(07/09/2015)
Carta de San Pablo a los Colosenses 1, 24-29.2,1-3.
Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo. Por esta razón, me fatigo y lucho con la fuerza de Cristo que obra en mí poderosamente. Sí, quiero que sepan qué dura es la lucha que sostengo por ustedes, por los de Laodicea y por tantos otros que no me conocen personalmente. Mi deseo es que se sientan animados y que, unidos estrechamente en el amor, adquieran la plenitud de la inteligencia en toda su riqueza. Así conocerán el misterio de Dios, que es Cristo, en quien están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Salmo 62(61), 6-7.9.
Sólo en Dios tendrás tu descanso, alma mía,
pues de él me viene mi esperanza.
Sólo él es mi roca y mi salvador,
si es mi fortaleza, no he de vacilar.
Pueblo mío, confíen siempre en él,
abran su corazón delante de él,
Dios es nuestro refugio.
del Evangelio según San Lucas 6, 6-11.
Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". El se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
LECTIO DIVINA
Oración inicial: Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.
Reflexión
• Contexto. Nuestro pasaje presenta a Jesús curando a un hombre que tenía una mano seca. A diferencia del contexto de los cap. 3-4 en los que Jesús aparece solo, aquí Jesús aparece rodeado de sus discípulos y de las mujeres que lo acompañaban. En los primeros tramos de este camino encontrará el lector diversos modos de escuchar la palabra de Jesús por parte de los que lo siguen que en definitiva podrían sintetizarse en dos experiencias que reclaman a su vez dos tipos de aproximación a Jesús: el de Pedro (5,1-11) y el del centurión (7,1-10). El primero encuentra a Jesús que, después de la pesca milagrosa, lo invita a ser pescador de hombres, y cae después de rodillas ante Jesús: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador” (5,8). El segundo no tiene ninguna comunicación directa con Jesús: ha oído hablar muy bien sobre Jesús y le envía intermediarios para pedirle la curación de su criado que está muriendo; pide algo no para sí, sino para una persona muy querida. La figura de Pedro representa la actitud del que, sintiéndose pecador, pone su obrar bajo el influjo de la Palabra de Jesús. El centurión, mostrando su solicitud por el criado, aprende a escuchar a Dios. Pues bien, la curación del hombre que tiene una mano seca se coloca entre estas vías o actitudes que caracterizan la itinerancia de la vida de Jesús. El hecho milagroso se produce en un contexto de debate o controversia: las espigas arrancadas en sábado y una curación también en sábado, precisamente la mano seca. Entre las dos discusiones, la palabra de Jesús juega un papel crucial: “El Hijo del hombre es señor del sábado” (6,5). Yendo a nuestro pasaje, preguntémonos qué significa esta mano seca? Es símbolo de la salvación del hombre que es conducido a su situación original, la de la creación. Además, la mano derecha expresa el obrar humano. Jesús devuelve a este día de la semana, el sábado, su más profundo sentido: es el día de la alegría, de la restauración, y no de la limitación. El sábado que Jesús presenta es el sábado mesiánico, no el sábado legalista; las curaciones realizadas por él son signos del tiempo mesiánico, de la restauración y liberación del hombre.
• Dinámica del milagro. Lucas pone ante Jesús a un hombre con una mano sin fuerza, seca, paralizada. Nadie se interesa por pedir su curación y menos aún el directamente interesado. Pero la enfermedad no era sólo un problema individual, sino que sus efectos repercuten en toda la comunidad. En nuestro relato no emerge tanto el problema de la enfermedad sino más bien su relación con el sábado. Jesús es criticado porque ha curado en sábado. La diferencia con los fariseos consiste en que éstos, en el día de sábado, no actúan en base al mandamiento del amor que es la esencia de la ley. Jesús, después de ordenar al hombre ponerse en el centro de la asamblea, hace una pregunta decisiva: “¿es lícito o no curar en sábado?”. Los espacios para la respuesta son reducidos: curar o no curar, o sea, curar o destruir (v.9). Imaginémonos la dificultad de los fariseos: había que excluir que en sábado se pudiese hacer el mal o conducir al hombre a la perdición y menos aún curar ya que ayudar en sábado estaba permitido sólo en casos de extrema necesidad. Los fariseos se sienten provocados, lo cual excita su agresividad. Aparece como evidente que la intención de Jesús al curar en sábado es procurar el bien del hombre, en primer lugar el que está enfermo. Esta motivación de amor nos invita a reflexionar sobre nuestro comportamiento y a fundamentarlo en el de Jesús, que salva. Jesús no presta atención sólo a la curación del enfermo, sino que está también interesado por la de sus adversarios: corarlos de su torcida actitud al observar la ley; observar el sábado sin reanimar al prójimo de sus enfermedades no está en conformidad con lo que Dios quiere. Para el evangelista, la función del sábado es hacer el bien, salvar como Jesús hace en su vida terrena.
Para la reflexión personal
• ¿Te sientes urgido las palabras de Jesús? ¿Cómo te comprometes en tu servicio a la vida? ¿Sabes crear condiciones para que el otro viva mejor?
• ¿Sabes poner en el centro de tu atención a todos los hombres y a sus necesidades?
Oración final
Se alegrarán los que se acogen a ti,
gritarán alborozados por siempre;
tú los protegerás, en ti disfrutarán
los que aman tu nombre. (Sal 5,12)
(fuente: ocarm.org)
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