Buscar este blog

sábado, 30 de abril de 2016

"Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí"

Sábado de la quinta semana de Pascua
(30/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 16, 1-10. 

Pablo llegó luego a Derbe y más tarde a Listra, donde había un discípulo llamado Timoteo, hijo de una judía convertida a la fe y de padre pagano. Timoteo gozaba de buena fama entre los hermanos de Listra y de Iconio. Pablo quería llevarlo consigo, y por eso lo hizo circuncidar en consideración a los judíos que había allí, ya que todo el mundo sabía que su padre era pagano. Por las ciudades donde pasaban, transmitían las decisiones tomadas en Jerusalén por los Apóstoles y los presbíteros, recomendando que las observaran. Así, las Iglesias se consolidaban en la fe, y su número crecía día tras día. Como el Espíritu Santo les había impedido anunciar la Palabra en la provincia de Asia, atravesaron Frigia y la región de Galacia. Cuando llegaron a los límites de Misia, trataron de entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Pasaron entonces por Misia y descendieron a Tróade. Durante la noche, Pablo tuvo una visión. Vio a un macedonio de pie, que le rogaba: "Ven hasta Macedonia y ayúdanos". Apenas tuvo esa visión, tratamos de partir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba para que la evangelizáramos.


Salmo 100(99), 1-2.3.5.

Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.

Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.


del Evangelio según San Juan 15, 18-21.

Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.»










REFLEXIÓN: “Si el mundo os odia, sabed que primero me ha odiado a mí”

“El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna” (Jn 12,25). Se trata aquí de una verdad que el mundo contemporáneo a menudo rechaza y desprecia, porque hace del amor a sí mismo el criterio supremo de la existencia. Pero los testigos de la fe [del siglo XX] no han pensado en su ventaja propia, ni en su bienestar, ni tan sólo en su supervivencia como si fueran valores superiores a la fidelidad al Evangelio. A pesar de su debilidad, se han opuesto vigorosamente al mal. En su fragilidad ha brillado la fuerza de la fe y de la gracia del Señor.

La preciosa herencia que estos testigos de la fe nos han dejado es un patrimonio común a todas las Iglesias y a todas las Comunidades eclesiales… El ecumenismo más convincente es el de los mártires y los testigos de la fe; ello indica a los cristianos del siglo veintiuno el camino de la unidad. Es la herencia de la cruz vivida a la luz de la Pascua; herencia que enriquece y sostiene a los cristianos a medida que avanzan en el nuevo milenio…

¡Que en el siglo y milenio que empieza, la memoria de estos hermanos y hermanas, permanezca siempre viva! ¡Que se transmita de generación en generación, a fin de ser semilla fecunda de una profunda renovación cristiana! ¡Que se guarde como un tesoro de insigne valor para los cristianos del nuevo milenio y sea levadura para llegar a la plena comunión de todos los discípulos de Cristo!... ¡Pido al Señor para que la nube de testimonios que nos rodea (Hb 12,1) nos ayude a todos nosotros, creyentes, a saber expresar nuestro amor a Cristo con una valentía igual a la suya, para aquel que permanece viviendo en su Iglesia, hoy como ayer, mañana y siempre!

San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Homilía en la conmemoración ecuménica de los testigos de la fe del siglo XX, 7/5/00
(fuente: www.evangeliodeldia.org)

viernes, 29 de abril de 2016

"Ámense los unos a los otros, como yo los he amado"

Viernes de la quinta semana de Pascua
(29/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15, 22-31. 

En aquellos días, los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: "Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje. El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós". Los delegados, después de ser despedidos, descendieron a Antioquía donde convocaron a la asamblea y le entregaron la carta. Esta fue leída y todos se alegraron por el aliento que les daba.


Salmo 57(56), 8-9.10-12.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.

Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!

Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.

¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!


del Evangelio según San Juan 15, 12-17.

Jesús dijo a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»










REFLEXIÓN: Amar a Dios y al prójimo

Cuanto más se está unido al prójimo, más unido se está a Dios. Para que comprendáis el sentido de esta frase os voy a poner una imagen sacada de los Padres: Suponed un círculo trazado sobre la tierra, es decir, una línea redonda dibujada con un compás, y un centro. Precisamente se llama centro el punto más interior del círculo. Poned atención con vuestro espíritu a lo que os voy a decir. Imaginaos que el círculo es el mundo, el centro Dios, y los radios los diferentes caminos o maneras de vivir que tienen los hombres. Cuando los santos, deseando acercarse a Dios, caminan hacia el centro del círculo, tanto cuanto más penetran en el interior, se acercan los unos a los otros y al mismo tiempo de Dios. Cuanto más se acercan a Dios, tanto más se acercan los unos de los otros; y cuanto más se acercan los unos de los otros, más se acercan a Dios.

Y ya comprendéis que igual ocurre en sentido inverso: cuanto más uno se aleja de Dios para retirarse hacia lo exterior, es evidente que cuando uno se aleja de Dios, más se aleja de los demás, y cuanto más uno se aleja de los demás, más se aleja también de Dios.

Así es la naturaleza de la caridad. En la medida en que estamos en lo exterior y que no amamos a Dios, en esa misma medida nos alejamos cada uno del prójimo. Pero si amamos a Dios, tanto nos acercamos a Dios a través de la caridad para con él, tanto estamos en comunión de caridad con el prójimo; y tanto estamos unidos al prójimo cuanto lo estamos de Dios.

escrito por Doroteo de Gaza (c. 500 -?),
monje en Palestina
Instrucciones, VI, 76-78
(fuente: www.evangeliodeldia.org)

jueves, 28 de abril de 2016

"Permanezcan en mi amor"

Jueves de la quinta semana de Pascua
(28/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15, 7-21.

Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: "Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio, a fin de que ellos abracen la fe. Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio en favor de ellos, enviándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. El no hizo ninguna distinción entre ellos y nosotros, y los purificó por medio de la fe. ¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar? Por el contrario, creemos que tanto ellos como nosotros somos salvados por la gracia del Señor Jesús". Después, toda la asamblea hizo silencio para oír a Bernabé y a Pablo, que comenzaron a relatar los signos y prodigios que Dios había realizado entre los paganos por intermedio de ellos. Cuando dejaron de hablar, Santiago tomó la palabra, diciendo: "Hermanos, les ruego que me escuchen: Simón les ha expuesto cómo Dios dispuso desde el principio elegir entre las naciones paganas, un Pueblo consagrado a su Nombre. Con esto concuerdan las palabras de los profetas que dicen: Después de esto, yo volveré y levantaré la choza derruida de David; restauraré sus ruinas y la reconstruiré, para que el resto de los hombres busque al Señor, lo mismo que todas las naciones que llevan mi Nombre. Así dice el Señor, que da a conocer estas cosas desde la eternidad. Por eso considero que no se debe inquietar a los paganos que se convierten a Dios, sino que solamente se les debe escribir, pidiéndoles que se abstengan de lo que está contaminado por los ídolos, de las uniones ilegales, de la carne de animales muertos sin desangrar y de la sangre. Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados".


Salmo 96(95), 1-2a.2b-3.10.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.


del Evangelio según San Juan 15, 9-11.

Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»









REFLEXIÓN: Amados con el mismo amor con que Dios ama a su Hijo

Jesús no está hablando de la broma. El gozo del que nos habla Jesús es la alegría de quien está unido a Él y puede afrontar, incluso realidades dolorosas, y vivirlos con entereza. Es la alegría de los santos que enfrentando situaciones difíciles lo hacían con alegría porque sabían del tremendo amor de Dios. "Estamos unidos a Él y estando con Él quién nos moverá" dice el canto de los jóvenes. Es plenitud total de amor de Dios que nos desborda y nos deja sin palabras. Es ese amor el que produce abundantes frutos en nosotros. Jesús quiere que esa alegría sea plena y completa. ¡Qué bueno es saber que estamos llamados siempre a una alegría más grande, que se agranda y no se desgasta, hasta que nos inundemos de la alegría celestial!.

Jesús comunica la Buena Noticia y su alegría a quienes viven en su comunión. De hecho, esa alegría es fruto del amor mutuo entre Dios y el hombre y esa es la única explicación. Sólo viene y se comprende desde la intimidad del vínculo con Jesús. De ahí que todo el capítulo 15 del evangelio de San Juan aparece tantas veces este "permanecer". Jesús insiste con amor en que quede claro que el único modo de obrar bien es permaneciendo en Él. ¿Cómo se permanece en Él? Por la gracia, por los sacramentos, en la escucha de la Palabra y en el deseo y la intención de querer estar unidos a Él para que nuestras obras salgan de la fuerza del Espíritu que nos anima y transforma.

El Señor nos ama como cada uno de nosotros puede ser amado, porque somos diferentes. Tremendo misterio del amor de Dios que se hace cercano a cada una de nuestras realidades, para que desde ahí broten los buenos frutos. ¡Qué lindo sabernos amados por Jesús con el mismo amor que el Padre lo ama a Él! Ese amor es el que nos da una fuerza que nada puede vencerla.


Cumplir los mandamientos, permanecer en su amor

Jesús, al mismo tiempo en el texto que hoy la liturgia nos propone, nos indica el camino de la permanencia en el amor mutuo: "Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor". No hay otro camino ni otra alternativa. Quien quiera vivir en comunión con Él tiene que cumplir sus mandamientos e identificarse con su causa. Y de ahí brota la alegría del amor mutuo entre Dios y el hombre. Y en las obras está la expresión de ese amor que se convierte en gestos.

Compartimos un texto de Padre Francisco Fernández Carvajal del sitio homilías católicas:

Cada día comienza, en cierto modo, con un nacimiento y acaba con la muerte. Al final nuestro paso por el mundo habrá sido santo y agradable a Dios si cada jornada ha sido agradable a Dios desde que sale el sol al ocaso. El hoy es lo único que disponemos para santificarnos. Como dice el Salmo "el día le habla al día y la noche le pasa a la noche el mensaje". Pedimos en cada día que podamos hacer lo mejor sin importar lo que fue ayer, que ya pasó. El mañana está aún en las manos del Señor.

Lo que debemos santificar es el día de hoy y cómo empezarlo sino ofreciéndolo a Dios. Sólo quienes no conocen a Dios pueden empezar el día de cualqueir modo. El ofrecimiento del día es un acto de piedad que lo dirige a Dios desde sus comienzos, de la misma manera que la brújula señala al Norte. El ofrecimiento de obras nos dispone desde el primer momento para escuchar y atender las innumerables inspiraciones y mociones del Espíritu Santo en este día, que ya no se repetirá nunca más. Hoy si oís su voz no queráis endurecer vuestros corazones4. Y en cada jornada nos habla Dios.

Le decimos al Señor que le queremos servir en el día de hoy, que le queremos tener presente. «Renovad cada mañana, con un "¡te serviré, Señor!", el propósito de no ceder, de no caer en la pereza o en la desidia, de afrontar los quehaceres con más esperanza, con más optimismo, bien persuadidos de que si en alguna escaramuza salimos vencidos podremos superar ese bache con un acto de amor sincero»5.

Nuestras obras llegarán antes a Dios si hacemos el ofrecimiento a través de su Madre, que es también Madre nuestra. «Aquello poco que desees ofrecer, procura depositarlo en aquellas manos de María, graciosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor sin sufrir de Él repulsa»6.

San Pablo exhortaba a los primeros cristianos a ofrecer todo su día a Dios. Recomendaba a los primeros cristianos de Corinto: Ya comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios8. Y a los colosenses: Y todo cuanto hagáis de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por Él9.

Muchos buenos cristianos tienen el hábito adquirido de dirigir su primer pensamiento a Dios. Y enseguida el «minuto heroico», que es una buena ayuda para hacer bien el ofrecimiento de obras y comenzar bien el día. «Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba! —El minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza»10. «Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.


Dirigir el primer pensamiento a Dios

Aunque no hay por qué adaptarse a una fórmula concreta, es conveniente tener un modo habitual de hacer esta práctica de piedad, tan útil para que marche bien toda la jornada. Unos recitan alguna oración sencilla aprendida de pequeños… o de mayores. Es muy conocida esta oración a la Virgen, que sirve a la vez de ofrecimiento de obras y de consagración personal diaria a Nuestra Señora: ¡Oh Señora mía! ¡Oh madre mía! Yo me ofrezco del todo a Vos, y en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, ¡oh Madre de bondad!, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén.

Aparte del ofrecimiento de obras, cada cual verá lo que estima oportuno añadir a sus oraciones al levantarse: alguna oración más a la Virgen, a San José, al Ángel de la Guarda. Es un momento también oportuno para traer a la memoria los propósitos de lucha que se concretaron en el examen de conciencia del día anterior, renovando el deseo y pidiendo a Dios la gracia para cumplirlos.

Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: sálvanos hoy con tu poder, para que no caigamos en ningún pecado; sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos12.

En la Santa Misa encontramos el momento más oportuno para renovar el ofrecimiento de nuestra vida y de las obras del día. Cuando el sacerdote ofrece el pan y el vino, nosotros ofrecemos cuanto somos y poseemos, y todo aquello que nos proponemos hacer en esa jornada que comienza. En la patena ponemos la memoria, la inteligencia, la voluntad… Además, familia, trabajo, alegrías, dolor, preocupaciones… Y las jaculatorias y actos de desagravio, las comuniones espirituales, las pequeñas mortificaciones, los actos de amor con que esperamos llenar el día. Siempre resultarán pobres y pequeños estos dones que ofrecemos, pero al unirse a la oblación de Cristo en la Misa se hacen inconmensurables y eternos. «Todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechas en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida, si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (Cfr. 1 Pdr 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosamente al Padre junto con la oblación del Cuerpo del Señor»14.

En el altar, junto al pan y al vino, hemos dejado cuanto somos y poseemos: ilusiones, amores, trabajos, preocupaciones… Y en el momento de la Consagración se lo entregamos definitivamente a Dios. Ahora, ya nada de eso es solo nuestro, y por tanto –como quien lo ha recibido en depósito y administración– deberemos utilizarlo para el fin al que lo hemos destinado: para la gloria de Dios y para hacer el bien a quienes están cerca de nosotros.

El haber ofrecido todas nuestras obras a Dios nos ayudará a hacerlas mejor, a trabajar con más eficacia, a estar más alegres en la vida de familia aunque estemos cansados, a ser mejores ciudadanos, a vivir mejor la convivencia con todos. El ofrecimiento de nuestras obras podemos repetirlo, aunque solo sea con el pensamiento, muchas veces a lo largo del día; por ejemplo, cuando iniciamos una nueva actividad, o cuando lo que estamos haciendo nos resulte particularmente dificultoso. El Señor también acepta nuestro cansancio, que así adquiere un valor redentor.

Vivamos cada día como si fuera el único que tenemos para ofrecer a Dios, procurando hacer las cosas bien, rectificando cuando las hemos hecho mal. Y un día será el último y también se lo habremos ofrecido a Dios nuestro Padre. Entonces, si hemos procurado vivir ofreciendo continuamente a Dios nuestra vida, oiremos a Jesús que nos dice, como al buen ladrón: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso15.


Un gozo perfecto desde su amor

Únicamente podemos vivir en alegría y dar buenas obras estando unidos a Él. Por eso es muy bueno comenzar el día con el ofrecimiento de obras para poder permanecer en su amor. Aún las dificultades de la vida son nada frente al gozo de saberse profundamente amados por Él. Y así también podemos hacer de nuestras obras una ofrenda a Dios. El cansancio y la dificultad también son recibidos gratamente por el Señor y adquieren un valor redentor.

Permanecer en Cristo y saber que unidos a Él y desde su amor, el gozo es perfecto y nos invita a vivir cada día como si fuese único.

1 Sal 18, 3. —
2 R. A. Knox, Ejercicios para seglares, Rialp, 2ª ed., Madrid 1962, pp. 45-46. —
3 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 253. —
4 Sal 94, 7-8. —
5 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 217. —
6 San Bernardo, Hom. en la Natividad de la B. Virgen María, 18. —
7 Casiano, Colaciones, 21. —
8 1 Cor 10, 31. —
9 Col 3, 17. —
10 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 206. —
11 Ibídem, n. 191. —
12 Liturgia de las Horas. Laudes. —
13 Ibídem, Oración de Laudes. Lunes 1ª semana. —
14 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 34. —
15 Lc 23, 43.

escrito por el Padre Daniel Cavallo
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

miércoles, 27 de abril de 2016

"Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador"

Miércoles de la quinta semana de Pascua
(27/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-6. 

Algunas personas venidas de Judea enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros. Los que habían sido enviados por la Iglesia partieron y atravesaron Fenicia y Samaría, contando detalladamente la conversión de los paganos. Esto causó una gran alegría a todos los hermanos. Cuando llegaron a Jerusalén, fueron bien recibidos por la Iglesia, por los Apóstoles y los presbíteros, y relataron todo lo que Dios había hecho con ellos. Pero se levantaron algunos miembros de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe, y dijeron que era necesario circuncidar a los paganos convertidos y obligarlos a observar la Ley de Moisés. Los Apóstoles y los presbíteros se reunieron para deliberar sobre este asunto.


Salmo 122(121), 1-2.3-4a.4b-5.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor!»
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.


del Evangelio según San Juan 15, 1-8.

Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
















REFLEXIÓN

El Evangelio de San Juan tiene diferencias marcadas con respecto a los otros Evangelios. Una de ellas es que el autor no se contenta con reproducir más o menos literalmente las Palabras pronunciadas por Jesús y conservadas por la tradición de la comunidad primitiva sino que a partir de ese acontecimiento, de esas Palabras y esas tradiciones ofrece a los lectores largos desarrollos que permiten contemplar las profundidades que se ocultan en esos dichos y en esos acontecimientos.

El autor del Evangelio que habla iluminado por el Espíritu Santo alcanza con su mirada hasta donde ninguno de los otros Evangelios había llegado. Por esa razón muy antiguo se ha elegido el águila como el signo en el que se representa el Evangelio de Juan por la altura, la majestuosidad, por la hondura, por la profundidad de su vuelo.

En éste Evangelio se narra una cena de Jesús celebrada antes de la fiesta de la Pascua en la que el Señor se extiende en un largo discurso. Para componer ese discurso el autor del Evangelio ha desarrollado y profundizado expresiones de Jesús que daban a entender de manera velada cual es la relación que hay entre El y el Padre. El Padre y yo somos uno. Si El trae la paz es porque viene de éste lugar de convivencia no por un orden establecido bajo un sistema de seguridad y equilibrio de fuerzas sino por un lugar nuevo de saber estar unos con otros como el Padre está en El y El en El Padre.

La comunidad llegó a comprender el sentido de su expresión solo después que se hizo presente el Espíritu Santo. Este texto tan bonito que hemos compartido hoy se proclama también en la Misa de estos días. En la de Hoy y en la del domingo que pasó y se trata de una comparación.

Podríamos llamar de una alegoría semejante a otras encabezadas por la misma expresión donde Jesús da a entender su condición divina: Yo soy. Esta expresión es propia del Antiguo Testamento y más particularmente del Exodo cuando Dios da a conocer su identidad: Yo soy el que soy. Cuando Jesús dice Yo soy el Buen Pastor, la luz del mundo, la vid ustedes son los sarmientos, Yo soy el agua viva, Yo soy el camino, la verdad y la vida. Este Yo soy da a entender la condición de cielo en la carne de Jesús que se manifiesta. Yo soy la vid, ustedes son los sarmientos el que permanece en mi y yo en el ese da mucho fruto.

La vid verdadera. Este punto de nuestro encuentro de hoy que nos abre en éste segundo bloque. Como es que hay una vid que es falsa entonces.

Cuando uno contempla las condiciones del terreno y del clima en Israel la viña es una plantación que exige mucho cuidado, mucha atención. Por esa razón hablar de la vid o la viña equivale a mencionar una propiedad por la que el dueño se desvive y cuida de una manera muy especial. Es así que la vid y la viña aparecen con frecuencia en la Biblia para representar a Israel, el pueblo de Dios, al llamado pueblo de Dios por el que Dios tiene tanta delicadeza y tanto cuidado.

A veces se muestra el amor de Dios por su pueblo comparándolo con una vid que el Señor transplantó desde Egipto y plantó cuidadosamente. La rodeó de toda clase de cuidados para que se extienda, para que cubra un extenso territorio. Otras veces la viña o la vid debía ser reprendida porque no daba los frutos esperados y no respondía al cuidado que se había prodigado.

La viña del Antiguo Testamento es el pueblo de Israel como lo dice explícitamente el Profeta Isaías que como boca de Dios habla de ésta condición de vid y en cuanto tal el pueblo se ve allí identificado. Ahora Jesús habla de la vid pero añadiendo que El es la vid verdadera. Con ésta aclaración “verdadera” la vid del Antiguo Testamento queda no como falsa sino como figura que preparó la llegada de la vid, Cristo Jesús. El evangelista ya había identificado a Jesús con la luz verdadera. En la Palabra El es el pan verdadero.

También ha aparecido como el Buen Pastor con lo cual está diciendo que hay otros pastores que no son verdaderos, que son falsos, que son aparentes. En la vid verdadera la pertenencia a la planta no se da por razones de sangre sino por la adhesión atractiva del amor de Dios que pone en profunda comunión al Cristo vid con cada uno de los miembros que formamos parte como sarmientos de ésta condición suya vital unidos por la savia de la fe que recorre nuestra condición total de vid con Cristo.

He ahí la invitación a permanecer que el Evangelio de Juan nos viene diciendo desde ayer en todos estos días y hoy también lo dice quien permanece unido a la vid da mucho fruto. Ayer también lo decía sin mi no pueden hacer nada. Es una unión recíproca Cristo y nosotros, nosotros en Él.

Esta unión es en términos de amor que nos une, que nos permite ir y volver, salir y entrar sin dificultades. La savia de la vid es el amor que fluye y que va y que viene Cuando un sarmiento por distintos motivos no deja llegar ésta savia a su ser entonces se lo arroja afuera ¿ cuando no? Cuando éste sarmiento da fruto para que de más fruto todavía es podado.

Cuando el sarmiento es podado da más fruto. Es como que la savia encuentra un límite en aquel lugar donde se corta el sarmiento y empieza como a generar sobre aquel lugar del límite el desarrollo con mayor fuerza por toda la vitalidad que trae la savia del amor y hace que más frutos se produzcan. Es un lugar interesante para leer las pruebas por las que Dios nos va haciendo pasar.

Los momentos de crisis por los que Dios nos va haciendo transitar. Dejémonos podar por Dios y dejemos que en la poda Dios produzca más fruto. Para poder entrar en esa dinámica de ofrenda y entrega hay que entender la dinámica del amor con el que Dios se entrega y nos invita a entregarnos con El. Es una poda en la que Dios nos quiere libremente adhiriendo a Él.

No es sufrida para que de verdaderamente fruto sin que nosotros no adhiramos a ese momento. Por eso es bueno revisar nuestra vida y en cada uno de nosotros descubrir cuantas podas hemos sufrido. Cuantos momentos críticos de nuestra vida, cuantos momentos de dolor, de sufrimiento, de pérdida, de enfermedades, de circunstancias inesperadas sufridas en su inesperada manifestación de cambio, de transformaciones, de decisiones que había que tomar.

Cuantas veces la hicimos sin estar del todo convencidos de que eso era lo mejor para nosotros. Cuantas veces hemos padecido, soportado la situación no deseada ni querida donde hemos sido cortados, heridos en lo más profundo de nuestro ser. El Señor nos invita a mirar esos momentos de nuestra historia y a decir acepto, quiero, adhiero, digo que si. Pertenezco a la vid en esa poda.

Te aseguro que no va a pasar mucho tiempo hasta que puedas ver en aquel momento en principio y entre comillas desgraciado que me toco sufrir. Cuanta vida comenzó a nacer en el mismo momento en el que se producía la poda. La poda que Dios hace de nosotros si la reconocemos bajo un signo del amén, que así sea, seguramente comienza a despuntar en nuestra vida como los momentos de mayor fecundidad, de mayor riqueza.

Te invito no solamente a mirar las podas sino a poder entrar sobre ese lugar de tu historia con ésta mirada de riqueza, de vida, de fruto con el que Dios a partir de aquellos momentos dolorosos e incomprensibles en el momento que ocurrieron que hicieron dar después mucho fruto que te hicieron madurar, crecer, ser fuerte, liberarte de tus miedos, sanar lo que parecía que no era una sanidad sino una herida que se abría más grande. El Señor viene a ese lugar de tu vida a reconciliarte con El y desde ese mismo lugar reconocer cuanto fruto se produjo cuando eras podado y podada en tu vida.

El discípulo que permanece en Jesús recibe junto con la vida divina, la fuerza del amor que proviene de Dios. Ese amor lo impulsa a poner su vida al servicio de los otros e incluso a entregarla como Jesús para que todos puedan tener vida. La pertenencia a la vid produce alegría y es la gloria de la vida de los discípulos.

Lo importante es que demos fruto y para que demos más fruto el asociarnos a la Pascua de Cristo y sumarnos a su suerte es el lugar desde donde la vida en Cristo se hace verdaderamente rica permaneciendo en El para dar mucho fruto, no un poco de fruto. La alegoría de la vid nos muestra que la obra apostólica es en realidad una tarea que realiza Jesús por medio de nosotros en cuanto estamos unidos a El. Nadie puede atribuirse nada así como las ramas pueden decir son ellas las que producen los racimos tampoco nosotros podemos decir que por más fecunda que sea nuestra tarea apostólica pertenece a nosotros esa posibilidad de desarrollo y crecimiento sino a El que viene a llevar adelante su obra.

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

martes, 26 de abril de 2016

"Les dejo la paz, les doy mi paz"

Martes de la quinta semana de Pascua
(26/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 14, 19-28. 

Vinieron de Antioquía y de Iconio algunos judíos que lograron convencer a la multitud. Entonces apedrearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad. Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe. Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos. Después permanecieron largo tiempo con los discípulos.


Salmo 145(144), 10-11.12-13ab.21.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.


del Evangelio según San Juan 14, 27-31a.

Jesús dijo a sus discípulos: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman ! Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»













REFLEXIÓN: Jesús, desde la cruz nos da su paz

Ser cristiano es compartir la vida de Cristo y con Cristo, creer que él camina a tu lado, que se sienta junto a vos, que comparte tus pensamientos y sentimientos, que, en cualquier momento, le podes hablar y también lo podes escuchar. Ésta es una de las claves para conservar la paz. Por eso, el Señor le dijo a sus discípulos y hoy quiere decirte a vos: “Les dejo la paz, mi paz les doy” (Juan 14,27). Esta paz no es de cementerio sino una paz que moviliza en la construcción de un mundo nuevo y que viene del misterio pascual.

Esta paz de Jesús fluye en el creyente, al vivir en clave pascual, y en todas las dimensiones de su existencia. Vivir la vida con entrega absoluta, hasta el fin. Porque las cosas a medias generan insatisfacción, en cambio nos da paz cuando no nos guardamos nada y convencidos del camino a recorrer hacemos entrega hasta lo último de nosotros.

Jesús desde la cruz, aún en medio de los mayores tormentos, mantiene la dignidad propia de quienes conservan la paz en todas las circunstancias de la vida y expresa: “Todo está cumplido” (Juan 19,30). Ahí hace entrega del último aliento de su vida. El Señor nos invita a dar lo mejor de nosotros mismos y en paz. El cotidiano caminar del Señor en medio nuestro es desde donde se puede vivir en paz en medio de las tribulaciones.

Jesús, en la cruz evoca todo el abanico de profecías que sobre él se habían hecho. Comprueba que no queda nada por cumplir. En esa circunstancia de tanto dolor, desciende una gran paz sobre el espíritu del Señor. Todo está cumplido, ya puede regresar serenamente a la casa de su Padre para reencontrarse y fundirse con él en un abrazo eterno. Así el Señor nos conduce en este día a hacer entrega y ofrenda de nosotros mismos. En el “todo está concluído” supone que un tiempo nuevo llega. Lo mismo en nuestras entregas, dejamos y renunciamos a algo para darle lugar a otro escenario. En esas coordenadas puntuales del tiempo y del espacio de nuestras ofrendas, sentimos que de corazón algo se acaba y desde el misterio de la pascua entender que allí mismo todo comienza a ser de nuevo.

Estamos siempre de salida y ahí algo va muriendo y algo nuevo llega. Mirar la vida desde esta perspectiva nos anima a preparar el corazón para que cada día decir “olvidando el camino recorrido me lanzo hacia adelante en búsqueda de la meta”, como dice San Pablo.

En la ofrenda de la vida que hacemos por entregar nuestro último aliento, no se nos pide un camino de masoquismo, sino que vivamos el misterio de la pascua asociado al del crucificado resucitado, el herido sanado. Allí se esconde el lugar donde Jesús nos dice “la paz esté con ustedes”.

En el Huerto de los Olivos, experimentó la angustia más profunda exclamó: “Padre mío, si es posible, que se pase de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26, 39). Entonces, vino un ángel del cielo a consolarlo y la paz regresó. En el calvario, esa sensación de lejanía y aridez que pudo haber experimentado en el Huerto de los Olivos, fue definitivamente superada. También después del Gólgota viene la resurrección.

En los momentos de profundo dolor de tu vida, Jesús en el Getsemaní pide con vos que si es posible se aparte de vos ese caliz pero que se haga la voluntad del Padre. Ciertamente la naturaleza humana resiste a la cruz, pero por la gracia de Dios en la ofrenda de la vida vencemos y nos llega la vida.

Por lo demás, Dios promete a los hombres y mujeres que trabajen por la paz: “No te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna” (Salmo 91,10-12).

Al haber Jesús cumplido, a fondo, la voluntad del Padre, es fuente de paz infinita que se irradia, desde la cruz hasta el mundo, y que lleva al centurión a exclamar: “Verdaderamente este era Hijo de Dios” (Marcos 15,39).

Si tanto en los momentos de alegría, como en los de aflicción, sos generoso en la entrega al plan de Dios, siendo instrumento de su paz, para tus amigos y para aquellos que se muestran enemigos, entonces, arraigarás en tu interior una paz cada vez más firme. En los momentos en que te parezca que estas por perderla, esta armonía regresará a través de quien menos lo imaginas.


Subiendo a un lugar elevado

La cruz, en algunas etapas de la existencia del cristiano, también puede ayudarlo a subir a lo alto del monte, a un lugar elevado. Así, podrá diferenciar lo esencial en la vida, de lo accesorio o secundario. Empezando, de este modo, a reajustar el orden de los valores y prioridades. Si hay algo que es propio del camino de la paz es cuando las cosas están en su lugar.

No obstante esto lo logrará, siempre y cuando, no se quede encerrado en el propio dolor, o en el enojo y el resentimiento; sino, en la medida en que lo que genera cruz sea oprobio o humillaciones se vaya entregando al Padre, junto a las situaciones de dolor, por las manos de Jesús. Desde esa entrega tuya, Dios hace nuevas todas las cosas.

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

lunes, 25 de abril de 2016

"Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación"

Fiesta de san Marcos, evangelista
(25/04/2016)

Epístola I de San Pedro 5, 5b-14. 

Queridos hermanos: Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes. Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que él los eleve en el momento oportuno. Descarguen en él todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes. Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por el mundo padecen los mismos sufrimientos que ustedes. El Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Cristo, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y confirmará, los hará fuertes e inconmovibles. ¡A él sea la gloria y el poder eternamente! Amén. Les escribo estas palabras por medio de Silvano, a quien considero un hermano fiel, para exhortarlos y atestiguar que esta es la verdadera gracia de Dios: permanezcan adheridos a ella. La iglesia de Babilonia, que ha sido elegida como ustedes, los saluda, lo mismo que mi hijo Marcos. Salúdense los unos a los otros con un beso de amor fraternal. Que descienda la paz sobre todos ustedes, los que están unidos a Cristo.


Salmo 89(88), 2-3.6-7.16-17.

Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
«Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.»

El cielo celebre tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos,
porque ¿quién es comparable al Señor
en las alturas?
¿quién es como el Señor entre los hijos de Dios?

¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte!
Ellos caminarán a la luz de tu rostro;
se alegrarán sin cesar en tu Nombre,
serán exaltados a causa de tu justicia.


del Evangelio según San Marcos 16, 15-20.

Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación." El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán". Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.








REFLEXIÓN

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación»

El Señor de todas las cosas ha dado a sus apóstoles el poder de proclamar el Evangelio. Y es por ellos que nosotros hemos conocido la verdad, es decir, la enseñanza del Hijo de Dios. Es a ellos a quienes el Señor ha dicho: «El que a vosotros escucha, a mí me escucha; el que os rechaza a mí me rechaza y rechaza al que me ha enviado» (Lc 10,16). Porque nosotros no hemos conocido el plan de nuestra salvación por otros sino por aquellos que han hecho llegar el Evangelio hasta nosotros.

Primeramente ellos predicaron este Evangelio. Después, por voluntad de Dios, nos lo transmitieron en las Escrituras para que llegue a ser «el pilar y el sostén» de nuestra fe (1Tm 3,15). No se puede decir, como lo pretenden algunos que se jactan de ser los correctores de los apóstoles, que éstos predicaron antes de alcanzar el conocimiento perfecto. En efecto, después que nuestro Señor hubo resucitado de entre los muertos y que los apóstoles fueron «revestidos con la fuerza de lo alto» (Lc 24,49) por la venida del Espíritu Santo, fueron llenos de una certeza total respecto de todo y poseyeron el conocimiento perfecto. Entonces se marcharon «hasta los confines de la tierra» (Sl 18,5; Rm 10,18) proclamando la Buena Noticia de los bienes que nos vienen de Dios y anunciando a los hombres la paz del cielo. De manera que todos por igual y cada uno en particular poseían el Evangelio de Dios.

escrito por San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208),
obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías, III, 1
(fuente: www.evangeliodeldia.org)

domingo, 24 de abril de 2016

"Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros"

Quinto domingo de Pascua
(24/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27. 

Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.


Salmo 145(144), 8-9.10-11.12-13ab.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.


Apocalipsis 21, 1-5a.

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: "Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó". Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas". Y agregó: "Escribe que estas palabras son verdaderas y dignas de crédito.


del Evangelio según San Juan 13, 31-33a.34-35.

Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros".











REFLEXIÓN

Comienzan las palabras de despedidas de Jesús, que hemos escuchado en este texto del Evangelio. Sabemos que todas las palabras son importantes, mucho mas éstas, por que son como las palabras de su testamento. De alguna manera Jesús quiere dejar grabado a fuego lo esencial. Lo más importante para que sus discípulos de ayer, nosotros de hoy y los de siempre lo tengamos en cuenta.

Recordemos brevemente que es en este contexto en donde Jesús realiza ese gesto inaudito, solo reservado a los esclavos, de lavar los pies a los discípulos y que hemos revivido el Jueves Santo. Además en este contexto el Señor nos deja su mandamiento, el que nos identifica como discípulos suyos.

La verdadera señal o el distintivo de los cristianos “Amansen los unos a los otros, como Yo los he amado”. Nos podemos preguntar ¿Por qué es nuevo este mandamiento?, si ya en el Antiguo Testamento aparecía en el libro del Levítico. Es nuevo por dos motivos, por que solo gracias a Jesús, a su entrega total, podemos saber todo lo que significa amar al hermano, amarlo hasta las últimas consecuencias. Por otro lado también es nuevo por que gracias a la vida interior que el nos comunica, gracias a la donación de su espíritu podemos tener la fuerza para vivirlo con sinceridad y con verdad.

Les propongo una breve oración:

Señor Jesús resucitado, tú que con la victoria sobre la muerte haces nuevas todas las cosas, renueva nuestro corazón joven con la fuerza de tu Espíritu para que podamos amar con la medida de tu corazón. Así ser parte, como decía el Papa Benedicto, de la “revolución de Dios”, “la revolución del amor”. Quiero ser parte de ella, desde las pequeñas cosas o poniendo el amor al odio, la mansedumbre a la violencia, el perdón a la venganza, la paz a la enemistad.

escrito por Monseñor Damián Bitar
Obispo de la Diócesis de Oberá
(fuente: www.oleadajoven.org.ar)

sábado, 23 de abril de 2016

"El que me ha visto, ha visto al Padre"

Sábado de la cuarta semana de Pascua
(23/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 44-52. 

Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: "A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra". Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región. Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra ellos, se dirigieron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.


Salmo 98(97), 1.2-3ab.3cd-4.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.


del Evangelio según San Juan 14, 7-14.

Jesús dijo a sus discípulos: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre." Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."











REFLEXIÓN

Felipe dice una frase que nos puede ayudar a darnos cuenta que es lo que realmente busca nuestro corazón, porque en estos tiempos está claro que hay un montón de necesidades en los corazones de las personas. Pero también percibimos que de entre todas esas necesidades hay muchas, o casi todas podríamos decir, que son necesidades superficiales muchas veces necesidades creadas por los mismos medios de comunicación, el mismo círculo de la compra y de la venta del consumo tiene como parte crear una necesidad para que entonces después se busque por todos los medios conseguir eso para que así el corazón quede saciado.

Pero como resulta que el corazón no se sacia con cualquier cosa entonces el círculo se hace vicioso y se va agrandando cada vez más esta búsqueda de un algo que llene, y que en realidad hoy Felipe nos da con la tecla, porque él le dice a Jesús “Señor muéstranos al Padre y eso nos basta” Cómo necesitamos volver cada vez más a esta necesidad única que tiene nuestro corazón; cuando Jesús está con Marta y con María, allí en Betania a unos pocos kilómetros de Jerusalén en esa casa de amigos donde también estaría Lázaro probablemente, Marta iba y venía y se inquieta con María porque no le ayuda y después se termina enojando con Jesús le dice, “Maestro,¿no te importa que mi hermana no me ayude, que me deje sola con todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude ” y Jesús le dice “Te inquietas, te agitas por muchas cosas Marta” andas buscando mucho , andas pensando que en la inquietud vas a poder encontrar la paz y ,en vez, María ha elegido la mejor parte que no le será quitada.

Pocas cosas, o más bien una sola es necesaria , esta cosa necesaria es la que Felipe hoy le está diciendo a Jesús , “muéstranos al Padre y eso nos basta”; Agustín lo decía con tanta claridad “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón va a estar inquieto hasta que no descanse en Ti” nos va a bastar el descansar en vos, eso es lo único que estamos buscando dice Agustín con esta oración tan bella .

También está claro en este evangelio esta profunda comunión que hay entre Jesús y El Padre, y que nosotros no podemos pretender hacer como un saltito de aquí al Padre sino que solamente a través de Jesús vamos a encontrar el verdadero rostro del Padre, porque Jesús es la imagen viva del Padre “El que me ve a mí, ve al Padre. Yo estoy en el Padre, el Padre está en mí. Cuanto les enseño no viene de mí sino que es el Padre el que hace sus obras ”.

Hay una profunda comunión entre el Padre y el Hijo, asique este camino de que nuestro corazón descanse en Dios, de que nos pueda bastar el verlo al Padre se hace únicamente a través del conocimiento afectivo, profundo, vital, experiencial de quién es Jesús. Te animo a ir caminando cada vez más hondamente sobre todo a través de los evangelios en esta búsqueda y en este encontrarlo a Jesús para que puedas tener “vida” en su nombre.

escrito por el P. Fernando Goicochea
Sacerdote Salesiano de Don Bosco
(fuente: www.oleadajoven.org.ar)

viernes, 22 de abril de 2016

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí"

Viernes de la cuarta semana de Pascua
(22/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 26-33. 

Habiendo llegado Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: "Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen a Dios. En efecto, la gente de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado, pero las cumplieron sin saberlo, condenando a Jesús. Aunque no encontraron nada en él que mereciera la muerte, pidieron a Pilato que lo condenara. Después de cumplir todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del patíbulo y lo pusieron en el sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos y durante un tiempo se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los mismos que ahora son sus testigos delante del pueblo. Y nosotros les anunciamos a ustedes esta Buena Noticia: la promesa que Dios hizo a nuestros padres, fue cumplida por él en favor de sus hijos, que somos nosotros, resucitando a Jesús, como está escrito en el Salmo segundo: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy."


Salmo 2, 6-7.8-9.10-11.

«Yo mismo establecí a mi Rey
en Sión, mi santa Montaña.»

Voy a proclamar el decreto del Señor:
El me ha dicho: «Tú eres mi hijo,
yo te he engendrado hoy.»

«Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra."

Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla»

Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra.
Sirvan al Señor con temor.


del Evangelio según San Juan 14, 1-6.

Jesús dijo a sus discípulos: "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."
















REFLEXIÓN

Queridos amigos oyentes de Radio María una ves mas el Señor nos regala su palabra que nos llega con toda su fuerza, su poder de encaminarnos hacia la bondad, el amor y la vida.

Nos encontramos hoy con este hermoso pasaje del Evangelio de San Juan en su capitulo 14 que nos viene lleno de promesas, lleno de consuelos, es una verdadero discurso de despedida en donde Jesús quiere dar animo a sus discípulos; primero les dice que se va pero que volverá para buscarlos y llevarlos hacia el lugar en donde el preparará para que estén con El.

Y aquí nosotros somos llamados a entender que este estar con Jesús no sucederá solamente después de nuestra muerte en una perspectiva escatológica sino que comienzan ahora en la vida de aquellos que lo han descubierto como resucitado.

Su partida significa que El ya no estará de un modo visible, sino mas bien de un modo más bello y profundo en lo íntimo de nuestras vidas, El vive ahora en nosotros y a través de nosotros, El habla a través de nuestra vos, mira a través de nuestros ojos, siente a través de nuestro corazón.

Cuando los discípulos le preguntan donde va y como harán para seguirlo, Jesús responde que El es el camino, la verdad y la vida, es decir que simplemente deben dejarse tomar por El y que con El encontraran todo.

Nosotros tambien somos llamados a dejarnos consolar por estas palabras, porque puede ser que la vida nos haya negado muchas cosas, hemos tenido muchas perdidas que nos han quitado, pero la buena noticia que nos entrega la palabra hoy es que hay una presencia en nuestra vida que nos permite superar toda ausencia, hay un gozo diferente que nos permite superar todo dolor y toda perdida.

Que el Señor nos conceda la gracia de ponernos en este camino con la certeza de que solo por El alcanzaremos la vida en plenitud. Que Dios los bendiga y la Madre los proteja.

escrito por el P. Ivanildo Sales Chavez
Asesor de la Pastoral Juvenil de los Agustinos Recoletos
(fuente: www.oleadajoven.org.ar)

jueves, 21 de abril de 2016

El amor de Jesús aproxima, acerca y hermana

Jueves de la cuarta semana de Pascua
(21/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 13,13-25. 

Desde Pafos, donde se embarcaron, Pablo y sus compañeros llegaron a Perge de Panfilia. Juan se separó y volvió a Jerusalén, pero ellos continuaron su viaje, y de Perge fueron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: "Hermanos, si tienen que dirigir al pueblo alguna exhortación, pueden hablar". Entonces Pablo se levantó y, pidiendo silencio con un gesto, dijo: "Escúchenme, israelitas y todos los que temen a Dios. El Dios de este Pueblo, el Dios de Israel, eligió a nuestros padres y los convirtió en un gran Pueblo, cuando todavía vivían como extranjeros en Egipto. Luego, con el poder de su brazo, los hizo salir de allí y los cuidó durante cuarenta años en el desierto. Después, en el país de Canaán, destruyó a siete naciones y les dio en posesión sus tierras, al cabo de unos cuatrocientos cincuenta años. A continuación, les dio Jueces hasta el profeta Samuel. Pero ellos pidieron un rey y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, por espacio de cuarenta años. Y cuando Dios desechó a Saúl, les suscitó como rey a David, de quien dio este testimonio: He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón que cumplirá siempre mi voluntad. De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús. Como preparación a su venida, Juan había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel. Y al final de su carrera, Juan decía: 'Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene aquel a quien yo no soy digno de desatar las sandalias'.


Salmo 89(88), 2-3.21-22.25.27.

Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
«Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.»

«Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso.»

Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»


del Evangelio según San Juan 13, 16-20.

Después de haber lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo: "Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió".



















REFLEXIÓN

Un primer punto que abre nuestro encuentro. Un gesto sorprendente que nace de un mandato sorprendente:

Es Jesús el que sorprende con este gesto de ponerse a lavarles los pies a los discípulos, como lo hacían los sirvientes con su amo. Como lo hace él humillándose pero no con el abajamiento del que no tiene buen aprecio por sí mismo, sino con el abajamiento que supone llegar hasta donde el otro está. Y acomodarse a su circunstancia. Propio del Amor que se adapta y se recrea para poder llegar hasta donde está el otro.

Eso que decíamos al comienzo de la catequesis, intentamos nosotros cada día, cuando sentimos el fuego interior que nos quema para llegar hasta donde vos te encontrás.

El Señor Jesús declara que da a sus discípulos un mandato nuevo. Que nace de una presencia nueva. De Dios el Padre. El que lo ha enviado a Él y el que lo ha puesto todo en sus manos. Recibiendo la ofrenda del Hijo, en la entrega hasta de la Vida por amor. Sin importarle más que amar. Hasta llegar a donde se encuentre el hombre perdido, sumido en aquello que le hace dejar de ser lo que está llamado a ser.

La fuerza de iniquidad que atenta contra la vida en todos los sentidos. Para eso Dios ha inventado la manera de perderse entre los lugares de muerte para rescatarnos de la muerte.

Perderse en cuanto entregarse. Perderse en cuanto llegar hasta donde no es Él. VIDA. Para llegar a los lugares de muerte donde nos encontramos y sacarnos de esos infiernos para llevarnos al lugar donde él nos quiere conducir. A pastos abundantes. A verdes praderas. Como Buen Pastor viene a nuestro encuentro.

Él les ha dado a los discípulos un mandato nuevo. Les prescribe que se amen mutuamente unos a otros. Ámense mutuamente, dice Jesús.

¿Es que no existía ya este mandamiento (Dice san Agustín hoy en la lectura del oficio), en la ley antigua en la que dice amarás a tu prójimo como a ti mismo? ¿Por qué lo llama nuevo el Señor a lo que consta ya en el Antiguo Testamento?

Quizá la novedad de este mandato consista en el hecho de que nos despoja del hombre viejo y nos reviste del nuevo. Porque renueva en verdad al que lo oye, mejor dicho; al que lo cumple. Teniendo en cuenta que no se trata de un amor cualquiera sino de aquel amor a cerca del cual, el Señor para distinguirlo del amor carnal, añade, “como Yo los he amado”.

Y para que quede claro en que consiste este amor suyo, un primer gesto se desata en el concierto de la Última Cena. De la calidez del encuentro fraterno bajo el signo del mandato del amor.

Jesús que se abaja para lavarles los pies a los discípulos. Un sorprendente gesto. Los gestos sorprendentes en Jesús son siempre proféticos. Porque rompen los moldes establecidos, y abren camino a lo nuevo que vendrá. Propio del profetismo de todo tiempo y propio del profetismo de Jesús. No dejarse atrapar por lo ya sabido o conocido. Establecido y fijado. Estereotipado. Es un transgresor Jesús. Por la fuerza que implanta en su corazón la presencia del que lo envió, y con la cual está en profunda comunión, que viene a hacer nuevas todas las cosas para esto, es necesario derribar y construir, sobre lo nuevo. Es lo que hace Jesús. Es lo que realiza el Señor con su presencia sorprendente, en este texto en aquella tarde noche de la última cena.

¿Quién diría, que el Maestro, que el Señor, se pondría en el lugar del servidor y del esclavo? Es como el mundo al revés. El de la Buena Noticia. Es como lo no sabido. Realmente. Por eso decíamos al principio que para entender este mensaje y todo el mensaje de Jesús a lo largo del Evangelio, hay que animarse a desaprender lo aprendido. Y comenzar a aprender lo nuevo en un proceso de transformación personal, grupal, empresarial. En los cambios que se establecen frente a la novedad que plantea la nueva exigencia, de ordenar la vida y de ordenarse en la vida para un mejor servicio, se enseña esto como primer mecanismo de aprendizaje. Hay que desaprender lo aprendido.

Esto es decir no lo se. Esto es entrar en el no saber. Esto es abrirse a la novedad. Es lo que trae Jesús.

No lo hace como una estrategia de comunicación. Lo hace con una fuerza de presencia que lo lleva a ir mucho más allá de lo esperado.

¿Quién esperaría este gesto? Nadie. Todos estamos sorprendidos. Jesús lavándote los pies. Lavándome los pies. Este lavarme los pies puede ser hoy una pregunta. ¿Qué necesitás de mí? ¿Qué te hace falta de mí? ¿Qué quisieras que haga por vos? ¿Qué esperás de mí?

¿No te parece bueno a este Jesús que se está acercando para lavarte los pies con este gesto tan sorprendente, animarte a decirle lo que esperás, lo que necesitás, lo que buscás, lo que anhelás, lo que deseás de ÉL?

Te aseguro que está ahí, realmente para acercarse a ese lugar de deseo profundo de tu corazón. Y no sólo cumplirlo, sino llevarte más allá de lo deseado. Creando un deseo aun más hondo en tu corazón del profundo deseo que hay hoy en vos de su presencia, como respuesta a tus necesidades. Las básicas y las más trascendentes.

Una presencia sorprendente con un gesto sorprendente. Para un mandato sorprendente. Es Jesús que se ha acercado para lavarte los pies en esta mañana.

Un amor nuevo para un canto nuevo, la presencia de Jesús siempre nueva:

El suyo es un amor que nos renueva, que nos hace hombres nuevos, herederos de un testamento nuevo, de un testimonio nuevo. Capaces de cantar un canto nuevo. Este amor, hermano, hermana, que estés donde estés, viene a tu encuentro con un gesto de presencia de Jesús, que en un susurrar claro, concreto, simple te pregunta: ¿qué necesitás? ¿qué buscás? ¿qué deseás? ¿qué esperás? ¿En qué puedo servirte?

Este Dios al que queremos darle la vida, no se la podemos dar ni entregar sin antes recibir de parte de Él la entrega misma que Él hace de la vida. Por lo tanto antes de decidir amarlo y entregarle todo hay que decidirse a dejarle que se acerque y nos pregunte y nos conquiste con su presencia y nos atraiga con el amor que nos ofrece en Él.

Por eso hoy es tiempo de dejar que se acerque. Es el mismo Jesús que renovó antiguamente a los justos ese amor que transformó la vida de los patriarcas, de los profetas. De tantos santos, y santas, mártires, confesores, testigos de la fe, en todos los sentidos que hace de todo el género humano esparcido por la tierra, un nuevo pueblo en el cuerpo de la nueva esposa, del Hijo Único de Dios. De la cual dice el Cantar de los Cantares, “¿Quién es esa que sube ella toda resplandeciente de blancura?” Es la presencia resplandeciente del amor de Dios, que nos ha cambiado y nos ha hecho nuevos, lavándonos de lo antiguo.

¿Qué es lo antiguo? La desesperanza de que las cosas pudieran ser siempre como han sido, y sin posibilidad de que sean distintas. También esto para los que hemos experimentado ya el amor de Dios en otras circunstancias y nos parece que no hay nada nuevo por conocer. No es verdad. No es verdad.

También para vos que estás hace tiempo en el camino: hay una novedad con la que Dios quiere visitarte. No es solamente para los que nunca fueron tocados por esta presencia de amor que transforma. También es para los que habiendo sido alcanzados por el amor, necesitan, necesitamos más. Porque te deja esta presencia de amor como… más sediento y más deseoso.

Solamente cuando es así el encuentro con el Señor ha sido verdadero. Si no ha quedado atrapado bajo alguna coordenada de nuestro modo posesivo de amar, queriendo atrapar y queriendo no hacer al amor según ese amor suyo, desbordante, a nuestra pobre medida y según nuestra frágil, débil, y poca aspiración interior.

Como queriéndolo atrapar a Jesús, su propuesta de amor, sólo en nuestros esquemas sencillos y pobres. Por temor, por comodidad, por no animarnos a ir más, por el dolor que nos genera el estar permanentemente yendo detrás de lo nuevo. Es exigente en este sentido el camino que nos propone. Ir detrás de la novedad de Jesús en lo cotidiano supone siempre estar como expectantes a una propuesta de camino novedoso, que nos hace dejar el camino andado para animarnos a andar al camino, que nos queda todavía por recorrer.

Decime si no te pasa que vos por momentos decís “respecto de mis hijos, me resulta como que ya le tomé el pulso a la cosa”. Sí? Contame. Hasta que pasaron de la niñez a la adolescencia. Y te diste cuenta de que se te fue el pulso de la mano. Decime si después que dejaron la casa y el nido materno, paterno se vació y ellos empiezan a hacer su nueva experiencia de vida familiar no allí un cambio donde, habiendo ya encontrado la vuelta en la adolescencia y la juventud. Después de haberse abierto los caminos para que ellos puedan hacerse los caminos, no te das cuenta de que le perdiste el pulso. Y que seguís siendo papá, mamá y a pesar de ahora también sos abuelo, abuela, siguen siendo tus hijos y que el pulso de la vida de ellos, de alguna manera, sigue latiendo en tu propio corazón aunque de una manera distinta. Y es nuevo el escenario que se te presenta.

Por ahí tal vez, sientas la nostalgia de decir “antes era mejor”. Te pregunto ¿antes era mejor? Realmente? ¿No será que tenés como un deseo de atrapar el tiempo y no animarte a recorrer el tiempo nuevo? Y por eso decís, “antes era mejor”. Si ahora es bueno también. Claro, con una bondad y con una novedad que no es la que tuvo en su momento. “No, pero antes, antes era más fácil”… ¿Sí? ¿Era más fácil? ¿Fue fácil la primera noche que no pudiste dormir, porque estaba enfermo? ¿Fue fácil el primer accidente que tuviste que salir a socorrerlo? ¿Fue simple el primer desencuentro con su adolescencia? Cuando un día se paró y te dijo, “soy distinto”. Y empezó a abrirse camino. ¿Fue fácil la elección de su decisión de noviazgo, de matrimonio, cuando te parecía que no era?… ¿Fue fácil?

Claro que no fue fácil, y por qué ahora pensás que antes era más fácil. ¿Sabés por qué? Porque nos pasa a todos. Tenemos como una nostalgia del tiempo que pasó y no nos animamos al tiempo que vendrá. Porque el tiempo que viene se plantea siempre como desafiante, y los desafíos despiertan en nosotros los mecanismos en los que no nos sentimos seguros.

Pero Él está. Él está y viene con un amor nuevo, para que puedas cantar de una manera nueva. Cantá. Cantá desde ese lugar. Animate a celebrar esa vida que se despierta con novedad dentro de vos. Es la presencia de Jesús siempre, siempre novedosa. Es una presencia novedosa con gestos sorprendentes que detrás de esa presencia de novedad para que te animes al mandato nuevo. De vivir bajo el signo del amor y desde ese lugar encontrarle el sentido a la vida.

No te dejes ganar por la nostalgia, ni dejes que la melancolía sea dueña de tu corazón. O dueño de tu corazón.

No todo tiempo que pasó fue mejor.

Pueden haber sido buenos, pero mejores son los tiempos que vendrán. Para nosotros, siempre mejor en Dios, es lo que está por venir.

El amor de Jesús hermana:

El amor de Jesús aproxima, acerca, acorta distancias. Todo esto podríamos decir de lo que hace este amor cuando nos gana el corazón, y cuando gana el ambiente donde nos movemos.

Decime si bajo este título no te dan ganas de decir “yo quiero ese amor”. Lo quiero para mí. Lo quiero sobre todo en aquellos lugares donde me siento distante, donde estoy distante. Donde no logro hacer encuentro con algunos. Al menos yo lo siento como una necesidad. Como un anhelo a este amor, en el que necesito hermanarme, encontrarme, generar vínculos nuevos, bajos lazos nuevos.

Es un amor transformante. Desde adentro y del ambiente. Confiemos en ese amor. Nos consagremos, nos entreguemos a ese amor. Dejémonos ganar por esa presencia de amor, que acerca, aproxima, hermana.

Fijate como lo dice la Palabra tan bellamente, en el texto que hoy hemos compartido, “en aquel tiempo después de lavarle los pies a sus discípulos, Jesús dijo: – Yo les aseguro, el sirviente no es más importante que su amo. Ni el enviado es mayor que quien lo envía.” ¿Qué está diciendo? Que hay una igualdad, y una fraternidad de cercanía, de horizontalidad, en las relaciones de una manera nueva. “Ni el sirviente es más que el amo”. Pero también está diciendo, ni el amo es más que el sirviente. Está diciendo soy hermano de ustedes. Ni el que lo envía es más que el enviado. Soy hermano de ustedes. Soy su hermano. Esto está diciendo Jesús. Esto es una novedad increíble para el mundo de la religión. Donde la necesidad de la trascendencia, presente en el corazón humano y descubierto en las religiones, en todos los procesos culturales, se hace ahora cercana.

¡Qué cosa! ¿no? Que la trascendencia sea cercana. Cuando en realidad, uno dice trascender y piensa en más allá. Está tan acá el más allá. Tan a la mano y es más allá. No es que sea un más acá tan acá que se parece mucho a lo de acá. Está muy aquí, muy cerca y es bien distinto.

Es distinto porque nos acerca, nos hermana, nos transforma, nos renueva, y está cerca. No está lejos. “Yo te buscaba lejos de mí”, dice Agustín, “y Tú estabas dentro de mí”. “Yo te buscaba en las cosas por vos creadas, y en realidad, entre ellas me perdía”, dice San Agustín. “Porque vos estabas por dentro, y por dentro clamaste. Para hacerme desaparecer la sordera, y liberar de la ceguera. Exhalaste tu perfume, y yo fui atraído por ese perfume. Pero estabas dentro de mí, no estabas lejos de mí. Yo por fuera te buscaba, pero por dentro vos estabas.”

Tan cercano, está tan dentro que se hace casi imperceptible. ¿Cómo se hace para buscarlo por dentro, sin perderse en el intimismo? ¿Cómo se hace para vincularse a esta cercanía de presencia hermana, que acorta distancias, que nos permite vivir como hermanos desde dentro, porque su presencia interior es la que nos permite vivir todo esto, sin perdernos en una interioridad que nos aísla? ¿Cómo se hace?

Sabiendo que dentro de mí está, y dentro de Él también está. Y en medio de nosotros se quedó, y la creación toda ha sido transformada por Él, el mundo, todo el cosmos, dice Pablo. En su respirar está como clamando por la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Como en un nuevo parto, que habla de una transformación nueva, porque la creación toda encuentra en el hombre su más plena realización, entre todo lo creado, ha sido abrazada por la divinidad y por la eternidad metida en el tiempo. Haciéndose hombre Dios todo ha quedado trastocado por su presencia. No hay forma de buscarlo por dentro sin encontrarlo también fuera.

El verdadero encuentro interior con el Señor nos pone de cara al encuentro con el Señor presente, no solamente en los hermanos sino también en toda la creación.

Este es el “loco de Asís”, Francisco, que canta el cántico de las criaturas. A partir de un encuentro profundo, íntimo, trascendente y al mismo tiempo, cosmológicamente lo ha dado vuelta al mundo. Esto es lo que él descubre. Puede dialogar con el mundo todo, que resulta hermano y cercano. Desde el hermano sol a la hermana luna, pasando por la hermana muerte.

Ni la muerte resulta extraña. Todo es hermano. Todo es cercano. Hasta lo más inhumano, la muerte, el dolor, la enfermedad no resultan extrañas ante esta presencia de amor, que por dentro nos habita.

¿Te dás cuenta cuánto nos hermana, cuánto nos acerca, cuánta distancia se acorta? Es un amor nuevo que nos hace nuevos.

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

miércoles, 20 de abril de 2016

Vivir en la Luz es comprometerse en el Amor

Miércoles de la cuarta semana de Pascua
(20/04/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 12, 24-25.13,1-5a. 

Mientras tanto, la Palabra de Dios se difundía incesantemente. Bernabé y Saulo, una vez cumplida su misión, volvieron de Jerusalén a Antioquía, llevando consigo a Juan, llamado Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores, entre los cuales estaban Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, amigo de infancia del tetrarca Herodes, y Saulo. Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: "Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado". Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Saulo y Bernabé, enviados por el Espíritu Santo, fueron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre. Al llegar a Salamina anunciaron la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, y Juan colaboraba con ellos.


Salmo 67(66), 2-3.5.6.8.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.

¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.


del Evangelio según San Juan 12, 44-50.

Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó".





















REFLEXIÓN

Entre luces y sombras

Estamos ante el epílogo de la vida pública de Jesús: es el último fragmento del «libro de los signos» de Juan. El propio Jesús dirige una clara y definitiva llamada a todos los discípulos para que orienten su propia vida en lo esencial con una adhesión convencida y vital a su Palabra.

Recuerda Cristo que el objeto de la fe reposa en el Padre, que ha enviado a su propio Hijo al mundo. Entre el Padre y el Hijo hay una vida de comunión y de unidad, por lo que «el que crea» en el Hijo cree en el Padre, y «el que ve» al Hijo ve al Padre. Existe una plena identidad entre el «creer» en Jesús y el «ver» a Jesús, entre el «creer» en el Padre y el «ver» al Padre. Para el evangelista, nos encontramos frente a un ver sobrenatural que experimenta el que acoge la Palabra del Hijo de Dios y la vive. Cristo, es decir, la plena revelación de Dios, es el «rostro» de Dios hecho visible. Quien se adhiere a Él reconoce y acepta el amor del Padre.

Desde el Padre y el Hijo, pasa Juan a considerar «el mundo» en el que viven los hombres. Quien tiene fe en Jesús entra en la vida y en la luz. Ahora bien, la necesidad de creer en el Hijo y en su misión está motivada por el hecho de que Él es «la luz del mundo» (Jn 8,12; 9,5; 12,35s). Quien acoge la luz de la vida escapa de las tinieblas de la muerte, de la incomprensión y del pecado, y se salva a sí mismo de la situación de ceguera en la que con frecuencia se encuentra el hombre. En efecto, el verdadero discípulo es el que cree, guarda en su corazón y pone en práctica las palabras de Jesús. Por el contrario, el que no cree permanece en las tinieblas.

Muchas veces decimos "tal persona me trae luz", "fulanito me transmite luz". El Papa Francisco al comienzo de su pontificado y haciéndose eco de lo que había dicho en las reuniones de las congregaciones previas al Cónclave, hablaba de la luminosidad de la Iglesia como misterio de la luna. La luna que no tiene luz propia sino que es reflejo del sol. Cuando nosotros encontramos gente que vemos que en su mirada, su sonrisa y en su acititud nos ofrece ese panorama de luminosidad y claridad, es un reflejo de la luz de Cristo.

Sería bueno reconocer esas luces que se encienden alrededor nuestro que nos ponene en un escenario de transparencia y nos permiten mirar hacia adelante y ampliarla mucho más lejos de nuestra mirada miope. Son las personas que nos poneen de cara a lo importante, que nos liberan de la urgencia, que no nos sacan del presente pero que nos hacen mirar un poco más allá. Presencias luminosas en el camino que nos invitan a reconocer el rostro luminoso de Jesús escondido en las cosas de todos los días. Tineen nombre y apellido, son personas que verdaderamente nos regalan luz. Como esos padres que dicen que sus hijos "son la luz de mis ojos", como amigos, hermanos de comunidad, referentes sociales y dicemos "tal persona me trae una luz nueva".

Andar en tinieblas es vivir sin un propósito

El que anda en en tinieblas “no sabe a donde va” (Juan 12:35). Vivimos sin un propósito claro cuando nos faltan objetivos, un sueño o cuando nos falta un ideal. En la Exhortación Pastoral Evangelio Gaudium se advierte de alguna esta sombra en los agentes pastorales. Cuando dejo de ser testigo de la luz nos encontramos con situaciones oscuras que no nos dejan transmitir el gozo del evangelio. Ahí afirma el Papa Francisco: “Hoy se puede advertir en muchos agentes pastorales, incluso en personas consagradas, una preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y de distensión, que lleva a vivir las tareas como un mero apéndice de la vida, como si no fueran parte de la propia identidad. Al mismo tiempo, la vida espiritual se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio pero que no alimentan el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo, la pasión evangelizadora" Sería como si la luz que hay en nosotros no fuera parte de nuestra identidad y tuvieramos que traerla de otro lado, como si enchufarnos a Cristo sólo fuera un cargar el tanque de nafta para seguir.

El Señor nos quiere comprometidos en el mundo con pasión por evangelizar. Por eso a la búsqueda de quienes traen luz tenemos que encontrarnos con personas que son estables en su luminosidad y no sólo chispasos. Esa estabilidad en lo emocional, en el compromiso y en el trabajo de todos los días que nos ofrecen claridad. Continua el Papa Francisco diciendo que"así, pueden advertirse en muchos agentes evangelizadores, aunque oren, una acentuación del individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor. Son tres males que se alimentan entre sí."

"La cultura mediática y algunos ambientes intelectuales a veces transmiten una marcada desconfianza hacia el mensaje de la Iglesia y un cierto desencanto. Como consecuencia, aunque recen, muchos agentes pastorales desarrollan una especie de complejo de inferioridad que les lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones. Se produce entonces un círculo vicioso, porque así no son felices con lo que son y con lo que hacen, no se sienten identificados con su misión evangelizadora, y esto debilita la entrega. Terminan ahogando su alegría misionera en una especie de obsesión por ser como todos y por tener lo que poseen los demás. Así, las tareas evangelizadoras se vuelven forzadas y se dedican a ellas pocos esfuerzos y un tiempo muy limitado.

Se desarrolla en los agentes pastorales, más allá del estilo espiritual o la línea de pensamiento que puedan tener, un relativismo todavía más peligroso que el doctrinal. Tiene que ver con las opciones más profundas y sinceras que determinan una forma de vida. Este relativismo práctico es actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no recibieron el anuncio no existieran. Llama la atención que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión. ¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!" EG 78 ,79, 80

No aborrecer a los hermanos vivir para los demás

“El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas” (1 Juan 2:9)

El Papa Francisco dice que “cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda quitar su tiempo libre”. Es como tomar distancia del compromiso de ser testigos… No se puede ocultar una luz, sino que se la pone en lo alto para que se vea.

“Hoy se ha vuelto muy difícil, por ejemplo, conseguir catequistas capacitados para las parroquias y que perseveren en la tarea durante varios años. Pero algo semejante sucede con los sacerdotes, que cuidan con obsesión su tiempo personal. Esto frecuentemente se debe a que las personas necesitan imperiosamente preservar sus espacios de autonomía, como si una tarea evangelizadora fuera un veneno peligroso y no una alegre respuesta al amor de Dios que nos convoca a la misión y nos vuelve plenos y fecundos. Algunos se resisten a probar hasta el fondo el gusto de la misión y quedan sumidos en una acedia paralizante” EG 81

El Señor nos quiere como luz y para eso nos invita a la maravillosa cultura del encuentro, donde con los otros se potencia nuestro ser misionero y nos hacemos luz para el mundo.

Vivir en la luz comprometerse en el amor

Hay personas que son luminosas, y como dice Francisco, tienen la capacidad de la luna de iluminar en la noche porque reflejan los rayos del sol. La presencia del sol que es Cristo, hace que la Iglesia no brille por sí misma sino como reflejo de Dios. Hay muchos hermanos nuestros que en su mirar más allá de lo urgente, su presencia clara, su mirada trascendente, su amor hecho gestos y su confianza en Dios nos transmiten algo del brillo del cielo.

Cristo como Luz del mundo sigue dividiendo a la humanidad. También hay hoy quien prefiere la oscuridad y las sombras para actuar, ya que la luz compromete y pone al descubierto lo que hay en el corazón.

Ser hijos de la luz supone caminar en la verdad y sin trampas, caminar en el amor sin odios ni rencores, el que ama al hermano permanece en la luz 1 Jn 2,10.

Cuando en la noche de la vigilia pascual entramos con los cirios encendidos cantando “esta es la luz de Cristo” anunciamos que el amor había triunfado en nuestras vidas y nos comprometíamos a luchar para que ese amor permanezca vivo invitándonos a ser participes en la construcción de la civilización del amor.

Construir la Civilización del amor (1)

La Civilización del Amor es una propuesta total. Es un proyecto de vida que implica todos los ámbitos de la existencia: la familia, las relaciones personales, la vivencia de fe, la comunidad eclesial, el compromiso sociopolítico, el trabajo, el tiempo libre, la ciencia, el arte, la cultura… y da un sentido y una plenitud nuevos a quienes dedican su vida para hacer realidad este sueño de Dios.

La Civilización del Amor es un compromiso. Exige un esfuerzo decidido y organizado: “el Reino de los Cielos está en tensión y sólo los que se esfuerzan llegan a él” (Mt 11,12).

La Civilización del Amor es, al mismo tiempo, utopía y realidad. Es un ideal que se va concretando y haciéndose histórico en los pequeños y grandes compromisos de cada día, que anuncian y hacen creíble la posibilidad de su plena realización.

La Civilización del Amor es tarea y esperanza. Es tarea diaria, es paciente construcción de dinamismos que motivan opciones, compromisos y proyectos que van transformando lenta pero radicalmente la realidad. Es tiempo de siembra, de esperanza permanente, en el que los pasos dados y los logros alcanzados invitan a seguir adelante.

Con los testigos de la luz en su sonrisa y en su claridad de pensamiento, en su modo de pararse serenamente frente a las situaciones dolorosas, en ellos quiero honrar la civilización del amor que se hace presente a través de sus testigos. Que la luz de Cristo brille en nuestros corazones y nos haga testigos del que es la luz.

(1) Orientaciones para una Pastoral Juvenil Latinoamericana 1995

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...