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sábado, 7 de mayo de 2016

"Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre"

Sábado de la sexta semana de Pascua
(07/05/2016)

Libro de los Hechos de los Apóstoles 18, 23-28. 

Después de haber permanecido un tiempo allí, partió de nuevo y recorrió sucesivamente la región de Galacia y la Frigia, animando a todos los discípulos. Un judío llamado Apolo, originario de Alejandría, había llegado a Efeso. Era un hombre elocuente y versado en las Escrituras. Había sido iniciado en el Camino del Señor y, lleno de fervor, exponía y enseñaba con precisión lo que se refiere a Jesús, aunque no conocía otro bautismo más que el de Juan. Comenzó a hablar con decisión en la sinagoga. Después de oírlo, Priscila y Aquila lo llevaron con ellos y le explicaron más exactamente el Camino de Dios. Como él pensaba ir a Acaya, los hermanos lo alentaron, y escribieron a los discípulos para que lo recibieran de la mejor manera posible. Desde que llegó a Corinto fue de gran ayuda, por la gracia de Dios, para aquellos que habían abrazado la fe, porque refutaba vigorosamente a los judíos en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús es el Mesías.


Salmo 47(46), 2-3.8-9.10.

Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.

El Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.

Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.


del Evangelio según San Juan 16, 23b-28.

Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre".







REFLEXIÓN: “Pedid y recibiréis: así vuestro gozo será pleno”

Venerar y honrar a quien creemos que es el Verbo, nuestro Salvador y nuestro jefe, y por su medio al Padre, es nuestro deber, y no solamente ciertos días especiales como algunos hacen, sino continuamente, durante toda la vida, y de todas las maneras. “Siete veces al día entonaré tus alabanzas” (sl 118, 164) clama el pueblo elegido, según un precepto que lo santifica. No es, pues, en un lugar determinado, ni en un templo escogido, ni en ciertas fiestas o en días fijos, sino que durante toda la vida, en todas partes, el verdadero espiritual, honra a Dios, es decir, proclama su acción de gracias por el conocimiento de la verdadera vida.

La presencia de un hombre de bien, por el respeto que inspira, hace mejorar siempre al que se le acerca, ¡Cuánto más el hombre que está continuamente en presencia de Dios por el conocimiento, la manera de vivir y la acción de gracias, no se hará normalmente mejor cada día en todo: acciones, palabras, disposiciones!... Viviendo, pues, toda nuestra vida como una fiesta, con la certeza de que Dios está totalmente presente en todas partes, trabajamos cantando, navegamos al son de himnos, nos comportamos como “ciudadanos del cielo” (Flp 3,20).

Me atrevería a decir que la oración es una conversación íntima con Dios. Aunque musitemos suavemente y hablemos en silencio sin mover los labios, interiormente gritamos. Y Dios tiene constantemente atento el oído a esta voz interior… Sí, el verdadero espiritual ora durante toda su vida, porque orar es para él esfuerzo de unión con Dios, y rechaza todo lo que es inútil porque ha alcanzado ya el estado en que de alguna manera he recibido la perfección que consiste en actuar por amor…Toda su vida es una liturgia sagrada.

escrito por San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo
Stromates 7,7; PG 9, 450s
(fuente: www.evangeliodeldia.org)

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