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domingo, 4 de octubre de 2015

"¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?"

Vigésimo séptimo Domingo del tiempo ordinario
(04/10/2015)

Libro de Génesis 2, 18-24. 

Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada". Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre. El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada. Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre". Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.


Salmo 128(127), 1-2.3.4-5.6.

¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.

Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.

¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén.
y veas a los hijos de tus hijos!
¡Paz a Israel!


Carta a los Hebreos 2, 9-11.

Pero a aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así, por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos. Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación. Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos.


del Evangelio según San Marcos 10, 2-16.

Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.







LECTIO DIVINA

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

a) Clave de lectura:

En el texto que la liturgia pone ante nosotros, Jesús da consejos sobre la relación entre el hombre y la mujer y sobre las madres y los niños. En aquel tiempo mucha gente era excluida y marginada. Por ejemplo, en la relación entre hombre y mujer existía el machismo. La mujer no podía participar, no había igualdad de derecho entre los dos. En la relación con los niños, los “pequeños”, existía un “escándalo” que era la causa de la pérdida de la fe de muchos de ellos (Mc 9,42). En la relación entre hombre y mujer, Jesús pide el máximo de igualdad. En la relación entre las madres y los niños, él pide la máxima acogida y ternura.

b) Una división del texto para ayudar en la lectura:

Marcos 10,1: Indicación geográfica;
Marcos 10,2: La pregunta de los fariseos sobre el divorcio;
Marcos 10,3-9: Discusión entre Jesús y los fariseos sobre el divorcio;
Marcos 10,10-12: Conversación entre Jesús y los discípulos sobre el divorcio;
Marcos 10,13-16: Jesús pide ternura y acogida para con las madres y los niños

Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Cuál es el punto que te gustó más o llamó más la atención?
b) ¿Cual es la situación de la mujer que aparece en el texto?
c) ¿Cómo desea Jesús la relación entre el hombre y la mujer?
d) ¿Cuál es la preocupación de las madres que traen a los niños ante Jesús?
e) ¿Cuál es la reacción de Jesús?
f) ¿Qué enseñanza se saca para la vida sobre los niños?

Una clave de lectura para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

a) Comentario:

Marcos 10,1: Una indicación geográfica.
El autor del Evangelio de Marcos tiene la costumbre de situar el acontecimiento con éstas y otras breves informaciones geográficas, dentro del conjunto de la narración. Después, para el que escucha una larga narración sin tener el libro en las manos, tales informaciones geográficas ayudan en la comprensión de la lectura. Son como postes o hitos que sustentan el hilo de la narración. Es muy común en Marcos dar información: “Jesús enseñaba” (Mc 1,22.39; 2,2.13; 4,1; 6,2.6.34).

Marcos 10,1-2: La pregunta de los fariseos sobre el divorcio.
La pregunta es maliciosa. Trata de poner a Jesús a prueba: “¿Es lícito al marido repudiar a su mujer?” Señal de que Jesús tenía una opinión diferente, pues de lo contrario los fariseos no le preguntarían sobre este tema. No preguntan si es lícito a la esposa repudiar al marido. Esto no pasaba por su cabeza. Señal clara de una fuerte dominación masculina y de marginación de la mujer en la convivencia social de aquella época.

Marcos 10,3-9: La respuesta de Jesús: el hombre no puede repudiar a la mujer.
En vez de responder, Jesús pregunta: “¿Qué dice la Ley de Moisés?” La Ley permitía al hombre escribir una carta de divorcio y repudiar a su mujer (Dt 24,1). Esta permisión revela un machismo. El hombre podía repudiar a su mujer, pero la mujer no tenía este mismo derecho. Jesús explica que Moisés actuó así a causa de la dureza de corazón del pueblo, pero la intención de Dios era otra cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al proyecto del Creador (Gén 21,27 y Gén 2,24) y niega al hombre el derecho de repudiar a su mujer. Echa por tierra el derecho del hombre frente a la mujer y pide el máximo de igualdad.

Marcos 10,10-12: Igualdad hombre y mujer.
En casa, los discípulos le hacen preguntas sobre este mismo tema del divorcio. Jesús extrae conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre el hombre y la mujer. El evangelio de Mateo (cf. Mt 19,10-12) aclara una pregunta de los discípulos sobre este tema. Ellos dicen:“«Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse”. Prefieren no casarse, antes que casarse sin el privilegio de continuar mandando sobre la mujer. Jesús va hasta el fondo de la cuestión. Pone tres casos en los cuales una persona no se puede casar: (1) impotencia, (2) castración y (3) a causa del Reino. Sin embargo, no casarse porque alguien no quiere perder el dominio sobre la mujer, esto ¡es inadmisible en la Nueva Ley del Amor! Tanto el matrimonio como el celibato, deben estar al servicio del Reino y no al servicio de intereses egoístas. Ninguno de los dos pueden ser un motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer. Jesús propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite el matrimonio en el que el hombre pueda mandar sobre la mujer, o viceversa.

Marcos 10,13: Los discípulos impiden acercarse a las madres con sus niños.
Algunas personas trajeron a los niños para que Jesús los tocase. Los discípulos tratan de impedírselo. ¿Por qué se lo impiden? El texto no lo aclara. Según las costumbres rituales de la época, los niños pequeños junto con sus madres, vivían en un estado casi permanente de impureza legal. ¡Jesús quedaría impuro si los tocaba! Probablemente, los discípulos quieren impedir que los toque para que Jesús no quede impuro.

Marcos 10,14-16: Jesús reprende a los discípulos y acoge a los niños.
La reacción de Jesús enseña lo contrario: “¡Dejad que los niños vengan a mí. No se lo impidáis!” El abraza a los niños, se los acerca y pone las manos sobre ellos. Cuando se trata de acoger a personas y promover la fraternidad, a Jesús no le importan las leyes de pureza legal, no tiene miedo de transgredirlas. Su gesto nos trae una enseñanza: “Quien no recibe el Reino de Dios como niño, ¡no puede entrar en él!” ¿Qué significa esta frase? 1) Un niño recibe todo de los padres. Él no merece lo que recibe, sino que vive del amor gratuito. 2) Los padres reciben los hijos como un don de Dios y cuidan de ellos con cariño. La preocupación de los padres ¡no es dominar sobre los hijos, sino amarlos y educarlos para que se realicen!

b) Ampliando las informaciones para poder entender el texto

• Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños

Jesús insiste varias veces en la acogida que se debe dar a los pequeños, a los niños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí” (Mc 9,37). Quien dé un vaso de agua a una de estos pequeños, no perderá su recompensa (Mt 10,42). Él pide no despreciar a los pequeños (Mt 18,10). En el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer a “uno de estos más pequeños” (Mt 25,40).
En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), algunas veces indica “niño”, otras, los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. Algunas veces, el que es “pequeño” en el evangelio es el “niño”, y no otro. El niño pertenecía a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Dicho esto, no siempre es fácil discernir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para que fuera escrito en los evangelios. A pesar de esto, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que regía en la época y la imagen que tenían de Jesús las primeras comunidades: Jesús se coloca del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa. Impresiona cuando se ve todo lo que Jesús hizo en defensa de la vida de los niños, de los pequeños:
Acoger y no escandalizar. Es una de las palabras más duras de Jesús contra aquéllos que causan escándalo a los pequeños, o sea, que sean motivo para que los pequeños dejen de creer en Dios. Para éstos, mejor les sería tener una piedra de molino atada al cuello y ser arrojados a lo profundo del mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).
Acoger y tocar. Las madres con sus niños en brazos se acercan a Jesús para pedir una bendición. Los apóstoles tratan de apartarlas. ¡Tocar significaba contraer impureza! Jesús no se incomoda como ellos. Corrige a los discípulos y acoge a las madres y a los niños. Los toca y les da un abrazo. “¡Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis!” (Mc 10,13-16; Mt 19,13-15).
Identificarse con los pequeños. Jesús se identifica con los niños. El que recibe a un niño, “a mí me recibe” (Mc 9,37). “Todo lo que hiciéreis a uno de estos más pequeños, conmigo lo hicísteis” (Mt 25,40).
Volverse como un niño. Jesús pide que los discípulos se vuelvan como niños y acepten el Reino como un niño. Sin esto, es imposible entrar en el Reino de Dios (Mc 10,15; Mt 18,3; Lc 9,46-48). ¡Hace que un niño sea el profesor de los adultos! Lo que no era normal. Estamos acostumbrados a lo contrario.
Defender el derecho del que grita. Cuando Jesús entró en el templo y derribó las mesas de los cambistas, eran los niños los que más gritaban. “¡Hosanna al Hijo de David!” (Mt 21,15). Criticado por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, Jesús los defiende y en su defensa cita las Escrituras (Mt 21,16).
Agradecer por el Reino presente en los pequeños. La alegría de Jesús es grande cuando percibe que los niños, los pequeños, han comprendido las cosas del Reino que él anunciaba al pueblo. “¡Te doy gracias, Padre!” (Mt 11,25-26) ¡Jesús reconoce que los pequeños entienden mejor las cosas del Reino que los doctores!
Acoger y curar. Son muchos los niños y jóvenes que Él acoge, cura o resucita: la hija de Jairo de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la mujer cananea (Mc 7,29-30), el hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 14-15), el pequeño epiléptico (Mc 9,25-26), el hijo del Centurión (Lc 7,9-10), el hijo del funcionario público (Jn 4,50), el pequeño de los cinco panes y de los peces (Jn 6,9).

• El contexto en el que se encuentra nuestro texto dentro del Evangelio de Marcos

Nuestro texto (Mc 10,1-16) forma parte de una larga instrucción de Jesús a sus discípulos (Mc 8,27 a 10,45). Al comienzo de esta instrucción, Marcos sitúa la curación del ciego anónimo de Betsaida en Galilea (Mc 8,22-26); al final, la curación del ciego Bartimeo de Jericó en Judea (Mc 10,46-52). Las dos curaciones son símbolo de lo que ocurría entre Jesús y los discípulos. También estaban ciegos los discípulos que “teniendo ojos, no veían” (Mc 8,18). Necesitaban recuperar la vista; debían abandonar la ideología que les impedía ver claro; debían aceptar a Jesús tal como Él era y no como ellos querían que fuese. Esta larga instrucción tiene como objetivo curar la ceguera de los discípulos. Es como una pequeña cartilla, una especia de catecismo, con frases del mismo Jesús. El siguiente gráfico presenta el esquema de la instrucción:

Curación de un ciego 8,22-26
1° anuncio 8,27-38
Instrucciones a los discípulos sobre Mesías Siervo 9,1-29
2º anuncio 9,30-37
Instrucciones a los discípulos sobre la conversión 9,38 a 10,31
3º anuncio 10,32-45
Curación del ciego Bartimeo 10,46-52

Como se puede ver en el gráfico, la instrucción consta de tres anuncios de la Pasión: Mc 8,27-38; 9,30-37; 10,32-45. Entre el primero y el segundo hay una serie de instrucciones para ayudar a comprender que Jesús es el Mesías Siervo (Mc 9,1-29). Entre el segundo y el tercero, una serie de instrucciones que aclaran la conversión que debe darse en los distintos niveles de la vida de los que aceptan a Jesús como Mesías Siervo (Mc 9,38 a 10,31). El conjunto de la instrucción tiene como fondo la marcha desde Galilea hasta Jerusalén. Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos dice que Jesús está en camino hacia Jerusalén (Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32), donde encontrará la cruz.

Cada uno de los tres anuncios de la pasión está acompañado de gestos y palabras de incomprensión por parte de los discípulos (Mc 8,32; 9,32-34; 10,32-37), y de palabras de orientación por parte de Jesús, que comentan la falta de comprensión de los discípulos y enseñan cómo deben comportarse (Mc 8,34-38; 9,35-37; 10,35-45). La comprensión plena del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por un compromiso práctico, caminando con Él por el camino del servicio, desde la Galilea hasta Jerusalén. Áquel que desee mantener la idea de Pedro, esto es, la de un Mesías glorioso sin cruz (Mc 8,32-33), no entenderá nunca, jamás llegará a tener la auténtica actitud del verdadero discípulo. Continuará ciego, viendo a la gente como árboles (Mc 8,24). Sin cruz es imposible comprender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. El camino del seguimiento es un camino de entrega, de abandono, de servicio, de disponibilidad, da aceptación del conflicto, sabiendo que habrá una resurrección. La cruz no es un accidente casual, sino una parte de este camino. En un mundo organizado a partir del egoísmo, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! El que hace de su vida un servicio a los otros, incomoda a los que viven atados a los privilegios, y sufre.

Salmo 23 (23): El Señor es mi Pastor, subiendo al Calvario

Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras
haciendo honor a su nombre.

Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería,
pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé
un sinfín de días.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén

(fuente: ocarm.org)

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