(08/10/2015)
Libro de Malaquías 3, 13-20a.
Ustedes hablan duramente contra mí, dice el Señor, y todavía preguntan: "¿Qué hemos dicho contra ti?". Ustedes dicen: "Es inútil servir a Dios, ¿y qué ganamos con observar sus mandamientos o con andar enlutados delante del Señor de los ejércitos? Por eso llamamos felices a los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal; desafían a Dios, y no les pasa nada!". Entonces se hablaron unos a otros los que temen al Señor. El Señor prestó atención y escuchó: ante él se escribió un memorial, en favor de los que temen al Señor y respetan su Nombre. Ellos serán mi propiedad exclusiva, dice el Señor de los ejércitos, en el Día que yo preparo. Yo tendré compasión de ellos, como un hombre tiene compasión de su hijo que lo sirve. Ustedes volverán a ver la diferencia entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no lo sirve. Porque llega el Día, abrasador como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos, y saldrán brincando como terneros bien alimentados.
Salmo 1, 1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
del Evangelio según San Lucas 11, 5-13.
Jesús dijo a sus discípulos: "Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle', y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".
LECTIO DIVINA
Oración inicial: Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican; derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor.
Reflexión
● El evangelio de hoy continúa el asunto de la oración, iniciado ayer con la enseñanza del Padre Nuestro (Lc 11,1-4). Hoy Jesús enseña que debemos rezar con fe e insistencia, sin desfallecer. Para esto, usa una parábola provocadora.
● Lucas 11,5-7: La parábola que provoca. Como de costumbre, cuando tiene algo importante que enseñar, Jesús recurre a una comparación, a una parábola. Hoy nos cuenta una historia curiosa que termina en pregunta, y dirige esta pregunta a la gente que escucha y también a nosotros que hoy leemos o escuchamos la historia: "Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle', y aquél, desde dentro, le responde: `No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos”. Antes de que Jesús dé la respuesta, quiere que nosotros demos nuestra opinión. ¿Qué contestarías: sí o no?
● Lucas 11,8: Jesús mismo responde a la provocación. Jesús da su respuesta: “Os aseguro que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, se levantará para que deje de molestarle y le dará cuanto necesite”. Si no fuera Jesús, ¿tendrías el valor de inventar una historia en la que se sugiere que Dios atiende nuestras oraciones para verse libre de ser molestado? La respuesta de Jesús afianza el mensaje sobre la oración, a saber: Dios atiende siempre nuestra oración. Esta parábola recuerda otra, también en Lucas, la de la viuda que insiste en conseguir sus derechos ante el juez a quien no le importa ni Dios ni la justicia, y que atiende a la viuda no porque es justo, sino porque quiere librarse de la mujer inoportuna (Lc 18,3-5). Jesús saca luego unas conclusiones para aplicar el mensaje de la parábola a la vida.
● Lucas 11,9-10: La primera aplicación de la Parábola. “Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, le abrirán”. ¡Pedir, buscar, llamar! Jesús no pone condiciones. Si pides, recibirás. Si llamas a la puerta, te abrirán. Jesús no dice cuánto tiempo va a durar el pedido, la búsqueda o el llamar, pero lo cierto es que vas a obtener resultado.
● Lucas 11,11-12: La segunda aplicación de la parábola. “¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?” Esta segunda aplicación deja ver al público que escuchaba las palabras de Jesús y la manera en que él enseña en forma de diálogo. El pregunta: “Tu tienes hijos, si te pide un pez ¿le das en cambio una culebra?” La gente responde: “¡No!” –“y si pide un huevo, ¿le das un escorpión?” -“¡No!” Por medio del diálogo, Jesús implica a las personas en la comparación y por la respuesta que recibe, las compromete con el mensaje de la parábola.
● Lucas 11,13: El mensaje: recibir el don del Espíritu Santo. “Si, pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” El gran don que Dios tiene para nosotros es el Espíritu Santo. Cuando fuimos creados, el sopló su espíritu en nuestras narices y nos volvimos un ser vivo (Gén 2,7). En la segunda creación, a través de la fe en Jesús, él nos da de nuevo al Espíritu, el mismo Espíritu que hizo que la Palabra se encarnara en María (Lc 1,35). Con la ayuda del Espíritu Santo, el proceso de encarnación de la Palabra sigue hasta la hora de la muerte en la Cruz. Al final, en la hora de la muerte, Jesús devuelve el Espíritu al Padre: “Entre tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46). Es éste el Espíritu que Jesús promete como fuente de verdad y de comprensión (Jn 14,14-17; 16,13), y como ayuda en medio de las persecuciones (Mt 10,20; He 4,31). Este Espíritu no se compra con dinero en los grandes almacenes. La única manera de obtenerlo es mediante la oración. Nueve días de oración obtuvieron el don abundante del Espíritu en día de Pentecostés (He 1,14; 2,1-4).
Para la reflexión personal
● ¿Cómo reaccionas ante la provocación de la parábola? Una persona que vive en un piso pequeño en un gran ciudad, ¿cómo respondería? ¿Abriría la puerta?
● Cuando rezas, ¿rezas con la convicción de que vas a recibir algo?
Oración final
Doy gracias a Yahvé de todo corazón,
en la reunión de los justos y en la comunidad.
Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)
(fuente: ocarm.org)
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