modo de estar en medio nuestro mostrándonos su gloria en lo simple, en lo sencillo. Este es el sentido de envuelto en pañales, en lo cotidiano.

Así como después de la resurrección le dirá a los discípulos que vayan a Galilea. Es decir que vayan a las cosas suyas de todos los días. Así ahora el niño aparece envuelto en pañales. Simple, sencillo, en esto reconocerán la gloria de Dios, le dicen los ángeles a los pastores. Que vayan a Galilea le dice Jesús a sus discípulos.

Vayamos a lo nuestro de todo los días. No nos quedemos como le dice un ángel a los Apóstoles contemplando el cielo porque aquel que se fue volverá y vuelve en las cosas nuestras de todos los días y sigue viniendo el que llegó y sigue estando en medio de nosotros mostrándonos un rostro nuevo de lo humano. Dios se hizo hombre y a partir de allí el hombre tiene todo un camino por recorrer para ser más plenamente lo que está llamado a ser: imagen y semejanza de Dios. Dejémonos admirar de verlo en medio nuestro mostrándose de muchas maneras su gloria.

El texto del profeta Isaías dice cuando se refiere a la gloria de Yahvé que amanece sobre nosotros: levántate y brilla ha llegado tu luz y la gloria de Yahvé amanece sobre ti. La oscuridad cubre la tierra y los pueblos están en la noche pero sobre ti se levanta Yahvé y sobre ti aparece su gloria. Los pueblos se dirigen hacia tu luz y los reyes al resplandor de tu aurora, levanta los ojos a tu alrededor y contempla. Todos se reúnen y vienen a ti, tus hijos llegan de lejos y tus hijas son atraídas en brazos. Tu entonces al verlo te pondrás radiante. Palpitará tu corazón muy emocionado. Traerán a ti tesoros de todos lados del mar y llegarán a ti las riquezas de las naciones. Te inundará una multitud de camellos. Llegarán desde Madián y Efá. Los de Saba vendrán todos trayendo oro e incienso y proclamando la alabanza de Yahvé.

escrito por Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)
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