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viernes, 9 de enero de 2015

Caminar sobre las aguas

Viernes de tiempo de Navidad después de la Epifanía del Señor

Epístola I de San Juan 4, 11-18.

Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a él. En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor.


Salmo 72 (71), 1-2.10-11.12-13.

Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

Que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas le paguen tributo.
Que los reyes de Arabia y de Sebá le traigan regalos;
que todos los reyes le rindan homenaje
y lo sirvan todas las naciones.

Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.


del Evangelio según San Marcos 6, 45-52.

Después que los cinco mil hombres se saciaron, en seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar. Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.


LECTIO DIVINA

Oración inicial

Señor, luz radiante de todas las naciones, concede a los pueblos de la tierra gozar de una paz estable, e ilumina nuestros corazones con aquella luz espléndida que condujo a nuestros padres al conocimiento de tu Hijo. Que vive y reina. Amén.

Reflexión

• Después de la multiplicación de los panes (evangelio de ayer), Jesús obliga a los discípulos a subir a la barca. ¿Por qué? Marcos no lo explica. El Evangelio de Juan nos dice lo siguiente. Según lo que esperaba la gente de aquel tiempo, el Mesías iría a repetir el gesto de Moisés que había alimentado al pueblo en el desierto. Por esto, ante la multiplicación de los panes, la gente concluye que Jesús debía de ser el Mesías esperado, anunciado por Moisés (cf. Dt 18,15-18) y quiso hacer de él un rey (cf. Jn 6,14-15). Esta manifestación de la gente era una tentación tanto para Jesús como para los discípulos. Por esto, Jesús los obliga a embarcar: Quería evitar que se contaminasen con la ideología dominante, pues la “levadura de Herodes y de los fariseos” era muy fuerte (Mc 8,15). Jesús mismo se enfrenta a la tentación por medio de la oración.

• Marcos describe con arte los acontecimientos. Por un lado, Jesús sube al monte para rezar. Por otro lado, los discípulos bajan hacia el mar y entran en la barca. Parece un cuadro simbólico que prefigura el futuro: es como si Jesús subiese ya al cielo, dejando a los discípulos solos en medio de las contradicciones de la vida, en la frágil barquita de la comunidad. Era de noche. Ellos estaban en alta mar; todos juntos en la pequeña barca, queriendo avanzar remando, pero el viento era contrario. Estaban cansados. Ya era el amanecer, esto es, de madrugada: entre las 3 y las 6. En el tiempo de Marcos, las comunidades eran como los discípulos. ¡Noche! ¡Viento contrario! No consiguen nada, ¡a pesar de todo el esfuerzo que hacen! Pero él estaba presente y fue hacia ellas, pero ellas, las comunidades, al igual que los discípulos de Emaús, no le reconocieron (Lc 24,16).

• En tiempo de Marcos, entorno al año 70, la pequeña barca de las comunidades se enfrentaba con un tiempo contrario tanto de algunos judíos convertidos que querían reducir el misterio de Jesús a profecías y figuras del Antiguo Testamento, como de algunos paganos convertidos que pensaban que fuera posible una cierta alianza de la fe en Jesús con el imperio. Marcos trata de ayudar a los cristianos a que respetasen el misterio de Jesús, a que no reluciesen a Jesús a sus propios deseos e ideas.

• Jesús llega caminando sobre las aguas del mar de la vida. Ellos gritan porque tienen miedo, porque piensan que se trate de un fantasma. Como en la historia de los discípulos de Emaús, Jesús hace como que quiere seguir adelante (Lc 24,28). Pero el grito de los discípulos hace que cambie de rumbo, se acerca y dice: “¡Animo, no tengan miedo! ¡Soy yo!” Aquí, de nuevo, quién conoce la historia del Antiguo Testamento, recuerda algunos hechos muy importantes: (1) Recuerda que la gente, protegida por Dios, atravesó sin miedo el Mar Rojo. (2) Recuerda como Dios, al clamor de Moisés, declaró varias veces su nombre diciendo: “¡Soy yo!” (cf. Ex 3,15). (3) Recuerda además el libro de Isaías que presenta la vuelta del exilio como un nuevo éxodo, en el que Dios aparece repitiendo numerosas veces: “¡Soy yo!” (cf. Is 42,8; 43,5.11-13; 44,6.25; 45,5-7). Esta manera de evocar el Antiguo Testamento, de usar la Biblia, ayudaba a las comunidades a percibir mejor la presencia de Dios en Jesús y en los hechos de la vida. ¡No tengan miedo!

• Jesús sube a una barca y el viento se detiene. Pero el espanto de los discípulos, en lugar de terminar, aumenta. El evangelista Marcos hace un comentario crítico y dice: “Pues ellos no habían entendido lo de los panes: su corazón quedaba totalmente cerrado” (6,52). La afirmación corazón cerrado evoca el corazón endurecido del faraón (Ex 7,3.13.22) y del pueblo en el desierto (Sal 95,8) que no querría escuchar a Moisés y pensaba solamente en volver a Egipto (Núm 20,2-10), donde había pan y carne a saciedad (Ex 16,3).

Para la reflexión personal

• ¡Noche, mar agitado, viento contrario! ¿Te has sentido así alguna vez? ¿Qué hiciste para vencer el miedo?
• ¿Te has espantado alguna vez al no reconocer a Jesús presente y actuante en tu vida?

Oración final

El Señor se apiadará del débil y del pobre,
salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia,
considerará su sangre valiosa. (Sal 72,13-14)

(fuente: ocarm.org)

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