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miércoles, 2 de abril de 2014

"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo"

Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma


Libro de Isaías 49, 8-15.

Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación, te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas, para decir a los cautivos: "¡Salgan!", y a los que están en las tinieblas: "¡Manifiéstense!". Ellos se apacentarán a lo largo de los caminos, tendrán sus pastizales hasta en las cumbres desiertas. No tendrán hambre, ni sufrirán sed, el viento ardiente y el sol no los dañarán, porque el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta las vertientes de agua. De todas mis montañas yo haré un camino y mis senderos serán nivelados. Sí, ahí vienen de lejos, unos del norte y del oeste, y otros, del país de Siním. ¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres! Sión decía: "El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí". ¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!


Salmo 145(144), 8-9.13cd-14.17-18.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.


del Evangelio según San Juan 5, 17-30.

Jesús dijo a los judíos: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo". Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados. Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida. Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre. No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.


REFLEXIÓN

En la primera lectura el profeta Isaías describe el retorno del Exilio, signo y prenda de la liberación mesiánica, con los temas y las imágenes renovados del antiguo éxodo de Egipto. Estamos ante uno de los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé, que nos prepara para ver luego, en Cristo, al enviado de Dios.

Es un canto que resalta el amor de un Dios que quiere a su pueblo, a pesar de sus extravíos. Un Dios que es pastor y agricultor, médico y hasta madre. Que se prepara a salvar a los suyos del destierro, a restaurar a su pueblo. Dios no quiere que su pueblo sufra o padezca, por eso los conduce compasivo y los guía a manantiales de agua. Entonces, todo será alegría y vida.

El Dios de la alianza es el Dios de la creación que tiene amor eterno por su pueblo, parecido al amor de una madre por sus hijos que se expresa de una manera concreta en toda su gratuidad y fidelidad indefectible.

***

Jesús de Nazaret, es ese Siervo, a quien Dios ha enviado a curar y liberar, a devolver la alegría, la luz y la vida.

El pasaje de hoy, es continuación del milagro que leíamos ayer, que lo ha mostrado curando al paralítico que esperaba junto a la piscina; y que provocó una vez más, la ira de sus adversarios. Los judíos lo perseguían a causa de las curaciones que realizaba en sábado. Para fundamentar sus obras, Jesús revela su propia identidad de Hijo de Dios, poniéndose así por encima de la Ley.

Jesús «obra» en nombre de Dios, su Padre. Igual que Dios da vida. Como hijo, aprende en la escuela de su Padre. La total unidad entre la acción del Padre y la del Hijo es fruto de la completa obediencia del Hijo; que ama la voluntad del Padre y comparte su amor desmesurado por los pecadores.

Jesús había hecho referencia al Padre, pero siempre marcando una distinción: la Paternidad de Dios es diferente si se trata de Cristo o de los hombres. Y los judíos que lo escuchaban le entendían muy bien: no era Hijo de Dios como los otros, sino que la filiación que reclama para Él mismo es una filiación natural. Jesús afirma que su naturaleza y la del Padre son iguales, aún siendo personas distintas.

Manifiesta de esta manera su divinidad. Por eso el Padre da al Hijo lo que a Él sólo pertenece: el poder sobre la vida y la autoridad del juicio. Un juicio que no se da más allá de la historia; el juicio se está celebrando ya, la sentencia se la da el hombre mismo.

La expresión dar sentencia indica la separación que la presencia de Jesús provoca entre los que están a favor o en contra del hombre. No existen otros principios o códigos de moralidad o de conducta, que puedan pretender autoridad divina; no se puede actuar contra Jesús en nombre de la Ley. Estar con Jesús es estar con Dios; estar contra Él es estar contra Dios. Jesús mismo, expresión plena y total del proyecto de Dios, es el criterio: su persona y actividad disciernen entre bien y mal. El proyecto de Jesús actualiza el proyecto de Dios, que sigue teniendo como fundamento a Dios Padre, el amor, la fe, la palabra y la vida.

Esta íntima relación entre Padre e Hijo puede extenderse también a los hombres por medio de la escucha obediente de la Palabra de Jesús. Los que crean en Jesús y lo acepten como al enviado de Dios son los que tendrán vida. Los que no, son autoexcluidos. El regalo que Dios ha hecho a la humanidad en su Hijo es, a la vez, don y juicio.

A todos los que escuchan con fe su Palabra y la guardan en el corazón, les da el poder de llegar a ser hijos de Dios; desde ahora pasan de la muerte a la vida eterna, y, en el último día, no encontrarán al juez, sino al Padre, que los espera desde siempre, porque en ellos reconoce el rostro de su Hijo amado, el Unigénito, convertido por nosotros en hermano mediador y salvador.

La esperanza se abre y se nos regala una nueva luz para nuestra vida de todos los días. Vivir como hijos es la herencia eterna y, a la vez, el tesoro secreto que nos sostiene en nuestro fatigoso andar de cada día.

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA

Acuérdate, Señor, de tu ternura.

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…Anunciar la resurrección no es anunciar otra vida, sino mostrar que la vida puede ganar en intensidad y que todas las situaciones de muerte que atravesamos pueden transformarse en resurrección. Un gran poeta francés, Paul Eluard, decía: “Hay otros mundos, pero están en este”. Así es como debemos pensar en la resurrección. Creo que debemos intentar participar un poco en esta realidad, esto es, intentar convertirnos en hombres de resurrección, testimoniando una moral de resurrección como una llamada a una vida más profunda, más intensa, que finalmente pueda deshacer el sentido mismo de la muerte. Pues estoy convencido de que el gran problema de Ios hombres de hoy es precisamente el problema de la muerte. Pienso que el lenguaje que debemos utilizar para dirigirnos a los hombres es ante todo el ejemplo que debemos dar, el lenguaje de la vida: con este lenguaje lograremos que comprendan lo que significa resurrección. Nos hacen falta profetas quizás un poco locos. Sí, porque la resurrección es una locura, y hay que anunciarla a lo loco: si se anuncia de un modo “educado”, no puede funcionar. Debemos decir: “Cristo ha resucitado”, y todos nosotros hemos resucitado en Él. Todos los hombres; no sólo los que pertenecen a la Iglesia, todos. Y entonces, si en lo más hondo de nosotros la angustia se transforma en confianza, podremos hacer lo que nadie se atreve a hacer hoy: bendecir la vida.

Hoy los cristianos son cada vez más minoritarios, casi en diáspora. ¿Qué relación tiene esta minoría con la humanidad entera? Esta minoría es un pueblo aparte para ser reyes, sacerdotes y profetas; para trabajar, servir, orar por la salvación universal y la transfiguración del universo, para convertirse en servidores pobres y pacíficos del Dios crucificado y resucitado…

O. Clément, cit. en el drama de la incredulidad con Teresa de Lisieux,
Verbo Divino, Estella 1998

PARA REZAR Orar para cambiar la vida (fragmento)

…Señor,
escucha nuestra oración,
atiende nuestros llamados.

Necesitamos tu aliento,
nos hace falta tu empuje,
¡que nos anime tu Espíritu!

Queremos caminar
fieles a tu Palabra,
cada día,
un paso adelante,
para cambiar de vida,
y dar testimonio concreto
de tu presencia en medio nuestro.
Ayúdanos a cambiar,
Padre bueno,
para que seamos testigos,
mensajeros,
y constructores de tu Evangelio.

escrito por Marcelo A. Murúa 
(fuente: arzbaires.org.ar)

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