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lunes, 13 de junio de 2016

poner la otra mejilla

Lunes de la undécima semana del tiempo ordinario
(13/06/2016)

Primer Libro de los Reyes 21, 1-16. 

Nabot, el izreelita, tenía una viña en Izreel, al lado del palacio de Ajab, rey de Samaría. Ajab dijo a Nabot: "Dame tu viña para hacerme una huerta, ya que está justo al lado de mi casa. Yo te daré a cambio una viña mejor o, si prefieres, te pagaré su valor en dinero".
Pero Nabot respondió a Ajab: "¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!".
Ajab se fue a su casa malhumorado y muy irritado por lo que le había dicho Nabot, el izreelita: "No te daré la herencia de mis padres". Se tiró en su lecho, dio vuelta la cara y no quiso probar bocado.
Entonces fue a verlo su esposa Jezabel y le preguntó: "¿Por qué estás tan malhumorado y no comes nada?".
El le dijo: "Porque le hablé a Nabot, el izreelita, y le propuse: 'Véndeme tu viña o, si quieres, te daré otra a cambio'. Pero él respondió: 'No te daré mi viña'".
Su esposa Jezabel le dijo: "¿Así ejerces tú la realeza sobre Israel? ¡Levántate, come y alégrate! ¡Yo te daré la viña de Nabot, el izreelita!".
En seguida escribió una carta en nombre de Ajab, la selló con el sello del rey y la envió a los ancianos y a los notables de la ciudad, conciudadanos de Nabot.
En esa carta escribió: "Proclamen un ayuno y en la asamblea del pueblo hagan sentar a Nabot en primera fila. Hagan sentar enfrente a dos malvados, que atestigüen contra él, diciendo: 'Tú has maldecido a Dios y al rey'. Luego sáquenlo afuera y mátenlo a pedradas".
Los hombres de la ciudad, los ancianos y notables, conciudadanos de Nabot, obraron de acuerdo con lo que les había mandado Jezabel, según lo que estaba escrito en la carta que les había enviado.
Proclamaron un ayuno e hicieron sentar a Nabot en primera fila.
En seguida llegaron dos malvados que se le sentaron enfrente y atestiguaron contra él diciendo: "Nabot ha maldecido a Dios y al rey". Entonces lo sacaron fuera de la ciudad y lo mataron a pedradas.
Y mandaron decir a Jezabel: "Nabot fue apedreado y murió".
Cuando Jezabel se enteró de que Nabot había sido matado a pedradas, dijo a Ajab: "Ya puedes tomar posesión de la viña de Nabot, esa que él se negaba a venderte, porque Nabot ya no vive: está muerto".
Apenas oyó Ajab que Nabot estaba muerto, bajó a la viña de Nabot, el izreelita, para tomar posesión de ella.


Salmo 5, 2-3.5-6.7.

Señor, escucha mis palabras,
y a mi queja pon atención.
Presta oído a mi clamor, ¡oh mi rey y mi Dios!
Pues a ti te imploro, Señor.

Tú no eres un Dios al que le gusta la maldad,
ni el malvado tiene en ti acogida.
ni los orgullosos podrán resistir
delante de tu mirada.

Tu detestas a los que hacen el mal
y destruyes a los mentirosos.
¡Al hombre sanguinario y traicionero
lo abomina el Señor!


del Evangelio según San Mateo 5, 38-42.

Jesús, dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.













































LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Reflexión

• El evangelio de hoy forma parte de una pequeña unidad literaria que va desde Mt 5,17 hasta Mt 5,48, en la que se describe como pasar de la antigua justicia de los fariseos (Mt 5,20) para la nueva justicia del Reino de Dios (Mt 5,48). Describe como subir la Montaña de las Bienaventuranzas, de donde Jesús anunció la nueva Ley del Amor. El gran deseo de los fariseos era alcanzar la justicia, ser justo ante Dios. Es éste también el deseo de todos nosotros. Justo es aquel o aquella que consigue vivir allí donde Dios quiere que lo haga. Los fariseos se esforzaban para alcanzar la justicia a través de la observancia estricta de la Ley. Pensaban que era por el esfuerzo que podrían llegar hasta el lugar donde Dios los quería. Jesús toma postura ante esta práctica y anuncia que la nueva justicia tiene que superar la justicia de los fariseos (Mt 5,20). En el evangelio de hoy estamos casi llegando a la cima de la montaña. Falta poco. La cima está descrita con la frase: “Sed perfecto como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48), que meditaremos en el evangelio de mañana. Veamos de cerca este último grado que nos falta para llegar a la cima de la Montaña, de la que San Juan de la Cruz dice: “Aquí reinan el silencio y el amor”.

• Mateo 5,38: Ojo por ojo, diente por diente. Jesús cita un texto de la Ley antigua diciendo: "Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente!”. El abrevia el texto diciendo: ”Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Ex 21,23-25). Como en los casos anteriores, aquí también Jesús hace una relectura enteramente nueva. El principio: “ojo por ojo, diente por diente” estaba en la raíz de la interpretación que los escribas hacían de la ley. Este principio debe ser subvertido, pues pervierte y perjudica la relación entre las personas y con Dios.

• Mateo 5,39ª: No devolver mal con mal. Jesús afirma exactamente lo contrario: “Pero yo os digo: no os vengais de quien os hace el mal”. Ante una violencia recibida, nuestra relación natural es pagar al otro con la misma moneda. La venganza pide: “ojo por ojo, diente por diente”. Jesús pide retribuir el mal no con el mal, sino con el bien. Pues, si no sabremos superar la violencia recibida, la espiral de violencia lo invadirá todo y no habrá salida. Lamec decía: “Pongan atención a mis palabras. Yo he muerto a un hombre por la hrida que me hizo y a un muchacho por un moretón que recibí. Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec ha de serlo setenta y siete veces” (Gn 4,24). Fue por causa de esta venganza extremada que todo terminó en la confusión de la Torre de Babel (Gen 11,1-9). Fiel a la enseñanza de Jesús, Pablo escribe en la carta a los Romanos: “antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. “No devuelvan a nadie mal por mal, procuren ganarse el aprecio de todos los hombres. No te dejes vencer por lo malo, más bien vence el mal a fuerza de bien”. (Rom 12,17.21). Para poder tener esta actitud, es necesario tener mucha fe en la posibilidad que el ser humano tiene de recuperarse. ¿Cómo hacer esto en la práctica? Jesús nos ofrece 3 ejemplos concretos.

• Mateo 5,39b-42: Los cuatro ejemplos para superar la espiral de violencia. Jesús dice:
(a) al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra;
(b) al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
(c) y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
(d) a quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.(Mt 5,40-42).
¿Cómo entender estas cuatro afirmaciones? Jesús mismo nos ofreció una ayuda de cómo debemos entenderlas. Cuando el soldado le dio una bofetada en el rostro, él no ofreció la otra. Por el contrario, reaccionó con energía: “Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” (Jn 18,23) Jesús no enseña la pasividad. San Pablo piensa que, retribuyendo el mal con el bien, “haciendo esto, amontonarás brasas sobre su cabeza” (Rom 12,20). Esta fe en la posibilidad de recupero del ser humano sólo es posible desde una raíz que nace de la total gratuidad del amor creador que Dios mostró para con nosotros en la vida y en las actitudes de Jesús.

Para la reflexión personal

• ¿Has sentido alguna vez una rabia tan grande como para querer aplicar la venganza “ojo por ojo”, diente por diente”? ¿Cómo hacer para superarla?
• ¿Será que la convivencia comunitaria hoy en la iglesia favorece el tener en nosotros el amor creador que Jesús sugiere en el evangelio de hoy?

Oración final

Escucha mi palabra, Yahvé,
repara en mi plegaria,
atento a mis gritos de auxilio,
rey mío y Dios mío. (Sal 5,2-3)

(fuente: ocarm.org)

domingo, 12 de junio de 2016

'¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!'

Undécimo domingo del tiempo ordinario
(12/06/2016)

Segundo Libro de Samuel 12, 7-10.13. 

Entonces Natán dijo a David: "¡Ese hombre eres tú! Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo te ungí rey de Israel y te libré de las manos de Saúl; te entregué la casa de tu señor y puse a sus mujeres en tus brazos; te di la casa de Israel y de Judá, y por si esto fuera poco, añadiría otro tanto y aún más. ¿Por qué entonces has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? ¡Tú has matado al filo de la espada a Urías, el hitita! Has tomado por esposa a su mujer, y a él lo has hecho morir bajo la espada de los amonitas. Por eso, la espada nunca más se apartará de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita. David dijo a Natán: "¡He pecado contra el Señor!". Natán le respondió: "El Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás.


Salmo 32(31), 1-2.5.7.11.

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!

Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.

¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación.

¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!


Carta de San Pablo a los Gálatas 2, 16.19-21.

Pero como sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, hemos creído en él, para ser justificados por la fe Cristo y no por las obras de la Ley: en efecto, nadie será justificado en virtud de las obras de la Ley. Pero en virtud de la Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. Yo no anulo la gracia de Dios: si la justicia viene de la Ley, Cristo ha muerto inútilmente.


del Evangelio según San Lucas 7, 36-50.8,1-3.

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él. "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados".
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

























LECTIO DIVINA

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

a) Clave de lectura:

El texto del Evangelio de este domingo nos presenta dos episodios ligados entre sí. El primero es un episodio lleno de emoción. Una mujer, considerada pecadora en la ciudad, tiene el valor de entrar en la casa de Simón, un fariseo, durante el almuerzo, para llegarse a Jesús, lavarle los pies y llenarlo de besos y perfumes. El segundo es la descripción de la comunidad de Jesús, a la cuál pertenecen los discípulos y discípulas.
Cuando leas el texto imagínate que estás en casa del fariseo, durante el almuerzo, y observa con mucha atención las conductas, los gestos y las palabras de las personas: de la mujer, de Jesús y de los fariseos. Lee varias veces y también atentamente la breve información de Lucas sobre la comunidad que se formó en torno a Jesús y trata de examinar bien las palabras usadas para indicar la participación tanto de los hombres como de las mujeres que siguen a Jesús.

b) Una división del texto para ayudar en su lectura

◙ Lucas 7,36-38: Una mujer lava los pies de Jesús en casa de un Fariseo
◙ Lucas 7,39-40: La reacción del fariseo y la respuesta de Jesús
◙ Lucas 7,41-43: La parábola de los dos deudores y la respuesta del Fariseo
◙ Lucas 7,44-47: Jesús aplica la parábola y defiende a la mujer
◙ Lucas 7, 48-50: El amor hace nacer el perdón. El perdón hace crecer el amor
◙ Lucas 8,1-3: Los discípulos y discípulas de la comunidad de Jesús

Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto del texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
b) Observa el comportamiento de la mujer: ¿Qué hace y cómo lo hace?
c) Observa el comportamiento del fariseo con Jesús y con la mujer: ¿Qué hace y qué dice?
d) Observa el comportamiento de Jesús con la mujer: ¿Qué hace y qué dice?
e) La mujer no hubiese hecho lo que hizo si no hubiera tenido la absoluta certeza de ser acogida por Jesús. ¿Se da en los marginados de hoy la misma certeza con respecto a nosotros los cristianos?
f) El amor y el perdón : ¿Cuáles son las mujeres que siguen a Jesús? ¿Cuál es la relación entre ellas?
g) La comunidad de Jesús: ¿Cuáles son las mujeres que siguen a Jesús? ¿Qué hacen?

Para aquéllos que quisiesen profundizar más en el tema

a) Contexto literario e histórico del texto:

En el capítulo 7 de su Evangelio, Lucas describe las cosas nuevas y sorprendentes que salen del pueblo a partir del anuncio que Jesús hace del Reino de Dios. En Cafarnaún, elogia la fe del extranjero: “ ¡Yo os digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande!” (Lc 7,1-10).
En Naím resucita al hijo de la viuda (Lc 7,11-17). El modo de Jesús de anunciar el Reino sorprende tanto a los hermanos judíos, que incluso Juan el Bautista queda sorprendido y manda a preguntar:
“¿ Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (Lc 7,18-30). Jesús critica la incoherencia de su anfitrión: “¡Son semejantes a niños que no saben lo que quieren!” (cfr. Lc 7,31-35) Y ahora al final del capítulo, aquí en nuestro texto (Lc 7,36 a 8,3), otra novedad de la Buena Nueva comienza a despuntar y a sorprender. El comportamiento de Jesús hacia las mujeres.
En tiempos del Nuevo Testamento, en Palestina, la mujer vivía marginada. No participaba de la sinagoga, no podía hacer de testigo en la vida pública. Desde el tiempo de Esdras (s. IV a. d. C), la oposición iba crescendo, como vemos en la historia de Judit, Ester, Ruth, Noemí, Susana, la Sulamita y otras mujeres. Esta resistencia de las mujeres encontró eco y acogida en Jesús. En el episodio de la mujer del ungüento (Lc 7,36-50) aparecen tanto el inconformismo y la resistencia de las mujeres, como la acogida de Jesús hacia ellas. En la descripción de la comunidad que crece en torno a Jesús (Lc 8,1-3), vemos a hombres y mujeres reunidos alrededor de Jesús, en igualdad de condiciones, como discípulos y discípulas.

b) Comentario del texto:

Lucas 7,36-38: Una mujer lava los pies de Jesús en casa de un Fariseo
Tres personas totalmente diferentes se encuentran: Jesús, un fariseo y una mujer, de la que se decía que era pecadora. Jesús se encuentra en la casa de Simón, un fariseo que lo había invitado a comer en su casa. Una mujer entra, se arrodilla a los pies de Jesús, comienza a llorar, baña con sus lágrimas los pies de Jesús, se despeina los cabellos para secar los pies de Jesús, los besa y los unge con perfume. Esto era un acto de independencia el de soltarse los cabellos en público. Esta es la situación que se crea y que causa la discusión que sigue.

Lucas 7,39-40: La respuesta de los fariseos y la respuesta de Jesús
Jesús no se echa para atrás, ni grita a la mujer, más bien acoge su gesto. Acoge a una persona que, según los judíos observantes de la época, no podía ser acogida. El fariseo, observando la escena, critica a Jesús y condena a la mujer: “¡Si este hombre fuese un profeta, sabría qué tipo de mujer es ésta, una pecadora!”. Jesús se sirve de una parábola para responder a la provocación del fariseo. Una parábola que ayudará al fariseo y a todos a percibir la llamada invisible del amor de Dios que se revela en el episodio.

Lucas 7,41-43: La parábola de los dos deudores y la respuesta del fariseo
La historia de la parábola es como sigue. Un prestamista tenía dos deudores. Uno le debía 500 denarios y el otro 50. Un denario era el salario de una jornada. ¡El salario de quinientos días! Ninguno de los dos tenía con qué pagar. Los dos fueron perdonados. ¿Cuál de los dos lo amará más? Respuesta del fariseo: “Lo amará más aquél a quien ha perdonado más”. La parábola supone que los dos, tanto la mujer como el fariseo, han recibido algún favor de parte de Jesús. Y ahora en el comportamiento que asumen delante de Jesús, los dos demuestran cómo aprecian el favor recibido. El fariseo demuestra su amor, su gratitud, invitando a Jesús a comer a su casa. La mujer demuestra su amor, su gratitud con lágrimas, con besos y con el perfume. ¿Cuál de los dos gestos revela mayor amor: comer o los besos y el perfume? La medida del amor ¿depende acaso de la medida del regalo?

Lucas 7,44-47: Jesús aplica la parábola y defiende a la mujer
Después de haber recibido la respuesta correcta del fariseo, Jesús la aplica a la situación creada con la entrada de la mujer a mitad del almuerzo. Él defiende a la mujer pecadora contra la crítica del judío practicante. Lo que Jesús repite a los fariseos de todos los tiempos es esto: “¡A quien le ha sido perdonado poco, demuestra poco amor!”. La seguridad personal que yo, fariseo, me creo por mi observancia de las leyes de Dios y de la Iglesia, muchas veces, me impiden experimentar la gratuidad del amor de Dios que perdona. Lo que importa no es la observancia de la ley en sí, sino el amor con el que observo la ley. Usando los símbolos del amor de la mujer pecadora, Jesús responde al fariseo que se consideraba justo. “¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y tú no me diste agua para los pies; mas ella ha regado mis pies con sus lágrimas y las ha secado con sus cabellos. Tú no me has dado un ósculo, pero ella desde que he entrado aquí no ha cesado de besarme los pies. Tú no ungiste mi cabeza con óleo perfumado, pero ella ha ungido mis pies con ungüento. Por esto te digo: le son perdonados sus muchos pecados, porque ha amado mucho. Por el contrario al que se le perdona poco ama poco”. Es como si dijese: “¡Simón, a pesar de todo el banquete que me ofreces, tú tienes poco amor!”. ¿Por qué? El Profeta Jeremías había ya dicho que en el futuro, en la nueva alianza, “ no se deberán ya instruir los unos a los otros diciendo: Reconoced al Señor, porque todos me reconocerán, desde el más pequeño al más grande, dice el Señor; porque yo perdonaré sus iniquidades y no me acordaré ya más de sus pecados” (Jer 31,34). Es el de saberse perdonados gratuitamente lo que hace experimentar el amor de Dios. El fariseo, llamando a la mujer “pecadora”, se considera hombre justo, observante y practicante. Como el fariseo de la otra parábola que decía: “¡Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, y ni siquiera como éste publicano!” (Lc 18,11). Simón debe haber pensado: “¡Oh Dios, te doy gracias porque yo no soy como esta mujer pecadora!” Pero el que volvió a casa justificado no fue el fariseo, sino el publicano que había dicho: “¡Ten piedad de mí, pecador!”. (Lc 18,14). Los fariseos de siempre se consideran sin pecado, porque en todo observan la ley de Dios, van a Misa, oran, dan limosna, pagan los tributos. Ponen toda su seguridad en lo que hacen por Dios, y no en el amor y en perdón de Dios por ellos. Por esto, Simón, el fariseo, no puede experimentar la gratuidad del amor de Dios.

Lucas 7,48-50: El amor hace nacer el perdón, el perdón hace crecer el amor
Jesús declara a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Entonces los invitados comienzan a pensar: “¿Quién es éste para perdonar los pecados?” Pero Jesús dice a la mujer: “¡Tu fe te ha salvado. Vete y no peques más!”. Aquí aparece la novedad del comportamiento de Jesús. Él no condena, sino que acoge. Y es la fe la que acoge a la mujer a reponerse y a encontrarse consigo misma y con Dios. En su trato con Jesús irrumpe en ella una fuerza nueva que la hace renacer. Se nos viene una pregunta importante. La mujer, pecadora en la ciudad, ¿hubiera hecho lo que hizo sino hubiese tenido la certeza absoluta de ser acogida por Jesús? Esto significa que para los pobres de la Galilea de aquella época, Jesús era una persona de absoluta confianza. “Podemos tener confianza en Él. Él nos acoge”. ¿Se podrá decir que hoy los marginados pueden tener esta misma certeza respecto a nosotros?

Lucas 8,1-3: Los discípulos y las discípulas de la comunidad de Jesús
Jesús recorría las aldeas y ciudades de la Galilea, anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios y los doce estaban con Él. La expresión “seguir a Jesús” indica la condición del discípulo que sigue al Maestro intentando imitar su ejemplo y participando de su destino. Es sorprendente que junto a los hombres se encuentren también mujeres que “siguen a Jesús”. Lucas coloca a los discípulos y las discípulas en el mismo plano. De las mujeres dice además que ellas servían a Jesús con sus bienes. Lucas conserva también los nombres de algunas de estas discípulas: María Magdalena, nacida en la ciudad de Magdala. Había sido liberada de siete demonios.Juana mujer de Cusa, procurador de Herodes Antipas, gobernador de la Galilea. Susana y otras muchas.

c) Ampliando conocimientos:

i) El Evangelio de Lucas fue considerado siempre el Evangelio de las mujeres.
De hecho, Lucas es quien reporta el mayor número de episodios en los que se demuestra el trato de Jesús con las mujeres. Pero la novedad, la Buena Noticia de Dios para las mujeres, no está en la abundantes citas de su presencia junto a Jesús, sino en la conducta de Jesús hacia ellas. Jesús las toca y se deja tocar de ellas sin miedo a ser contaminado (Lc 7,39; 8,44-45.54); la diferencia con los maestros de la época es que Jesús acepta a las mujeres como seguidoras y discípulas (Lc 8,2-3; 10-39). La fuerza liberadora de Dios, que obra en Jesús, hace que la mujer se levante y asuma su dignidad (Lc 13,13). Jesús es sensible a los sufrimientos de la viuda y se solidariza con su dolor (Lc 7,13). El trabajo de la mujer que prepara el alimento es visto por Jesús como signo del Reino (Lc 13,20-21). La viuda tenaz que lucha por sus derechos se convierte en modelo de oración (Lc 18,1-8) y la viuda pobre que comparte sus pocos bienes con otros es modelo de entrega y dedicación (Lc 21,1.4). En una época en la que el testimonio de la mujer no se consideraba válido, Jesús escoge a las mujeres como testigos de su muerte (Lc 23,49), de su sepultura (Lc 23,55-56) y resurrección (Lc 24,1-11.22-24).
ii) En los Evangelios se conservan diversas listas con los nombres de los doce discípulos que seguían a Jesús.
No siempre son los mismos nombres, pero siempre son doce, evocando así las doce tribus del nuevo pueblo de Dios. Había también mujeres queseguían a Jesús, de la Galilea a Jerusalén. El Evangelio de Marcos define su comportamiento con tres palabras, tres verbos: seguir, servir, salir hasta Jerusalén (Mc 15,41) Los evangelistas no consiguen elaborar una lista de las discípulas que seguían a Jesús, pero sus nombres, hasta hoy, están esparcidos en las páginas del evangelio, sobre todo en el de Lucas, y son éstos: María Magdalena (Lc 8,3; 24,10); Juana, mujer de Cusa (Lc 8,3); Susana (Lc 8,3); Salomé (Mc 15,45); María, madre de Santiago (Lc 24,10); María mujer de Cleofás (Jn 19,25); María, Madre de Jesús (Jn 19,25).

Oración: Himno al Amor (1 Cor 13,1-13)

¡Pero sobre todo, el Amor!

1 Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. 2Aunque tenga el don de profecía, y conozca todos los misterios y toda la ciencia; aunque tenga plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.3 Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4 La caridad es paciente, es amable; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; 5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; 6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. 7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. 9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. 10 Cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

(fuente: ocarm.org)

sábado, 11 de junio de 2016

"proclamen que el Reino de los Cielos está cerca"

Memoria de san Bernabé, apóstol
(11/06/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 11, 21b-26.13,1-3. 

En aquellos días, muchos creyeron y se convirtieron. Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor. Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos". En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores, entre los cuales estaban Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, amigo de infancia del tetrarca Herodes, y Saulo. Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: "Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado". Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.


Salmo 98(97), 1.2-3ab.3c-4.5-6.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.


del Evangelio según San Mateo 10, 7-13

Jesús dijo a sus apóstoles: Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente." No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.



























LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Hoy es la fiesta de san Bernabé. El evangelio habla de las instrucciones de Jesús a los discípulos sobre cómo anunciar la Buena Nueva del Reino a las “ovejas perdidas de Israel” (Mt 10,6). Ellos deben: a) cuidar a los enfermos, resuscitar a los muertos, purificar a los leprosos, expulsar a los demonios (v.8); b) anunciar gratuitamente aquello que gratuitamente han recibido (v.8); c) no llevar ni oro, ni sandalias, ni bastón, ni alforja, ni zapatos, ni dos túnicas (v.9); d) procurar una casa donde puedan ser hospedados hasta terminar la misión (v.11); e) ser portadores de paz (v.13).

• En el tiempo de Jesús había diversos movimientos que, como Jesús, buscaban una nueva manera de vivir y convivir, por ejemplo, Juan Bautista, los fariseos, los esenios y otros. Muchos de ellos formaban comunidades de discípulos (Jn 1,35; Lc 11,1; Hec 19,3) y tenían a sus misioneros (Mt 23,15). ¡Pero había una gran diferencia! Por ejemplo, los fariseos, cuando iban en misión, iban prevenidos. Pensaban que no podían confiar en la comida de la gente que no siempre era ritualmente “pura”. Por eso llevaban alforja y dinero para poder cuidar de su propia comida. Así, las observancias de la Ley de pureza, en lugar de ayudar a superar las divisiones, enflaquecían aún más la vivencia de los valores comunitarios. La propuesta de Jesús es diferente. Su método transpare en los consejos que da a los apóstoles cuando los envía en misión. Por medio de las instrucciones, trata de renovar y reorganizar las comunidades de Galilea para que sean nuevamente una expresión de la Alianza, una muestra del Reino de Dios.

• Mateo 10,7: El anuncio de la cercanía del Reino. Jesús envía a sus discípulos a anunciar la Buena Nueva. Ellos deben decir: “¡El Reino de los cielos está cerca!” ¿En qué consiste esta proximidad? Ni significa la proximidad en el tiempo en el sentido que basta esperar un poco de tiempo y en breve el Reino aparecerá. “El Reino está cerca” significa que ya está al alcance de la gente, ya “está en medio de vosotros” (Lc 17,21). Es preciso adquirir una nueva mirada para poder percibir su presencia o cercanía. La venida del Reino no es fruto de nuestra observancia, como querían los fariseos, sino que se hace presente, gratuitamente, en las acciones que Jesús recomienda a los apóstoles: cuidar a los enfermos, resuscitar a los muertos, purificar a los leprosos, expulsar a los demonios.

• Mateo 10,8: Curar, resuscitar, purificar, expulsar. Enfermos, muertos, leprosos, poseídos eran los excluidos de la convivencia, y eran excluidos en nombre de Dios. No podían participar en la vida comunitaria. Jesús manda que estas personas excluidas sean acogidas, incluidas. Y en estos gestos de acogida y de inclusión, el Reino se hace presente. Pues en estos gestos de gratuidad humana se transparenta el amor gratuito de Dios que reconstruyó la convivencia humana y que rehace las relaciones interpersonales.

• Mateo 10,9-10: No llevar nada. Al contrario de los otros misioneros, los apóstoles no pueden llevar nada: “No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento”. La única cosa que pueden llevar es la Paz (Mt 10,13). Esto significa que deben confiar en la hospitalidad y en el compartir de la gente. Pues el discípulo que va sin nada llevando apenas la paz, muestra que confía en la gente. Acredita que va a ser recibido, y la gente se siente provocada, valorada, respetada y confirmada. El obrero tiene derecho a su alimento. Por medio de la práctica, el discípulo critica las leyes de la exclusión y rescata los valores del compartir y de la convivencia comunitaria.

• Mateo 10,11-13: Convivir e integrarse en la comunidad. Al llegar a un lugar los discípulos deben escoger una casa de paz y allí deben permanecer hasta el fin. No deben pasar de casa en casa, sino convivir de forma estable. Deben hacerse miembros de la comunidad y trabajar por la paz, esto es, por la reconstrucción de las relaciones humanas que favorecen la paz. Por medio de esta práctica, rescatan una antigua tradición del pueblo, critican la cultura de acumulación que marcaba la política del Imperio Romano y anuncian un nuevo modelo de convivencia.

• Resumiendo: las acciones recomendadas por Jesús para el anuncio del Reino son éstas: acoger a los excluidos, confiar en la hospitalidad, provocar la puesta en común, convivir de modo estable y de forma pacífica. Si esto acontece, entonces pueden y deben gritar a los cuatro ventos: ¡ El Reino ha llegado! Anunciar el Reino no es en primer lugar enseñar verdades y doctrinas, catecismo o derecho canónico, sino llevar a las personas a una nueva manera de vivir y convivir, a una nueva manera de actuar y de pensar desde la Buena Nueva, traída por Jesús: que Dios es Padre/Madre y que, por tanto, todos somos hermanos y hermanas.

Para la reflexión personal

• ¿Por qué todas estas actitudes recomendadas por Jesús son señal de la llegada del Reino de Dios?
• ¿Cómo realizar hoy lo que Jesús pide: “no llevar alforja”, “no pasar de casa en casa”?

Oración final

Cantad a Yahvé un nuevo canto,
porque ha obrado maravillas;
le sirvió de ayuda su diestra,
su santo brazo. (Sal 98,1)

(fuente: www.ocarm.org)

viernes, 10 de junio de 2016

"El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón"

Viernes de la décima semana del tiempo ordinario
(10/06/2016)

Primer Libro de los Reyes 19, 9.11-16. 

Allí, entró en la gruta y pasó la noche. Entonces le fue dirigida la palabra del Señor. El Señor le dijo: "Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor". Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: "¿Qué haces aquí, Elías?". El respondió: "Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida". El Señor le dijo: "Vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco. Cuando llegues, ungirás a Jazael como rey de Arám. A Jehú, hijo de Nimsí, lo ungirás rey de Israel, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti."


Salmo 27(26), 7-8a.8b-9abc.13-14.

¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
Mi corazón sabe que dijiste:
“Busquen mi rostro”
no lo apartes de mí.

No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.

Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.


del Evangelio según San Mateo 5, 27-32.

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
































REFLEXIÓN: Del cumplimiento al amor

Cuando hablamos de una ética de mínima nos referimos a un cristianimos vivído bajo el límite de “portarse bien”. Ser cristianos es mucho más, es vivir en plenitud, con mayor hondura, como hombres nuevos.


Pasar de una ley de mínima a la ley del amor

Muchas veces creemos que el cristianismo es una lista larga de normas y mandamientos que debemos cumplir. Algunos sacramentos parecen más un trámite civil que otra cosa. Es más, parece que Jesús, en este pasaje, nos complica porque nos saca del “deber ser”. Pero eso no es el cristianismo: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, (o, podemos añadir a las palabras del Papa, por el cumplimiento de normas), sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. (Deus Caritas est, n.1). Es una presencia silenciosa y seductora que nos atrae progresivamente y nos conquista el corazón captando todo el sentido que supone su presencia en nuestra vida. Es sólo a través de Cristo, del prisma de su amor, que se puede, no sólo entender, sino sobre todo vivir su propuesta, un mundo nuevo que supone hombres y mujeres nuevas transformados por el Espíritu Santo.

Jesús viene a “dar plenitud”a ley y a los profetas. Viene a purificar con el fuego de su amor lo que le impide a nuestro corazón darse plenamente a Dios. No nos pide que no seamos malos, sino que seamos buenos que nos intentemos parecer a Él. Cuando hablamos de una ética de mínima nos referimos a un cristianimos vivído bajo el límite de “portarse bien”. Ser cristianos es mucho más, es vivir en plenitud, con mayor hondura, como hombres nuevos.

Por eso San Ignacio, en sus ejercicios espirituales propondrá pedir “interno conocimiento de Jesús para más amarlo y seguirlo”. Se trata de, a partir del trato frecuente con Él, que se nos vayan pegando sus modos. El trato con Jesús es de amistad, así como un amigo comparte con otro, y se le van como pegando sus maneras. En la relación con Dios también buscamos ser presencia de una misma realidad en dos o más cuerpos, cuando es la comunidad que se vincula con Jesús.

Lo que Jesús pide es un plus de justicia en la convivencia con los demás; un plus de santidad, de plenitud, en la realización de nuestras tareas más ordinarias; un plus de generosidad en nuestra oración, en la vivencia de los sacramentos: “si su justicia no es mayor…no pasa nada, ni a cristianos llegamos”. ¿Qué es lo que hace vayamos para adelante? El crecimiento de un deseo más grande de Dios.

Por eso para Jesus no basta hacer justicia humana con el que nos ofende, pide que lo perdonemos, que nos reconciliemos con él. No le basta que no se cometa adulterio, quiere que custodiemos la pureza de nuestro corazón con una voluntad tajante: “si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti”. No le basta la ley del divorcio, sino que correspondamos al designio divino sobre el matrimonio (cfr. Mt 19, 4). A Cristo, en fin, no le basta la vivencia externa de nuestros deberes de cristianos: quiere nuestro corazón.

El Papa Francisco en la exhortación apostólica dice, atención con una Iglesia muy meticulosa en el orden y poco caliente en su ardor y fuego. Puede pasarnos que porque las cosas salen bien no nos animamos a salir más aún. Sería el “antes de misionar nos formemos”. Y por supuesto que hay que formarse, pero ya con lo que tenemos es suficiente para salir a compartir el tesoro que tenemos. Y sino entendemos esta “formación” casi como una respuesta defensiva de los que no quieren a la Iglesia o memorización de contenidos doctrinales. La misión es compartir eso que “hemos visto y oído”. Salir del encierro y descubrir a Dios que se nos muestra y nos sale al encuentro en todo momento y nos impulsa a ir más allá.


En búsqueda de lo hondo

Incluso sabe que en el camino el pecado forma parte de nuestra vida. Pero tampoco la vida puede ser un esquivar el pecado… Muchas veces por no hacer mal, por no equivocarnos, nos guardamos y perdemos la oportunidad de hacer mucho bien.

Es exigente la propuesta de Jesús y a la vez encantadora. Quizás sea lo que necesita la cultura de hoy: no la exigencia de quien manda sino lo movilizadora que puede ser una propuesta apasionante. Es bueno encontrarse con exigencias en el camino. Lo que no es bueno es autoexigirse o perseguirse a sí mismo. Tener metas, objetivos y esforzarse por alcanzar esas metas es muy sano. Ahí crecemos. El más que apuntamos que es a donde nos lleva el evanelio de estos días, ubica al Señor y a los hermanos en el centro. Jesús va a rematar este capítulo 5 de San Mateo con el mandamiento del amor. Ese mandamiento nos hace vivir con el alma desplegada.

Martín Descalzo cita a Bernanos que habló sobre la gran cantidad de gente que viven con las almas dobladas. «No se puede decir más que con espanto el número de hombres que nacen, viven y mueren sin haber usado ni una sola vez su alma, sin haberla usado ni siquiera para ofender a Dios. ¿El infierno no será precisamente el descubrir demasiado tarde, el encontrarse demasiado tarde con un alma no utilizada, cuidadosamente doblada en cuatro y estropeada por falta de uso como ciertas sedas preciosas que se guardan y no se usan precisamente por ser tan preciosas?»

¿Es posible que la gente viva sin usar sus vidas, sin invertir sus almas, acoquinados ante el dolor e indecisos ante la alegría, corno el bañista tímido que nunca va más allá de meter el pie en el agua y sin jamás chapuzarse en ella?. Y después agrega que Cristo nos invitó a tomar la cruz y seguirle, no a tener miedo a la vida y tumbarnos, aunque nos engañemos diciendo que nos tumbamos a esperar”.

La vida está para entregarla y para ofrecerla, y como dice el Papa Francisco “prefiero una Iglesia accidentada por salir a una Iglesia enferma por quedarse encerrado”. A veces aguardamos que todo salga perfecto y sino, por las dudas no nos arriesgamos. Y en búsqueda de lo perfecto dejamos de transmitir con sencillez lo hermoso que se nos confía. Hay que reinventar sobre el camino, y sólo es posible con el fuego que se tiene dentro, el que da el Espíritu Santo.

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

jueves, 9 de junio de 2016

El Amor de Dios es exigente

Jueves de la décima semana del tiempo ordinario
(09/06/2016)

Primer Libro de los Reyes 18, 41-46. 

Elías dijo a Ajab: "Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia". Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: "Sube y mira hacia el mar". El subió, miró y dijo: "No hay nada". Elías añadió: "Vuelve a hacerlo siete veces". La séptima vez, el servidor dijo: "Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano". Elías dijo: "Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida". El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel.


Salmo 65(64), 10abcd.10e-11.12-13.

Visitas la tierra, la haces fértil
y la colmas de riquezas;
los canales de Dios desbordan de agua,
y así preparas sus trigales.

Riegas los surcos de la tierra,
emparejas sus terrones;
la ablandas con aguaceros
y bendices sus brotes.

Tú coronas el año con tus bienes,
y a tu paso rebosa la abundancia;
rebosan los pastos del desierto
y las colinas se ciñen de alegría.


del Evangelio según San Mateo 5, 20-26.

Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.






























REFLEXIÓN: La ley del amor nos conduce a más

En la Catequesis de hoy, vemos a Jesús que trae un orden nuevo. El "Ustedes han oido…. pero yo les digo" que Él trae no borra lo antiguo ni quita lo enseñado. En todo caso, todo lo recibido es puesto en una nueva dimensión que lo integra y lo supera. La nueva ley que trae es superadora en el Amor. Así, la ley del amor invita siempre a más, con la finalidad de alcanzar el rostro del Padre que todo lo incorpora y abraza.


Un nuevo orden

Cuando un legislador tiene bajo su cuidado la responsabilidad de legislar, busca establecer las pautas de convivencia y comportamiento que regulan el bienestar de los que están bajo su mirada; y a las cuales hay que amoldarse quienes pertenecen a ese gobierno. De ahí que la expresión “se les dijo … pero Yo les digo…” nos pone de cara a un nuevo orden en un nuevo reino: el del Padre Dios, que se lo ha confiado a Jesús.

Jesús aparece aquí, frente al nuevo Reino como un nuevo legislador. El texto del Evangelio de hoy nos muestra a Jesús en el contexto del anuncio del nuevo código de felicidad: las bienaventuranzas. El capítulo 5 del Evangelio de San Mateo comienza así: “Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña se sentó y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles diciendo: Felices los que tienen alma de pobre, felices los afligidos, felices los pacientes…” La Ley está hecha para eso, para alcanzar la felicidad. Hay un código de felicidad que se expresa en estos mandatos nuevos que tienen un contenido nuevo.

Mateo escribe a una comunidad judía y a lo largo de su Evangelio va a mostrar que las promesas hechas en el Antiguo Testamento se cumplen en Jesús. Y al mismo tiempo se superan de la mano nueva legislación: la del amor, promulgada por un nuevo legislador: Jesús. Moisés ha legislado en nombre de Dios en la montaña del Horeb, para el pueblo que nacía. Ahora un nuevo pueblo nace para un nuevo Reino, hay un nuevo legislador y hay una nueva ley. El nuevo pueblo es el pueblo de Dios, Jesús es el legislador y la ley es la del amor.

Éstas son algunas de las llaves que nos abren a una lectura del Evangelio de Mateo. El capítulo 5 comienza con ese anuncio de las bienaventuranzas, el llamado a la felicidad; y termina con las exigencias de la caridad, que lo tienen al Padre como modelo de perfección: “por lo tanto, sean perfectos como es perfecto mi Padre que está en el cielo.” Él hace salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos, e invita a amar tanto que hay que incorporar en este mandato también a los que son adversarios, a los que son contrarios. Amarlos y abrazarlos en el amor e incorporarlos en la vida como propios, como pertenecientes al mismo corazón.

Jesús aparece como el nuevo Moisés y viene a establecer un nuevo Reino. El nuevo legislador trae una nueva ley: la del amor al Padre, un amor tan grande que incluye también el amor a los enemigos.

Más es la palabra que identifica el evangelio de hoy: “A ustedes se les dijo… pero yo les digo”. ¿A que más te invita el Señor en este tiempo? Más paciencia, más escucha, más tiempo para la oración, más compromiso…


Se les dijo…, pero Yo les digo…

Leyendo esta expresión del Evangelio en la clave de más tras más de San Ignacio, se entiende la invitación desde el Yo les digo… de la mano de la exigencia de la caridad.

El Yo les digo… de Jesús no borra lo antiguo ni quita lo enseñado. En todo caso, todo lo recibido es puesto en una nueva dimensión que lo integra y lo supera. La propuesta de novedad del Señor es comparable a esos procesos de madurez en las distintas etapas de la vida: se pasa de la niñez a la adolescencia, de la adolescencia a la juventud, luego a la vida adulta y después a la tercera edad. Y en cada caso, algo de lo vivido permanece y algo nuevo se despierta. Así es la dinámica creativa del amor, en permanente transformación y cambio. Dios crea y recrea el universo que está en marcha. Dándole origen al universo sigue sosteniendo su creación, permanentemente creando y transformando por más. Es la dinámica de un Dios que crea, y en ese mismo acto sigue recreando. Dios no hizo el mundo, le dio cuerda y se desentendió, sino que es un acto permanente de un Dios que está creando y recreando.

Jesús nos está esperando en la verdadera transformación de la vida, por más. Es importante estar atento a lo que Dios va indicando y mostrando, para poder seguirlo que siempre supone un plus, un más, que sólo Él puede dar la gracia.

Jesús les dice: yo no he venido a sacar ni una coma de la ley antigua sino que he venido a mejorar el mandato antiguo a partir de una nueva legislación que incluye y perfecciona todo: la ley del amor. Cuando ese amor no es correspondido y se lo quiere encerrar de algún modo en la racionalización de la vida, en el determinismo de un eterno retorno donde no hay expectativas sobre el porvenir comenzamos a morir, porque no le damos lugar a Dios que es Amor. Cuando no le seguimos la pista al amor creativo de Dios, matamos de a poco la vida, morimos, nos autoagredimos si no le damos lugar a Dios mismo. ¿O acaso cuando nos hemos encontrado con Dios, no hemos dicho esto es la vida? Sin Dios estamos como muertos en vida. O respondemos en fidelidad o nos autoexcluimos de la vida con mayúsculas que Él nos ofrece en la entrega de su Amor.

Sólo cuando vamos tras el más que Dios nos vamos proponiendo, podemos ir encontrando la gran razón por la cual vivir. Es el Dios del amor que nos revela Jesús, y que por lo tanto se puede traducir el progreso de más en la vida, por el amor. Cuando uno va recibiendo diferentes propuestas legítimas, tenemos que preguntarnos en cuál de esas propuestas podemos vivir con mayor plenitud el amor y la caridad. Y ahí está la opción. Siempre responder a ese modo que Dios tiene de tomar Él mismo la iniciativa; Él siempre nos muestra cuál de los caminos es donde más se muestra su amor y más se nos invita a amar.

Jesús integra la ley desde un lugar superador e integrador para hacernos crecer y así dar un paso más. Muchas veces este ir por más tiene que ver con el crecimiento de la familia, de los vínculos familiares, con el amor que va integrando lo que en el camino se va recorriendo, permitiéndonos decir ahora sí estamos vivos. Entonces sentimos que la vida se ha transformado en un acto de existencialidad donde tiene densidad el hecho de estar vivos. Vivir no es transcurrir sino haberle encontrado sentido a la vida desde el amor que nos plantea Jesús en su Evangelio.

“Ustedes han oído…” dice Jesús en relación a la ley antigua, que no es mala, pero Él viene a traer una superadora, que es mucho más. Más amor.


El amor en los vínculos se fortalece en la misericordia y en reconciliación

No tenemos otra opción: o crecemos en la vida espiritual perdonando y aceptando a los demás con sus limitaciones desde la experiencia de la propia aceptación o nos hacemos enanos en el dictamen del egoísmo que nos encierra.

La única actitud que tiene proyección y nos hace madurar es el amor y su dinámica de constante renovación, como cuando encontraste a un amigo y te diste cuenta que era como una sola alma en dos cuerpos, o tal vez el amor te mostró el reflejo de Dios. El amor da sentido a la vida con su constante reinvención y recreación.

El amor es creativo decía Maximiliano Kolbe e invitaba a aquellos que comenzaban el camino de seguimiento de Jesús en ese loco deseo de llegar con el Evangelio a todas partes, a que se vincularan con la fuerza del amor creativo, que se fortalece particularmente de la mano del perdón. Cuando perdonamos nos olvidamos de la ofensa recibida porque hay un motivo mayor desde donde relacionarme, no es la herida recibida o dada sino el amor que se hace superador en los encuentros de perdón y reconciliación.

De eso trata el Evangelio de hoy, de perdonar al hermano antes de presentar la ofrenda. El perdón hace superar los obstáculos y nos hace crecer. Un amor altruista al estilo del Padre que hace salir el sol sobre justos e injustos. Un amor superador, incluyente, grande, abrazador, que no deja al margen a nadie, sino que incorpora a los que son adversarios, enemigos. También ellos merecen nuestros gestos de amor porque son hermanos. Cuando el amor aparece hay un punto de inflexión en la vida, hay un cambio. El amor compartido, agradecido, recordado, es el amor crecido. Es el amor que se hace lugar allí donde está escondido y que por distintos motivos corre el riesgo de debilitarse. Es lo que le da color y sentido a la vida.

Jesús te invita hoy a experimentar ese amor que Él te atrae y que habita en vos. El camino que plantea hoy el Evangelio es el de ir por más, porque muestra la línea y el camino, muestra la ley como ordenadora, indicativa. La ley del amor invita siempre a más, con la finalidad de alcanzar el rostro del Padre que todo lo incorpora y abraza. Es un amor donde aún lo contrario es integrado, compaginando lo descompaginando, sumando los opuestos. La sabiduría es el amor, bíblicamente es Jesús por eso a María se la reconoce como el trono de la sabiduría. Jesús es el Amor, y Él nos permite unir lo que está descompaginado.

En estas épocas de cambios no se trata de cortar por lo sano con lo pasado sino de integrar. Por eso el Evangelio dice que el sabio es el que saca del arcón de lo viejo para unirlo a lo nuevo, así Jesús incorpora lo nuevo dentro de lo viejo y viceversa.

En el enemigo está escondido un amigo capaz de traernos al costado de la orilla con la novedad del amor que integra lo que aparentemente no tiene arreglo. Vayamos siempre por más en el amor y podremos en la providencia hallar el rostro del Padre.

escrito por Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

miércoles, 8 de junio de 2016

"No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento"

Miércoles de la décima semana del tiempo ordinario
(08/06/2016)

Primer Libro de los Reyes 18,20-39. 

Ajab mandó buscar a todos los israelitas y reunió a los profetas sobre el monte Carmelo.
Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: "¿Hasta cuándo van a andar rengueando de las dos piernas? Si el Señor es Dios, síganlo; si es Baal, síganlo a él". Pero el pueblo no le respondió ni una palabra.
Luego Elías dijo al pueblo: "Como profeta del Señor, he quedado yo solo, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta.
Traigamos dos novillos; que ellos se elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña, pero sin prender fuego. Yo haré lo mismo con el otro novillo: lo pondré sobre la leña y tampoco prenderé fuego.
Ustedes invocarán el nombre de su dios y yo invocaré el nombre del Señor: el dios que responda enviando fuego, ese es Dios". Todo el pueblo respondió diciendo: "¡Está bien!".
Elías dijo a los profetas de Baal: "Elíjanse un novillo y prepárenlo ustedes primero, ya que son los más numerosos; luego invoquen el nombre de su dios, pero no prendan fuego".
Ellos tomaron el novillo que se les había dado, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: "¡Respóndenos, Baal!". Pero no se oyó ninguna voz ni nadie que respondiera. Mientras tanto, danzaban junto al altar que habían hecho.
Al mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: "¡Griten bien fuerte, porque es un dios! Pero estará ocupado, o ausente, o se habrá ido de viaje. A lo mejor está dormido y se despierta".
Ellos gritaron a voz en cuello y, según su costumbre, se hacían incisiones con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre.
Y una vez pasado el mediodía, se entregaron al delirio profético hasta la hora en que se ofrece la oblación. Pero no se oyó ninguna voz, ni hubo nadie que respondiera o prestara atención.
Entonces Elías dijo a todo el pueblo: "¡Acérquense a mí!". Todo el pueblo se acercó a él, y él restauró el altar del Señor que había sido demolido:
tomó doce piedras, conforme al número de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dirigido su palabra, diciéndole: "Te llamarás Israel", y con esas piedras erigió un altar al nombre del Señor. Alrededor del altar hizo una zanja, como un surco para dos medidas de semilla. Luego dispuso la leña, despedazó el novillo y lo colocó sobre la leña.
Después dijo: "Llenen de agua cuatro cántaros y derrámenla sobre el holocausto y sobre la leña". Así lo hicieron. El añadió: "Otra vez". Lo hicieron por segunda vez, y él insistió: "Una vez más". Lo hicieron por tercera vez. El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua.
A la hora en que se ofrece la oblación, el profeta Elías se adelantó y dijo: "¡Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel! Que hoy se sepa que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu servidor y que por orden tuya hice todas estas cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón".
Entonces cayó el fuego del Señor: Abrazó el holocausto, la leña, las piedras y la tierra, y secó el agua de la zanja. Al ver esto, todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y dijo: "¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!".


Salmo 16(15), 1-2a.4.5.8.11.

Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien»
y que corren tras ellos!
Tan sólo penas cosecharán.
No les ofreceré libaciones de sangre
ni llevaré sus nombres a mis labios.

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú decides mi suerte!
Tengo siempre presente al Señor:
él está a mi lado, nunca vacilaré.

Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha.


 del Evangelio según San Mateo 5, 17-19.

Jesús dijo a sus discípulos: «No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»



















REFLEXIÓN: ¿Qué es la ley?

La ley necesariamente en algunos aspectos va mutando. En este sentido, primero va la vida adelante y después el ordenamiento.. cuando no es así es como si intentáramos meter la vida en una caja. Cuando no es así es la racionalidad, la ideología, las pautas frías y una falta de percepción de lo que está pasando o intereses particulares lo que prevalece.

En lo de todos los días nosotros también vamos poniendo pautas de convivencias que nos permiten ir diseñando un camino. La vocación a lo público es propiamente de los laicos. Por supuesto que el contexto del mundo es sumamente complejo, pero si nos quedamos como espectadores nada va a cambiar. Es propio del laicado intervenir en lo público como “sal y luz de la tierra”, impregnando de sabor lo que es común.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
“1951 La ley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien común. La ley moral supone el orden racional establecido entre las criaturas, para su bien y con miras a su fin, por el poder, la sabiduría y la bondad del Creador. Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y última. La ley es declarada y establecida por la razón como una participación en la providencia del Dios vivo, Creador y Redentor de todos. “Esta ordenación de la razón es lo que se llama la ley” (León XIII, enc. “Libertas praestantissimum” citando a S. Tomás de Aquino, s. th. 1-2, 90,1)

La Ley Antigua

La ley en cuanto tal tiene la posibilidad de revelarnos el camino, es pedagoga. Así aparece la Ley antigua, revelada por Dios a Moisés.

Dice el Catecismo:
“1961 Dios, nuestro Creador y Redentor, eligió a Israel como su pueblo y le reveló su Ley, preparando así la venida de Cristo. La Ley de Moisés contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la razón. Estas están declaradas y autentificadas en el interior de la Alianza de la salvación.”

La ley promulgada en el monte Sinaí viene a despertar la ley natural que Dios grabó en nosotros cuando nos creó.

“1962 La Ley antigua es el primer estado de la Ley revelada. Sus prescripciones morales están resumidas en los diez mandamientos. Los preceptos del Decálogo establecen los fundamentos de la vocación del hombre, formado a imagen de Dios. Prohíben lo que es contrario al amor de Dios y del prójimo, y prescriben lo que le es esencial. El Decálogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el mal: Dios escribió en las tablas de la ley lo que los hombres no leían en sus corazones (S. Agustín, Sal. 57,1).”

La ley antigua tiene otras perspectivas

“1963 Según la tradición cristiana, la Ley santa (cf. Rm 7,12), espiritual (cf Rm 7,14) y buena (cf Rm 7,16) es todavía imperfecta. Como un pedagogo (cf Gal 3,24) muestra lo que es preciso hacer, pero no da de suyo la fuerza, la gracia del Espíritu para cumplirlo. A causa del pecado, que ella no puede quitar, no deja de ser una ley de servidumbre.”

El texto habla de la ley antigua en relación a la traída por Cisto. En este sentido, como dice Pablo, la ley es ocasión de pecado: al no ser plena en su acompañamiento de gracia para el cumplimiento de lo dado, la ley antigua se queda a mitad de camino en el precepto, salvo que se abra a la consecución de gracia con la que la ley perfecta, la nueva, viene a secundar el camino que nos muestra lo que está marcado dentro de nosotros mismos como lo bueno a alcanzar y lo malo para evitar.

Es sano saber que tenemos una progresividad de crecimiento en todos los aspectos de nuestras vidas frente a lo que se nos pide. Hay una progresividad en el modo de ir avanzando en lo que se nos plantea como ideal o como mandato. Pero la ley es la ley y no cambia, si nuestra progresividad en alcanzarla.

La Ley Nueva o Ley Evangélica

En el capítulo 5 del Evangelio según San Mateo esto está sintéticamente dicho cuando casi en muletilla plantea “a ustedes se les dijo (y no está mal lo que se les dijo, era lo que podían entender en aquel momento) pero Yo les digo (y lo que Yo les digo supera lo que se les dijo)”. Entonces podemos hablar de una progresión en el crecimiento de la ley: a ustedes se les dijo pero Yo les digo. La ley antigua prepara la ley nueva, la ley evangélica.

“1965 La ley nueva o Ley evangélica es la perfección aquí abajo de la ley divina, natural y revelada. Es obra de Cristo y se expresa particularmente en el Sermón de la montaña. Es también obra del Espíritu Santo, y por Él viene a ser la ley interior de la caridad: “Concertaré con la casa de Israel una alianza nueva, pondré mis leyes en su mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Hb 8,8-10; cf Jr 31,31-34).

Es el Espíritu el que la graba a fuego en nuestros corazones. Por eso, encontrar el rumbo en lo que se nos da como posibilidad de elección en nuestra vida es vincularse en el Espíritu.

* Lo que está entre comillas es cita textual del Catecismo de la Iglesia Católica.

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

martes, 7 de junio de 2016

"Ustedes son la sal de la tierra..."

Martes de la décima semana del tiempo ordinario
(07/06/2016)

Primer Libro de los Reyes 17, 7-16. 

Al cabo de un tiempo, el torrente se secó porque no había llovido en la región. Entonces la palabra del Señor llegó a Elías en estos términos: "Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y establécete allí; ahí yo he ordenado a una viuda que te provea de alimento". El partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber". Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la mano un pedazo de pan". Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos". Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo". Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo. El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías.


Salmo 4, 2-3.4-5.7-8.

Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor,
tú, que en la angustia me diste un desahogo:
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y ustedes, señores, ¿hasta cuando ultrajarán al que es mi Gloria,
amarán lo que falso y buscarán lo engañoso?

Sepan que el Señor hizo maravillas por su amigo:
él me escucha siempre que lo invoco.
Tiemblen, y no pequen más;
reflexionen en sus lechos y guarden silencio.

Hay muchos que preguntan:
«¿Quién nos mostrará la felicidad,
si la luz de tu rostro, Señor,
se ha alejado de nosotros?.»
Pero tú has puesto en mi corazón más alegría
que cuando abundan el trigo y el vino.


del Evangelio según San Mateo 5, 13-16.

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
































REFLEXIÓN: Llamados a ser sal y luz

El evangelio nos invita a no guardarnos ni acurrucarnos sino a salir afuera. Inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo» (Mt 5,13.14). Pero esto nos sorprende un poco, si pensamos en quienes tenía Jesús ante sí cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran aquellos discípulos? “Ellos no comprendían nada” dice el evangelio de Marcos, sin embargo Jesús les dedica tiempo a enseñarles… a acompañarlos y a sostenerlos, e insiste. Ante la incomprensión y la imposibilidad de descubrir su propuesta, el Señor también nos espera pacientemente.

Jesús está en medio de pescadores, gente simple… Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y precisamente su afirmación se entiende como una consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si serán pobres de espíritu, si serán dóciles, si serán puros de corazón, si serán misericordiosos… ¡serán la sal de la tierra y la luz del mundo!

Para comprender mejor estas imágenes, tenemos presente que la ley hebrea prescribía colocar un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Dios, como signo de alianza. La luz, además, era para Israel el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben por lo tanto una misión en relación a todos los hombres: con la fe y con la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad. Cuando uno contempla el escenario del mundo, en el barrio, la escuela, la universidad, la fábrica, vemos que cada escenario clama distintos aspectos de las bienaventuranzas donde el Señor nos llama a ser sal y luz. En algunos el espíritu de la austeridad y la pobreza viene a ser la contracara de la opulencia y la mala distribución, y el capitalismo que enferma… Hay lugares de mucho dolor como las madres del dolor que padecen cómo sus hijos son víctimas de las drogas, y cuánto de consuelo hace falta ahí con los que lloran. Son territorios donde hace falta empatía con el dolor, para traer el consuelo y la paz de Dios. Llorar con quien llora, acompañando y mirando hacia adelante en la esperanza tal vez sea hoy uno de los territorios donde hoy el Señor nos invita a ser luz.

En medio de un mundo tan acelerado hemos perdido el don de la alegría y de la paz.

Si los cristianos perdemos sabor, y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia. ¡Pero qué bonita es esta misión de dar luz al mundo! Pero es una misión que nosotros tenemos. ¡Es bonita! Es también muy bonito conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla, y entregándola hacerla multiplicar. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva la luz, ¡siempre da luz! Una luz que no es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano de nombre solamente, que no lleva luz, una vida sin sentido. Pero yo querría preguntarles ahora, ¿cómo quieren vivir ustedes? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Apagada o encendida? ¿Cómo quieren vivir? ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana.


Las bienaventuranzas son el faro del cristiano

Las Bienaventuranzas son el programa de vida del cristiano que nos lleva al encuentro con el que es verdaderamente la luz y sabor a la vida que es Jesús. Bienaventurados los pobres en el espíritu: Las riquezas no te aseguran nada. Es más, cuando el corazón es rico, está tan satisfecho de sí mismo, que no deja lugar para nadie, tampoco para Dios, y a veces ni siquiera para mí mismo. Ando deambulando, harto de mí. La pobreza del corazón es la que nos hace clamar a la espesura de la paternidad de Dios. Él la da a quien se sabe indigente. Reconocer que todo lo hemos recibido de Él es muy sano para poder caminar en libertad. Los pobres de corazón, dice Santa Teresa, tienen un cerco inmenso alrededor suyo, como un gran muro de protección para quienes viven sin nada. Pareciera que ahorrar en el banco es la seguridad para el futuro, pero el Señor dice que el reaseguro está en vivir en Él “miren los pájaros del cielo y las aves del cielo, no cosechan y sin embargo el Padre nunca permite que les falte el alimento”. Ojalá podamos ser luz para quienes saben que no es acumulando como se gana seguridad pero tampoco saben cómo.

Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados: “Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo bello de la vida. Pero ignora, mira hacia otro lado, cuando aparecen problemas de enfermedad, de dolor en la familia”.

“El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las situaciones dolorosas, taparlas. Sólo la persona que ve las cosas como son, y llora en su corazón, es feliz y será consolada. El consuelo de Jesús, no el del mundo”.

“Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el principio es un mundo de guerras, un mundo donde se pelea en todas partes, donde en cualquier lugar se da el odio. Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, sino paz y mansedumbre”.

Si yo soy “manso en la vida pensarán que soy tonto”. Que piensen lo que quieran pero tú sé manso, porque con esa mansedumbre recibirás de herencia la Tierra”.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: bienaventurados “los que luchan por la justicia, para que haya justicia en el mundo. Ese es el gran lugar del laicado, salir lejos de la sacristía para construir la justicia en los escenarios públicos. No es la solución quedarse en la sombra ni no involucrarse por miedo a mancharse, el Señor nos llama a ser sal y luz de la tierra en esos lugares.

“Es muy fácil entrar en las garras de la corrupción, en esa “política cotidiana del todo es un negocio”. Y “¡cuántas injusticias! ¡cuánta gente que sufre por estas injusticias!”. Jesús dice: “bienaventurados los que luchan contra estas injusticias”.

Bienaventurados los misericordiosos porque ellos encontrarán misericordia. Los misericordiosos “los que perdonan, los que entienden los errores de los demás”. Jesús, destacó, no dice “bienaventurados los que se vengan, los que recurren a la venganza”.

“Bienaventurados los que perdonan, los misericordiosos. ¡Porque nosotros somos un ejército de perdonados! . Todos nosotros hemos sido perdonados. Y por esto es bienaventurado el que va por el camino del perdón”.

Bienaventurados los puros de corazón, que tienen un corazón sencillo, puro, sin porquería, un corazón que sabe amar con esa pureza tan bella. Bienaventurados los que trabajan por la paz. “Pero, lo común para nosotros es ser agentes de la guerra o trabajadores de malentendidos . Cuando escucho una cosa y voy a otro y la digo haciendo una segunda edición un poco más elaborada y la cuento… El mundo de la maledicencia. Esta gente que murmura, no hace la paz, son enemigos de la paz. No son bienaventurados”.

Bienaventurados los perseguidos por la justicia: Cuánta gente “es perseguida simplemente por haber peleado en pro de la justicia.

(fuente: www.radiomaria.org.ar)

lunes, 6 de junio de 2016

"Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios..."


Lunes de la décima semana del tiempo ordinario
(06/06/2016)

Primer Libro de los Reyes 17, 1-6. 

Elías el tisbita, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: "¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!". La palabra del Señor le llegó en estos términos: "Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento". El partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente.


Salmo 121(120), 1-2.3-4.5-6.7-8.

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.

El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.


del Evangelio según San Mateo 5, 1-12.

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."
































REFLEXIÓN

A esta escena no solo la meditamos sino que también la contemplamos: “Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.” Uno puede sentirse parte de la muchedumbre, meterse en la escena. También puedo ponerme del otro lado -sin pretender ponerme en la figura de Cristo- pero pedirle al Señor la gracia de saber mirar, de tener una mirada a la muchedumbre, en torno a nosotros; saber ver a los cercanos.

La Madre Teresa decía “miramos pero no vemos”, porque a veces no vemos ni a nuestros familiares o amigos, mucho menos a los lejanos, a los pobres. Levantar la mirada: ¿cuál es mi pequeña o gran muchedumbre? ¿Qué tipo de mirada tengo yo para mi gente?

Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices…” El Señor, al ver nuestra pobreza, nuestra aflicción, nuestros deseos insatisfechos, es como si los asumiera y da una especie de diagnóstico al corazón de la gente, y a cada uno de nosotros. A través de las bienaventuranzas Jesús describe cómo se siente la gente, lo que les pasa; y al mismo tiempo Jesús tiene una mirada profética: Jesús los ve y nos ve ya salvados, ya purificados. Es la mirada de su corazón de Buen Pastor, que mira la salvación, y lo que le nace es hablarles de la felicidad. Los ve pobres, sencillos, deseosos de escuchar su Palabra, sedientos de justicia, ve los gestos de misericordia (por ej., trayendo a los enfermos en camilla, o ayudando a tanta gente para que se acerque a Jesús). Jesús fue con la gente, se sentó y mirando a la gente les fue hablando. Es un lindo tono de cercanía, de este Señor fascinante, seductor por su mansedumbre, por su sencillez…

El padre Rossi nos invita a escuchar las bienaventuranzas pero no desde afuera, sino subiendo a la montaña con la multitud y dejándome seducir por esta imagen del Señor que los mira y me mira a mí también, gustando del tono misericordioso con que el Señor se acerca a mí.

Petición

Vamos a demandar, como dice San Ignacio, “conocimiento interno del Señor que por mí anuncia la Buena Noticia”; “que más le ame y amándolo, le siga”. Sentir que el Señor subió al monte de las bienaventuranzas por mí, no solo por aquella multitud, sino también por mí.


Felices los que…

Yendo a lo que Martín Descalzo llamó las ocho locuras de Cristo, estas ocho bienaventuranzas, ocho normas cristianas, hermosas y exigentes a la vez, es importante remarcar que están encabezadas por la palabra bienaventurados, felices, es un canto de optimismo. Es lo que el Señor quiere de nosotros en primer lugar: que seamos felices. Beato, bienaventurado, significa santo, feliz. ¿Qué significa ser santo? El santo es el feliz, feliz porque hace la voluntad de Dios.

El padre Rossi nos invita a usar el sentido del oído y dejarnos decir por el Señor “feliz vos”. Quizás hasta la misma palabra “feliz vos” ya me consuela, o me interpela.

José María Cabodevilla, sacerdote y teólogo español, dice: “Hubo un tiempo en que las ocho bienaventuranzas eran como ocho ríos de lava, como unas cesta llena de alacranes, como llamas junto al polvorín, como un látigo de ocho brazos. Eran ocho granos de sal capaces de sazonar el mundo, ocho palomas furiosas, ocho campanas golpeando sin cesar a la noche. Y eran también, a la vez, como ocho panes, como un manto de brocado para el mendigo, como miel, como brisa, como nieve en el verano. Esto eran las bienaventuranzas aquel día, cuando Cristo las predicó en un monte de Galilea. Las ocho bienaventuranzas se tratan de una página portentosa, incandescente, a la que nadie debería acercarse sin antes quitarse las sandalias. He aquí el crisol donde se prueban las presuntas virtudes del místico y los presuntos valores del profeta y del libertador. He aquí ocho espejos deformantes que acaban revelando nuestra verdadera imagen de hombre rico, inmisericorde, violento, injusto, impuro de corazón.

Las bienaventuranzas eran un mensaje desesperado tirado al mar dentro de una botella. ¿Y qué nos queda hoy de ellas, a dónde han ido a parar? Las bienaventuranzas se han convertido en un tema para una tesis doctoral, una batalla pintada al óleo, un roble trasplantado a una maceta, una “crucecita” colgada al cuello, ocho fórmulas de condolencias, ocho tigres de papel, ocho espadas de madera, una vaga absolución general que desciende del presbiterio hasta los últimos bancos.

Las bienaventuranzas son Palabra de Dios. Las aceptamos, desde luego, como Palabra divina revelada. Sin embargo, no estaría de más que permitiésemos alguna vez a nuestro corazón escandalizarse de lo que en las bienaventuranzas se dice, formular nuestras objeciones y expresar sinceramente nuestro rechazo. No sería malo que reflexionáramos sobre las bienaventuranzas con algo más de seriedad.”

Dice el P. Rossi que lo que plantea Cabodevilla, si bien puede sonar duro, es dejarse interpelar por las bienaventuranzas. Estamos frente a la síntesis de nuestra fe, frente a un Señor que nos dice sean felices, sean bienaventurados. Pero, a la vez, las bienaventuranzas son un gran desafío.

El papa Juan Pablo II, en su mensaje a los jóvenes en el Jubileo, recordaba las bienaventuranzas y se las repetía sencillo: “Bienaventurados los pobres, los mansos, los misericordiosos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos.” Y agregaba: “Bienaventurados los que parecen perdedores, porque son verdaderos vencedores a los ojos de Dios.”

Las bienaventuranzas son casi irónicas, son contradictorias. Y exigen un gran cambio en nuestro corazón; porque, como decía Juan Pablo II, “en nuestro corazón hay otra voz que nos dice bienaventurados los orgullosos, bienaventurados los violentos, bienaventurados los que prosperan a toda costa, bienaventurados los que no tienen escrúpulos, bienaventurados los crueles, los inmorales, bienaventurados los que hacen la guerra en lugar de la paz, los que persiguen a quien consideran un estorbo en su camino. En definitiva, bienaventurados los que vencen según el mundo pero según Dios son vencidos. Las dos voces están en nosotros”.

Hay que elegir entre las dos voces, parecido a lo que hemos meditado estos días en las dos banderas, estas dos voces que compiten por conquistar mi corazón. Y Juan Pablo II se preguntaba “¿Qué voz elegiremos los hombres y mujeres del siglo XXI? Jesús no solo proclama las bienaventuranzas, sino que Él las vive, las encarna, y por lo tanto, al contemplarlo a Él, veremos lo que significa ser manso y misericordioso, lo que es llorar, lo que es tener hambre y sed de justicia, veremos lo que es ser limpios de corazón, lo que es trabajar por la paz y ser perseguidos… Seguirlo es dejar tu barca y tus redes ahora en el alba del tercer milenio. Ahora les corresponde a ustedes ser apóstoles valientes que vivan las bienaventuranzas. Háganse cargo de esta doble voz que pelea en el corazón de ustedes y elijan…”


Bienaventuranzas, modelo de felicidad realista

A Jesús no le gustan las medias tintas, exige elección. Lo que elijo es lo que el Señor quiere de mí, y ésta es la gracia que nosotros en este momento pedimos.

El P. Ángel basándose en un texto del P. Eduardo Casas comenta: “Las bienaventuranzas anuncian felicidad peligrosas que, en primera instancia, nunca elegiríamos. Felicidad contenidas dentro de grandes infelicidades”. ¿Cómo se es feliz con la infelicidad de la pobreza, del hambre, de la persecución, el insulto, la calumnia? Realidades que aparecen en el sermón de la montaña.

¿Jesús no se habrá equivocado? ¿Nadie le dijo que esos pesares y esas calamidades humanas son más para desterrar en cuanto antes? Lo que sucede es que Jesús no está glorificando y exaltando la realidad de la pobreza, del hambre, de la persecución, del insulto, de la calumnia en sí mismo como si fuera una realidad deseable, sino que nos está dando un criterio de realidad. Esta uniendo felicidad con realidad, no vincula realidad con sueños o con aspiraciones porque sino así la tentación sería elevación y fugarse del mundo. Al contrario, muy sabiamente Jesús nos hace mirar alrededor y ver lo que hay y lo que abunda. En sus tiempo, como en los nuestros, la realidad humana social no ha cambiado mucho: al abrir los ojos cada día, salir a la calle, al leer los diarios, escuchar las noticias lo que continuamente observamos son las distintas caras del sufrimiento, contemplamos los viejos harapos de la condición humana que siguen lastimando nuestra carne (pobreza, engaños, injusticias ).

Para ser felices, no hay que “evadirse”. Hay que “sumergirse” en la realidad, por dolorosa que sea. No existe el “mundo ideal”, existe sólo el “mundo real”, lo que tenemos, “es lo que hay”. Sólo el que puede aceptar la realidad y transformarla, empezará a ser feliz con lo que es y con lo que tiene. La felicidad “posible” es sólo posible en nuestra realidad. De lo contrario para ser felices, deberíamos salir de la realidad, salir del mundo, de la historia, de los escenarios de sufrimiento humanos. La felicidad que propone Jesús, la de las bienaventuranzas, no es una felicidad ciega, fácil, ciega a los dolores y sorda a los clamores. El primero paso a la felicidad posible es un acto de aceptación de asunción de lo que somos y nos toca. Este primer acto de humildad y de aceptación nos otorga la convicción de que la felicidad es aún posible.

No solo hay que estar felices, sino hay que ser felices. Este criterio de realidad para asumir la felicidad posible viene del misterio de la encarnación. Sumergiéndose en la realidad es como la redimió Jesús, desde abajo y desde adentro. No fue saliendo y evadiéndose, sino internándose, entrando, aceptando y asumiendo como revirtió desde las entrañas de la realidad una mejor posibilidad. No fue haciéndose algo distinto de nosotros, sino uno de nosotros que nos enseña el camino de una felicidad real, histórica, concreta, una felicidad posible. La felicidad de las bienaventuranzas no es la de la sonrisa fácil, superficial sino una felicidad pascual que pasa por la cruz y llega a la resurrección, que asume los sufrimientos para revertirlos, que acepta la realidad para crear otras condiciones nuevas y posibles, y así encontrar el secreto de la felicidad.

La felicidad de las bienaventuranzas y de la pascua, es fruto de una esperanza dramática, no de una esperanza ingenua. La esperanza verdadera, como la felicidad verdadera, siempre se sumergen en el barro del mundo buscando las vertientes subterráneas donde brota el agua limpia y pura a nuestro corazón y a nuestro mundo.

Estas palabras nos pueden ayudar a dejarnos decir “Felices ustedes”, y recorrer las bienaventuranzas no ingenuamente ni sospechando que el Señor se equivocó, sino al contrario que podamos sentir que el Señor al decir las bienaventuranzas conoce hondamente y mejor que nosotros la realidad del mundo de todos los tiempos y la del corazón humano con todas sus cosas hermosas y aquellas dolorosas.

Las bienaventuranzas son un canto a la esperanza, con una mirada del Señor con trascendencia, con los pies muy sobre la tierra y con los ojos que ven más allá.

La gran exigencia del Evangelio es el pedido de Jesús a que seamos felices y éste es el desafío, difícil y hermoso del Sermón de la Montaña. Subimos junto a todos, no en una entrevista vip, sino junto a toda la multitud.

(fuente: www.radiomaria.org.ar)
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