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martes, 3 de noviembre de 2015

'Vengan, todo está preparado'

Martes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
(03/11/2015)

Carta de San Pablo a los Romanos 12, 5-16a. 

También todos nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo, y en lo que respecta a cada uno, somos miembros los unos de los otros. Conforme a la gracia que Dios nos ha dado, todos tenemos aptitudes diferentes. El que tiene el don de la profecía, que lo ejerza según la medida de la fe. El que tiene el don del ministerio, que sirva. El que tiene el don de enseñar, que enseñe. El que tiene el don de exhortación, que exhorte. El que comparte sus bienes, que dé con sencillez. El que preside la comunidad, que lo haga con solicitud. El que practica misericordia, que lo haga con alegría. Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien. Amense cordialmente con amor fraterno, estimando a los otros como más dignos. Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al Señor. Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Consideren como propias las necesidades de los santos y practiquen generosamente la hospitalidad. Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca. Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes. No presuman de sabios.


Salmo 131(130), 1.2.3.
Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
ni he tenido aspiraciones desmedidas.

No, yo aplaco y modero mis deseos:
como un niño tranquilo en brazos de su madre,
así está mi alma dentro de mí.

Espere Israel en el Señor,
desde ahora y para siempre.


del Evangelio según San Lucas 14, 15-24.

En aquel tiempo: Uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!". Jesús le respondió: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'. El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes'. Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'. A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: 'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'. Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'. El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'".






LECTIO DIVINA

Oración inicial: Señor de poder y de misericordia, que has querido hacer digno y agradable por favor tuyo el servicio de tus fieles; concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que pos prometes. Por nuestro Señor.

Reflexión

• El evangelio de hoy sigue la reflexión alrededor de asuntos enlazados con la comida y las invitaciones. Jesús cuenta la a parábola del banquete. Mucha gente ha sido invitada, pero la mayoría no acudió. El dueño de la fiesta se indigna viendo que los convidados no acuden y manda llamar a los pobres, a los lisiados, a los ciegos, a los cojos. Pero sigue habiendo sitio. Entonces el dueño manda convidar a todo el mundo, hasta que la casa queda llena. Esta parábola es una luz para las comunidades del tiempo de Lucas.

• En las comunidades del tiempo de Lucas había cristianos, venidos del judaísmo y cristianos venidos de los paganos. A pesar de las diferencias de raza, clase y género, ellos tenían un gran ideal, basado en el compartir y en la comunión (Hec 2,42; 4,32; 5,12). Pero había muchas dificultades, pues los judíos tenían normas de pureza legal que les impedían comer con los paganos. Y hasta después de haber entrado en la comunidad cristiana, algunos de ellos guardan la antigua costumbre de no sentarse con los paganos alrededor de la misma mesa. Así, Pedro tuvo conflictos en la comunidad de Jerusalén, por haber entrado en casa de Cornelio, un pagano y haber comido con él (Hec 11,3). En vista de esta problemática de las comunidades, Lucas guarda una serie de palabras de Jesús respecto a la comunión alrededor de la mesa (Lc 14,1-24). La parábola que aquí meditamos es un retrato de lo que estaba aconteciendo en las comunidades.

• Lucas 14,15: Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios. Jesús había terminado de contar dos parábolas: una sobre la elección de los lugares (Lc 14,7-11), y la otra sobre la elección de los invitados (Lc 14,12-14). Al oír estas parábolas, alguien que estaba en la mesa con Jesús tiene que haber percibido el alcance de la enseñanza de Jesús y dice: "¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!". Los judíos comparaban el tiempo futuro del Mesías a un banquete, marcado por la hartura, la gratitud y la comunión (Is 25,6; 55,1-2; Sal 22,27). El hambre, la pobreza y la carestía hacían que el pueblo tuviera esperanza de cara al futuro. La esperanza de los bienes mesiánicos, comúnmente experimentada en los banquetes, se proyectaba para el final de los tiempos.

• Lucas 14,16-20: El gran banquete está listo. Jesús responde con una parábola. "Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos". Pero los deberes de cada cual impiden a los invitados a que acepten la invitación. El primero dice: “He comprado un campo. ¡Tengo que ir a verlo!” El segundo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas”. El tercero: “Me casé. No puedo ir”. Dentro de las normas y de las costumbres de la época, aquellas personas tenían derecho a no aceptar la invitación (cf. Dt 20,5-7).

• Lucas 14,21-22: El banquete permanece de pie. El dueño de la fiesta queda indignado con las excusas. En el fondo, quien se indigna es Jesús mismo, pues las normas de estricta observancia de la ley reducían el espacio para que la gente pudiera vivir gratuitamente un banquete amigo que engendraba fraternidad y compartir. Allí, el dueño de la fiesta manda los empleados a que inviten a los pobres, a los ciegos, a los cojos, a los lisiados. Los que, normalmente, eran excluidos como impuros, ahora son invitados a sentarse entorno a la mesa del banquete.

• Lucas 14,23-24: Todavía hay sitio. La sala no se llenó. Había sitio todavía. Entonces, el dueño de la casa manda invitar a los que andan por los caminos. Son los paganos. Ellos también son invitados a sentarse entorno a la mesa. Así, en el banquete de la parábola de Jesús, se sientan juntos a la misma mesa, judíos y paganos. En el tiempo de Lucas había muchos problemas que impedían la realización de este ideal de la mesa común. Por medio de la parábola, Lucas muestra que la práctica de la comunión de la mesa venía de Jesús mismo.
Después de la destrucción de Jerusalén, en el año 70, los fariseos asumieron el liderazgo en las sinagogas, exigiendo el cumplimiento rígido de las normas que lo identificaban como pueblo judío. Los judíos que se convertían al cristianismo eran considerados como una amenaza, pues derribaban los muros que separaban Israel de los demás pueblos. Los fariseos trataban de obligarlos a abandonar la fe en Jesús. Todo esto producía una lenta y paulatina separación entre judíos y cristianos y era fuente de mucho sufrimiento, sobre todo para los judíos convertidos (Rom 9,1-5). En la parábola, Lucas deja bien claro que estos judíos convertidos no son infieles a su pueblo. ¡Es lo contrario! Son los invitados que aceptaron ir al banquete. Son los verdaderos continuadores de Israel. Infieles fueron quienes no aceptaron la invitación y no quisieron reconocer en Jesús al Mesías (Lc 22,66; Hec 13,27).

Para la reflexión personal

• ¿Cuáles son las personas que generalmente son invitadas y cuáles no son invitadas a nuestras fiestas?
• ¿Cuáles son los motivos que limitan hoy la participación de las personas en la sociedad y en la Iglesia? Y ¿cuáles son los motivos que algunos alegan para excluirse de la comunidad? ¿Son motivos justos?

Oración final

Actúa con esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
De sus proezas dejó un memorial.
¡Clemente y compasivo Yahvé! (Sal 111,3-4)

(fuente: ocarm.org)

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