(25/06/2015)
Libro de Génesis 16, 1-12.15-16.
Sarai, la esposa de Abrám, no le había dado ningún hijo. Pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar. Sarai dijo a Abrám: "Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez por medio de ella podré tener hijos". Y Abrám accedió al deseo de Sarai. Ya hacía diez años que Abrám vivía en Canaán, cuando Sarai, su esposa, le dio como mujer a Agar, la esclava egipcia. El se unió con Agar, y ella concibió un hijo. Al ver que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña. Entonces Sarai dijo a Abrám: "Que mi afrenta recaiga sobre ti. Yo misma te entregué a mi esclava, y ahora, al ver que está embarazada, ella me mira con desprecio. El Señor sea nuestro juez, el tuyo y el mío". Abrám respondió a Sarai: "Puedes disponer de tu esclava. Trátala como mejor te parezca". Entonces Sarai la humilló de tal manera, que ella huyó de su presencia. El Angel del Señor la encontró en el desierto, junto a un manantial - la fuente que está en el camino a Sur - y le preguntó: "Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde vienes y adónde vas?". "Estoy huyendo de Sarai, mi dueña", le respondió ella. Pero el Angel del Señor le dijo: "Vuelve con tu dueña y permanece sometida a ella". Luego añadió: "Yo multiplicaré de tal manera el número de tus descendientes, que nadie podrá contarlos". Y el Angel del Señor le siguió diciendo: "Tu has concebido y darás a luz un hijo, al que llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. Más que un hombre, será un asno salvaje: alzará su mano contra todos y todos la alzarán contra él; y vivirá enfrentado a todos sus hermanos". Después Agar dio a Abrám un hijo, y Abrám lo llamó Ismael. Cuando Agar lo hizo padre de Ismael, Abrám tenía ochenta y seis años.
Salmo 106(105), 1-2.3-4a.4b-5.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
¿Quién puede hablar de las proezas del Señor
y proclamar todas sus alabanzas?
¡Felices los que proceden con rectitud,
los que practican la justicia en todo tiempo!
Acuérdate de mi, Señor,
por el amor que tienes a tu pueblo;
para que vea la felicidad de tus elegidos,
para que me alegre con la alegría de tu nación
y me gloríe con el pueblo de tu herencia.
del Evangelio según San Mateo 7, 21-29.
Jesús dijo a sus discípulos: "No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'. Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande". Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
LECTIO DIVINA
Oración inicial: Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.
Reflexión
• El evangelio de hoy presenta la parte final del Sermón de la Montaña (a) no basta hablar y cantar, es preciso vivir y practicar (Mt 7,21-23). (b) la comunidad construida en cima del fundamento de la nueva Ley del Sermón del Monte quedará firme en el momento de la tormenta (Mt 7,24-27). (c) el resultado de las palabras de Jesús en las personas es una conciencia más crítica con relación a los líderes religiosos, los escribas (Mt 7,28-29).
• Este final del Sermón del Monte explica algunas oposiciones o contradicciones que siguen actuales hasta hoy en día: (a) Las personas que hablan continuamente de Dios, pero se olvidan de hacer la voluntad de Dios; usan el nombre de Jesús, pero no traducen en la vida su relación con el Señor (Mt 7,21). (b) Hay personas que viven en la ilusión de estar trabajando por el Señor, pero en el día del encuentro definitivo con El, descubren trágicamente que nunca le conocieron (Mt 7,22-23). Las dos palabras finales del Sermón del Monte, de la casa construida sobre la roca (Mt 7,24-25) y de la casa construida sobre la arena (Mt 7,26-27), ilustran estas contradicciones. Por medio de ellas Mateo denuncia y, al mismo tiempo, trata de corregir la separación entre fe y vida, entre hablar y hacer, entre enseñar y practicar.
• Mateo 7,21: No basta hablar, es precido practicar. El importante no es hablar de forma bonita sobre Dios o saber explicar bien la Biblia a los demás, sino que es hacer la voluntad del Padre y, así, ser una revelación de su rostro y de su presencia en el mundo. La misma recomendación fue dada por Jesús a la mujer que elogió a María su madre. Jesús le respondió: “Felices los que oyen la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 11,28).
• Mateo 7,22-23: Los dones deben estar al servicio del Reino, de la comunidad. Había personas con dones extraordinarios como, por ejemplo, el don de la profecía, del exorcismo, de la sanación, pero usaban estos dones para ellas mismas, fuera del contexto de la comunidad. En el juicio, oirán una sentencia dura de Jesús: "¡Alejaos de mí vosotros que practicáis la iniquidad!". La iniquidad es lo opuesto a la justicia. Es hacer con Jesús lo que algunos doctores hacían con la ley: enseñaban pero no practicaban (Mt 23,3). Pablo dirá lo mismo con otras palabras y argumentos : “Si yo tuviera el don de profecía, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy. Si reparto todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo, pero no por amor, sino para recibir alabanzas, de nada me sirve” (1Cor 13,2-3).
• Mateo 7,24-27: La parábola de la casa sobre roca. Oír y poner en práctica, ésta es la conclusión final del Sermón del Monte. Mucha gente trataba de buscar su seguridad en los dones extraordinarios o en las observancias. Pero la verdadera seguridad no viene del prestigio, ni de las observancias, no viene de nada de esto. ¡Viene de Dios! Viene del amor de Dios que nos amó primero (1Jn 4,19). Su amor por nosotros, manifestado en Jesús, supera todo (Rom 8,38-39). Dios se vuelve fuente de seguridad, cuando tratamos de hacer su voluntad. Ahí, El será la roca que nos sustenta en la hora de las dificultades y de las tormentas.
• Mateo 7,28-29: Enseñar con autoridad. El evangelista cierra el Sermón del Monte diciendo que la multitud quedó admirada de la enseñanza de Jesús, "él enseñaba con autoridad y no como los escribas". El resultado de la enseñanza de Jesús es la conciencia más crítica de la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. Sus palabras sencillas y claras brotaban de su experiencia de Dios, de su vida entregada al Proyecto del Padre. La gente estaba admirada y aprobaba las enseñanzas de Jesús.
• Comunidad: casa en la roca. En el libro de los Salmos, con frecuencia encontramos la expresión: “Dios es mi roca mi fortaleza… , mi escudo y mi libertador” (Sal 18,3). El es la defensa y la fuerza de los que piensan en la justicia y la buscan (Sal 18,21.24). Las personas que confían en este Dios se vuelven roca para los otros. Así el profeta Isaías dirige una invitación a los que estaban en el cautiverio: “Escúchenme ustedes que anhelan la justicia y que buscan a Yavé. Miren la piedra de que fueron tallados, y el corte en la roca de donde fueron sacados. Miren a Abrahán, su padre, y a Sara, que los dio a luz” (Is 51,1-2). El profeta pide a la gente que no olvide el pasado. El pueblo tiene que recordar como Abrahán y Sara por la fe en Dios se vuelven roca, comienzo del pueblo de Dios. Mirando hacia esta roca, la gente cobraba valor para luchar y salir del cautiverio. Asimismo, Mateo exhorta a las comunidades para que tengan como meta esa misma roca (Mt 7,24-25) y así puedan ellas mismas ser roca para fortalecer a sus hermanos y hermanas en la fe. Este es el sentido del nombre que Jesús dio a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). Esta es la vocación de las primeras comunidades, llamadas a unirse a Jesús, la piedra viva, para volverse, ellas también, piedras vivas por la escucha y la práctica de la Palabra (Pd 2,4-10; 2,5; Ef 2,19-22).
Para la reflexión personal
• Nuestra comunidad ¿cómo trata de equilibrar oración y acción, alabanza y práctica, hablar y hacer, enseñar y practicar? ¿Qué es lo que debe mejorar en nuestra comunidad, para que sea roca, casa segura y acogedora para todos?
• ¿Cuál es la roca que sustenta nuestra comunidad? ¿Cuál es punto en que Jesús insiste más?
Oración final
Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por amor de la gloria de tu nombre;
líbranos, borra nuestros pecados,
por respeto a tu nombre. (Sal 78)
(fuente: ocarm.org)
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