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lunes, 31 de agosto de 2015

"El Espíritu del Señor está sobre mí... "

Lunes de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario
(31/08/2015)

Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18.

No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto. Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre. Consuélense mutuamente con estos pensamientos.


Salmo 96(95), 1.3.4-5.11-12.13.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Los dioses de los pueblos no son más que apariencia,
pero el Señor hizo el cielo.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.


del Evangelio según San Lucas 4, 16-30.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?". Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún". Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.







LECTIO DIVINA

Oración inicial: Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Hoy comenzamos a meditar el Evangelio de Lucas, que se prolonga a lo largo de tres meses, hasta el final del año eclesiástico. El evangelio de hoy nos habla de la visita de Jesús a Nazaret y de la presentación de su programa a la gente de la sinagoga. En un primer momento, la gente queda admirada. Pero, al darse cuenta de que Jesús quiere acoger a todos, sin excluir a nadie, la gente se rebela y quiere matarlo.

• Lucas 4,16-19: La propuesta de Jesús. Impulsado por el Espíritu Santo, Jesús ha vuelto a Galilea (Lc 4,14) y empieza a anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. Va a las comunidades, enseña en las sinagogas y llega a Nazaret, donde se había criado. Vuelve a la comunidad, donde había participado desde pequeño, y durante treinta años. El sábado después, y como solía hacer, Jesús va a la sinagoga para participar en la celebración, se levanta para hacer la lectura. Escoge un texto de Isaías que habla de los pobres, de los presos, de los ciegos y de los oprimidos (Is 61,1-2). Este texto refleja la situación de la gente de Galilea en el tiempo de Jesús. La experiencia que Jesús tenía de Dios Padre, lleno de amor, le daba una mirada nueva para observar la realidad. En nombre de Dios, Jesús toma postura en defensa de la vida de su pueblo y, con las palabras de Isaías, define su misión: (1) anunciar la Buena Nueva a los pobres, (2) proclamar a los presos la liberación, (3) devolver la vista a los ciegos, (4) devolver la libertad a los oprimidos y, retomando la antigua tradición de los profetas, (5) proclamar “un año de gracia de parte del Señor”. ¡Proclama el año del jubileo!

• En la Biblia, el “Año del Jubileo” era una ley importante. Cada siete años, inicialmente, (Dt 15,1; Lev 25,3), era necesario devolver las tierras a los clanes de los orígenes. Todos debían poder volver a su propiedad. Y así se impedía la formación de latifundios y se garantizaba la supervivencia de las familias. Era necesario perdonar también las deudas y rescatar a las personas que se habían tomado como esclavos (Dt 15,1-18). No fue fácil realizar el año del jubileo cada siete años (Cf. Jer 34,8-16). Después del exilio, se decidió hacerlo cada cincuenta años (Lev 25,8-12). El objetivo era y sigue siendo: reestablecer los derechos de los pobres, acoger a los excluidos y reintegrarlos en la convivencia. El jubileo era un instrumento legal para volver al sentido original de la Ley de Dios. Era una ocasión ofrecida por Dios para hacer una revisión del camino, para descubrir y corregir los errores y empezar de nuevo. Jesús empieza su predicación proclamando un Jubileo “Un año de gracia del Señor”.

• Lucas 4,20-22: Enlazar Biblia y Vida. Terminada la lectura, Jesús actualiza el texto de Isaías diciendo: “¡Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy!” Asumiendo las palabras de Isaías como palabras suyas, Jesús les da un sentido pleno y definitivo y se declara mesías que viene a cumplir la profecía. Esta manera de actualizar el texto provoca una reacción de rabia entre los que se encuentran en la sinagoga. Quedan escandalizados y no quieren saber nada de él. No aceptan que Jesús sea el mesías anunciado por Isaías. Decían: “¿Acaso no es éste el hijo de José?” Quedan escandalizados porque Jesús habla de acoger a los pobres, a los ciegos y a los oprimidos. La gente no acepta la propuesta de Jesús. Y así en el momento en que presenta el proyecto de acoger a los excluidos, el mismo es excluido.

• Lucas 4,23-30: Superar los límites de la raza. Para ayudar a la comunidad a que supere el escándalo y para hacerle entender que su propuesta forma parte de la tradición, Jesús cuenta dos historias de la Biblia que eran conocidas: la historia de Elías y la historia de Eliseo. Las dos historias critican la cerrazón mental de la gente de Nazaret. Elías fue enviado a la viuda de Sarepta (1 Re 17,7-16). Eliseo fue enviado a ocuparse del extranjero de Siria (2 Reyes 5,14). Despunta aquí la preocupación de Lucas que quiere mostrar que la apertura hacia la gente viene de Jesús. Jesús tuvo las mismas dificultades que estaban teniendo las comunidades en tiempo de Lucas. Pero la llamada de Jesús no aplacó los espíritus. ¡Fue todo lo contrario! Las historias de Elías y de Eliseo provocaron más rabia aún… La comunidad de Nazaret llegó al punto de querer matar a Jesús. Pero él mantuvo la calma. La rabia de los demás no consiguió desviarle del camino. Lucas muestra así lo difícil que es superar la mentalidad del privilegio y de la cerrazón.

• Es importante notar los detalles en el uso del Antiguo Testamento. Jesús cita el texto de Isaías hasta donde dice: "proclamar un año de gracia de parte del Señor". Corta todo lo demás de la frase que decía: "y un día de venganza de nuestro Dios". La gente de Nazaret queda escandalizada ante Jesús al oír que quiere ser el mesías, porque quiere acoger a los excluidos y porque ha omitido la frase sobre la venganza. Quieren que el Día de Yahvé sea un día de venganza contra los opresores del pueblo. En este caso, la venida del Reino no sería más que un cambio superficial y no un cambio o conversión del sistema. Jesús no acepta esta manera de pensar, no acepta la venganza (cf. Mt 5,44-48). Su nueva experiencia de Dios como Padre/Madre le ayudaba a entender mejor el sentido de las profecías.

Para la reflexión personal

• El programa de Jesús consiste en acoger a los excluidos. Y nosotros ¿acogemos a todos, o excluimos a algunos? ¿Cuáles son los motivos que nos llevan a excluir a ciertas personas?
• El programa de Jesús, ¿está siendo realmente nuestro programa, o mi programa? ¿Cuáles son los excluidos que deberíamos acoger mejor en nuestra comunidad? ¿Qué es lo que me da fuerza para realizar la misión que Jesús nos dio?

Oración final

¡Oh, cuánto amo tu ley!
Todo el día la medito.
Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
porque es mío para siempre. (Sal 119,97-78)

(fuente: ocarm.org)

domingo, 30 de agosto de 2015

"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí"

Vigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario
(30/08/2015)

Deuteronomio 4, 1-2.6-8.

Moisés habló al pueblo, diciendo: "Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las leyes que yo les enseño para que las pongan en práctica. Así ustedes vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, el Dios de sus padres. No añadan ni quiten nada de lo que yo les ordeno. Observen los mandamientos del Señor, su Dios, tal como yo se los prescribo. Obsérvenlos y pónganlos en práctica, porque así serán sabios y prudentes a los ojos de los pueblos, que al oir todas estas leyes, dirán: "¡Realmente es un pueblo sabio y prudente esta gran nación!". ¿Existe acaso una nación tan grande que tenga sus dioses cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros siempre que lo invocamos?. ¿Y qué gran nación tiene preceptos y costumbres tan justas como esta Ley que hoy promulgo en presencia de ustedes?.


Salmo 15(14), 2-3.4.5.

El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
el que no daña a su hermano ni al prójimo molesta con agravios;
El que no se retracta de lo que juró,
aunque salga perjudicado;
El que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.


Epístola de Santiago 1, 17-18.21b-22.27.

Todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos, en quien no hay cambio ni sombra de declinación. El ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación. Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos. Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos. La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.


del Evangelio según San Marcos 7, 1-8.14-15.21-23.

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?". El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres". Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".






LECTIO DIVINA

Oración inicial:

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

a) Clave de lectura:

● El Evangelio de este 22º Domingo del Tiempo Ordinario describe las costumbres religiosas de la época de Jesús, habla de los fariseos que enseñaban al pueblo estos usos y costumbres y sobre las instrucciones de Jesús con respecto a estos temas. Muchos de estos usos y costumbres habían ya perdido su significado y hacían muy difícil la vida del pueblo. Los fariseos veían pecado en todo y amenazaban con el castigo del infierno. Por ejemplo, comer sin lavarse las manos, era considerado un pecado. Pero estos usos y costumbres seguían siendo transmitidos y enseñados o por miedo o por superstición. ¿Tú conoces cualquier uso religioso actual que haya perdido su significado, pero que se sigue enseñando? En el transcurso de la lectura del texto trataremos de poner atención a la conducta de Jesús, a lo que Él dice con respeto a los fariseos y a lo que Él enseña en relación con los usos religiosos enseñados por los fariseos.

● El texto de la liturgia de este domingo hace una selección y omite algunos versículos para hacer el texto menos largo y más comprensible. A continuación, damos el texto íntegro y ofreceremos un comentario también de los versículos omitidos por la liturgia. Las partes omitidas por la liturgia van en cursiva

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

- Marcos 7,1-2: Ataque de los fariseos y libertad de los discípulos
- Marcos 7,3-4: Explicación de Marcos sobre la Tradición de los Ancianos
- Marcos 7,5: Escribas y fariseos critican el comportamiento de los discípulos de Jesús
- Marcos 7,6-8: Dura respuesta de Jesús sobre la incoherencia de los fariseos
- Marcos 7,9-13: Ejemplo concreto de cómo los fariseos vaciaban de contenido el mandamiento de Dios
- Marcos 7,14-16: Aclaración de Jesús a la gente: un nuevo camino para llegar a Dios
- Marcos 7,17-23: Aclaración de Jesús a los discípulos.


Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto del texto que más te ha gustado o que ha llamado más tu atención? ¿Por qué?
b) Según el texto ¿cuáles son las costumbres que los fariseos enseñaban a la gente?¿Qué crítica hace Jesús en relación con los fariseos?
c) En el texto ¿cuál es el nuevo camino que Jesús señala a la gente para llegar a Dios?
d) En nombre de la “tradición de los antiguos” no observaban los mandamientos. ¿Sucede esto hoy? ¿Dónde y cuándo?
f) Los fariseos eran judíos practicantes, pero su fe estaba separada de la vida de la gente. Por esto Jesús los critica. ¿Nos criticaría hoy Jesús? ¿En qué?

Para aquéllos que quieren profundizar en el tema

a) Contexto de entonces y de hoy:

i) Durante la lectura de esta Lectio miramos de cerca el comportamiento de Jesús respecto a la pureza. Marcos había ya afrontado este tema. En Mc 1,23-28, Jesús arroja un demonio impuro. En Mc 1,40-45, cura un leproso. En Mc 5,25-34, cura a una mujer considerada impura. En otros diversos momentos, Jesús toca a enfermos físicos sin miedo de convertirse impuro. Ahora, aquí, en el capítulo 7º, Jesús ayuda a la gente y a los discípulos a profundizar el concepto de pureza y las leyes de la pureza.
ii) Desde siglos, los judíos, para no contraer la impureza, tenían prohibido entrar en contacto con los paganos y de comer con ellos. En los años 70, época en la que Marcos escribe su evangelio, algunos judíos convertidos decían: “¡Ahora que somos cristianos debemos abandonar las antiguas usanzas que nos separan de los paganos convertidos!”. Pero otros judíos convertidos pensaban que se debía continuar observando las leyes relativas a la pureza. La conducta de Jesús, descrita en el evangelio de hoy, ayuda a superar este problema

b) Comentario del texto:

Marcos 7,1-2: Control de los fariseos y libertad de los discípulos
Los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén, observaban que los discípulos de Jesús comían el pan con manos impuras. He aquí tres puntos que merecen ser señalados: (i) ¡Los escribas son de Jerusalén, de la capital! Esto significa que habían venido para observar y controlar los pasos de Jesús. (ii) ¡Los discípulos no se lavan las manos antes de comer! Significa que la convivencia con Jesús les da valor para transgredir las normas impuestas por la tradición, pero que no tienen sentido para la vida.(iii) La costumbre de lavarse las manos, que continúa siendo hoy una importante norma de higiene, había tomado para ellos un significado religioso que servía para controlar y discriminar a las personas.

Marcos 7,3-4: Explicación de Marcos sobre la tradición de los antiguos
“Las tradiciones de los antiguos” transmitía las normas que debían ser observadas por la gente para poder obtener la pureza legal querida por la ley. La observancia de la pureza era un tema muy serio. Se pensaba que una persona impura no podría recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán. Las normas de la pureza eran enseñadas de modo que, las personas, observándolas, pudiesen tener un camino hacia Dios , fuente de paz. En realidad, en vez de ser una fuente de paz, era una prisión, una esclavitud. Para los pobres, era prácticamente imposible observarla. ¡Se trataba de centenares y centenares de normas y de leyes! Por esto, los pobres eran despreciados y considerados personas ignorantes y malditas que no conocían la ley (Jn 7,49)

Marcos 7,5: Escribas y fariseos critican el comportamiento de los discípulos de Jesús
Los escribas y fariseos preguntan a Jesús: ¿Por qué tus discípulos no viven según la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?¡Ellos fingen estar interesados por conocer el porqué de la conducta de los discípulos! En realidad, critican a Jesús por permitir a los discípulos transgredir las normas de la pureza. Los escribas y los doctores de la ley eran los encargados de la doctrina. Dedicaban su vida al estudio de la Ley de Dios, sobre todo las normas relativas a la pureza. Los fariseos formaban una especie de hermandad, cuya preocupación principal era la de observar todas las leyes relativas a la pureza. La palabra fariseo significa separado, Ellos luchaban de modo que, a través de la observancia perfecta de las leyes de la pureza, la gente consiguiese ser pura, separada y santa como lo exigían la Ley y la Tradición. Gracias a los testimonios ejemplares de sus vidas que seguía las normas de la época, ellos tenían mucha autoridad en las aldeas de Galilea.

Marco 7,6-8: Dura repuesta de Jesús ante la falta de coherencia de los fariseos
Jesús responde citando a Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombre. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres” (Is 29,13) Por que los fariseos, insistiendo en las normas de la pureza, vaciaban de consistencia los mandamientos de la ley de Dios. Jesús presenta enseguida un ejemplo concreto de cómo vuelven insignificante el precepto de Dios.

Marcos 7,9-13: Ejemplo concreto de cómo los fariseos convertían inconsistente el mandamiento de Dios
La “tradición de los antiguos” enseñaba: el hijo que consagra sus bienes al Templo, no podrá ya usar estos bienes para ayudar a sus padres necesitados. Y así, en nombre de la tradición, ellos desvanecían el cuarto mandamiento que manda amar al padre y a la madre. Hoy en día encontramos personas que obran así. Parecen muy observantes, pero lo son sólo externamente. Internamente, el corazón lo tienen lejos de Dios. Como dice un canto que se cantaba en las eucaristías hace años: “Su nombre es el Señor y pasa hambre, y vive al intemperie en la calle y todos los que lo ven pasan de largo, seguros de llegar temprano al templo”. En tiempos de Jesús, el pueblo, en su sabiduría, no estaba de acuerdo con todo lo que se enseñaba. Esperaba que un día el Mesías viniese a señalar otro camino para ser puros. Esta esperanza se realiza en Jesús.

Marcos 7,14-16: Aclaración de Jesús a la gente: un nuevo camino para llegar hasta Dios
Jesús dice a la gente: “No hay nada fuera del hombre, que entrando en él, pueda contaminarlo” (Mc 7,15). Jesús invierte las cosas: lo que es impuro no viene de fuera hacia dentro, como enseñan los doctores de la ley, sino de dentro hacia fuera. Y así, ninguno tienen necesidad de preguntarse si este alimento o bebida son puros o no. Jesús coloca lo que es puro o impuro en otro nivel, sobre el nivel del comportamiento ético. Abre un camino para llegar hasta Dios, y así, realiza el deseo más profundo de la gente. Y Jesús termina su aclaración con una expresión que a Él le gusta mucho usar: “¡Quien tengas oídos para oír que oiga! O sea: ¡Esto es lo hay! ¡Lo habéis oído! ¡Ahora tratad de entenderlo!” Dicho con otras palabras, usad la cabeza y el buen sentido y analizad las cosas partiendo de la experiencia que tenéis de la vida.

Marcos 7,17-23: Aclaración de Jesús a los discípulos
Los discípulos no acaban de entender lo que Jesús quería decir con aquella afirmación. Cuando llegaron a casa pidieron una explicación. Esta petición dejó maravillado a Jesús. Pensaba que al menos ellos lo hubiesen entendido. La explicación va hasta el fondo de la cuestión de la pureza. Declara puros todos los alimentos. O sea, ningún alimento que desde fuera entra en el ser humano podrá volverlo impuro, porque no va al corazón, sino al estómago y termina en el excusado. Lo que vuelve impuro, dice Jesús, es lo que desde dentro, desde el corazón, sale para envenenar las relaciones humanas. Y las enumera: Fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, fraudes, libertinaje, envidia, calumnia, soberbia, insolencia, insensatez” Así, de muchos modos, por medio de la palabra, del gesto o de la convivencia, Jesús ayudaba a las personas a ser puras. Por medio de la palabra, purificaba a los leprosos (Mc 1,40-44), arrojaba los espíritus inmundos (Mc 1,26-39; 3,15.22 etc.) y vencía la muerte, fuente de todas las impurezas. Por medio del gesto, la mujer considerada impura vuelve a ser limpia (Mc 5,25-34). Por medio de la convivencia con Jesús, los discípulos se ven animados a imitar a Jesús que, sin miedo de contaminarse, come con las personas consideradas impuras. (Mc 2,15-17),

Ampliando conocimientos:
Las leyes de la pureza y de la impureza en tiempos de Jesús

La gente de aquella época tenía una gran preocupación por el problema de la pureza. Las normas sobre la pureza indicaban las condiciones necesarias para poder ponerse en presencia de Dios y sentirse a gusto ante Él. No se podía estar delante de Dios de cualquier modo. Porque Dios es Santo. La Ley decía: “¡Sed santos, porque Dios es Santo!" (Lev 19,2). Quien no se hallaba puro no podía ponerse delante de Dios para recibir la bendición prometida a Abrahán.
Para entender la seriedad y la gravedad de estas leyes sobre la pureza conviene recordad lo que sucedía en nuestras iglesias hace ahora unos cincuenta años. Antes del Concilio Vaticano II, para poder comulgar por la mañana era necesario estar en ayunas desde la media noche precedente. Quien comulgaba sin haber ayunado cometía pecado mortal llamado sacrilegio. Se pensaba que un poco de alimento o algo de beber nos volvía impuros para recibir la hostia consagrada.
También en el tiempo de Jesús había muchas cosas y actividades que volvían impuras a las personas, imposibilitadas de ponerse delante de Dios: tocar un leproso, comer con publicanos, comer sin lavarse las manos, tocar la sangre o el cadáver y otras muchas. Todo esto volvía impura a las personas y el contacto con estas personas contaminaba a otros. Por esto, estas personas “impuras” debían ser evitadas. La gente vivía apartada, siempre amenazada de tantas cosas impuras que amenazaban su vida. Todos vivían bajo el miedo, temerosos de todo y de todos.
Ahora, con la venida de Jesús, de improviso, todo cambia. Por la fe en Jesús, era posible obtener la pureza y sentirse cómodo delante de Dios, sin que fuese necesario observar todas aquellas leyes y normas de la “tradición de los antiguos”. ¡Fue una verdadera y propia liberación! La Buena Noticia anunciada por Jesús hace salir al pueblo de la defensiva y le restituye las ganas de vivir, la alegría de ser hijos de Dios, sin miedo a ser felices.


Plegaria del Salmo 24 (23)

¡Quien puede subir a la montaña de Dios!

De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y cuantos lo habitan,
pues él lo fundó sobre los mares,
lo asentó sobre los ríos.

¿Quién subirá al monte de Yahvé?
¿quién podrá estar en su santo recinto?
El de manos limpias y puro corazón,
el que no suspira por los ídolos
ni jura con engaño.
Ése logrará la bendición de Yahvé,
el perdón de Dios, su Salvador.
Ésta es la generación que lo busca,
la que acude a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Puertas, alzad los dinteles,
levantaos, antiguos portones,
y que entre el rey de la gloria!

¿Quién es el rey de la gloria?
Yahvé, el fuerte, el valiente,
Yahvé, valiente en la lucha.
¡Puertas, alzad los dinteles,
levantaos, antiguos portones,
y que entre el rey de la gloria!
¿Quién es el rey de la gloria?
Yahvé Sebaot,
él es el rey de la gloria.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

(fuente: ocarm.org)

sábado, 29 de agosto de 2015

martirio de San Juan Bautista


Memoria del martirio de San Juan Bautista
(29/08/2015)


Libro de Jeremías 1, 17-19.

En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos. Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país. Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-".


Salmo 71(70), 1-2.3-4a.5-6ab.15ab.17.

Yo me refugio en Ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

Sé para mí una roca protectora,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!

Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector.

Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación,
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.


del Evangelio según San Marcos 6, 17-29.

Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.







LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Hoy conmemoramos el martirio de San Juan Bautista. El evangelio describe cómo murió el Bautista, sin proceso, durante un banquete, víctima de la prepotencia y de la corrupción de Herodes y de su corte.

• Marcos 6,17-20. La causa de la prisión y del asesinato de Juan. Herodes era un empleado del imperio romano. Quien mandaba en Palestina, desde el año 63 antes de Cristo, era César, el imperador de Roma. Herodes, para no ser depuesto, trataba de agradar a Roma en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio y a él mismo. La preocupación de Herodes era su propia promoción y seguridad. Por esto, reprimía cualquier tipo de subversión. A él le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad era un tirano (cf. Lc 22,25). Flavio José, un escritor de aquel época, informa que el motivo de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. La denuncia de Juan Bautista contra la moral depravada de Herodes (Mc 6,18), fue la gota que hizo desbordar el vaso, y Juan fue llevado a la cárcel.

• Marcos 6,21-29: La trama del asesinado. Aniversario y banquete de fiesta, con danzas y orgías. Era un ambiente en que los poderosos del reino se reunían y en el cual se hacían las alianzas. La fiesta contaba con una presencia “de los grandes de la corte y de las personas importantes de Galilea”. En este ambiente se trama el asunto de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de ese sistema corrompido. Por eso fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la debilidad moral de Herodes. Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí. En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a una joven bailarina. Supersticioso como era, pensaba que tenía que mantener el juramento. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como de la posición de las sillas en su sala. Marcos cuenta el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a nosotros la tarea de sacar conclusiones.

• Pero entre líneas, el evangelio de hoy trae muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y sobre la manera en qué era ejercido el poder por los poderosos de la época. Galilea, tierra de Jesús, era gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo hasta el 39 después de Cristo. En todo ¡43 años! Durante todo el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza en el gobierno en Galilea. Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a nadie, hacía lo que le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte de la gente!

• Herodes construyó una nueva capital, llamada Tiberíades. Sefforis, la antigua capital, había sido destruida por los romanos en represalia por un levantamiento popular. Esto aconteció cuando Jesús tenía quizás siete años. Tiberíades, la nueva capital, fue inaugurada trece años más tarde, cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así para agradar a Tiberio, el emperador de Roma. Tiberíades era un lugar extraño en Galiela. Allí vivían el rey, “los grandes, los generales y los magnates de Galilea” (Mc 6,21). Allá moraban los dueños de las tierras, los soldados, los policías, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Hacia allí se llevaban los impuestos y el producto de la gente. Era allí donde Herodes hacia sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). No consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en la ciudad.
A lo largo de aquellos 43 años de gobierno de Herodes, se crió toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, publicanos y recaudadores de impuestos, promotores, jefes locales. La mayor parte de este personal moraba en la capital, gozando de los privilegios que Herodes ofrecía, por ejemplo, exención de impuestos. La otra parte vivía en las aldeas. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. Varios escribas y fariseos estaban ligados al sistema y a la política del gobierno. En los evangelios, los fariseos aparecen junto con los herodianos (Mc 3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza que existía entre el poder religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas de Galilea era muy controlada, tanto por el gobierno como por la religión. Era necesario tener mucho valor para comenzar algo nuevo, como hicieron Juan y Jesús. Era lo mismo que atraer sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder civil, tanto a nivel local como estatal.

Para la reflexión personal

• ¿Conoces casos de personas que han muerto víctima de la corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en la iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de autoritarismo? Un ejemplo.
• Superstición, cobardía y corrupción marcaban el ejercicio del poder de Herodes. Compara con el ejercicio del poder religioso y civil hoy en los varios niveles tanto de la sociedad como de la Iglesia.

Oración final

A ti me acojo, Yahvé,
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)

(fuente: ocarm.org)

viernes, 28 de agosto de 2015

"Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora"


Viernes de la vigésima primera semana del tiempo ordinario
(28/08/2015)

Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 4, 1-8.

Por lo demás, hermanos, les rogamos y los exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a lo que han aprendido de nosotros sobre la manera de comportarse para agradar a Dios. De hecho, ustedes ya viven así: hagan mayores progresos todavía. Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que sean santos, que se abstengan del pecado carnal, que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto, sin dejarse arrastrar por los malos deseos, como hacen los paganos que no conocen a Dios. Que nadie se atreva a perjudicar ni a dañar en esto a su hermano, porque el Señor hará justicia por todas estas cosas, como ya se lo hemos dicho y atestiguado. Dios, en efecto, no nos llamó a la impureza, sino a la santidad. Por eso, el que desprecia estas normas, no desprecia a un hombre, sino a Dios, a ese Dios que les ha dado su Espíritu Santo.


Salmo 97(96), 1.2b.5-6.10.11-12.

¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
La Justicia y el Derecho son la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.

Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Tú amas, Señor, a los que odian el mal,
proteges la vida de tus fieles y los libras del poder de los malvados.

Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre.


del Evangelio según San Mateo 25, 1-13.

Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.






LECTIO DIVINA

Oración inicial: Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Hoy es la fiesta de Santa Edith Stein que en el Carmelo tomó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Por esto, el evangelio de hoy trae la parábola de las diez vírgenes que debían dar la bienvenida al novio cuando llegara para las fiestas de la boda.

• Mateo 25,1ª: El comienzo: “Entonces”. La parábola empieza con esta palabra: “Entonces”. Se trata de la venida del Hijo del Hombre (cf Mt 24,37). Nadie sabe cuándo va a venir ese día, “ni los ángeles, ni el hijo mismo, sino que solamente el Padre” (Mt 24, 36). No importa que los adivinos quieran hacer cálculos. El Hijo del Hombre vendrá de sorpresa, cuando la gente menos lo espera (Mt 24,44). Puede ser hoy, puede ser mañana. Por esto, el recado final de la parábola de las diez vírgenes es “¡Vigilad!’ Las diez muchachas deben estar preparadas para cualquier eventualidad. Cuando la policía nazista llamó a la puerta del monasterio de las Carmelitas en Echt en la provincia de Limburgia en los Países Bajos, Edith Stein, la hermana Teresa Benedicta de la Cruz, estaba preparada. Asumió la Cruz y siguió para el martirio en el campo de exterminio por amor a Dios y a su gente. Era una de las vírgenes prudentes de la parábola.

• Mateo 25,1b-4: Las diez vírgenes preparadas para aguardar al novio. La parábola empieza así: “El Reino del Cielo es como diez vírgenes que prepararon sus lámparas y salieron al encuentro del novio”. Se trata de muchachas que debían acompañar al novio para la fiesta de la boda. Para esto, ellas debían llevar consigo las lámparas, sea para iluminar el camino, sea para iluminar la fiesta. Cinco de ellas eran prudentes y cinco eran sin fundamento. Esta diferencia aparece con claridad en la manera en que se preparan para la función que recibirán. Junto con las lámparas encendidas, las previdentes llevaron consigo también una vasija de aceite de reserva. Se preparaban para cualquier eventualidad. Las vírgenes sin fundamento se llevaron sólo las lámparas, sin pensar en llevarse un poco de aceite de reserva.

• Mateo 25,5-7: El retraso no previsto de la llegada del novio. El novio se demora. No había una hora determinada para que llegara. En la espera, el sueño se apodera de las muchachas, sin embargo las lámpara siguen gastando aceite e se van apagando poco a poco. De repente, en medio de la noche, se oye un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”. Todas ellas despiertan y empiezan a preparar las lámparas que ya estaban casi al final. Debían de poner el aceite de reserva para evitar que las lámparas se apagaran.

• Mateo 25,8-9: Las diversas reacciones ante la llegada atrasada del novio. Solamente ahora las necias se dan cuenta de que olvidaron llevar consigo el aceite de reserva. Fueron a pedir aceite a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan”. Las prudentes no pudieron atender este pedido, pues en aquel momento lo que importaba no era que las prudentes compartieran su aceite con las otras, sino que estuvieran listas para acompañar al novio hasta el lugar de la fiesta. Por esto aconsejan: ‘es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.'

• Mateo 25,10-12: El destino de las vírgenes prudentes y de las necias. Las necias siguen el consejo de las prudentes y van a comprar aceite. Durante esta breve ausencia de la compra llega el novio y las prudentes pueden acompañarlo a la fiesta de las bodas. Y la puerta se cierra detrás de ellas. Cuando llegan las otras, llaman a la puerta y piden: “¡Señor, Señor, abre la puerta para nosotras!” Y reciben la respuesta: “En verdad os digo que no os conozco”.

• Mateo 25,13: La recomendación final de Jesús para todos nosotros. La historia de esta parábola es muy sencilla y la lección es evidente. “Velad, pues, porque no sabéis, ni el día, ni la hora”. Moral de la historia: no seas superficial, mira más allá del momento presente, trata de descubrir el llamado de Dios hasta en las mínimas cosas de la vida, hasta en el aceite que falta en la lámpara.’

Para la reflexión personal

• ¿Te ocurrió ya de pensar en el aceite de reserva de tu lámpara?
• ¿Conoces la vida de Santa Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz?

Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren. (Sal 34,2-3)

(fuente: ocarm.org)

jueves, 27 de agosto de 2015

"Estén prevenidos..."

Jueves de la vigésima primera semana del tiempo ordinario
(27/08/2015)

Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-13.

Por eso, hermanos, a pesar de las angustias y contrariedades, nos sentimos reconfortados por ustedes, al comprobar su fe. Sí, ahora volvemos a vivir, sabiendo que ustedes permanecen firmes en el Señor. ¿Cómo podremos dar gracias a Dios por ustedes, por todo el gozo que nos hacen sentir en la presencia de nuestro Dios? Día y noche, le pedimos con insistencia que podamos verlos de nuevo personalmente, para completar lo que todavía falta a su fe. Que el mismo Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesucristo, nos allanen el camino para ir allí. Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al que nosotros tenemos por ustedes. Que él fortalezca sus corazones en la santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus santos.


Salmo 90(89), 3-4.12-13.14.17.

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...?
Ten compasión de tus servidores.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.


del Evangelio según San Mateo 24, 42-51.

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará', y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.





LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Reflexión

• El evangelio de hoy, fiesta de San Agustín, habla de la venida del Señor al final de los tiempos y nos exhorta a la vigilancia. En la época de los primeros cristianos mucha gente pensaba que el final de este mundo estaba cerca y que Jesús volvería luego. Hoy mucha gente piensa que el fin del mundo está cerca. Por esto, es bueno reflexionar sobre el significado de vigilancia.

• Mateo 24,42: Vigilancia “Por tanto, Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.” Respecto del día y de la hora del fin del mundo, Jesús había dicho: " ¡Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.!" (Mc 13,32). Hoy, mucha gente vive preocupada con el fin del mundo. En las calles de las ciudades, muchas veces se ve escrito: ¡Jesús volverá! ´¿Y cómo será esa venida? Después del año 1000, apoyados en el Apocalipsis de Juan (Apoc 20,7), comenzaron a decir: “Los mil primeros años pasaron, pero los 2000 años no pasarán!” Por esto, en la medida en que se acercaba el año 2000, muchos quedaban preocupados. Hasta hubo gente que, angustiada con la proximidad del fin del mundo, llegó a suicidarse. Otros, leyendo el Apocalipsis de Juan, llegaron a predecir la hora exacta del fin. Pero el año 2000 pasó y no aconteció nada. ¡El fin no llegó! Muchas veces, la afirmación “Jesús volverá” es usada para dar miedo a la gente y ¡obligarla a atender una determinada iglesia! Otros, de tanto esperar y especular en torno a la venida de Jesús, no perciben más su presencia en medio de ellos, en las cosas comunes de cada día, en los hechos de día a día.

• La misma problemática existía en las comunidades cristianas de los primeros siglos. Mucha gente de las comunidades decía que el fin de este mundo estaba cerca y que Jesús volvería luego. Algunos de la comunidad de Tesalónica en Grecia, apoyándose en la predicación de Pablo decían: “¡Jesús volverá luego!” (1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,2). Por esto, había personas que no trabajaban, porque pensaban que la venida fuera cosa de pocos días o semanas. “¿Trabajar, para qué, si Jesús iba a volver?” (cf 2Ts 3,11). Pablo responde que no era tan simple como se lo imaginaban. Y a los que no trabajaban decía. “¡Quién no quiere trabajar, que no coma!” Otros se quedaban mirando al cielo, aguardando el retorno de Jesús sobre las nubes (cf Hec 1,11). Otros se quejaban de que se demorara (2Pd 3,4-9). En general, los cristianos vivían en la expectativa de la venida inminente de Jesús. Jesús vendría a realizar el Juicio Final para terminar con la historia injusta de este mundo acá e inaugurar la nueva fase de la historia, la fase definitiva del Nuevo Cielo y de la Nueva Tierra. Pensaban que esto acontecería dentro de una o dos generaciones. Mucha gente viviría aún cuando Jesús iba a aparecer glorioso en el cielo (1Ts 4,16-17; Mc 9,1). Otros, cansados de esperar, decían: ¡No volverá nunca! (2 Pd 3,4).

• Hasta hoy, la venida de Jesús ¡no ha acontecido! ¿Cómo entender esta demora? Es que no percibimos que Jesús ha vuelto ya, ya está en medio de nosotros: “Yo estaré en medio de vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (Mt 28,20). El ya está al lado de nosotros, en la lucha por la justicia, por la paz y por la vida. La plenitud no ha llegado todavía, pero una muestra o garantía del Reino ya está en medio de nosotros. Por esto, aguardamos con firme esperanza la liberación de la humanidad y de la naturaleza (Rom 8,22-25). Mientras esperamos y luchamos, decimos acertadamente: “¡El ya está en medio de nosotros!” (Mt 25,40).

• Mateo 24,43-51: El ejemplo del dueño de la casa y de sus empleados. “Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa.”. Jesús lo deja bien claro. Nadie sabe nada respecto de la hora: "¡Cuando a ese día y a esa hora, nadie sabe nada, ni los ángeles, ni el Hijo, sino solamente el Padre!" Lo que importa no es saber la hora del fin de este mundo, sino tener una mirada capaz de percibir la venida de Jesús ya presente en medio de nosotros en la persona del pobre (cf Mt 25,40) y en tantos otros modos y acontecimientos de la vida de cada día. Lo que importa es abrir los ojos y tener presente el ejemplo del buen empleado del que habla Jesús en la parábola.

Para la reflexión personal

• ¿En qué señales se apoya la gente para decir que el fin del mundo está cerca? ¿Piensas tú que el fin del mundo está cerca?
• ¿Qué responder a los que dicen que el fin del mundo está cerca? ¿Cuál es la fuerza que te anima a resistir y a tener esperanza?

Oración final

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre;
todos los días te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre. (Sal 145,1-2)

(fuente: ocarm.org)

miércoles, 26 de agosto de 2015

"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!..."

Miércoles de la vigésima primera semana del tiempo ordinario
(26/08/2015)

Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2, 9-13.

Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la Buena Noticia de Dios, trabajábamos día y noche para no serles una carga. Nuestra conducta con ustedes, los creyentes, fue siempre santa, justa e irreprochable: ustedes son testigos, y Dios también. Y como recordarán, los hemos exhortado y animado a cada uno personalmente, como un padre a sus hijos, instándoles a que lleven una vida digna del Dios que los llamó a su Reino y a su gloria. Nosotros, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen.


Salmo 139(138), 7-8.9-10.11-12ab.

¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.

Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha.

Si dijera: “¡Que me cubran las tinieblas
y la luz sea como la noche a mi alrededor!”,
las tinieblas no serían oscuras para ti
y la noche sería clara como el día.


del Evangelio según San Mateo 23, 27-32.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: 'Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas'! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!






LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Estos dos ‘ay’ que Jesús pronuncia contra los doctores de la ley y los fariseos de su tiempo, retoman y refuerzan el mismo tema de los dos ‘ay’ del evangelio de ayer. Jesús critica la falta de coherencia entre palabra y práctica, entre interior y exterior.

• Mateo 23,27-28: El séptimo ‘ay’ contra los que parecen sepulcros blanqueados. “Ustedes por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.”. La imagen de “sepulcros blanqueados” habla por sí sola y no necesita comentario. Jesús condena a los que tienen una apariencia ficticia de persona correcta, pero cuyo interior es la negación total de aquello que quieren aparecer por fuera.

• Mateo 23,29-32: El octavo ‘hay’ contra los que edificáis los sepulcros de los profetas, pero no los imitan. Los doctores y los fariseos decían: “Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!' Y Jesús concluye: personas que hablan así “confiesan que sois hijos de los que mataron a los profetas”, pues ellos dicen “nuestros padres”. Y Jesús termina diciendo: “Pues bien: colmad también vosotros la medida de vuestros padres!” De hecho, a esas alturas de los acontecimientos, ellos ya habían decidido matar a Jesús. Y así acababan de colmar la medida de los padres.

Para la reflexión personal

• Dos más ‘ay’ para recibir la crítica de parte de Jesús. ¿Cuál de los dos cabe en mí?
• ¿Cuál es la imagen de mi mismo/a que trato de presentar a los otros? Corresponde a lo que soy de hecho ante Dios?

Oración final

¡Dichosos los que temen a Yahvé
y recorren todos sus caminos!
Del trabajo de tus manos comerás,
¡dichoso tú, que todo te irá bien! (Sal 128,1-2)

(fuente: ocarm.org)

martes, 25 de agosto de 2015

"¡Ay de ustedes!... "

Martes de la vigésima primera semana del tiempo ordinario
(25/08/2015)

Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2, 1-8. 

Ustedes saben muy bien, hermanos, que la visita que les hicimos no fue inútil. Después de ser maltratados e insultados en Filipos, como ya saben, Dios nos dio la audacia necesaria para anunciarles su Buena Noticia en medio de un penoso combate. Nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el engaño. Al contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones. Ustedes saben -y Dios es testigo de ello- que nunca hemos tenido palabras de adulación, ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. Tampoco hemos ambicionado el reconocimiento de los hombres, ni de ustedes ni de nadie, si bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer. Al contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos.


Salmo 139(138), 1-3.4-6.

Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.

Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente;
me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla.


del Evangelio según San Mateo 23, 23-26.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.






LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Reflexión

• El evangelio de hoy presenta dos otros ‘hay’ que Jesús pronuncia contra los líderes religiosos de su época. Los dos ‘ay’ de hoy denuncian la falta de coherencia entre palabra y actitud, entre el exterior y el interior. Repetimos hoy lo que afirmamos antes. Al meditar las palabras tan duras de Jesús, tengo que pensar no sólo en los doctores y en los fariseos de la época de Jesús., sino que también y sobre todo en el hipócrita que hay en mí, en nosotros, en nuestra familia, en la comunidad, en nuestra iglesia, en la sociedad de hoy. Vamos a mirar en el espejo del texto, para descubrir lo que hay de errado en nosotros.

• Mateo 23,23-24: El quinto ‘ay’ contra los que insisten en la observancia y olvidan la misericordia. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe!”. Este quinto ‘ay’ de Jesús contra los líderes religiosos de aquella época puede ser repetido contra muchos líderes religiosos de los siglos siguientes, hasta hoy. Muchas veces, en nombre de Dios, insistimos en detalles y olvidamos la misericordia. Por ejemplo, el jansenismo volvió la vivencia de la fe árida, insistiendo en observancias y penitencias que desviaron al pueblo del camino del amor. La hermana carmelita Teresa de Lisieux creció en este ambiente jansenista, que marcaba la Francia del final del siglo XIX. Fue a partir de una dolorosa experiencia personal que ella supo recuperar la gratuidad del amor de Dios con la fuerza que debe animar por dentro la observancia de las normas. Pues, sin la experiencia del amor, las observancias hacen de Dios un ídolo.

• Mateo 23,25-26: El sexto ‘ay’ contra los que limpian las cosas por fuera y las ensucian por dentro. “«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!” En el Sermón de la Montaña, Jesús critica a los que observan la letra de la ley y transgreden el espíritu de la ley. Dice: " Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano `imbécil', será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado', será reo de la gehenna de fuego. «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5,21-22.27-28). No basta observar la letra de la ley. No basta no matar, no robar, no cometer adulterio, no jurar, para ser fiel a lo que Dios nos pide. Sólo observa plenamente la ley de Dios aquel que, más allá de la letra, va hasta la raíz y arranca dentro de sí “los deseos de robo y de codicia” que pueden llevar al asesinato, al robo, al adulterio. La plenitud de la ley se realiza en la práctica del amor.

Para la reflexión personal

• Dos más ‘ay’, dos motivos más para recibir una crítica severa de parte de Jesús. ¿Cuál de los dos cabe en mí?
• Observancia y gratuidad: ¿cuál de las dos prevalece en mí?

Oración final

Anunciad su salvación día a día,
contad su gloria a las naciones,
sus maravillas a todos los pueblos. (Sal 96,2-3)

(fuente: ocarm.org)

lunes, 24 de agosto de 2015

"Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre"

Fiesta de san Bartolomé, apóstol
(24/08/2015)

Apocalipsis 21, 9b-14.

Luego se acercó uno de los siete Angeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me dijo: "Ven que te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero". Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero.


Salmo 145(144), 10-11.12-13ab.17-18.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.


del Evangelio según San Juan 1, 45-51.

Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."





LECTIO DIVINA

Oración inicial: ¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Reflexión

• Jesús volvió para Galilea. Encontró a Felipe y le llamó: ¡Sígueme! El objetivo del llamado es siempre el mismo:"seguir a Jesús” Los primeros cristianos insistieron en conservar los nombres de los primeros discípulos. De algunos conservaron hasta los apellidos y el nombre del lugar de origen. Felipe, Andrés y Pedro eran de Betsaida (Jn 1,44). Natanael era de Caná (Jn 22,2). Hoy, muchos olvidan los nombres de las personas que están en el origen de su comunidad. Recordar los nombres es una forma de conservar la identidad.

• Felipe encuentra Natanael y habla con él sobre Jesús: "Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". Jesús es aquel hacia quien apuntaba toda la historia del Antiguo Testamento.

• Natanael pregunta: "Pero, ¿puede salir algo bueno de Nazaret?” Posiblemente en su pregunta emerge la rivalidad que acostumbraba existir entre las pequeñas aldeas de una misma región: Caná y Nazaret. Además de esto, según la enseñanza oficial de los escribas, el Mesías vendría de Belén en Judea. No podía venir de Nazaret en Galilea (Jn 7,41-42). Andrés da la misma respuesta que Jesús había dado a los otros dos discípulos: “¡Ven y verá!" No es imponiendo sino viendo que las personas se convencen. De nuevo, ¡el mismo proceso: encontrar, experimentar, compartir, testimoniar, llevar a Jesús!

• Jesús ve a Natanael y dice: "¡Ahí viene un verdadero israelita, sin falsedad!" Y afirma que ya le conocía, cuando estaba debajo de la higuera. ¿Cómo es que Natanael podía ser un "auténtico israelita” si no aceptaba a Jesús como Mesías? Natanael "estaba debajo de la higuera". La higuera era el símbolo de Israel (cf. Mi 4,4; Zc 3,10; 1Re 5,5). Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que no concuerdan con el proyecto de Dios. El israelita que no está dispuesto a esta conversión non es ni auténtico, ni honesto. El esperaba al Mesías según la enseñanza oficial de la época (Jn 7,41-42.52). Por esto, inicialmente, no aceptaba a un mesías venido de Nazaret. Pero el encuentro con Jesús le ayudó a percibir que el proyecto de Dios no siempre es como la gente se lo imagina o desea que sea. El reconoce su engaño, cambia idea, acepta a Jesús como mesías y confiesa: "¡Maestro, tu eres el hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!" La confesión de Natanael no es que el comienzo. Quien será fiel, verá el cielo abierto y los ángeles que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre. Experimentará que Jesús es la nueva alianza entre Dios y nosotros, los seres humanos. Es la realización del sueño de Jacob (Gén 28,10-22).

Para la reflexión personal

• ¿Cuál es el título de Jesús que más te gusta? ¿Por qué?
• ¿Tuviste intermediario entre tú y Jesús?

Oración final

Yahvé es justo cuando actúa,
amoroso en todas sus obras. (Sal 145,17)

(fuente: ocarm.org)

domingo, 23 de agosto de 2015

"¿Señor, a quién iremos?... Tú tienes palabras de vida eterna"

Vigésimo primer Domingo del tiempo ordinario
(23/08/2015)

Libro de Josué 24, 1-2a.15-17.18b.

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo a todo el pueblo: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y de Najor, vivían desde tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses. Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor". El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. El nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Además, el Señor expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban en el país. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios.


Salmo 34(33), 2-3.16-17.18-19.20-21.22-23.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.

El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.
El cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.

La maldad hará morir al malvado,
y los que odian al justo serán castigados;
El Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en El no serán castigados.


Carta de San Pablo a los Efesios 5, 21-32.

Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.


del Evangelio según San Juan 6, 60-69.

Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?". Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".






LECTIO DIVINA

Oración inicial

Señor, tu Palabra es dulce, es como una gota de miel, no es dura, no es amarga. Aún cuando abrasa como el fuego, aún cuando es como martillo que rompe la roca, aún cuando es como espada afilada que penetra y separa el alma...¡Señor, tu Palabra es dulce! Haz que yo la oiga así, como música suave, como canción de amor; aquí están mis oídos, mi corazón, mi memoria, mi inteligencia. Aquí estoy ante ti, hazme un oyente fiel, sincero, fuerte; hazme permanecer, Señor, con los oídos del corazón, fijo en tus labios, en tu voz, en cada una de tus palabras, para que ninguna caiga en el vacío. Te ruego que envíes tu santo Espíritu abundantemente, que sea como agua viva que riega todo mi campo para que dé fruto, el 30, el 60 o el 100 por uno. Señor, haz que venga hacia ti, porque, tú lo sabes... ¿dónde podría ir, hacia quién, aquí en esta tierra, sino hacia ti?

a) Para colocar el pasaje en su contexto:

Estos versículos constituyen la conclusión del cap. 6 del Evangelio de Juan, en el cual el Evangelista presenta su "teología eucarística". Esta conclusión es el culmen de todo el capítulo, porque la Palabra nos hace ir cada vez más profundamente, más al centro: desde la multitud que aparece al principio, a los Judíos que discuten con Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, a los discípulos, a los doce, hasta Pedro, el único que representa a cada uno de nosotros, solos, cara a cara con el Señor Jesús. Aquí brota la respuesta a la enseñanza de Jesús, a su Palabra sembrada tan abundantemente en el corazón de los oyentes. Aquí se verifica, si el terreno del corazón produce espinas o cardos, hierba verde, que se convierte en espiga y después grano bueno en la espiga.

b) Para ayudar en la lectura del pasaje:

► v. 60: Juicio por parte de algunos apóstoles de la Palabra de Señor y, por tanto, contra el mismo Jesús, que es el Verbo de Dios. Dios no es considerado como un Padre bueno, sino como un patrono duro (Mt 25, 24), con el cual no es posible dialogar.
► vv. 61-65: Jesús desenmascara la incredulidad y la dureza de corazón de sus discípulos y revela sus misterios de salvación: su Ascensión al cielo, la venida del Espíritu Santo, nuestra participación en la vida divina. Estos misterios solamente pueden ser comprendidos a través de la sabiduría de un corazón dócil, capaz de escuchar, y no con la inteligencia de la carne.
► v. 66: Primera gran traición por parte de muchos discípulos que no han sabido aprender la gran ciencia de Jesús. En vez de volver la mirada al Maestro, le vuelven la espalda; interrumpen de este modo la comunión y no van ya más con Él
► vv. 67-69: Jesús habla con los Doce, sus más íntimos, y los coloca ante la elección definitiva, absoluta: permanecer con Él o marcharse. Pedro responde por todos y proclama la fe de la Iglesia en Jesús como Hijo de Dios y en su Palabra, que es la verdadera fuente de la Vida.

Un momento de silencio orante

He recibido el Don, la gracia, he escuchado la Palabra del Señor; ahora no quiero murmurar (v. 61), no quiero escandalizarme (v. 61), ni quiero dejarme ofuscar por la incredulidad (v. 64). No quiero traicionar a mi Maestro (v. 64), no quiero volverme atrás y no ir más con Él (v. 66)… ¡deseo estar con el Señor para siempre! En el silencio del corazón le repito infinitas veces: "Señor, ¿a quién vamos a ir, sino a ti?!". Heme aquí, Señor, que voy…

Algunas preguntas que me ayuden a permanecer, a descubrir la belleza de la vida, que es Jesús; que me guíen al Padre, para dejarme asir de Él y trabajar, seguro de su buen trabajo de amoroso Agricultor; y que me sostenga dentro de la savia vital del Espíritu, para encontrarme con Él como única cosa necesaria, para pedir sin cansarme.

a) ¿Me detengo, sobre todo, en la figura del discípulo y me dejo interrogar, me dejo retar, como si me pusiera delante de un espejo en el cual veo reflejada la verdad de mi ser y de mi obrar? ¿Qué clase de discípulo soy yo? ¿Trato de aprender cada día en la escuela de Jesús, de recibir su enseñanza, que no es doctrina de hombres, sino sabiduría del Espíritu Santo? "Todos serán enseñados por Dios" (Is 54, 13; Jer 31, 33ss), repiten de diversos modos los profetas, indicando que la única ciencia verdaderamente necesaria es la relación de amor con el Padre, la vida con Él. Pero, ¿quién es mi Maestro? ¿Soy también del grupo de discípulos que continúan preguntando a Jesús: "Señor, ¡enséñanos a orar!" (Lc 11, 1)? O de aquéllos que caminan detrás de Él a lo largo de los caminos de la vida e insisten en preguntarle: "Maestro, ¿dónde moras?" (Jn 1, 39), impulsados por el deseo de permanecer con Él? O, tal vez, soy como María Magdalena, que continúas repitiendo aquel nombre, incluso después de las terribles experiencia de muerte y de aniquilación: "¡Rabbuni!" (Jn 20, 10)? Subrayo los verbos que Juan refiere a los discípulos: "después de haber oído", "murmuraban", "os escandaliza", "no creían", "se volvieron atrás y ya no andaban con Él". Los medito uno por uno, los rumío, los repito, los pongo en relación con mi vida…

b) "Esta palabra es dura: ¿quién la puede escuchar?". ¿Es, de verdad, la palabra del Señor dura o, es duro mi corazón que solamente sabe encerrarse en sí mismo y no quiere escuchar? ¿Por qué no es dulce para mí la Palabra del Señor, más que miel en mi boca (Sal 119, 103)? ¿Por qué no me gusta conservarla en el corazón (Sal 119, 9. 11. 57), y recordarla día y noche? ¿Por qué no es mi lámpara, aún encendida cuando llega la noche, y no es luz que ilumina mis noches y la lámpara para todos mis pasos (Sal 119, 105)? ¿Por qué, ¡oh corazón mío!, no te abres y te dejas herir de esta espada de doble filo que penetra hasta lo más profundo, para hacer en ti distinción entre tantas distingos, claridad en medio de tantas claridades? ¿Por qué no la dejas entrar como Palabra de salvación y de amor? Entonces sabrás que, la palabra de tu Señor no es dura, no es amarga, no es severa, sino que se convertirá para ti en un canto de alegría y repetirás: "¡Mi lengua canta tus palabras, Señor!" (Sal 119, 172).

c) "Pero sabiendo Jesús en su interior…". El Señor me conoce en lo más profundo, Él sabe, Él escruta, Él me ha creado (Sal 139), me ha elegido desde toda la eternidad (Pr 8, 23). Conoce mi corazón y sabe lo que hay dentro de cada hombre (Jn 1, 48; 2, 25; 4, 29; 10, 15). Pero, ante su mirada, ante su voz que pronuncia mi nombre, ante su venida a mi vida, ante su llamar insistente (Ap 3, 20), ¿cómo reacciono yo? ¿Qué decisiones tomo? ¿Qué respuesta ofrezco? ¿Tal vez comienzo a murmurar, también yo, a traicionarlo, a alejarme y a olvidarlo?

d) "El espíritu es el que da vida". ¿Abro mi corazón, mi mente, toda mi persona a la Presencia del Espíritu Santo, a su soplo, a su fuego, a su agua que brota hasta la eternidad. Me pongo en relación con él, me hago amigo de aquellos personajes de la Biblia que confiaron plenamente su existencia a la obra del Espíritu Santo. Me acerco a la Virgen María: " He aquí que el Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1, 35)?; pero yo sé repetir con fuerza, o junto con Ella, con convencimiento: "Que se cumpla en mí tu Palabra" (Lc 1, 38)? ¿Me acerco a Simeón, hombre justo y temeroso de Dios, el cual "movido por el Espíritu Santo fue al templo" (Lc 2, 27)?; ¿me dejo llevar así, me dejo llevar por donde el Señor quiere, adonde me espera? O ¿quiero siempre ser yo el que toma la orientación que he de dar a mi vida? ¿Me acerco a Jesús, a Pedro, a Pablo, o a los otros apóstoles y evangelizadores de los cuáles hablan los Hechos y me pongo a discutir': qué puesto ocupa en mi vida de cristiano, como hermano entre hermanos, el Espíritu Santo? Si el Espíritu Santo es el que la da vida, mi ser, vivo o muerto, depende de él, de su presencia en mí, de su acción; quizás debería profundizar e intensificar la relación con el Espíritu de mi Señor…

e) En estos pocos versículos Juan nos habla de un misterio muy bello y profundo que él encierra en el verbo "ir" "venir" referidos a Jesús. ¿Comprendo ahora que mi vida encuentra su sentido verdadero, su razón de ser, de continuar cada día, justo en relación a este movimiento de amor y de salvación. "Venir a mi" (v. 65), "no iban ya más con él" (v. 66), "queréis iros?" (v. 67), ¿"a quién iremos?" (v. 68). La pregunta de Pedro, que en realidad es una afirmación fortísima de fe y de adhesión al Señor Jesús, significa esto: "¡Señor, yo no iré a ningún otro, sino solamente a ti!; ¿es así mi vida? ¿Siento en mí estas palabras apasionadas? Respondo cada día, en cada momento, en las situaciones más diversas de mi vida, en mi ambiente, delante de las personas, a la invitación que me hace Jesús personalmente: "¡Venid a mí! ¡Ven a mí!¡Sígueme!"? ¿A quién voy yo? ¿Hacia dónde corro? ¿Qué pasos estoy siguiendo? " ¡haz que yo vaya a Ti, Señor"!

Una clave de lectura

Como sarmiento, busco el modo de estar siempre más injertado en mi Vid, que es el Señor Jesús. Bebo, en este momento, de su Palabra y de su savia buena, tratando de penetrar más en profundidad para absorber el escondido alimento, que me transmite la verdadera vida. Estoy atento a las palabras, a los verbos, a las expresiones que Jesús usa y que me reclaman a otros pasajes de las divinas Escrituras y me dejo, así, purificar.

• La Palabra del Señor y la relación de amor con ella
En este fragmento Juan me presenta la palabra del Señor como punto de encuentro, lugar de cita con Él; me percato que ella es el lugar de la decisión, de las separaciones cada vez más profundas de mi corazón y de mi conciencia. Me doy cuenta de que la Palabra es una Persona, es el mismo Señor, presente delante de mí, entregado a mí, abierto a mí. Toda la Biblia, página tras página, es una invitación, dulce y fuerte al mismo tiempo, al encuentro con la Palabra, a conocer a la Novia, a la Esposa, que es la Palabra que sale, como un beso de amor, de la boca del Señor. El encuentro que se me otorga no es superficial, vacío, huidizo o esporádico, sino intenso, pleno, constante, ininterrumpido, porque es como el encuentro entre el esposo y la esposa; así me ama el Señor y se entrega a mí. Hace falta la escucha atenta y pronta para que ninguna de sus palabras caiga en el vacío (1 Sam 3, 19); hace falta la escucha del corazón, del alma (Sal 94, 8; Bar 2, 31); hace falta la obediencia de los hechos, de toda la vida (Mt 7, 24-27; St. 1, 22-25); hace falta una decisión verdadera y decidida que me haga preferir la Palabra del Señor hasta tenerla por hermana (Pr 7, 1-4) o como esposa en mi casa (Sab 8, 2).

• La murmuración y la cerrazón del corazón
Esta temática de la murmuración me sacude aún más, me mete en crisis, recorriendo la Biblia, aunque sea solamente con la memoria, me doy cuenta de que, la murmuración contra el Señor y contra su modo de obrar, es la realidad más terrible y destructiva que pueda ocurrirme y habitar en mi corazón, porque me aleja de Él, me separa fuertemente y me deja ciego, sordo, insensible. ¡Me hace decir que Él no existe, mientras que está muy cerca; que Él me odia, mientras que me ama con amor eterno y fiel (Dt 1, 27)! ¡Es la más grande de las sinrazones! En el libro del Éxodo, de los Números o en los Salmos, encuentro que el pueblo del Señor llora, se lamenta, se enfada, murmura, se cierra en sí mismo, se va, muere (Ex 16, 7ss; Num 14, 2; 17, 20ss; Sal 105, 25)); un pueblo sin esperanza y sin vida. Comprendo que esta situación se crea cuando no hay ya diálogo con el Señor, cuando se ha roto el contacto, cuando, en vez de preguntarle y de escucharlo, permanece en mí solamente la murmuración: esta especie de zumbido constante dentro del alma, en los pensamientos, que me hace decir: "¿Podrá el Señor preparar una mesa en el desierto?" (Sal 77, 19). Si murmuro contra mi Padre, si dejo de creer en su Amor hacia mí, en su ternura que me colma de todo bien, permanezco sin vida, sin alimento para el camino de cada día. O, si me enfado, me encelo porque Él es bueno, porque da su amor a todos sin medida, hago como los fariseos (Lc 15, 2; 19, 7), entonces permanezco completamente solo y, además de no ser ya hijo, no soy ni siquiera hermano de nadie. De hecho la murmuración contra Dios está unida a la murmuración contra los hermanos y hermanas (Fil 2, 14; 1 Pt 4, 9). Aprendo todo esto siguiendo el significado de este verbo …

• El don del Hijo del hombre: el Espíritu Santo
Me parece entrever un camino de luz, trazado por el Señor Jesús y casi escondido en estos versículos tan densos y llenos de riqueza espiritual. El punto de partida está en la escucha verdadera y profunda de sus palabras y en la acogida de las mismas; de aquí a la purificación del corazón, que de corazón de piedra, endurecido y cerrado, se convierta, por la ternura del Padre, en corazón de carne, maleable, al cual Él puede herir y plasmar, que puede tomar entre sus manos y apretarlo contra sí, como un don. ¡Sì, todo esto realizan las Palabras de Jesús cuando me tocan el corazón y entran en mí! Solamente así puedo proseguir mi camino, venciendo las murmuraciones y el escándalo, hasta poder alcanzar a ver a Jesús con ojos diversos, ojos, incluso, renovados por la palabra, que no permanecen en la superficie, en la dureza de la costra, sino que aprenden, cada vez, a ir más lejos y a mirar más alto. "Y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?" (v. 62). Es la acogida del Espíritu, don del resucitado, don de la subida a la derecha del Padre, don de lo alto, don perfecto (St 1, 17); Él dijo: "Cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12, 32) y me atrae con el Espíritu, me hace suyo con el Espíritu, me envía en el Espíritu (Jn 20, 21s), me hace fuerte gracias al Espíritu (Hch 1, 8). Si hago un recorrido a través de las páginas del Evangelio, veo cómo el Espíritu del Señor es la fuerza que llena a toda persona, a cualquier realidad, porque es el amor eterno del Padre, es la vida misma de Dios que se nos comunica. Estoy más atento, me inclino ante las expresiones, ante los verbos usados, ante las palabras que se encuentran y que se iluminan, enriqueciéndose mutuamente: siento que estoy inmerso dentro de esta Agua viva que brota y se oye el rumor, siento que recibo un nuevo bautismo y doy gracias por ello con todo el corazón al Señor. "Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego" (Mt 3, 11), grita Juan y, mientras leo, esta palabra se realiza dentro de mí, en todo mi ser. Siento que el Espíritu habla en mí (Mt 10, 20); que, con su fuerza, aleja de mí el espíritu del mal (Mt 12, 28); que me llena, como hizo con Jesús (Lc 4,1), con Juan Bautista (Lc 1, 15), con la Virgen María (Lc 1, 28. 35), con Isabel (Lc 1, 41), con Zacarías (Lc 1, 67), con Simeón (Lc 2, 26), con los discípulos (Hch 2, 4), con Pedro (Hch 4, 8) y con tantísimos otros. Siento y encuentro el Espíritu que me enseña lo que debo decir (Lc 12, 10); que me hace nacer verdaderamente, para no morir jamás (Jn 3, 5); que me enseña todo y me recuerda todo lo que Jesús ha dicho (Jn 14, 26); que me guía a la verdad (Jn 16, 13); que me da la fuerza para ser testigo del Señor Jesús (Hch 1, 8), de su amor por mí y por cada hombre.

• El combate de la fe: ¿en el Padre o en el maligno?
Este trozo de Juan me coloca frente a una gran lucha, a un combate cuerpo a cuerpo entre el Espíritu y la carne, entre la sabiduría de Dios y la inteligencia humana, entre la Palabra y los razonamientos de la mente, entre Jesús y el mundo. Entiendo bien que Job tenía razón cuando decía que la vida del hombre sobre la tierra es tiempo de tentación, es una lucha (Jb 7, 1), porque también yo experimento que el maligno trata de desanimarme, haciéndome dudar de las promesas divinas e impulsándome lejos de Jesús. Querría arrojarme lejos, trata de endurecerme el corazón, de encerrarme, de hacer trizas mi fe, mi amor. Lo siento como un león rugiente que ronda en torno de mí, tratando de devorarme (1 Pt 5, 8), como tentador, creando división, como acusador, como el que se ríe de mí y me repite continuamente: "¿Dónde está la promesa de su venida?" (2 Pt 3, 3s). Yo sé que solamente puedo vencer con las armas de la fe (Ef 6, 10-20; 2 Cor 10, 3-5), solamente con la fuerza que me viene de las mismas Palabras de mi Padre; por esto yo las elijo, las amo, las estudio, las escruto, las aprendo de memoria, las repito y digo: "¡Aunque un ejército acampara frente a mí, mi corazón no tiembla; si me declara la guerra, me siento tranquilo!" (Sal 26, 3).

• La confesión de la fe en Jesús, Hijo de Dios
La aparición de Simón Pedro al final de esta perícopa, es como una perla engastada sobre una joya preciosa, porque es el que nos grita la verdad, la luz, la salvación, a través de su confesión de fe. Extraigo otros trozos del Evangelio, otras confesiones de fe, que ayuden en mi incredulidad, porque también yo quiero creer y después conocer, quiero creer y tener estabilidad (Is 7, 9): Mt 16, 16; Mc 8, 29; Lc 9, 20; Jn 11, 27.

Un momento de oración: Salmo 18

Himno de alabanza por la Palabra del Señor, que da sabiduría y alegra el corazón

La ley de Yahvé es perfecta,
hace revivir;
el dictamen de Yahvé es veraz,
instruye al ingenuo.
Los preceptos de Yahvé son rectos,
alegría interior;
el mandato de Yahvé es límpido,
ilumina los ojos.

R. ¡Señor, tu tienes palabras de vida eterna!

El temor de Yahvé es puro,
estable por siempre;
los juicios del Señor veraces,
justos todos ellos,
apetecibles más que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo de panales.
Por eso tu siervo se empapa en ellos,
guardarlos trae gran ganancia.

R. ¡Señor, tu tienes palabras de vida eterna!

Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
De las faltas ocultas límpiame.
Guarda a tu siervo también del orgullo,
no sea que me domine;
entonces seré irreprochable,
libre de delito grave.
Acepta con agrado mis palabras,
el susurro de mi corazón,
sin tregua ante ti, Yahvé,
Roca mía, mi redentor.
R. ¡Señor, tu tienes palabras de vida eterna!

Oración final

Señor, gracias por tus palabras que han despertado en mí el espíritu y la vida, gracias porque tú hablas y la creación continua, tú me plasmas aún, imprimes en mí tu imagen, tu semejanza insustituibles. Gracias, porque tú, con amor y paciencia, me esperas, incluso cuando murmuro, cuando me escandalizo, cuando me dejo llevar por la incredulidad, o cuando te vuelvo la espalda. Perdóname, Señor, por todo esto y continúa curándome, haciéndome fuerte y feliz en el seguimiento a ti, ¡solamente a ti! Señor, tú has subido adonde estabas antes, pero estás con nosotros y no dejas de atraernos, uno por uno. ¡Atráeme, Señor, y yo correré, porque he creído de verdad y he conocido que tú eres el Santo de Dios! Te ruego, Señor, que hagas que mientras corro hacia ti, no esté yo solo, sino que me abra cada vez más a la compañía de los hermanos y hermanas; junto con ellos, yo te encontraré y seré tu discípulo todos los días de mi vida. Amén.

(fuente: ocarm.org)
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