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martes, 19 de mayo de 2015

"Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti"


Martes de la séptima semana de Pascua
(19/05/2015)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 20, 17-27. 

Pablo, desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso. Cuando estos llegaron, Pablo les dijo: "Ya saben cómo me he comportado siempre con ustedes desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia. He servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, en medio de las pruebas a que fui sometido por las insidias de los judíos. Ustedes saben que no he omitido nada que pudiera serles útil: les prediqué y les enseñé tanto en público como en privado, instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús. Y ahora, como encadenado por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me sucederá allí. Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas cadenas y tribulaciones me esperan. Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios. Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme. Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes. Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios."


Salmo 68(67), 10-11.20-21.

Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
allí se estableció tu familia,
y tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.

¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
El carga con nosotros día tras día;
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.


del Evangelio según San Juan 17, 1-11a.

Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti."




LECTIO DIVINA

Oración inicial: Te pedimos, Dios de poder y misericordia, que envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria. Por nuestro Señor.

Reflexión

• En los evangelios de hoy, de mañana y de pasado mañana, vamos a meditar las palabras que Jesús dirigió al Padre en el momento de la despedida. Juan conserva estas palabras y las coloca como pronunciadas por Jesús durante el último encuentro de Jesús con sus discípulos. Es el Testamento de Jesús en forma de plegaria, también llamada Oración Sacerdotal (Jn 7,1-26).

• El capítulo 17 del evangelio de Juan es el final de una larga reflexión de Jesús, iniciada en el capítulo 15, sobre su misión en el mundo. Las comunidades guardarán estas reflexiones para poder entender mejor el momento difícil que atraviesan: tribulación, abandono, dudas, persecución. La larga reflexión termina con la oración de Jesús para las comunidades. En ella afloran los sentimientos y las preocupaciones que, según el evangelista, estaban en Jesús en el momento de salir de este mundo para el Padre. Ahora Jesús está ante el Padre con estos sentimientos y con esta preocupación, intercediendo por nosotros. Por esto, la Oración Sacerdotal es también el Testamento de Jesús. Mucha gente, en el momento de despedirse por siempre, deja algún mensaje. Todo el mundo guarda palabras importantes del padre y de la madre, sobre todo cuando son de los últimos momentos de la vida. Conservar estas palabras es como guardar a las personas. Es una forma de añoranza.

• El capítulo 17 es un texto diferente. Es más de amistad que de razonamientos. Para captar bien todo su sentido, no basta la reflexión de la cabeza, de la razón. Este texto debe ser meditado y acogido también en el corazón. Por esto, no hay que preocuparse si no se entiende todo de inmediato. El texto exige toda una vida para meditarlo y profundizarlo. Un texto así, hay que leerlo, meditarlo, pensarlo, leerlo de nuevo, repetirlo, rumiarlo, como se hace con un caramelo en la boca, un caramelo que gusta. Uno le da vueltas y vueltas en la boca, hasta terminarlo del todo. Por esto, cierra los ojos, haz silencio dentro de ti y escucha a Jesús que te está hablando a ti, transmitiéndote en el Testamento su mayor preocupación, su última voluntad. Trata de descubrir cuál es el punto en que Jesús insiste más y que considera el más importante.

• Juan 17,1-3: ¡Ha llegado la hora! “Padre, ¡ha llegado la hora!" Es la hora largamente esperada (Jn 2,4; 7,30; 8,20; 12,23.27; 13,1; 16,32). Es el momento de la glorificación que se hará a través de la pasión, muerte y resurrección. Es el momento de la glorificación, que se hará mediante la pasión, la muerte y la resurrección. Al llegar al final de su misión, Jesús mira hacia atrás y hace una revisión. En esta plegaria, él va a expresar el sentimiento más íntimo de su corazón y el descubrimiento más profundo de su alma: la presencia del Padre en su vida.

• Juan 17,4-8: ¡Padre, reconocerán que vengo de Ti! Al volver a ver su vida, Jesús se ve a si mismo como la manifestación del Padre para los amigos que el Padre le dio. Jesús no vivió para sí. Vivió para que todos pudiesen tener un atisbo de bondad y de amor que está encerrado en el Nombre de Dios que es Abba, Padre.

• Juan 17,9-11a: Todo lo mío es tuyo, todo lo tuyo es mío. En el momento de dejar el mundo, Jesús expone al Padre su preocupación y reza por los amigos que él deja atrás. Ellos continúan en el mundo, pero no son del mundo. Son de Jesús, son de Dios, son señales de Dios y de Jesús en este mundo. Jesús se preocupa de las personas que quedan, y reza por ellas.

Para la reflexión personal

• ¿Cuáles son las palabras de las personas queridas que tu guardas con cariño y que orientan tu vida? En caso de que te fueras, ¿qué mensaje dejarías para tu familia y para la comunidad?
• ¿Cuál es la frase del Testamento de Jesús que más me tocó? ¿Por qué?

Oración final

¡Bendito sea el Señor, día tras día!
Él se encarga de nuestra salvación. Pausa.
Nuestro Dios es un Dios salvador,
el Señor Yahvé libera de la muerte. (Sal 68,20-21)

(fuente: ocarm.org)

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