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martes, 26 de julio de 2016

'Explícanos la parábola de la cizaña en el campo'

Martes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
(26/07/2016)

Libro de Jeremías 14, 17-22. 

Tú les dirás esta palabra: Que mis ojos se deshagan en lágrimas, día y noche, sin cesar, porque la virgen hija de mi pueblo ha sufrido un gran quebranto, una llaga incurable. Si salgo al campo abierto, veo las víctimas de la espada; si entro en la ciudad, veo los sufrimientos del hambre. Sí, hasta el profeta y el sacerdote recorren el país y no logran comprender. ¿Has rechazado del todo a Judá? ¿Estás disgustado con Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se esperaba la paz, ¡y no hay nada bueno...! el tiempo de la curación, ¡y sobrevino el espanto! Reconocemos, Señor, nuestra maldad, la iniquidad de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. A causa de tu Nombre, no desprecies, no envilezcas el trono de tu Gloria: ¡acuérdate, no rompas tu Alianza con nosotros! Entre los ídolos de las naciones, ¿hay alguien que haga llover? ¿Es el cielo el que envía los chaparrones? ¿No eres tú, Señor, nuestro Dios? Nosotros esperamos en ti, porque eres tú el que has hecho todo esto.


Salmo 79(78), 8.9.11.13.

No recuerdes para nuestro mal
las culpas de otros tiempos;
compadécete pronto de nosotros,
porque estamos totalmente abatidos.

Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu Nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.

Llegue hasta tu presencia el lamento de los cautivos,
preserva con tu brazo poderoso
a los que están condenados a muerte.

Y nosotros, que somos tu pueblo
y las ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias para siempre,
y cantaremos tus alabanzas
por todas las generaciones.


del Evangelio según San Mateo 13, 36-43.

Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"



















REFLEXIÓN

Queridos hermanos y hermanas, queridos oyentes, queridos jóvenes acabamos de leer en el capítulo 13 de San Mateo los versículos 36 al 43. Jesús acaba de explicarnos la parábola de la cizaña que unos versículos antes, fue leída y proclamada. Esta explicación que hace el Señor, la hace en clave del fin del mundo y esto es muy importante porque el Señor también nos da las claves del reino.

Es el final del evangelio que hemos escuchado, entonces los justos resplandecerán como el sol, en el reino de su Padre. ¿Qué es la justicia? Por otro lado entonces, la justicia es ser buena semilla auque estemos rodeados de cizaña. La verdadera fidelidad a Dios, a la vida, al otro, será precisamente en la perseverancia en el bien, como la buena semilla que crece junto con la cizaña y que espera que a su tiempo, una cosa se separe de la otra.

A veces también en la vida, tenemos que saber esperar, en esa difícil y en ese delicado equilibrio de la convivencia cotidiana, que la cizaña y el trigo crezcan juntos.

Yo quisiera que nos comprometamos a hacer buen trigo, para que el Señor, en la época de la cosecha, pueda también cosechar la realidad de que hemos sabido anotarnos en su providencia divina, poniendo el toque, poniendo la capacidad de nuestra previsión humana.

Esa es la clave de la realización de la felicidad, del buen trigo, que crece con la cizaña. Y en el fin del mundo, como dice el Señor, usando sus palabras, nos van a juzgar en el amor.

Les deseo todo bien, pido para todos ustedes una abundante bendición y que el Señor los acompañe siempre.

escrito por Monseñor Fernando Maletti
Obispo de la Diócesis de Bariloche
(fuente: www.oleadajoven.org.ar)

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