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sábado, 27 de febrero de 2016

"Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos"

Sábado de la segunda semana de Cuaresma
(27/02/2016)

Libro de Miqueas 7, 14-15.18-20. 

Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.


Salmo 103(102), 1-2.3-4.9-10.11-12.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

No acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados


del Evangelio según San Lucas 15, 1-3.11-32.

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".








REFLEXIÓN

¡Queridos Amigos de Oleada Joven! Compartimos en este día la parábola de Dios que este caso, nos presenta el Capítulo 15 de Lucas, tan conocido por cada uno de nosotros seguramente.

Esta Parábola algunos comentaristas dicen: "Mal llamadas el regreso del Hijo Prodigo". Porque el acento tiene que ser puesto por la misericordia del Padre, por eso quizás, el nombre más propio sería esta parábola de misericordia del Padre, del Padre misericordioso.

El evangelio, comienza diciendo que los pecadores, los recaudadores de impuestos se acercaban para escucharlo ¡Escucharlo! Esa actitud primera, principal que tiene que tener un discípulo, un seguidor de Jesús. Pero, no solo estan los recaudadores de impuestos, los pecadores, también estan los fariseos, esa secta de la época que se encargaba de custodiar celosamente la ley y por lo tanto, lo acusan a Jesús de aceptar a los pecadores y lo que es peor, comer con ellos. Aceptar a los pecadores y comer con ellos, esta es la acusación que los fariseos le realizan a Jesús.

Jesús, comienza entonces, esto le da pie para formular esta hermosa parábola que da cuenta el evangelio de San Lucas. Parábola tan conocida por todos, que tiene una gran enseñanza, ese perdón, esa misericordia, esa disponibilidad que tiene el Padre del Cielo de perdonarnos a cada uno de nosotros, si nos arrepentimos, si volvemos a Él. Y esto es lo que sucede después de mal gastar su vida, este hijo que pidio la herencia y se alejo. Se acuerda de su padre, se acuerda de su casa y dice< bueno, ahi no tenia hambre> ahora tengo que comer alimentos de los chanchos. Y asi regresa, regresa a su casa y es recibido con los brazos abiertos.

El evangelio dice<< que el padre salía todas las mañanas a ver, desde lejos lo ve llegar y lo abraza, lo abraza cariñosamente, lo viste bien, le prepara una linda comida y hace fiesta. Esa es la fiesta que hace el Padre del cielo cuando nosotros nos arrepentimos, cuando nos reconocemos pecadores.

Por eso, unas de las preguntas que podemos hacernos en este sábado es<<¿Qué imagen tenemos nosotros de Dios, o nos hemos hecho de Él? Un Padre que perdona, un Padre Misericordioso o al contrario? Un padre que castiga quizas, no es el caso. Pero, bueno, es importante recordarlo, decirlo esto y otra pregunta, no menos importante puede ser<< Si hemos tenido la gracia de tener, si hemos vivido la experiencia gozoza de una reconciliación, de escuchar con nuestros propios oídos la palabra del Sacerdote que nos dice que<> porque la gracia de Dios se derrama sobre nosotros cada vez que inclinamos nuestras cabezas y nos animamos a pedirle perdón a Dios. Y no solo Dios nos perdona, sino también nos regala su amor, su fuerza, su gracia para seguir adelante.

Por eso, la invitación de hoy es revisar, entonces<<¿Qué imagen tenemos de Dios? ¿Cómo estamos viviendo, como nos presentamos frente a Él? Y si realmente tenemos esta experiencia gozoza de la confesión, de la reconciliacion.

<> a veces los seres humanos, por ahi alejamos a las personas, pero no es el caso.

Pidamos la gracia, recemos antes de ir a confesarnos, confiadamente entreguemonos mas en las manos de Jesús, el Maestro que sin dudas va a perdonarnos y ayudarnos a seguir creciendo y cambiando en la vida de la Fe.

Que tengan una excelente Jornada.

escrito por P. Nicolás Retes
(fuente: oleadajoven.org.ar)

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