(25/01/2016)
Libro de los Hechos de los Apóstoles 22, 3-16.
"Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora. Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres; el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados. En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor. Caí en tierra y oí una voz que me decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'. Le respondí: '¿Quién eres, Señor?', y la voz me dijo: 'Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'. Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo le pregunté: '¿Qué debo hacer, Señor?'. El Señor me dijo: 'Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer'. Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco. Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar, vino a verme y, acercándose a mí, me dijo: 'Hermano Saulo, recobra la vista'. Y en ese mismo instante, pude verlo. El siguió diciendo: 'El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra, porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre'.
Salmo 117(116), 1.2.
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!
del Evangelio según San Marcos 16, 15-18.
Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación." El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
REFLEXIÓN
Hoy, 25 de enero, la Iglesia nos invita a recordar al apóstol San Pablo, este santo, este amigo de Jesús, y meditar no solo el momento de su entrega, tal como lo celebramos cada año el 29 de junio, en la fiesta solemne de San Pedro y San Pablo, sino reflexionar en la conversión de Saulo de Tarso, el discípulo que evangelizó a los gentiles, hasta dar la vida por ellos.
“Entonces Jesús se apareció a los once y les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán».” Mc- 16, 15-18
La Palabra nos sitúa ante un Jesús resucitado que se presenta junto a sus discípulos, ante los once que permanecieron en la fe (sabemos que uno de ellos ya no estaba, y por eso lo destaca el texto). Este Jesús superador, victorioso, lleno de gloria, se presenta una vez más junto a sus amigos, sus elegidos, con quienes compartió su vida y su enseñanza. Les deja un enorme desafío, que es un estilo de vida, para los apóstoles y para todos nosotros. También hoy nos dice que vayamos y anunciemos el Evangelio a toda la creación. Vayan. El salir, el dejar atrás la vida común, la de todos los días. Vayan a lo desconocido. Vayan teniendo los mismos sentimientos de Cristo, como nos dice San Pablo: mirar como Él, mirar con Él, para llevar el fuego del Evangelio. Anuncien el Evangelio a toda la creación, que no quede rincón sin iluminar por la gracia de la Palabra. Jesús mismo es el mensaje que tenemos que ir encarnando, asumiendo como los apóstoles y llevarlo a todo lugar, en todo momento. El Señor nos invita y nos desafía. Ya no dicen síganme, vengan y vean, sino que ahora Jesús nos envía, nos manda, nos invita a ir, aparentemente, solos (pero sabemos que Él nos prometió que estaría con nosotros hasta el final).
Aquí está la clave: que asumamos como propios los desafíos de su corazón, hacer nuestro su amor, su mirada generosa y abarcativa, que supera las diferencias, las fronteras humanas de este mundo.
Hoy que recordamos a San Pablo, el mensaje es poder encontrar y reconocer a Jesús, para poder llevarlo a los demás. Reconocer que Jesús nos eligió y nos llamó para ser apóstoles, para aprender de Él y luego predicarlo, anunciarlo y vivirlo, y en nuestra vida hacer realidad este mensaje: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”.
Nos sucede como cuando transitamos por nuestras rutas, cuando viajamos: las señales viales nos permiten avanzar, conocer las opciones para seguir, cuál es el camino que vamos haciendo parte de nuestro viaje. Sin embargo, si miramos para atrás, ya no nos sirven, no nos pueden guiar. Lo único que nos acompañó desde siempre, como en la ruta, será la línea blanca o amarilla; así también en nuestra vida vamos avanzando y descubriendo en lo de todos los días, lo que el Señor nos invita a vivir, cuál es el camino que nos lleva a Él, desde lo concreto y sencillo de cada día, al preparar el desayuno, al ponerme a trabajar o a estudiar, en las cosas concretas Jesús me invita a seguirlo. Y así nos damos cuenta de que siempre estuvo acompañándonos y guiándonos.
Hoy también, haciendo el recorrido interior, miramos cuál es el camino que nos lleva a Jesús: el de la fe, de escuchar el Evangelio, dejarnos ayudar por la Palabra… Seguramente hay muchas señales que el Señor ha puesto en nuestra vida. Y, sin embargo, al encontrarlo nos sentimos sorprendidos e indefensos y queremos entonces que Él nos hable al corazón.
Sin dudas, hoy es un día de gracia: Él nos invita a reconocerlo en nuestra vida y nos hace capaces de llevar la Buena Noticia por todo el mundo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.” Aquí podríamos decir que está la opción vital: creer aquello que el Señor nos propone en el Evangelio y vivirlo.
escrito por Padre Daniel Tejeda
(fuente: www.radiomaria.org.ar)
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