(04/04/2016)
Libro de Isaías 7, 10-14.8,10b.
Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas». Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.» Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?. Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel. Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros.
Salmo 40(39), 7-8.9.10.11.
Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí estoy».
En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón».
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
Tú lo sabes, Señor.
No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea
tu amor y tu fidelidad.
Carta a los Hebreos 10, 4-10.
Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados. Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: "Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios. Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad." El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley. Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.
del Evangelio según San Lucas 1, 26-38.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.
REFLEXIÓN
Hay grandes diferencias entre el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y el de Jesús. Nazareth, donde acontece el anuncio a María es un lugar invisible y desprestigiado, de donde no se espera nada.
Por un lado Zacarías que duda, María que pregunta con prudencia; Zacarías que queda sacudido, María que espera con paciencia; Zacarías que enmudece, María que canta la grandeza del Señor y su espíritu que se goza en Dios su salvador”.
Queremos ingresar en este acontecimiento con la mirada contemplativa. Queremos quedarnos con ese “alégrate María”, invitando a alegrarse porque el Señor está con ella.
A pesar de los contraste entre una experiencia de anuncio y otra, la de Zacarías y María, hay algo común: las grandes obras Dios las hace en lo pequeño y en silencio. Mientras más grande es la obra de Dios, más necesitamos, por así decirlo la condición de la nada y la criaturidad. “Como polvo soy” decía el Papa Juan pablo I y lo retornaba el Papa Francisco. “Soy un pobre tipo” dice de sí Francisco.
El saludo del ángel que encuentra a María en su condición de humilde servidora del Señor, pone por encima de su condición de pobreza, humildad y fidelidad, en este marco donde Dios eleva y de lo alto dispone al que en condición de fragilidad se ubica en el escenario de lo eterno. “Alégrate María, el Señor está contigo” dice el ángel. Se puede ser pobre y humilde, pasar por la prueba y la oscuridad, y al mismo tiempo vivir en la frecuencia cardíaca del gozo y de la alegría. “Bienaventurados los pobres, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los perseguidos….” Felices en medio de las pruebas, alegres en medio de las sombras y las tribulaciones. Conciencias de la propia fragilidad, pero más consciente de cuánto Dios obra en los que intentamos dar pasos entre lo poco que somos y a lo que Él nos invita.
Entramos en la contemplación del ángel a María nosotros puestos allí, como humildes servidores. Vemos al ángel Gabriel que se le aparece a María en medio de sus cosas cotidianas, en su casa. El sí de María, el Espíritu Santo que hace su obra generando la encarnación de Jesús. Y nosotros, como humildes lazarillos, viendo cómo se mueven las personas, escuchando lo que dicen, viendo las luces y las sombras que invaden el espacio donde todo ocurre. Y dejarnos impactar con todos los sentidos puestos en el acto imaginativo, y ver qué se nos mueve en el corazón mientras todo acontece.
San Ignacio nos hace detenernos en la escena y estar ahí presente. Sin interferir sino estando, viendo, oliendo, tocando… Intentar registrar qué me pasa: veo a la Virgen sorprendida y yo también me sorprendo frente a semejante noticia… maravillarme de lo que acontece en medio de la sombra dándome cuenta que tendrá repercusión en todo el mundo, etc etc etc. Observar la escena imaginativamente y abrir los sentidos a lo que allí el Señor nos ofrece.
“No temas”
“No temas” le dice el ángel a María. Lo mismo el ángel a Zacarías, pero éste pide una señal “yo soy viejo y mi mujer estéril”. En cambio María pregunta “¿cómo será esto?”. No busca tener todo en sus manos, sino que pregunta para aprender, para dejarse hacer. El ángel le dedica tiempo para explicarle “el Espíritu Santo vendrá sobre tí, el poder del altísimo te cubrirá con su manto…”. María sigue sin entender, pero el misterio le da lugar a la razón y allí goza del misterio que siempre es más.
La pregunta de María no es por falta de fe. Un misterio al que nos adentramos y como no sabemos ni conocemos, preguntamos como María y pedimos gracia de “conocimiento interno de nuestro Señor Jesucristo para más amarlo y mejor seguirlo”.
Dijo la Virgen “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Es la primera bienaventuranza que aparece en boca de Jesús resucitado en el encuentro con Tomás “felices los que crean sin ver”. Si hay alguien que creyó sin ver fue ella, porque es en la oscuridad de la fe donde dice que sí y cambia el mundo.
Así cómo la historia del pueblo de Dios se pone en camino por el acto de fe de Abraham de dejarlo todo y salir a la tierra prometida, así la historia del nuevo pueblo de Dios se inaugura en el momento en que María concibe al Hijo de Dios. En ese “hágase” comienza un peregrinar incansable, un nuevo horizonte, una nueva tierra prometida para cada uno e nosotros, un cielo nuevo que se abre y nosotros que nos encaminamos hacia él.
Es el acto de fe de María que en Cristo participa en la oscuridad de todo acto de fe, y que se irá renovando en la medida que “medite y guarde todas estas cosas en su corazón”. María es la elegida, la bienaventurada por haber creído.
María seguirá en cada etapa de este camino renovando su sí como acto de fe y obediencia. Como el Señor que elige seguir renovando su llamado y espera nuestro sí. Que nuestro acto de fe venga del acto de fe de una Madre que nos enseña a decir que sí, en medio de oscuridades, como ella.
Resumen ejercicio
1-Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.
2- “Traer la historia” (EE 102) Se trata de reconstruir la historia de lo que contemplo a partir de los datos. Ayudará leer detenidamente y varias veces el pasaje que quiero contemplarEvangelio según San Lucas 1,26-38.
3-“la composición de lugar” (EE 103) tengo que componer la escena, re-crearla, reconstruirla desde los datos que la Escritura me ofrece.
4-Formular la petición (EE 104): “Interno conocimiento de nuestro Señor Jesúcristo para más amarlo y mejor servirlo”
5-Reflectir para sacar algun provecho significa dejarme mirar por la escena, como ubicarme en ella: aquí me implico en ella como si presente me hallare. Es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Eso que se me dice son las mociones que se me dan.
6-Coloquio a partir de lo que he vivido en la contemplación, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado.
7-Exámen de la oración
(fuente: www.radiomaria.org.ar)
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